Errores y misterios en la batida contra el
Chapo en el valle de San
Lorenzo
Dos semanas antes de que el jueves primero de marzo la Marina y el Ejército tomaran por asalto la comunidad de Oso Nuevo, en el valle de San Lorenzo el cártel de Sinaloa había detectado labores de inteligencia militar para ubicar a Joaquín el Chapo Guzmán Loera, en un presunto encuentro que este sostendría con Dámaso López Núñez, su operador en esa zona, y un hombre al que públicamente se le conoce más por su apodo que por su nombre de pila: el Fantasma. El operativo de la Armada se tendió alrededor de Dámaso López y el Fantasma con el objetivo de que estos llevaran al sitio en que supuestamente el Chapo se reuniría con sus dos principales hombres en el centro del estado: a uno el Ejército lo señala como el operador en el centro de Sinaloa y al otro como uno de sus jefes de seguridad. Eso fue lo que originó que el corazón del valle del río San Lorenzo se convirtiera en zona de guerra cuando cuatro helicópteros de la Marina —uno de ellos presumiblemente derribado por el fuego de los sicarios—irrumpieran sin siquiera enterar de dicha incursión a la Novena Zona Militar ni a los mandos locales de las policías estatales o federales. También de ahí derivó el error de que los elementos de la Armada reportaran que habían dado muerte al Fantasma en una persecución que desde el aire efectuaron contra una camioneta Cherokee blindada, placas VKN 7128, creyendo que en ella iba el responsable de la seguridad de Guzmán Loera en Sinaloa. En la cacería de quien creían era el Fantasma, se dio el fuego cruzado durante unos 500 metros del tramo de la carretera Oso Nuevo-Quilá, siendo abatidos desde el aire dos hombres que no han sido identificados del todo. Fueron los mandos militares los que pusieron en duda desde el principio la muerte del Fantasma, ya que los datos de sus archivos no coincidían con las filiaciones de ninguno de los que murieron en el enfrentamiento. Entonces la Secretaría de la Defensa Nacional, que había tenido un papel secundario en el operativo, ordenó al procurador de Justicia de Sinaloa, Marco Antonio Higuera Gómez, precisar que ninguna de las víctimas era el jefe de seguridad del Chapo Guzmán. El plan para ubicar y capturar a Guzmán Loera había fallado. Incluso ni la Marina ni la Sedena incluyeron en la información sobre estos hechos el reporte de que un helicóptero de la fuerza aérea que se utilizó en este plan fue tumbado, pese a que versiones de lugareños y fuentes militares así lo señalaban. En seguimiento al plan que se efectúa también en regiones como La Tuna, Badiraguato y Canelas, Durango, el Ejército estableció una base militar provisional en Oso Nuevo, en una casa asegurada al Fantasma. Operativo errático A la frustrada estrategia contra el Chapo Guzmán, le siguieron acciones que en las 72 horas posteriores efectuaron soldados en los poblados Loma de Redo, Eldorado, Portaceli, El Atorón, El Melón, Leopoldo Sánchez Celis, El Salado y El Navito. En esos poblados los soldados llevaron a cabo rastreos para localizar propiedades o indicios de localización de Dámaso López y el Fantasma. Entre el sábado y domingo se tuvo conocimiento de al menos cuatro levantones de personas por parte de militares, mismas que luego fueron puestas en libertad. Aunque todos los casos fueron reportados a autoridades y comisión de derechos humanos de Eldorado, solamente Ramón Alberto López Ramírez, un maestro de educación física de la comunidad de Sánchez Celis, presentó denuncia formal ante la CEDH. Ríodoce lo entrevistó, pero una hora después la madre de este pidió no divulgar la entrevista debido a que, según dijo, soldados que llegaron a su casa unos momentos antes la hicieron firmar un documento donde se comprometía a dejar las cosas por la paz. Enseguida el mismo López Ramírez secundó la petición. En la queja que interpuso ante la CEDH López Ramírez no da detalles sobre el interrogatorio que los soldados le aplicaron durante la tortura a que fue sometido, pero el resto de los que fueron inquiridos coinciden en que los militares les preguntaban dónde estaban Dámaso López y el Fantasma. También los interrogaron sobre un punto del valle de San Lorenzo en que se reuniría el Chapo Guzmán con Dámaso y el Fantasma. Todos los “detenidos” por el Ejército fueron llevados al centro de operaciones militares de Oso Nuevo para ser interrogados. Con los ojos vendados y bajo amenazas de muerte les exigían revelaran información sobre el jefe del cártel de Sinaloa y sus contactos en las sindicaturas de Quilá y Eldorado. El Ejército y la Policía Federal han efectuado recientemente decomisos de drogas, destrucción de narcolaboratorios y aseguramiento de propiedades que atribuyen a Dámaso López Núñez, pero sobre el Fantasma existen pocos y difusos antecedentes. Lo único que se sabe de él es una capacidad asombrosa para esfumarse en situaciones de persecución. Uno de los afectados por el procedimiento castrense de investigación dijo que lo subieron a un helicóptero y desde el aire le señalaban domicilios preguntándole si pertenecían a Dámaso López o al Fantasma. En los cascos urbanos de Eldorado y Quilá, así como en las comunidades localizadas al sur de ambas sindicatura desde mediados de febrero se había reportado la presencia de extraños que a bordo de vehículos no identificables —sin placas ni logos policiacos— recorrían indagando sobre el cártel de Sinaloa. Muy marcadamente en las inmediaciones de Loma de Redo se tenía el registro hasta de personas con apariencia de extranjeros, al parecer estadounidenses, efectuando tareas de rastreo de información. Es decir, al menos dos semanas antes de que la Marina penetrara el valle de San Lorenzo, Inteligencia Militar reconocía el terreno y trataba de precisar sobre una posible presencia de Guzmán Loera en la zona. Pero la contrainteligencia del cártel de Sinaloa se les había adelantado desde entonces. Helicóptero bajo fuego “No, eso no es cierto”, respondían los militares que sitiaban la comunidad Oso Nuevo, cuando los reporteros les preguntaban sobre un helicóptero de la Armada supuestamente derribado por el fuego enemigo. Tanto la Armada de México como la Novena Zona Militar nunca refirieron en sus escuetos comunicados la baja en su equipo aéreo o si sus elementos habían resultado atacados en la balacera. Los habitantes de Oso Nuevo, lugar que se ha convertido en el centro de operaciones de un plan para atacar al cártel de Sinaloa, dicen que originalmente eran cuatro helicópteros de la Marina los que sobrevolaban la zona y a tierra regresaron solamente tres. Luego de la persecución a quien supuestamente era el Fantasma los lugareños vieron levantarse dos columnas de humo. Una en el lugar en que quedó incendiada la camioneta y las armas de los dos sujetos que fueron abatidos. La otra humareda se ubicó entre sembradíos del noreste de Oso Nuevo, entre la zona que divide a esta comisaría y la de Loma de Redo. Se supone que ahí quedó el helicóptero de la Armada desplomado por los sicarios. Las fuerzas castrenses mantienen en secreto este episodio del operativo en Oso Nuevo. Ocupa el Ejército primer lugar nacional por denuncias de abusos Con la bota encima Tan pronto entraron los militares al Valle de San Lorenzo, la zona se quejó de abusos que alimentan la enorme cauda de denuncias formuladas a nivel nacional contra la tropa: torturas, saqueos, allanamiento, violaciones y amenazas. No solamente se trata de la queja que formuló ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos el maestro de educación física Ramón Alberto López Ramírez, por la incomunicación y lesiones que sufrió durante 36 horas que estuvo en manos de soldados, sino de una serie de arbitrariedades cometidas en las sindicaturas de Eldorado y Quilá. En alrededor de 72 horas, a partir de la tarde del primero de marzo, la Comisión de Derechos Humanos de Eldorado tuvo conocimiento de cuatro personas privadas de la libertad por soldados, en condiciones similares a las que acusó López Ramírez. Ha sido la constante cada vez que el Ejército toma bajo su poder determinada región o comunidad. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, durante los últimos seis años se ha documentado un promedio de cinco quejas diarias contra instituciones federales, de las cuales el 54 por ciento son contra actuaciones del Ejército mexicano. Del 1 de enero de 2006 al 31 de octubre de 2011, la CNDH recibió 11 mil 680 quejas contra la Sedena, PGR, Marina y SSP federal. De ahí derivaron 163 recomendaciones en las que acreditó la Comisión violaciones a los derechos humanos, entre las cuales hay privación de la vida (homicidios), tratos crueles, tortura, desaparición forzada y privación ilegal de la libertad, entre otros. En lo que respecta al Ejército, que ocupa el primer lugar, se han recibido 6 mil 422 quejas que derivaron en 90 recomendaciones. La Secretaría de Marina acumula en el mismo periodo 759 quejas y 14 recomendaciones. A raíz de esta situación, la CNDH establece que desde que el presidente Felipe Calderón asumió su mandato y le declaró la guerra al narcotráfico y al crimen organizado, en diciembre de 2007, las quejas contra el Ejército se incrementaron 300 por ciento y las recomendaciones dirigidas a la Secretaría de la Defensa Nacional por graves violaciones a los derechos humanos aumentaron 400 por ciento. Establece el organismo que desde 2007 criticó la medida adoptada por el Gobierno federal, ya que “el combate al crimen organizado no le corresponde al Ejército”. “Si bien es cierto que los cuerpos policiacos no podrían por sí mismos derrotar a las principales bandas del crimen organizado, y que por ello el Ejército debió participar en ese combate, su intervención debe ser transitoria”. La CNDH ha documentado quejas y violaciones de derechos humanos cometidas por militares tales como privación ilegal de la libertad, tortura, desaparición forzada, violación sexual, ejecución extrajudicial, robo, cateos ilegales, detenciones arbitrarias y desaparición forzada de personas. Por su parte Human Rights Watch dio a conocer que en el marco de la lucha contra la delincuencia organizada en México, militares y policías han cometido violaciones de derechos humanos generalizadas y casi ningún caso está siendo investigado adecuadamente. En el informe Ni Seguridad, Ni Derechos: Ejecuciones, desapariciones y tortura en la “guerra contra el narcotráfico” de México, presentado en noviembre del año pasado, establece que a través de investigaciones exhaustivas llevadas a cabo en cinco de los estados más violentos del país, encontró evidencias que sugieren fuertemente que miembros de las fuerzas de seguridad habrían participado en más de 170 casos de tortura, 39 “desapariciones” y 24 ejecuciones extrajudiciales desde que Calderón asumió la Presidencia en diciembre de 2006. “En vez de reducir la violencia, la ‘guerra contra el narcotráfico’ de México ha provocado un incremento dramático de la cantidad de asesinatos, torturas y otros terribles abusos por parte de las fuerzas de seguridad, que solo contribuyen a agravar el clima de descontrol y temor que predomina en muchas partes del país”, señaló José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch. En los cinco estados revelados —Baja California, Chihuahua, Guerrero, Nuevo León y Tabasco— Human Rights Watch comprobó que las fuerzas de seguridad aplican torturas sistemáticamente para conseguir que los detenidos confiesen mediante coerción o proporcionen información sobre los cárteles. El informe también contiene evidencias contundentes que sugieren que soldados y policías han perpetrado “desapariciones” y ejecuciones extrajudiciales, y que en muchos casos han adoptado medidas para ocultar sus delitos. En el caso de Sinaloa, las violaciones se incrementan a partir de la llegada a la Novena Zona Militar, del General Moisés Melo García, quien acaba de ser ascendido a general de División y colocado como jefe de la Tercera Región Militar. De acuerdo a datos de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en Sinaloa, de 983 expedientes de queja registrados en 2011, un total de 310 se remitieron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, de los cuales en 109 se señala a la SEDENA o al ejército como presunto responsable, 15 contra la Marina, nueve a la Policía Federal, 13 a la Secretaría de Seguridad Pública federal, y 15 a la PGR. Testimonio de una de las personas levantadas por militares “Pensé que me iban a matar” Iba en mi vehículo, por una calle del centro de Eldorado, y resulta que estaban ahí dos camiones de soldados, Me pararon. Me marcaron el alto y yo me bajé. Me pidieron una identificación y les muestro mis talones de cheques y mi credencial de elector y uno de ellos me agarra del buche, del cuello, y me dice que me conoce, que ya sabe a qué me dedicó y me suben a la fuerza a una camioneta y me tiran en el piso. Me llevan a una base militar que están ellos operando en Oso Viejo y me meten a un cuarto, me tapan, todo vendado, empiezan a golpearme, a preguntarme por personas que yo no conozco. A fuerza querían que les dijera y puro golpeándome. Me bañaban con agua helada, me ponían la chicharra, me ponían una bolsa de hule en la cabeza… De ahí me llevaron a una parte donde me subieron a un helicóptero y me cargaron allá arriba, en el aire, me amenazaban con hondearme pa’abajo y me seguían preguntando por domicilios que desconozco. Me traían pa’rriba y pa’bajo, ya ni supe dónde me metían porque me trajeron por varias partes y me seguían golpeando. Ya pa’l siguiente día me trajeron a un cañaveral cerca de Eldorado y ahí me dejaron tirado. Me dijeron: “¿Sabes qué?, ya hicimos mucho por ti al traerte hasta aquí”. Me decían que si yo los denunciaba iba a tener problemas. En cuanto me tiraron lo que hice fue salir como pude a la carretera, en eso pasó una moto, pedí raite y me trajeron. No sé qué pasó… si alguien me señaló por equivocación. La verdad no entiendo yo todo esto. Tampoco me gustaría que quedara esto así porque la verdad ellos abusaron mucho. Me robaron un collar que tenía, me quitaron mi teléfono y mis identificaciones, mis papeles del carro. Dejaron el carro abandonado. Sentí mucho miedo, yo pensé que me iban a matar. Pensé en mis hijos, en mi esposa. Sentí temor por mi vida. Los soldados dicen que vienen a trabajar y vea usted lo que están haciendo. ¿Ese es el trabajo que están haciendo? Quieren que a fuerzas diga uno cosas que no sabe. Me quebraron dos costillas, me lastimaron el cuello y tengo inflamado el cerebro. Mi familia pensaba que nunca me volvería a ver. Pero ya ve. Así es esto. |
lunes, 12 de marzo de 2012
CACERÍA FRACASADA
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