miércoles, 11 de abril de 2012

HALLA CON GPS AUTO QUE TRAÍA SU HIJO Y SE ENTERA QUE FUE EJECUTADO

El Diario de Juárez
Ciudad Juárez.- Marco Antonio Sánchez anduvo preguntando por su hijo desde las 9 de la noche del pasado domingo.

Hacía unas cuatro horas que lo había mandado a lavar su vehículo y le preocupaba que ni él ni sus dos mejores amigos regresaran.

Con un rastreador satelital, el padre de familia pudo detectar que el vehículo se encontraba en un punto sobre la carretera Panamericana que, al llegar a la mañana siguiente, reconoció como el depósito de vehículos asegurados por la Fiscalía General del Estado.

“Todavía no abrían, pero entonces el empleado se portó buena onda y nos dijo: ‘ese carro yo lo recogí ayer; ahí mataron a tres chavos”, narró un vecino que acompañó a Sánchez en la búsqueda de su hijo Marco, de 18 años.

“Ya fue cuando le dije: ‘no, vecino, vamos a esperar a que no sea eso, a lo mejor sí les robaron el carro”, agregó el entrevistado.

Los familiares y amigos de Marco Antonio, de Édgar Joel Cázarez y de Manuel Uriel Escobedo –de 16 años los dos últimos– se negaron por horas a aceptar que los tres jóvenes hubieran sido asesinados porque, coincidieron ayer varias personas entrevistadas, se dedicaban a estudiar y no tenían problemas con nadie.

“Se nos hace muy injusto y no lo podemos creer; no sabemos por qué a ellos, si no andaban haciendo nada malo”, insiste el vecino. 

El entrevistado es propietario de un taller mecánico ubicado en la calle Ribera Cruz, del fraccionamiento Riberas del Bravo, y vecino de los tres adolescentes que, la tarde del domingo, fueron asesinados a plena luz del día mientras lavaban el vehículo Chevrolet Impala propiedad del papá de Marco.

Sobre el crimen, la Fiscalía General del Estado sólo reportó que en el lugar –un negocio de lavado de autos ubicado en la calle Santiago Troncoso, en el fraccionamiento Praderas del Sur– se localizaron 21 casquillos percutidos de un arma calibre .40.

El mecánico, que pidió no ser identificado, dio la entrevista mientras coordinaba el traslado de varios residentes de la calle Ribera Cruz hacia la colonia El Sauzal, donde estaba por iniciar el velorio de Uriel Escobedo, a quien de cariño él le decía “El Güero”. Uriel era empleado de su taller mecánico desde que tenía 12 años y, con el tiempo, el adolescente había aprendido tanto sobre el oficio que ya podía ocuparse de arreglar vehículos por sí solo, como un Nissan Sentra al que el pasado fin de semana le arregló una marcha y un Ford Focus al que le reparó la banda del tiempo.

Con el dinero de ese trabajo, agregó el entrevistado, el joven hoy víctima de homicidio quería comprarle un regalo a su padre, que mañana jueves cumpleaños.

Los vecinos informaron que Uriel estudiaba el segundo semestre en el plantel de Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos ubicado en el ejido de San Isidro, mientras que Joel cursaba el mismo grado en la preparatoria privada Miguel Alemán, y Marco el cuarto en la Chihuahua, también particular.

Uriel, además, jugaba beisbol cada domingo en la liga “Sancho tacos”, en un campo ubicado sobre la avenida Jilotepec; acababa de platicar que había entrado en el equipo de su escuela y que quería ir a un torneo que se realizaría en la ciudad de Chihuahua.

“Eran buenos chavos; no se metían con nadie”, dijeron otros jóvenes que, como otros 20 vecinos de la calle Ribera Cruz, esperaban a que terminara la entrevista para irse al funeral.

Las viviendas de las familias de Joel y de Marco estaban ayer vacías.

La madre del primero, se informó, se enteró de que su hijo había sido asesinado al ver el reporte de la noticia en la página electrónica de este medio.

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