Ante
la incertidumbre respecto a la situación de los migrantes con la llegada de
Donald Trump a la presidencia de EU, México debe preparase para recibir a miles
de ellos y proteger sus derechos
Las
deportaciones en el gobierno de Barack Obama se calculan en tres millones de
personas en los últimos años
En
la época de la Gran Depresión, los mexicanos fueron objeto de ataques por
considerar que tenían gran relación con la caída en el empleo para los
ciudadanos de EU
México
debe crear estrategias que permitan la inserción de los migrantes en la
economía y la unión familiar, aunque estén divididos por la frontera
11
millones de indocumentados viven en EU
La
migración es el terreno natural donde México sufrirá las mayores consecuencias
con la llegada de Donald Trump al poder. Por ello, el país debe prepararse no
solo para defender a los mexicanos que viven en Estados Unidos, sino mejorar
las condiciones de quienes migrarán al país.
Mediante
herramientas legales y humanitarias, el Gobierno federal deberá procurar que
los mexicanos, especialmente quienes son indocumentados, estén protegidos.
Aunque
no esté completamente en sus manos, el gobierno mexicano debe lanzar algunas
estrategias para intentar proteger a sus ciudadanos, como apoyarlos legalmente
en los casos de deportación que se sigue contra ellos o brindarles asesoría de
emergencia cuando así lo requieran.
Por
ejemplo, el Gobierno mexicano puede exigir a Estados Unidos que antes de
deportar a cualquier persona, demuestre documentalmente que alguien es
mexicano, lo que congestionaría el sistema judicial de EU.
Ya
en el Senado de la República se han prendido luces para apoyar a los consulados
de México en la Unión Americana que deberán extender sus actividades de forma
exponencial.
Una
de las aristas más necesarias, sin embargo, será la información. Decir a las
personas cuáles son sus derechos bajo la ley norteamericana, es de vital
importancia para que no se cometan abusos.
La
protección a los migrantes es una tarea que no solo interesa al gobierno
mexicano.
Ya
en el Congreso estadounidense se gesta una iniciativa impulsada por un
legislador demócrata y otro republicano para evitar que se dé marcha atrás al
programa DACA, que protege a quienes cruzaron a Estados Unidos siendo menores
de 16 años.
El
reto de México no solo será en territorio estadounidense. Al interior también
debe prepararse para recibir a miles de indocumentados y sus familias y a crear
estrategias que permitan la inserción de estos en la economía y la unión
familiar, aunque estén divididos por la frontera.
Otro
reto de la administración mexicana será qué hacer con todos los migrantes centroamericanos
y de América del Sur que decidan quedarse en México ante la imposibilidad de
pasar a Estados Unidos.
¿CONGESTIONAR EL SISTEMA?
En
diciembre pasado, un grupo de 30 líderes migrantes se reunieron en México con
intelectuales y legisladores, convocados por la revista Nexos, para conversar
sobre las necesidades reales que tienen los mexicanos en Estados Unidos, más
allá de los discursos donde se les dice que estarán protegidos, sin saber
realmente cómo.
Ahí,
los líderes comunitarios expresaron que México podría tomar acciones como
provocar un congestionamiento del sistema de justicia estadounidense para
demorar los procesos legales y, con ello, ganarle un tiempo a la deportación.
Una
de las estrategias podría ser, por ejemplo, que el Gobierno mexicano exija al
estadounidense que cada vez que quiera deportar a alguien, deba comprobar con
documentos que se trata de un ciudadano mexicano.
Esto
provocaría que las autoridades norteamericanas tuvieran que invertir más
recursos en la investigación de cada caso, llevándolo a un colapso financiero
en poco tiempo, por el volumen de casos que se procesan.
Todavía
como candidato presidencial del partido republicano, Trump prometió que
deportaría a más de 3 millones de indocumentados que tienen antecedentes criminales.
Aunque
no hay una cifra exacta sobre la cantidad de personas sin documentos en Estados
Unidos, se calcula que son alrededor de 11 millones de personas indocumentadas.
En
2013, un informe del Departamento de Seguridad Interna reveló que había en el
país 1.9 millones de “extranjeros criminales removibles”.
Sin
embargo, tras las deportaciones hechas por Barack Obama, que se calculan en
tres millones de personas en los últimos años, los números pudieron cambiar.
Otra
de las alternativas es que las autoridades mexicanas apoyen a los connacionales
que decidan no tomar la opción de la repatriación inmediata, sino que decidan
irse a juicio, con el apoyo de abogados especializados en migración.
Esto
provocaría impugnaciones masivas a cientos y cientos de procesos, lo que
también acarrearía que el sistema de justicia estadounidense se viera saturado.
Sin
embargo, los líderes migrantes llamaron la atención también sobre la
importancia que tendrá lanzar campañas de información oportuna para que los
migrantes conozcan sus derechos, como qué se puede hacer en caso de una
detención, en qué momento pueden detener a alguien o cómo evitar ser molestado
en su hogar o trabajo.
Además
de ello, es indispensable que el Gobierno federal invierta también al interior
del país para procurar fuentes de empleo y oportunidades de estudio para
quienes puedan ser deportados.
RECHAZO CÍCLICO
En
cada crisis que enfrentan los Estados Unidos, los mexicanos han sido señalados
como culpables de quitar empleos a los ciudadanos norteamericanos y siempre la
consecuencia es el inicio de una era de rechazo y deportaciones contra los
connacionales.
Las
amenazas de Donald Trump no son nuevas. Ya en otras épocas las autoridades
norteamericanas han visto en la deportación de mexicanos la solución a muchos
de sus problemas.
Ocurrió
así en la época de la Gran Depresión, en la década de 1930, cuando los
mexicanos fueron objeto de ataques por considerar que tenían gran relación con
la caída en el empleo para los ciudadanos de EU.
Algunos
calculan que, entre 1930 y 1933 fueron deportados 319 mil 673 migrantes
mexicanos, que representaban el 30 por ciento de los connacionales que vivían
en Estados Unidos. Otros afirman que fueron expulsados 1 millón de personas.
En
su libro “Voces de la Repatriación” (2015), Fernando Alanís Enciso,
investigador de El Colegio de San Luis, presenta la historia de John C. Box, un
senador que en la recesión de 1929 encontró a un presunto culpable.
“Los
trabajadores mexicanos quitan el trabajo a los norteamericanos; hay que
deportarlos”, habría dicho Box.
La
similitud con las condiciones actuales es evidente. Ahora, Donald Trump ha
criticado no solo a los migrantes que se encuentran en Estados Unidos, sino a
las empresas que han salido del país para crear empleos en México y no en suelo
norteamericano.
En
su texto “Década de traición” (1996), los investigadores Francisco Balderrama y
Raymond Rodríguez hablan sobre la traición de los Estados Unidos hacia los
mexicanos, la comunidad que los ayudó a construir su nación.
La
crisis de rechazo para los mexicanos de esa época terminó una década después,
cuando Estados Unidos participó en la
Segunda Guerra Mundial, por lo que se quedó sin mano de obra.
Ahora,
está por comenzar una nueva era de rechazo para los mexicanos, en una abierta
política antiinmigrante. ¿Qué la hará terminar?
(REPORTE
INDIGO/ IMELDA GARCÍA /Viernes 20 de enero de 2017)
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