domingo, 20 de noviembre de 2016

MASACRE EN LA LOMA DE LA BARTOLA


Néstor Jiménez | Monclova, Coah.- Bartola Neira vivía tranquilamente en una humilde casita en lo alto de una colina y se dedicaba a apacentar el rebaño de cabras que su padre, “Lencho” cuidaba con esmero, pues de ahí obtenían sustento.

Desde la cúspide se apreciaba al oriente el valle de Monclova, vista que disfrutaban padre e hija cuando platicaban al meter los animales en la majada.

Mientras que algunas fuentes históricas sitúan su existencia en el siglo XVIII otras aseguran que fue en la segunda mitad del XIX, además que la mayoría de las personas la tachaban de loca.

En sus investigaciones, el historiador Lucas Martínez Sánchez atribuye que Bartola tenía la facultad de predecir el futuro y era frecuentada por los ciudadanos para saber su porvenir. No era curandera pero las almas en desgracia buscaban su consejo.

Martínez Sánchez refiere que de acuerdo a la leyenda, pronosticó el grito de Dolores que dio inicio a la Guerra de Independencia en 1810.

Sin embargo, ni con todos esos poderes vislumbró que en tiempos posteriores la loma donde habitaba llevaría su nombre y que siglos después de su muerte, aquella tierra en la cual disfrutaba sentarse al pie de una cueva sería el escenario de un bestial baño de sangre, y en lugar de su choza y corral, existiría una fortaleza inexpugnable.

CUARTEL GENERAL ESTRATÉGICO

La Loma de la Bartola es una elevación que se ubica en medio de Monclova y Frontera, actualmente corona la colonia Residencial Guadalupe y en su cúspide se halla un tanque de almacenamiento del Sistema Intermunicipal de Aguas y Saneamientos (Simas).

Debido a su estratégica ubicación geográfica, al estallar la Revolución Constitucionalista, las fuerzas federales leales al usurpador Victoriano Huerta (que subió al poder tras el asesinato de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez el 22 de febrero de 1913) erigieron una fortificación.

Estaba diseñada para resistir varios meses de sitio y almacenaba en sus bodegas provisiones y artículos propios de los castrenses. Tenía varios parapetos y banquetas fuertemente custodiados por expertos tiradores, estando al mando de su defensa el Mayor Juan Felipe Rico.

El nombre clave con el que se conocía a la Loma con su fortín, para usos militares y de estrategia era “El Arca de Noe”. Los soldados estaban preparados para cualquier intento de asalto o salir a reforzar a su bando en eventual enfrentamiento con tropas Carrancistas.

¡HUYE CARRANZA A NADADORES!

Seis meses después que Francisco I. Madero estallara “La Bola”(como se le conocía a la guerra revolucionaria el 20 de noviembre de 1910) el General Pablo González Garza entró a Monclova exigiendo la renuncia del ingeniero Melquiades Ballesteros, que cumplía su segundo mandato como alcalde.

Era el 27 de mayo de 1911 y las tropas se adjudicaron la ciudad sin usar la violencia y conformaron el primer cabildo revolucionario imponiendo como presidente municipal a Lino Castaño.


Para julio de 1913, el jefe del Ejército Constitucionalista y gobernador de Coahuila Venustiano Carranza, se hallaba junto a su hermano Jesús en Estación Monclova, mientras que en la ahora Capital del Acero, los revolucionarios se enfrentaban a los federales que llegaron a recuperar la plaza.

La República estaba ahora en manos del “Chacal” Huerta y el día 8 del mismo mes, Pablo González defendía Monclova de los “pelones”(federales) a pesar de ser reforzado por los jefes Pancho y Samuel Vázquez, Antonio Maldonado, Julio y Jesús Soto con sus tropas, todo estaba ya escrito.

González avisó a Carranza en el Hotel Internacional (en Ciudad Frontera) que la ciudad estaba perdida, al momento que desde la Loma de la Bartola se empleaba artillería pesada que era lanzada hasta el gran edificio.

Los peligrosos estallidos de metralla hirieron a varios hombres y el Barón de Cuatro Ciénegas ordenó la retirada a su terruño empleando el camino a Nadadores.

Martínez Sánchez menciona en su obra que el Gobernador de Coahuila ordenó que médicos y enfermeras que estaban en el Hospital de Monclova huyeran con los heridos en tren a Piedras Negras, siendo custodiados por el Teniente Francisco Vela González.

Pablo González resistió los ataques hasta la llegada de Alfredo Ricaut, el Mayor Ramírez Quintanilla y Teodoro Elizondo para retirarse en huída a Estación Hermanas. El día 11 de julio de 1913 entró triunfante el jefe Huertista, Joaquín Mass a Monclova.

BAÑO DE SANGRE

El historiador Alejandro Garza ilustró que el relato más fiel que existe del épico enfrentamiento sucedido en Monclova lo retrata el teniente cieneguense Manuel Saúl Facundo Rodríguez, que ingresó a las filas constitucionalistas el 22 de abril de 1913 hasta su retiro el 24 de abril de 1924, convirtiéndose en periodista, escritor y poeta.


En sus memorias relata que el general Cesáreo Castro puso en fuga a dos escuadrones de Gustavo Guardiola el 5 de marzo de 1914, para posteriormente contactar al General Francisco Murguía y tramar el plan de recuperar Monclova pactando el ataque para el 10 de marzo.

Cuando ya pardeaba la tarde del día 9, un total de 150 huertistas comandados por el Teniente Coronel Francisco Osorno, quiso interceptarlos en los carrizales del río Monclova imponiéndose los revolucionarios que echaron en tropel a los federales rumbo al cerro de la Gloria.

La fecha del asalto se llegó y apenas amanecía cuando Francisco Murguía aplastó a los huertistas en el Barrio España (que aún se le conoce así a lo que hoy es la colonia Héroes del 47) .

Facundo Rodríguez informó que para las 10 de la mañana dos falanges a cargo del Mayor Benjamín Garza se apoderaron del sur y centro de la ciudad; la estratagema del factor sorpresa había surtido efecto.

Los huertistas decidieron concentrarse y se apoderaron de la Ermita de Zapopan tañendo la campana luego de perder varios fortines ante Murguía, sin embargo no resistieron tanto y por la madrugada se retiraron al cuartel general en la Loma de la Bartola.

La noche del 10 y madrugada del 11 de marzo la refriega fue bestial, donde desesperadamente el General Murguía llevaba a cabo embestidas a la fortaleza que eran rechazadas por el Mayor Rico.

A pesar que Cesáreo Castro atacó “El arca de Noé” por varios flancos, principalmente por el lado de la Estación de Ferrocarril, no tuvo resultados y los hombres caían como moscas.

Amparados por la noche, el cuerpo de ferrocarrileros revolucionarios, entre ellos el fogonero Matías Gómez Frausto y Raúl Ramos se escabulleron por una de las laderas llegando a los parapetos lanzando bombas al reducto sin lograr mermar a los defensores de la fortaleza. Muchos no llegaban y les estallaban las metrallas volándose en pedazos.

Aquella carnicería parecía que no acabaría y al mediodía del 11 de marzo, llegaron refuerzos federales enviados desde Monterrey y Saltillo desembarcando en La Estación Fierro (ubicada a un lado de la colonia Calderón) provocando la retirada de Cesáreo Castro a San Buenaventura.

Algunos constitucionalistas que fueron capturados como prisioneros de inmediato los fusilaron y otros ahorcados en las faldas de la Loma.

El ilustre cronista y director del Archivo Municipal de Monclova, Arnoldo Bermea, detalló de acuerdo a la narración del Teniente Facundo, que el fortín de la Loma de la Bartola fue “sencillamente invencible”.


Fotografía explicita rescatada por Lucas Martínez Sánchez, de un soldado carrancista ahorcado en las faldas de la loma.


(ZOCALO/ ESPECIAL/ REDACCIÓN/ 20/11/2016 - 04:00 AM)

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