Como
en otros periodos críticos, los jefes del Cártel de Sinaloa en esta entidad
dieron instrucciones precisas a operadores, jefes de células, gatilleros y
punteros: no realizar fiestas ni disparar armas de fuego, no portar armas a
menos que lo autorice uno de los jefes, no transitar en caravanas vehiculares ni
generar ninguna clase de alboroto.
La
orden vino de lo más alto de esta organización criminal y bajó hasta los
niveles más ínfimos, después de la emboscada perpetrada por un comando del
Cártel de Sinaloa el 30 de septiembre, frente al fraccionamiento Espacios
Barcelona, por la salida norte de esta ciudad capital.
El
saldo de ese ataque, en el que habrían participado alrededor de 70 pistoleros,
fue de cinco soldados muertos y 10 heridos, además de un socorrista de la Cruz
Roja lesionado a balazos. Jefes de la Secretaría de la Defensa Nacional
calificaron el atentado como un acto “alevoso y cobarde”, y anunciaron que
emprenderían acciones “con todo” en contra de los agresores.
Inicialmente,
los mandos castrenses responsabilizaron a Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán,
hijos de Joaquín, el Chapo Guzmán, de esta emboscada, y posteriormente
señalaron a Aureliano Guzmán, hermano del capo preso en un penal federal de
Ciudad Juárez, como el autor intelectual de la masacre.
“Está
prohibido hacer fiestas y andar en caravanas. Únicamente pueden andar armados
los ‘comandantes’ y dos de sus escoltas… nadie más”, esa fue la orden que
recibieron, luego de este cruento ataque contra los militares, cuenta una de
las personas que forma parte de esta organización delictiva.
Fuentes
extraoficiales señalaron que el mismo día de la emboscada hubo por lo menos una
fiesta y fue en grande, en las afueras de esta ciudad capital. Los jefes,
enterados de estos convivios, se molestaron. Al día siguiente, cuando ya no
había nadie, llegaron los militares a realizar un cateo. En la operación no
hubo detenidos.
Festejos
similares, con banda y disparos de armas de fuego, ha habido en la ciudad, en
sectores como Lomas del bulevar, o en comunidades como Costa Rica, a pesar de
la orden que se dio. Los jefes advirtieron, insistentes, que hay mucho
gobierno, sobre todo en Culiacán, grupos de élite del Ejército Mexicano,
personal de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia
Organizada (SEIDO), y de la Secretaría de Marina.
Los
jefes del narcotráfico en la localidad señalaron también que si los detenía la
policía Ministerial, Estatal Preventiva o Municipal, muy probablemente iban a
ser consignados ante el Ministerio Público, por el momento crítico que se vive
luego de la emboscada de la madrugada del 30 de septiembre y sobre todo por los
señalamientos de que las corporaciones policiacas protegen a la delincuencia
organizada.
“Ya
hablamos con la policía, con los ministeriales y los de la estatal. Al que
agarren en esas condiciones (armados, echando bala o en caravana), nosotros no
vamos a responder”, dijo uno de los jefes del cártel en esta ciudad.
Pero
luego de la muerte de tres pistoleros de esta organización, en la colonia
Hidalgo, donde murió René Velázquez, conocido como el Phoenix, y seis fueron
detenidos, puso a los jefes de este cártel con los pelos de punta: antes de que
llegaran los militares, en el lugar, por la calle Hidalgo, había una fiesta y
algunos de los asistentes, no conformes, dispararon al aire sus armas
automáticas. Luego les cayó el Ejército.
“No
hacen caso, por eso pasa esto. Algunos que hicieron fiestas después de que se
les dio la orden y de la emboscada del 30 de septiembre, que no hicieron caso,
fueron castigados. Los tienen congelados por indisciplinados”.
(RIODOCE/
Javier Valdez /7 noviembre, 2016)
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