Por nota. Así ha jugado
Emilio Lozoya de la mano de su defensor Javier Coello Trejo un largo proceso
judicial, litigado en medios, sobre presuntos actos de corrupción. No
sorprendió que antes que la Fiscalía General pudiera detenerlo, se amparara y
se suspendiera, por ahora, cualquier posibilidad de captura. Para Coello Trejo
debió haber sido como un juego de niños. Si Santiago Nieto, jefe de la Unidad
de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, anunció que sus
cuentas serían congeladas, junto con las de familiares, empresas y el dueño de
una empresa a la cual compró una planta fertilizadora cuando era director de
Pemex, ¿no es como si el gobierno se pusiera una etiqueta en la frente que
dijera: “voy por ti; te vas a ir a la cárcel?”.
Lozoya ha recibido consejo
legal de mantener un bajo perfil. Tapadito, le ha sugerido su defensa, lo que
no significa pasivo ni paralizado. Desde que comenzaron sus tribulaciones
legales hace más de dos años, ha ido cubriendo sus espaldas con amagos a
quienes fueron sus jefes y con quienes trabajó en la campaña presidencial de
2012. Su abogado Javier Coello Trejo dice que si va a juicio, quizás pediría la
comparecencia del ex presidente Enrique Peña Nieto, y de los ex secretarios de
Hacienda, Luis Videgaray, y de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, para que
expliquen su papel en las decisiones de Pemex, porque como afirma la defensa,
nada importante se movía en la empresa sin autorización presidencial, y los ex
secretarios eran miembros del Consejo de Administración.
El ex director de Pemex ha
sido el primero del entorno cercano peñista en ser llamado a cuentas por el
gobierno del presidente Andrés López Obrador. También es el único hasta este momento,
al que la Fiscalía brasileña acusa de haber tomado cuando menos 10 millones de
dólares de sobornos de Odebrecht, para la campaña presidencial de Peña Nieto.
Lozoya lo ha negado y lo más que han llegado las autoridades en la Función
Pública es sancionar a la empresa, inhabilitarla para obtener contratos, y
proceder contra funcionarios menores.
Los dos casos corren de
manera independiente, pero los une Lozoya. La nueva acusación de corrupción
contra él, está indirectamente relacionada con Odebrecht, porque el presunto
pago que recibió en 2012, aparentemente conectado a una compra de una plata de
fertilizantes que no funcionaba, a sobreprecio y tres años después, se
trianguló a través de una institución financiera que fue utilizada para
transferencias ilegales del conglomerado brasileño. Es pequeño vínculo puede
convertirse en el tribunal en una inmensa puerta a lo desconocido.
Si Peña Nieto, Videgaray y
Joaquín Coldwell, rinden testimonio para aclarar cómo se tomaban las decisiones
estratégicas en Pemex, ese vínculo con Odebrecht permitirá entrar un tema donde
es incierto que el presidente Andrés Manuel López Obrador quiera avanzar. Si
les preguntan sobre privilegios de Odebrecht a cambio de dinero para la
campaña, ¿llegará hasta el fondo el gobierno si hacerlo signifique que Lozoya
hable todo lo que sabe? Quien escucha hoy al abogado Coello Trejo o conversó
con Lozoya sobre estos temas, tuvo que haberse quedado con la impresión que el
ex director de Pemex guarda en su baúl muchos secretos que pueden llevar a que
funcionarios del anterior gobierno, empresas y quizás hasta personeros de la
Cuarta Transformación, puedan ser colocados en una situación incómoda, por
decir lo menos, o devastadora, no sólo para ellos, sino para un ecosistema
político tan cruzado por la sospecha y la ilegalidad.
La acusación de los ex
ejecutivos de Odebrecht contra Lozoya es muy sólida, y el ex director de Pemex,
responsable de relaciones internacionales de la campaña peñista cuando
presuntamente recibió los pagos de los brasileños, sostiene en la actualidad
que él no se quedó con nada del dinero al que se refieren en la fiscalía
suramericana. Los nombres que mencionó el abogado Coello Trejo tienen
vinculaciones con el caso de la planta fertilizadora y Odebrecht. Peña era candidato,
Videgaray era el coordinador de la campaña, y Joaquín Coldwell era presidente
del PRI. Los tres estaban en el cuarto de guerra de la campaña y tenían los
detalles de cómo se inyectaban y distribuían los recursos durante la contienda,
mayoritariamente, como acostumbran todos los partidos, en efectivo.
En la campaña, la relación de
Lozoya con Videgaray era estupenda, pero se deterioró en el gobierno porque el
ex director de Pemex lo comenzó a ignorar y a relacionarse directamente con
Peña Nieto, cuando aceptó usar recursos de la empresa para cubrir gastos de la
familia presidencial. Dos veces le pidió Videgaray al presidente que lo cesara
por su pésima gestión en Pemex, y la segunda vez Peña Nieto le respondió que no
le volviera a tratar el asunto. ¿Qué tanto tiene Lozoya sobre el ex presidente?
Una línea de investigación
permitiría establecer si recursos presuntamente adquiridos por corrupción,
fueron para él o, como era una intención al arrancar el anterior sexenio, para
crear un fondo secreto para campañas electorales. Se trataría de dinero
político, y una reedición, 20 años después, del famoso Pemexgate, donde otro
director de Pemex, Rogelio Montemayor, se fue a la cárcel por desviar recursos
para la campaña presidencial del PRI en 2000. Mucho de esto debe haber, al
nunca haber querido el gobierno de Peña Nieto llevar los responsables de la
corrupción de Odebrecht, ante la justicia. Esto mostraría qué tanto está
comprometido el presidente López Obrador, con limpiar la casa de corrupción, o
si el pacto de impunidad pactado a través de canales secretos dos meses antes
de la elección presidencial, se sostiene.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter:
@rivapa
(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 31 DE MAYO DE 2019)
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