Martín Alberto Mendoza
Una verdadera pesadilla vivió un matrimonio radicado en el fraccionamiento San Rafael, cuando militares allanaron su hogar y exigieron a la ama de casa que se despojara de sus ropas bajo el pretexto de que en sus partes íntimas ocultaba droga.
La ilícita irrupción se produjo alrededor de la 1:00 de la mañana del jueves en calle Faness #5933, en el hogar de José Luis Ramírez Ramos y Lorenia Ochoa Aguilar, de 39 y 27 años de edad, respectivamente.
Ochoa Aguilar expuso que cuando dormían tranquilamente, escucharon tocar fuertemente la puerta principal, y antes de abrir, su marido se asomó por una ventana hacia el exterior y observó que eran militares.
Había dos vehículos artillados de los llamados Hummers y ordenaron que abrieran, y al hacerlo, del otro lado de la puerta mosquitera, al menos cuatro soldados insistieron en lo mismo.
Después de abrir, dos miembros de la tropa castrense sacaron a la fuerza a José Luis y comenzaron a preguntarle por un sujeto de nombre Víctor Ayón y él les respondió que no conocía a nadie con ese nombre.
Sin embargo, los castrenses insistían en que sí lo conocía y que habían recibido una denuncia de que en el interior de su casa guardaban droga y armas.
Mientras unos se dedicaban a hostigarlo, otros revisaban su vehículo, tipo vagoneta, línea Cherokee, color verde, modelo 1997, con permiso para transitar sin placas.
Dos más se introdujeron hasta la recámara donde se hallaba Lorenia y le repitieron que tenían informes que ahí ocultaban droga y armas, pero la mujer les respondió que estaban equivocados. Inesperadamente, uno de ellos le ordenó que se alzara la blusa y se bajara el pantalón, ya que tenían sospechosa que el enervante lo trajera oculto en sus partes nobles, pero ella, lejos de intimidarse, contestó que no traía nada y que tampoco haría lo que le estaban pidiendo.
Así se mantuvieron por espacio de casi una hora, acosándola y coaccionándola para que se desvistiera bajo ese pretexto.
“Lo que a mí me salvó de ellos fue que, para mi buena suerte, se despertó mi niño, de un año de edad, y comenzó a llorar, y lo tomé en brazos colocándomelo en el pecho”, dijo la indignada madre de familia.
Al no lograr sus ruines propósitos, los soldados salieron de la habitación después de quitarle el seguro a la puerta que le habían colocado para que no entrara nadie al alojamiento.
En ese lapso también se apoderaron de un teléfono celular propiedad de Ochoa Aguilar y estuvieron revisando números y mensajes.
Ramírez Ramos refirió que a él lo estuvieron presionando para que sacara las armas que supuestamente guardaba, y al final le dijeron que les indicara quién vende droga en los alrededores, destacando que entre los militares andaba un sujeto vestido de civil, con pantalón de mezclilla y saco café.
También se cubría el rostro como los demás, pero finalmente se dejó ver la cara, dijo el denunciante que es comerciante de Mercajeme.
Además de revisar la parte posterior de la vivienda, ocasionaron daños a una de las pastillas del centro de carga de electricidad, ya que dejaron sin luz una parte del domicilio, asimismo, dejaron estropicios en una de las puertas del closet que revisaron en la recámara.
La familia afectada, previamente antes de acudir a las oficinas de DIARIO DEL YAQUI para denunciar el atropello militar de que fue objeto, se presentó en las oficinas de la Comisión Estatal de Derechos Humanos para interponer la queja sobre lo sucedido.
Ello debido a que los mílites les advirtieron que regresarían a su hogar y sienten temor de que traten de involucrarlos en delitos que no han cometido, y de sufrir la violencia verbal y psicológica que ejercieron sobre ellos. ...
La ilícita irrupción se produjo alrededor de la 1:00 de la mañana del jueves en calle Faness #5933, en el hogar de José Luis Ramírez Ramos y Lorenia Ochoa Aguilar, de 39 y 27 años de edad, respectivamente.
Ochoa Aguilar expuso que cuando dormían tranquilamente, escucharon tocar fuertemente la puerta principal, y antes de abrir, su marido se asomó por una ventana hacia el exterior y observó que eran militares.
Había dos vehículos artillados de los llamados Hummers y ordenaron que abrieran, y al hacerlo, del otro lado de la puerta mosquitera, al menos cuatro soldados insistieron en lo mismo.
Después de abrir, dos miembros de la tropa castrense sacaron a la fuerza a José Luis y comenzaron a preguntarle por un sujeto de nombre Víctor Ayón y él les respondió que no conocía a nadie con ese nombre.
Sin embargo, los castrenses insistían en que sí lo conocía y que habían recibido una denuncia de que en el interior de su casa guardaban droga y armas.
Mientras unos se dedicaban a hostigarlo, otros revisaban su vehículo, tipo vagoneta, línea Cherokee, color verde, modelo 1997, con permiso para transitar sin placas.
Dos más se introdujeron hasta la recámara donde se hallaba Lorenia y le repitieron que tenían informes que ahí ocultaban droga y armas, pero la mujer les respondió que estaban equivocados. Inesperadamente, uno de ellos le ordenó que se alzara la blusa y se bajara el pantalón, ya que tenían sospechosa que el enervante lo trajera oculto en sus partes nobles, pero ella, lejos de intimidarse, contestó que no traía nada y que tampoco haría lo que le estaban pidiendo.
Así se mantuvieron por espacio de casi una hora, acosándola y coaccionándola para que se desvistiera bajo ese pretexto.
“Lo que a mí me salvó de ellos fue que, para mi buena suerte, se despertó mi niño, de un año de edad, y comenzó a llorar, y lo tomé en brazos colocándomelo en el pecho”, dijo la indignada madre de familia.
Al no lograr sus ruines propósitos, los soldados salieron de la habitación después de quitarle el seguro a la puerta que le habían colocado para que no entrara nadie al alojamiento.
En ese lapso también se apoderaron de un teléfono celular propiedad de Ochoa Aguilar y estuvieron revisando números y mensajes.
Ramírez Ramos refirió que a él lo estuvieron presionando para que sacara las armas que supuestamente guardaba, y al final le dijeron que les indicara quién vende droga en los alrededores, destacando que entre los militares andaba un sujeto vestido de civil, con pantalón de mezclilla y saco café.
También se cubría el rostro como los demás, pero finalmente se dejó ver la cara, dijo el denunciante que es comerciante de Mercajeme.
Además de revisar la parte posterior de la vivienda, ocasionaron daños a una de las pastillas del centro de carga de electricidad, ya que dejaron sin luz una parte del domicilio, asimismo, dejaron estropicios en una de las puertas del closet que revisaron en la recámara.
La familia afectada, previamente antes de acudir a las oficinas de DIARIO DEL YAQUI para denunciar el atropello militar de que fue objeto, se presentó en las oficinas de la Comisión Estatal de Derechos Humanos para interponer la queja sobre lo sucedido.
Ello debido a que los mílites les advirtieron que regresarían a su hogar y sienten temor de que traten de involucrarlos en delitos que no han cometido, y de sufrir la violencia verbal y psicológica que ejercieron sobre ellos. ...
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