lunes, 30 de abril de 2012

SEMANA DE MIEDO EN SINALOA ; COLETAZOS MORTALES


Siete policías heridos en tres atentados en Ahome

Luis Fernando Nájera    
Ahome vivió una semana de perros, en donde la Policía Municipal puso su cuota de sangre y en la que los grupos delictivos no quedaron exentos de ella. La población civil tampoco escapó al baño de sangre.



La estela de terror provocó un cambio en el discurso oficial del combate a la delincuencia organizada o común al grado que el alcalde Zenén Aarón Xóchihua Enciso, acostumbrado a salir al paso de los malos momentos y de las críticas a su administración, por primera vez en 16 meses de gobierno enmudeció ante los medios.

“En definitiva no tengo argumentos para explicar lo acontecido, solo sé que los ataques son en respuesta a lo que estamos haciendo para brindar seguridad a la población”.

En su memoria de corto plazo, el presidente municipal tenía fija la idea de que seis elementos de Higuera de Zaragoza habían sido baleados por la espalda. Dos de los oficiales se encontraban en riesgo de perder la vida.

Ya en la seguridad de su despacho, flanqueado a la derecha por la imagen de su padre, Zenén Xóchihua Valdez, ya fallecido, y a la izquierda de Papá Pitufo, por aquello que pretende pintar de azul toda la infraestructura municipal, el alcalde se sinceró: “Está cabrón la cosa. Muy cabrón. Solo sé que lo que estamos haciendo me está matando a nuestros policías. Es muy complejo todo esto”.

—¿Cambiará la estrategia?
—Más que pensar en cambiar las directrices que yo pueda marcar como presidente municipal, estas se fijan en la coordinación institucional de los tres órganos de Gobierno, en donde no tengo mayor autorización, solo coadyuvar.

“Son otros órganos de Gobierno los que llevan la batuta en este tema del crimen organizado o de delincuencia organizada, hay un equipo técnico y táctico, que analizan las circunstancias porque el movimiento de la delincuencia es variable y se debe de reestructurar las acciones para una respuesta. La profesionalización es del Gobierno federal, y la dinámica la fija el gobernador”.

“Sabemos que el cordón se rompe por lo más delgado, que la condición de mayor fragilidad de nuestros policías se ha reflejado; si bajamos la guardia qué será después”.

“Cuando nosotros recibimos la estafeta, teníamos una situación muy crítica en seguridad, partiendo de la actitud de la autoridad y por las condiciones de los policías.

—¿Va a mantener la dinámica?
—Nos lo exige la coordinación institucional. Nosotros ponemos nuestra parte y ellos lo que les corresponde. Sabemos que va a ver consecuencias, pero en todos los sitios las encuentras. Tenemos altibajos. Son coletazos de los que se ven afectados por las operaciones de las policías.

Los coletazos
“Para que se acuerden del viernes”, les gritaron a los policías que despreocupadamente cenaban en la plazuela de Higuera de Zaragoza. Y enseguida una lluvia de fuego y plomo los alcanzó cayendo también sobre las patrullas 1775 y 1804.

Peritos recogieron 23 cascajos calibre 7.62 para AK-47 y 11 de 2.23 para AR-15. Los maleantes huyeron dejando heridos a los seis agentes, que convalecen todos en hospitales privados. Era los primeros minutos de la madrugada del domingo 22 de abril.

Por la tarde, en Los Mochis, un policía ministerial identificado como Javier recibía un disparo en el hombro en una desorganizada operación contra narcomenudistas domésticos, y a 20 kilómetros de los Mochis, otro agente resultaba ileso en un tercer atentado.

Al día siguiente (lunes), el patrullero veterano, Cipriano López Solano, fue privado de la libertad por un grupo armado. El cadáver con un disparo en la nuca apareció en el panteón del poblado Chihuahuita

El martes, un cuerpo desmembrado se encontró en el mismo sitio. Era el cadáver de Herson Antonio Pérez Sayas, de 29 años de edad y residente del fraccionamiento Los Naranjos. Fue decapitado vivo.

Sus familiares dijeron que el joven fue amenazado de muerte por policías preventivos y que el día en que fue privado de la libertad había sido liberado de los separos.

El miércoles en los alrededores de La Clayton, a unos diez kilómetros al sur de Los Mochis, los cadáveres de dos tipos fueron encontrados en una camioneta Ford de color azul y en cuyo medallón posterior llevaba adherida una imagen de la santa muerte. Estos fueron identificados como Luis Antonio López Peñuelas, de 25 años, residente de El Gallo, Batamote, y Francisco Javier Cota Gil, de Ruiz Cortínez.

El jueves y casi en forma simultánea, el frutero Javier Enrique Luna Ceceña, de 37 años de edad, fue asesinado a quemarropa con dos disparos calibre 40, por un tipo armado que a sangre fría le disparó a quemarropa.

En el extremo norte de la ciudad, el ingeniero agrónomo, Everardo López Moreno, de 43 años y residente del fraccionamiento Islas Magdalena, moría de tres balazos calibre .9 milímetros.

El hecho
El viernes 20 de abril, policías de Higuera de Zaragoza siguieron a gatilleros pero no los aprehendieron.

 

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