La mujer tarahumara, madre de nueve
hijos, desapareció durante el plantón en Catedral
De María Olguín Olguín no se
sabe nada. Llegó a Culiacán con la caravana de Tarahumaras para exigir al
gobierno de Mario López Valdez que llevara atención médica y caminos a sus
pueblos, ubicados en la zona serrana del municipio de Sinaloa, y días después desapareció
del Hospital Pediátrico, donde tenía internado a su hijo.
Desde el pueblo de Todo esto,
en la comunidad de Cuitaboca, salió María junto con su esposo, Fortino Castro,
y Ángel, el menor de sus hijos, de apenas un año y 9 meses; llegaron a Sinaloa
de Leyva el 15 de septiembre, con un grupo de47 indígenas liderado por el
profesor Román Rubio, para “botear” y conseguir dinero para pagar el traslado
hasta Culiacán.
Tres días después llegaron
hasta la capital sinaloense y se instalaron fuera de Catedral, en un plantón
que duró hasta el viernes de la semana pasada, pero María no pasó los últimos
días con el grupo de Tarahumaras,
No hay certeza de cómo paso.
Lo único que es seguro es que la mujer de 35 años desapareció. La última vez
que la vieron fue el 26 de septiembre en el Hospital Pediátrico, alrededor de
las 17:30 horas.
Ángel, el hijo de María, fue
ingresado al nosocomio el 21 de septiembre, con un cuadro de bronquitis, según
consta en el expediente 202039 del hospital.
A María la intentaron
ingresar al albergue contiguo para que pudiera dormir, comer y bañarse, pero la
mujer, que poco habla español, se negó a quedarse y prefirió dormir en las
sillas que se encuentran en la clínica.
“Cuando la trae trabajo
social para acá a ingresarla, la señora no se quiso quedar, no firmó nada, se
les pone una pulsera para estar aquí y no la quiso… de hecho no quiso ni meter
sus cosas. Ahí las tenía, a un lado de laambulancia”, señaló una de las
encargadas del albergue.
La misma encargada, que
también trabaja de enfermera, aseguró que María Olguín estaba muy intranquila y
que la última vez que la vio fue el 26 de septiembre, y ya lucía mejor.
El profesor Román Rubio, que
va a la comunidad a enseñarles español, aseguró que nunca vio nada extraño en
María, pero cree que pudo desesperarse y entonces salir del hospital tratando
de llegar a Catedral con sus otros compañeros, en busca de ayuda y una cara
conocida.
Fortino, el esposo de María,
regresó en la noche al Hospital pero ya no encontró a su esposa, y se quedó con
su hijo creyendo que estaba con los demás en Catedral. Al día siguiente, el 27
de septiembre, el niño fue dado de alta.
En catedral sus compañeros
seguían en la lucha tratando de ser atendidos por el gobierno estatal, para
exigir desde la capital por segunda vez en el año, mejores condiciones. En mayo
pasado fueron atendidos por el propio Gobernador de Sinaloa, y días después fue
en helicóptero a la comunidad de Cuitaboca para inaugurar una escuela y un
dispensario médico, pero solo sirvió para la foto: no hubo medicamentos ni
doctor que los atendiera después del acto protocolario.
“Pedimos la carretera para
poder llegara la cabecera que tiene doctores y escuelas… hay caminos que ni en
las motos (cuatrimotos) se puede llegar, nomás caminando, un día tuve que
trasladar a una con amenaza de aborto. Hicimos como ocho horas pa llegar”, dijo
Delfino, uno de los líderes de Cuitaboca.
Fue hasta el 27 de septiembre
cuando un grupo reducido de Tarahumaras fue atendido por las autoridades
delgobierno estatal, para darles más promesas de ayuda. Pero salieron
contentos, dispuestos a levantar el plantón y partir ese mismo día rumbo a su
pueblo.
Al llegar a Catedral para
darles las nuevas a los demás manifestantes, se encontraron con la noticia de
la desaparición de María y de inmediato acudieron al hospital donde les
informaron que no sabían de ella.
Preguntando con familiares de
otros pacientes se encontraron con al menos dos versiones: una que señalaba que
una trabajadora social insistentemente le pedía el cobro a María para dar de
alta a su hijo y en el desespero por no entender, quitó una de las mangueras
con la que tenían canalizado al niño, y trató de ahorcarse. Una mamá que estaba
cerca de ella lo impidió.
“(Con) esa señora venía su
esposo, venían otros dos señores más que son del movimiento que tienen ellos
ahí en catedral. La señora como que no es de su capacidad mental sana; el
habla, no me podía decir bien ni el nombre de su niño, me decía angelito, no
había mucha congruencia en lo que ella decía, una señora que tiene una
deficiencia, a lo mejor no muy notoria pero sí una deficiencia”, mencionó la trabajadora social que la ingresó.
La otra versión es que a
María se la llevaron con engaños unos desconocidos, que al parecer consumían
drogas cerca del hospital, y otros aseguran que se la llevó una mujer, sin dar
más detalles.
De manera inmediata los
líderes acompañaron a su esposo para poner la denuncia ante la Procuraduría
General de Justicia del Estado (PGJE), y empezaron a organizar algunas
caravanas para ir por algunas calles en su búsqueda, pero hasta ahora nadie
sabe del paradero de María.
El jueves pasado, el
activista Oscar Loza Ochoa, de la Comisión de Defensa de Derechos Humanos en
Sinaloa (CDDHS) pactó una reunión con el subprocurador de la zona centro, Julio
César Romanillo.
Al salir de la reunión
tomaron la decisión de regresar a sus pueblos, y solo un grupo reducido se
quedó en la capital para seguir con la búsqueda y estar al pendiente de las
investigaciones.
El 28 de septiembre, la PGJE
envió a los medios un comunicado en el que solicita ayuda para localizar a
María.
“Ella (María) salió del
hospital, donde cuidaba a su hijo enfermo, para ir al albergue a tomar
alimentos y ya no regresó, en el albergue manifiestan que se retiró
aproximadamente a las 5 PM y no se le ha vuelto a ver”, comunicó la PGJE.
Hasta el viernes por la
noche, a María la seguían esperando sus nueve hijos y su esposo.
(RIODOCE/ CRISTIAN YARELY DÍAZ/ 3 OCTUBRE, 2016)
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