viernes, 24 de mayo de 2013

PRÓFUGA,"LADY DE HERMOSILLO"

Otra mancha más al tigre

Hace seis años, la joven Luz Irene Rico Tejón,  hija del entonces delegado en Sonora de la PROFECO, Oscar Hugo Rico Garibaldi, atropelló a una señora y la dejó inválida, al perder las dos piernas. Pese a que existe orden de aprehensión en su contra y una condena de un tribunal de alzada para que repare el daño moral, no ha sido requerida por la justicia. La razón es que la influencia del padre en las altas esferas del Gobierno en turno, ha pesado más que la exigencia de muchos sonorenses para que la justicia sea pareja para todos.

 
Oscar Castro y Fernando Gutiérrez / Dossier Politico
Sonora presume de no quedarse atrás en nada. Primer lugar en muchas atividades productivas y muchas virtudes más. Pero la historia de hoy, triste, por cierto, nos llama a "presumir" de contar también con una "Lady de Hermosillo", lo que habla de no pocos saldos pendientes de una justicia sonorense prostituida y al servicio de los poderosos.

La historia surge, cuando, a sus 19 años, en noviembre del 2007, la jóven estudiante Luz Irene Rico Tejón, a saber, hija del hasta hace unas semanas delegado de la PROFECO en el estado y destacado militante panista, Oscar Hugo Rico Garibaldi, atropelló y mantuvo durante semanas al filo de la muerte a  la señora María Luz Carrazco Valenzuela.

Por fortuna, la victima vivió para contar esta historia. Una vergonzoza y triste historia que nace de los podridos tejidos del poder político. Es el esquema de un falso poder que nos trajo el Nuevo Sonora con el PAN como bandera.

Maria de la Luz ventila su caso en una visita a Dossier. Lo hace postrada en silla de ruedas, sus extremidades no la acompañan, pero como ella dice: "Perdì las piernas cuando me atropellaron, pero gane dignidad de lucha y la capacidad de darme cuenta lo que pesa el poder polìtico y el dinero, cuando la justicia se presta para que la tuerzan. Lo he vivido y me da pena que vivamos un Sonora asì", lamenta mientras un hilillo de lágimas recorre sus mejillas. Ya de impotencia, ya de rabia, ya de tristeza.

Madre soltera de tres hijos, ya mayores hoy día, luchona hasta el cansancio y sosten de su hogar hasta antes de perder sus piernas, doña María desde su silla de ruedas hoy exige justicia, a casi seis años de haber sido objeto de la imprudencia de una joven hija de un alto funcionario federal en Sonora.

 "Nunca quise casarme para no batallar y preferí sacar adelante a mis hijos sola , mantener a mi madre y a mi abuela que ya murió a raiz de mi caso. Mi misión en la vida eran ellos. Sin piernas, ¿ahora qué hago?, se pregunta con impotencia María Luz.

Ella fue atropellada cuando transitaba sobre la acera de las calles Ernesto López Riesgo y Costa de Marfil, de la colonia Altares, al sur oriente de Hermosillo. La joven Luz Elena Rico Tejón, conducia a exceso de velocidad, no respeto el señalamiento de alto, esquivó un vehícuo que circulaba por la libre y perdió el control. La fatalidad escogió como víctima a María Luz y el viacrusis que vive hasta la fecha resulta harto cruel. Sin piernas y sin el amparo de una justicia que, al menos, le haga la vida más llevadera.

"Las piernas no me las regresarán. Tampoco mi vida es la misma, pero cuando menos quisiera que se castigue a la responsable y pague por lo que hizo. El dinero no me interesaría, pero el juez ha ordenado en su sentencia que me indemicen por el daño que me causaron a mi y a mi familia", exige doña María Luz.

El caso es que, la victimaria,  Luz Irene Rico Tejón, se encuentra actualmente en calidad de prófuga de la justicia, luego que el juzgado VI de primera instancia de lo penal, obsequíó una orden de reaprehensión en su contra, por el delito de lesiones por culpa que ponen en riesgo la vida e incumplir con la sentencia dictada el 24 de octubre del año 2012, bajo el expediente número 396/2008.

En otra sentencia emitida por el Primer Tribunal Colegiado del Primer Circuito del Estado de Sonora, se condena a la jóven Luz Irene Rico Tejón a cubrir una pensión vitalicia de seis mil 750 pesos mensuales a su víctima, María Luz Carrazco Valenzuela, como reparación del daño moral causado; además, se le condena a cubrir un adeudo de 378 mil 38 pesos, por concepto de pensiones vencidas a la fecha de la resolución judicial.

 EL GOCE DE LA JUSTICIA SELECTIVA

 No obstante que existe la orden de reaprehensión en contra de la hoy prófuga, la víctima no ha encontrado justificación por parte de la Procuraduria de Justicia en el Estado que la convenzan del por qué no se ha hecho efectivo el arresto de quien le desgració la existencia, ni por qué la señorita Rico Tejón no ha encarado al juzgador para cumplir la condena que se le ha impuesto.

Por el contrario, la joven ha evadido la acción de la justicia y a la fecha se mantiene en calidad de prófuga, sin que ninguna autoridad estatal indague su paradero. Ni se intente su ubicación por los medios de colaboración con otras instituciones policiacas del país o del mundo.

Por indagatorias propias, y datos filtrados por elementos de la Polícia Estatal Investigadora, María Luz ha logrado saber que la joven Rico Tejón se encuentra en México, Distrito Federal, estudiando la carrera de arquitectura en la Universidad Autónoma de México.

Por extraña razón, la sentencia del tribunal de alzada contra la victimaria fue emitida el 24 de octubre del año 2012 y la orden de aprehensión del juzgado sexto de primera instancia en diciembre de ese mismo año, es decir, cinco años después de sucedidos los lamentables hechos.

Baste saber que gracias a la tenacidad de María Luz, que recorrió todos las oficinas del aparato de justicia de Sonora exigiendo la protección de la ley, fue como se inclinó a su favor el proceso penal contra la hoy prófuga, pero no se ha hecho efectiva la resolución del tribunal de alzada.

Harta de ese desprecio a la aplicación de la justicia, doña María narra que en cierta ocasión interceptó al gobernador Guillermo Padrés Elías, y mostrando copia de la sentencia y de la orden de reaprehensiòn, le hizo saber su caso y demandó justicia para sí.

"El Gobernador se sorprendió de mi situación y llamó al director jurídico (sic), Carlos Espinoza Guerrero y le dijo: 'A ver como la haces para que este cabrón (Oscar Hugo Rico Garibaldi, padre de la joven victimaria) pague lo que debe'.

Pense que era cierto el interés por que se me hiciera justicia, pero a la fecha no han aprehendido a la joven para que responda por lo que hizo. Su padre, Oscar Hugo, me ha ofendido, me ha humillado y me ha dicho que no le harán nada a su hija porque tiene muchas influencias. Por desgracia, me doy cuenta que tiene razón. ¿En que clase de estado vivimos? Si los que deben de aplicar la justicia la violentan y se ríen de las leyes, cuestiona al aire doña María Luz.

 LA NEGRA INFLUENCIA DEL DINERO

 Luego de ser atropellada, María Luz cayó en un coma por los golpes recibidos y fue atendida en un hospital privado de la capital, cubriendo los gastos la aseguradora Mapfre Tepeyac, S.A. que tenía contratada la victimaria con cobertura de daños civiles; sin embargo, pasada la crisis comática y amputadas sus piernas, María Luz fue enviada a su casa sin haber cicatrizado uno de sus muñones, lo que ocasionó que volvieran a intervenirla para amputarle otro tramo de pierna, en esta ocasión, por arriba de la rodilla.

La aseguradora, con suma frialdad le hizo saber que no podría seguir atendiendo su convalecencia porque habían agotado el monto del seguro contratado por la familia Rico y se tendría que hacer cargo de los gastos subsiguientes a la operación. Esto vino a desgastar anímica y económicamente a la familia y tuvieron que recurrir a la caridad pública para costear los gastos de curación.

Contrario a ello, lo que supone un alto grado de sospecha de algo turbio, personal de la aseguradora se entrevistaron posterior al accidente con María Luz, y exibiéndole un formato, le exigieron que firmara el perdón a su victimaria a cambio de cinco mil pesos que aportaría la aseguradora.

La negativa a la intentona de la aseguradora, le costó a doña María humillaciones de todo tipo, pero ella no flaqueó en su lucha por exigir lo que por derecho le corresponde. Y así transitó por cinco largos años enfrentando funcionarios de gobierno, ministerios públicos, empleados de la aseguradora y hasta el director de la Policía Estatal Investigadora.

Y María Luz  no solo recibió insultos  y maltrato moral del personal de la aseguradora Tepeyac cada que exigía atención médica adecuada. También fue maltratada por agentes del ministerio público que hacían caso omiso a su exigencia de procurarle justicia.

El colmo, fue cuando encaró al padre de la joven que la atropelló, Oscar Hugo Rico Garibaldí, siendo aun delegado de la PROFECO en Sonora, quien -narra la víctima- le gritó que si lo volvía a molestar "le quitaría hasta la silla de ruedas para que se arrastrara".

Hoy en día, agobiada y hastiada por el desdén con la que ha sido tratada, pero con la fortaleza moral que le da su familia para seguir en su lucha, María Luz ha dicho que no descansará hasta que la justicia se haga presente en su caso.

En la entrevista, lanza un llamado a todas las autoridades para que su caso se resuelva cabalmente y al gobierno exige que ponga un alto a sus perversidades y que la justicia sea pareja para todos y no cómplice de quienes detentan el poder público.

(DOSSIER POLITICO/ Oscar Castro y Fernando Gutiérrez / 2013-05-23)

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