jueves, 29 de diciembre de 2011

¿VA A DISOLVERSE EL CARTEL LA FAMILIA?


Policías mexicanos escoltan a miembros detenidos de la banda de  narcotraficantes "La Familia" en León, Guanajuato, el 15 de julio del 2009.  REUTERS/Mario Armas

Rubén Luis Ayala/ agorarevista.com

Policías mexicanos escoltan a miembros detenidos de la banda de narcotraficantes "La Familia" en León, Guanajuato, el 15 de julio del 2009. REUTERS/Mario Armas




Todos ellos proclamaron el mismo mensaje, usando desde pancartas de tela colgadas de los puentes en las ciudades de Maravatío y Ciudad Hidalgo hasta volantes introducidos bajo las puertas de casas y negocios en pueblos y aldeas en el estado occidental de Michoacán: 

La Familia, uno de los cárteles de drogas más temibles, está listo para disolverse.

La Familia también envió correos electrónicos a periodistas y estaciones de radio locales y atiborró casetas telefónicas con volantes con la propuesta de que, una vez que las autoridades mexicanas garanticen la ley y el orden en el estado de residencia del cártel, ellos disolverían la banda.

"Hemos decidido replegarnos y reintegrarnos a nuestras productivas, esto si el gobierno federal y local ... se comprometen a tomar el control del estado con fortaleza y decisión", decía el volante.

El trato fue transmitido en todo el mundo por los medios de comunicación, curiosos ante la idea de que un importante cártel de drogas considerara siquiera la disolución.

De ser genuina, la propuesta de La Familia marcaría una victoria importante en la guerra contra las drogas del Presidente Felipe Calderón que lleva cuatro años, una guerra que ha visto 28,000 muertes en México.

Para el Presidente Calderón, la disolución de La Familia seria personalmente satisfactoria, ya que Michoacán es su estado natal, y también fue el primer lugar al que envió fuerzas militares para atacar a los cárteles después de asumir su cargo a finales de 2006.

El Presidente declaró la guerra contra los narcotraficantes del país después de que las fuerzas de La Familia regaran cinco cabezas humanas sobre la pista de baile de una discoteca en el pueblo montañoso de Uruapan.

La disolución de La Familia también sería oportuna.

El Presidente Calderón enfrenta críticas crecientes por su guerra contra el crimen organizado y ha propuesto una nueva política de seguridad anticorrupción con la cual más de 2,000 fuerzas policíacas locales serían absorbidas por las autoridades estatales, y colocadas bajo control federal.

¿Pero qué tan seria es la oferta de un cártel que ha emergido como el abastecedor más grande de México de metanfetaminas al norte de la frontera, desarrollando en el proceso una extensa red de distribución para todas sus drogas, incluyendo marihuana y cocaína, a lo largo de los Estados Unidos?

Las autoridades arrestaron a más de 300 supuestos afiliados de La Familia en 38 ciudades de EE.UU. el año pasado y, en un aviso emitido el 8 de noviembre, la DEA dijo que el cártel es responsable de la "importación de enormes cantidades de narcóticos" a los Estados Unidos.

Algunos observadores de los carteles mexicanos dijeron que la oferta de La Familia podría ser genuina.

La Familia está siendo presionada, atrapada entre la fuerza militar y las autoridades federales mexicanas, por un lado, y sus rivales por el otro, dijo Jorge Chabat, analista del narcotráfico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

"Ésta es una manera de negociar la salida de un negocio en el que se encuentran atrapados", dijo a Associated Press.

El cártel ha tenido algunas semanas difíciles. Cuarenta y cinco supuestos integrantes de La Familia fueron arrestados en octubre en Atlanta, un centro de distribución clave para el cartel. 

Y La Familia, que se enorgullece de su origen michoacano, sufrió en el mismo mes la humillación pública de traficantes rivales jactándose a través de YouTube de haber matado a 18 personas de Michoacán como un acto de venganza contra La Familia.

Las autoridades mexicanas, avisadas por el anuncio puesto en Internet, desenterraron los cadáveres de 18 hombres, que habían estado de vacaciones en el centro turístico de Acapulco.

Pero agentes y ex-agentes de la DEA expresaron su escepticismo sobre la oferta, a pesar que la policía federal mexicana revelara el 17 de noviembre un video del interrogatorio a un miembro capturado de La Familia, quien afirmó que uno de los jefes del cártel, Servando Gómez, alias "La Tuta", está listo para terminar sus actividades porque se encuentra física y emocionalmente exhausto.

El detenido, Sergio Moreno Godínez, conocido como "El Amarillo", dijo en un reporte del Washington Post que la banda estaba en decadencia y su estructura de liderazgo en desorden.

No es ésta la primera vez que La Familia ha sugerido estar lista para disolverse, dijeron agentes de la DEA. 

La oferta suena familiar, dijeron, y encaja dentro de un patrón de relaciones públicas de los líderes del cártel, que son sensibles a la manera en que se les percibe en Michoacán y tienen cuidado de presentarse como los únicos protectores reales del estado capaces de evitar a los traficantes intrusos y a las bandas criminales.

"Yo no lo creo", dice John Martínez, ex-agente de la DEA. "Éste es un cartel que se hace propaganda como una organización vigilante dedicada a proteger a las personas comunes y corrientes del caos de la guerra del narcotráfico. Yo veo esta última oferta simplemente como más propaganda", añadió.

Otras ofertas
Los líderes de La Familia también hicieron una oferta de disolverse en julio de 2009. Ese gancho publicitario vino después de importantes contratiempos para la banda con el arresto de un alto dirigente del cártel.

La Familia respondió con violencia agudizada, tiroteando estaciones de policía en su estado de origen y secuestrando a una docena de policías federales. Más tarde, los oficiales fueron encontrados muertos al borde de una carretera.

Entonces La Tuta anunció que todo lo que el cartel realmente quería era "paz y tranquilidad", añadiendo que el presidente debería "saber que nosotros no somos sus enemigos, que lo estimamos, que somos personas conscientes".

Este mes empezó con un patrón similar, comenzando con dos reveses: la captura de miembros de alto rango de la banda y los arrestos en Atlanta.

De nuevo, la respuesta inicial del cártel fue mostrar su poder. La Familia desató una racha de tiroteos en un centro comercial y le prendió fuego a camiones para bloquear caminos que llevan a la capital del estado. 

No sólo el patrón de eventos es el mismo: reveses, una reacción violenta y después una oferta de disolusicón, sino que la propuesta fue hecha por la misma luminaria del cartel, La Tuta.

"¿Cómo encaja en esto el principal dirigente, Nazario Moreno González?", preguntó un agente de la DEA, que habló bajo condición de anonimato. 

"Yo pondría más atención si él apareciera en televisión y ofreciera la disolución, pero aún así yo pensaría que se trata de un ardid para culpar a las autoridades por la violencia en Michoacán."

La oferta de La Familia llega en medio de un acalorado debate político en México sobre la dirección de la guerra del Presidente Calderón contra el narcotráfico y de sus reformas propuestas para la policía, actualmente bajo la deliberación del Congreso.

El presidente y sus más altos funcionarios de seguridad argumentan que la federalización de la policía local combatiría mejor la corrupción; en México, más de 3,000 policías locales han sido despedidos en años recientes por acusaciones de soborno. 

Los críticos sostienen que la federalización daría más poder al gobierno central a expensas de la dirección política local, al mismo tiempo que fortalecería el alcance del Partido de Acción Nacional en el poder.

La oferta de la Familia critica a las autoridades federales y culpa al ejército y a la policía federal por la violencia en Michoacán.

"Tristemente, el gobierno federal ha continuado exhibiendo su incompetencia y ha comenzado una especie de cacería de brujas en contra de los ciudadanos inocentes de Michoacán", dice el volante.

"Usando como excusa su intento de deshacerse de nuestra organización, ellos han cometido incontables asaltos contra nuestra sociedad civil", dice el volante. 

"Ellos han entrado por la fuerza a los hogares y los han saqueado, han asesinado y han violado, tanto a hombres como a mujeres, y han inventado testimonios de supuestos testigos protegidos que han provocado que nuestras prisiones estén llenas de gente inocente acusada de crímenes que nunca cometieron."

Gran parte de los comentarios del volante coinciden con el argumento que los críticos de Calderón están impulsando, en el sentido de que la guerra contra las drogas no puede tener éxito si continúa siendo una lucha de fuerzas armadas entre los delincuentes y el estado.

La Familia ha demostrado ser capaz de usar sofisticadas maniobras políticas y públicas y está alerta de lo que la gente local piensa en su estado de origen.

Cuando apareció en escena, el cártel se presentó como un grupo vigilante listo para proteger al estado de los vicios de las drogas y la violencia desenfrenada.

Aunque la brutalidad de sus propias acciones casi no tienen rival, muchas personas locales temen y al mismo tiempo simpatizan con el cártel. Sus dirigentes, influidos por una línea de fundamentalismo cristiano, han impuesto un estricto código de conducta a sus partidarios.

Se les prohíbe tomar drogas y se les ordena que se abstengan del alcohol. rug taking and are enjoined to abstain from alcohol.

De la misma manera en que el legendario colombiano Pablo Escobar se involucraba en "buenas obras", La Familia distribuye biblias y ha reconstruido escuelas.

En entrevistas a lo largo del estado en años recientes, los residentes hablan en voz baja - y casi siempre de manera anónima - sobre cómo La Familia reconstruye escuelas y sistemas de drenaje y enseña a los que antes eran drogadictos a ser buenos "hombres de familia".

Pero ellos también extorsionan a los negocios locales e intimidan a los dueños para que impidan a los funcionarios federales permanecer en sus instalaciones. La Familia se ha infiltrado en gran medida en los gobiernos estatal y local, según Germán Tena, un político local del PAN.

Los funcionarios del gobierno mexicano ignoran la oferta de disolución, diciendo que ellos no negocian ni negociarán con narcotraficantes.

Dijo Ricardo Nájera, vocero de la Procuraduría General de la República: "Nosotros no hacemos tratos con criminales".
 

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