Fallecido
hace un año, el poeta y sacerdote Enrique Maza, entrañable cofundador de
Proceso, fue uno de los principales críticos del desapego de la jerarquía
católica respecto de los pobres y los problemas sociales del país, pero no por
ello dejó de ser jesuita. Lo fue de hecho hasta el final de su existencia,
asegura María Luisa Aspe Armella, historiadora de la Iglesia en México, quien
relata a este semanario un pasaje inédito de la vida de Maza como director de
la revista Pulgas, reservada sólo a los integrantes de la Provincia Mexicana de
la Compañía de Jesús. En esa publicación, dice la investigadora, los jesuitas
mexicanos desarrollaron profundas reflexiones en torno a la represión y el
autoritarismo padecidos en el país en los años de la “guerra sucia”.
CIUDAD
DE MÉXICO (Apro).- María Luisa Aspe Armella, historiadora de la Iglesia en
México, asegura categórica:
"La
Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús es referente clave para entender la
problemática social del país durante los convulsos años de los sesentas y
setentas. Y el debate interno que esta problemática causó en la Compañía sólo
puede entenderse gracias al jesuita Enrique Maza, quien lo dejó fielmente
registrado en Pulgas, la publicación oficial y reservada de la congregación que
él entonces dirigía.”
Sobrina
de Enrique Maza, fundador de Proceso y quien falleció el 23 de diciembre de
2015, la historiadora aborda el tema en su más reciente investigación:
"Una mirada al debate interno de la Provincia Mexicana de la Compañía de
Jesús a través de Pulgas (1963-1972).”
Comenta
sobre su libro:
"Me
centré en este periodo porque es cuando empiezan a darse las repercusiones del
Concilio Vaticano II entre los jesuitas mexicanos, a quienes les provoca una
crisis de identidad. Y también porque son los años del autoritarismo y la
represión emprendida por los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría,
que también provocaron mucho debate al interior de la Compañía, registrado
igualmente por Enrique Maza a través de Pulgas.”
—Maza
colaboraba por esos años en el periódico Excélsior, muy crítico del sistema y
dirigido por su primo Julio Scherer ¿Qué características le imprimió Maza a
esta publicación interna de los jesuitas?
—Anteriormente,
la publicación se llamaba Noticias de la Provincia. Pero a la llegada de Maza
como director, en 1963, se le cambió al nombre de Pulgas, debido a que el
fundador de la Compañía, San Ignacio de Loyola, solía decir: "Quiero saber
hasta qué pulgas les pican a mis jesuitas.”
MODIFICACIONES
"Aparte
de cambiarle el nombre, Maza modificó totalmente la línea editorial: Introdujo
reportajes, investigaciones de fondo, el abordaje de candentes temas políticos
y económicos del momento, el tema de la represión de Díaz Ordaz y Echeverría, e
incluso las opiniones críticas contra la misma Compañía de Jesús y la jerarquía
eclesiástica, ya que él siempre hablaba de la ‘corresponsabilidad de los
súbditos’, que implica cambiar el viejo modelo eclesiástico de autoridad por
uno más participativo y democrático.”
—¿Pero
la publicación siguió siendo de circulación interna, exclusiva para jesuitas?
—Sí,
por desgracia siguió siendo de circulación estrictamente interna y reservada.
Incluso tenía la máxima en latín ad usum nostrorum tantum ("exclusiva para
los nuestros”). Era casi imposible para un laico tener acceso a la información
publicada ahí. Por fortuna tuve acceso a esos ejemplares y, entre otras cosas,
también sostuve entrevistas con el propio Maza, mi tío, para realizar la
investigación.
—¿Tuvo
entonces el privilegio de asomarse y ver cómo vivieron los jesuitas en México
los cambios del Concilio Vaticano II?
—Sí,
exactamente. Y ese fue un cambiar en tiempos revueltos. La actitud de la
Provincia en México fue decir: ‘Vamos a cambiar para adecuarnos al Concilio’.
Pero la implementación de estos cambios provocó en esos años la salida de
muchos jesuitas. La Provincia sufrió una terrible sangría.
"Los
jesuitas mexicanos se plantearon el siguiente dilema: ‘Si vamos a meternos a la
cuestión política y social, y a imbuirnos en el mundo secular, ¿pues entonces
para qué hacemos votos religiosos?’… y muchos abandonaron el ministerio por
este motivo. Hubo, pues, una crisis de identidad institucional.”
"Pero,
aun así, la Compañía de Jesús fue la primera congregación religiosa que tomó
como bandera esta transformación propuesta en el Concilio Vaticano II. Y, en
general, las congregaciones religiosas reforzaron su incidencia en el terreno
de la justicia social, trabajando con migrantes, con indígenas, con poblaciones
marginales… haciendo los llamados apostolados de frontera.”
LOS POBRES Y EL PUEBLO COMO PRIORIDAD
Actual
directora del Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana —de la
Compañía de Jesús—, ex presidenta del Instituto Mexicano de Doctrina Social
Cristiana (Imdosoc) y autora del libro La formación social y política de los
católicos mexicanos, Aspe Armella prosigue:
"Maza
apoyó apasionadamente y sin moderación los cambios propuestos en el Concilio, a
pesar de que asustaron a muchos. Llegó al extremo de fomentar un debate en
Pulgas donde se planteaba lo siguiente: ‘Qué tal si los que ostentan la
autoridad eclesiástica ahora nos obedecen a los de abajo, que quienes mandan
ahora tengan que obedecernos’. Era una locura hacer esa propuesta. Maza tenía
sin embargo el apoyo del entonces provincial en México de la Compañía, Enrique
Gutiérrez Martín del Campo, apodado ‘El Pajarito’.”
En
Una mirada al debate interno de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús a
través de Pulgas (1963-1972), Aspe Armella apunta:
"Los
artículos que expone Pulgas son elocuentes. Una y otra vez, de distintas
maneras expresan lo mismo: La dificultad creciente en percibir la relación
entre la entrega a Dios y las demandas urgentes de la realidad.”
Y
asegura:
"La
publicación resultó la vitrina privilegiada para detectar los cambios en el
momento en que se daban y poder analizarlos… Una fuente histórica privilegiada
para indagar y comprender mejor un periodo apenas estudiado en la vida de la
Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús que se atrevió a cambiar en tiempos
revueltos.”
Indica
que el "cambio del método teológico significó en la práctica para los
jóvenes y aguerridos jesuitas, privilegiar ‘la palabra viva de la Iglesia para
el mundo’ por encima de la doctrina… La cuestión ‘creer o no creer en Dios’
pasó a un segundo término. El compromiso con el pueblo y con los pobres era lo
prioritario.”
Y
precisa que esos jóvenes con ansias de cambio eran una "minoría
radicalizada de la que se lamentaban amargamente los jesuitas más
tradicionales.”
De
228 páginas y editado por el Imdosoc, el libro enfatiza:
"Enrique
Maza, jesuita, periodista de profesión y de oficio, brillante, radical y con un
sentido del juego poco común, es el protagonista indiscutible de Pulgas… No
queda duda de las simpatías de Enrique con el grupo de los jóvenes y sin
embargo se cuida de no transgredir los límites marcados por su cargo de director-editor
y el objetivo al que sirve: apuntalar el diálogo y crear ‘opinión pública’ que
permitiera sin demasiado sobresalto —esa fue la apuesta— la transformación de
la Provincia.”
INFLUENCIA
Aparte
del Concilio Vaticano II —prosigue el libro— hubo otros acontecimientos
eclesiásticos que influyeron en esos cambios de la Provincia en México:
En
primer lugar, los lineamientos fijados en Roma por la autoridad máxima de la
Compañía, su Congregación General XXXI, tan pronto concluyó el Concilio. En
segundo término, los acuerdos tomados por todos los obispos latinoamericanos en
su reunión de Medellín, de 1968. Y finalmente la llamada Carta de Río, firmada
ese mismo año por los provinciales jesuitas de América Latina y en la cual
asumieron el "compromiso social con los más desfavorecidos.”
—¿Y
estos acontecimientos no influyeron para que la Provincia Mexicana también
replanteara su labor educativa, a la que siempre le da énfasis? —se le pregunta
a Aspe Armella.
La
historiadora responde:
"Claro
que influyeron. Y muchísimo. En la Provincia inmediatamente surgieron dos
posturas confrontadas: la de los jesuitas que querían seguir educando a las
élites porque, argumentaban, éstas contribuirían a alcanzar un México mejor, y
por otro lado quienes aseguraban que esas escuelas para niños ricos
contradecían la misión de la Compañía a favor de la justicia y los pobres.”
"Entonces
se le encargó a Pablo Latapí una investigación sobre la obra educativa de la
Provincia. Éste la realizó. Y en el centro de la discusión quedó si se cerraba
o no el Instituto Patria, que en aquellos años era el colegio más emblemático de
la Compañía en México. Finalmente el provincial determinó el cierre del Patria
en 1970. Los jesuitas quedaron muy divididos.”
"Y
nuevamente Enrique Maza, quien estaba a favor del cierre, le dio amplia
cobertura a ese debate en las páginas de Pulgas. El mismo Pablo Latapí
confesaría años más tarde que también él estaba a favor del cierre pues el
Patria sólo estaba reproduciendo un sistema muy injusto de explotación.”
"En
cambio otros jesuitas aún lamentan esa clausura porque, dicen, fue aprovechada
por las escuelas del Opus Dei y de los Legionarios de Cristo, que tienen otra
ideología y otra visión del mundo. Ese debate sigue abierto.”
(PROCESO/
TOMADO DE: RODRIGO VERA / PROCESO/ 2016-12-19)
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