Los últimos reportes de inteligencia del
gobierno federal indican que Nemesio Oseguera ha comenzado a resentir el asedio
de la Sedena
Foto: Twitter
Abandonó las ciudades y se
internó en la sierra. Los últimos reportes de inteligencia del gobierno federal
indican que Nemesio Oseguera, alias el Mencho, líder del Cártel Jalisco Nueva
Generación (CJNG) ha comenzado a resentir el asedio de la Secretaría de la
Defensa Nacional (Sedena), la Policía Federal (PF), y la Procuraduría General
de la República (PGR).
Tras varios meses de
persecución, uno de los líderes más violentos del narcotráfico en México,
rodeado solo por el círculo más cercano de sus colaboradores, se metió a la
zona serrana del Grullo, rodeado únicamente por un círculo cercano de
colaboradores.
Ahí lo ha ubicado tecnología
de última generación, según reportes consultados por el columnista.
En octubre de 2014, Servando
Gómez, alias la Tuta, líder de Los Caballeros Templarios, estuvo a punto de ser
detenido en los límites de Guerrero y Michoacán. Ahí lo había ubicado la misma
tecnología que hoy sitúa al Mencho en los altos del Grullo.
El Mencho está a la cabeza. Foto:
Internet
Las autoridades encargadas de
su persecución —la Marina entre ellas— advirtieron que la Tuta había atravesado
la presa El Infiernillo. Acababa de meterse en una serie de brechas ubicadas en
la sierra de Guerrero, acompañado por 20 de sus hombres más cercanos.
Ahí lo alcanzó un operativo
compuesto por autoridades federales y estatales. Sucedió un enfrentamiento.
Varios de los hombres que
formaban el círculo de protección de la Tuta fueron abatidos. El líder
criminal, sin embargo, desapareció.
Quienes lo seguían hallaron
en una cueva oscura cobijas que la Tuta acababa de abandonar, medicamentos para
el asma, y pastillas y pomadas para paliar las hemorroides.
Supieron que estaban en el
camino correcto. Hoy sabemos que habían terminado para Servando Gómez las
visitas a bares y restaurantes calentanos, sus paseos por las plazas públicas
en las que, con una escuadra con cachas de plata en la cintura, actuaba como
señor de vidas y haciendas.
Dos semanas después de su
fuga del penal de máxima seguridad de El Altiplano, el líder del Cártel de
Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo, se refugió en la región más accidentada
del llamado Triángulo Dorado. Construyó una cabaña en La Pedrosa, con antena de
microondas para recibir internet y un equipo de radios encriptados.
El triángulo dorado. Foto: Intenet
Era para el Chapo el sitio
ideal. Según información proporcionada por Carlos Loret de Mola en su columna
“Historias de reportero” —publicada en estas páginas—, desde ahí podía detectar
el movimiento de tropas hasta con seis horas de anticipación.
Las aspas de los helicópteros
militares, por lo demás, funcionaban como sistemas de alarma. Antes de que uno
de estos aparatos hallara un claro para descender, el Chapo —con cuatrimotos,
caballos y mulas— podía interponer varios kilómetros ente él y sus
perseguidores.
La Tuta no resistió la
persecución. Bajó de la sierra. Tomó cuatro meses a las autoridades perseguir
su rastro. Detectaron a varias personas de confianza que se comunicaban por
medio de un mensajero porque la Tuta era desconfiado y no usaba el teléfono.
Estas personas recolectaban
víveres, ropa, dinero y medicamentos.
El mensajero señaló la ruta:
llevó a la Policía hasta una mujer que el día del cumpleaños de la Tuta compró
un pastel y luego visitó un domicilio.
Todo fue cuestión de esperar.
Esperar como la llegada inevitable del otoño.
También el Chapo abandonó la
seguridad que le había dado la sierra. Bajó a Culiacán, en donde fue ubicado
por la Marina, y logró escapar a través de túneles construidos en sus casas de
seguridad.
Volvió a aparecer en
Mazatlán. Ahí lo ubicó un dron, así como la intercepción de varias llamadas
telefónicas.
El narcotraficante recaló en
el hotel Suites Miramar, para reunirse con su mujer. Lo detuvieron en un
operativo en el que no se disparó un solo tiro. Como en el día del cumpleaños
de la Tuta.
El líder del Cártel Jalisco
se ha metido en esa ruta. Huye rodeado de hombres de los que desconfía. Se
mueve en una sierra agreste seguido por aparatos de última generación.
El gobierno federal lo ubica
como objetivo prioritario. Fuentes de inteligencia aseguran que la historia del
Mencho se halla en su fase final, y que todo es ya cuestión de esperar: que el
Mencho será uno de los últimos trofeos del presente sexenio.
NOTA: Desde hace más de 14
meses, cada vez que esta columna aborda el narcomenudeo en la CDMX —pasó al
tocar la delegación Cuauhtémoc, ocurrió más tarde al hablar de Tláhuac—, me
llegan amenazas proferidas desde las redes sociales. Por terquedad informo que
ahora más que nunca seguiré escribiendo sobre el tema y esperando que las
autoridades den por fin con los responsables de este inaceptable intento de
amedrentamiento.
(EL DEBATE/
HÉCTOR DE MAULEÓN/17 DE AGOSTO 2017)
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