#Anuario2016
| La historia de los ingenios azucareros en México se remite a la época de la
Colonia y quizá fue sólo en esos siglos cuando alcanzó su máximo esplendor, ya
que la industrialización parece sólo haberla preparado para su privatización.
Este 2016 es el año en que México le dijo adiós a sus ingenios azucareros. Ya
todos están vendidos. Es también el año que debió forzar al Gobierno federal a
voltear a ver y atender su industria alimentaria para enfrentar la crisis que
desatará un posible fin del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Pero
lo primero era un movimiento permanente, sin frenos; se hizo con la misma
táctica que con otros sectores: llevar a la crisis a la industria nacional,
agudizarla y luego decir que no hay otra salida más que la venta, que eso
conviene más que seguirlos manteniendo. Respecto a lo segundo, los días pasan
sin que haya una reacción de México y la fecha en que Donald Trump pueda
convertir sus promesas de campaña en hechos está cada vez más cerca.
“Todo
al comercio y nada al campo”, dijimos; sin TLCAN, hasta comer será un problema
Ciudad
de México, 27 de diciembre (SinEmbargo).– El Servicio de Administración y
Enajenación de Bienes (SAE) anunció el pasado 26 de agosto que el Gobierno
vendió los dos últimos ingenios azucareros que poseía: El Potrero y San
Miguelito –ambos de Veracruz– por 3 mil 398 millones de pesos; éstos generaban
el 3.9 por ciento de la producción nacional azucarera.
Pese
a ello, el Gobierno federal sólo pedía, por ambos, mil 390 millones de pesos,
oferta que era menor por 155 millones de pesos, respecto a la primera
licitación de estos ingenios que tuvo lugar en 2015, pero que fue declarada
desierta al no haber interesados.
Antes
de El Potrero y San Miguelito, fueron San Luis, El Modelo, La Providencia,
Atencingo, San Cristóbal, Casasano y Emiliano Zapata.
Así
culminó el proceso iniciado desde la administración de Vicente Fox Quesada. Así
la producción de azúcar quedó por completo en manos privadas.
Todo
esto justo en el año que Donald Trump fue electo como el próximo Presidente de
Estados Unidos. Este factor tiene relevancia absoluta, ya que el empresario
desde su campaña dijo que quería que su país abandonara el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), que está en activo desde el 1 de enero
de 1994.
Para
México, ese sería un panorama de crisis, ya que líderes campesinos y académicos
sostienen que con el TLCAN, el país perdió su autosuficiencia alimentaria, al
priorizar en una política mercantil y en preferir la reducción de costos que
éste trajo en un primer momento, luego de la ruptura de las barreras
arancelarias.
Actualmente,
México gasta 15 mil millones de dólares en alimentos que completan la canasta
básica, así, de acuerdo con la Organización para las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), el 43 por ciento de los alimentos que hay
en una mesa son de origen extranjero.
Durante
todo este tiempo los campesinos no han dejado de acusar un abandono por parte
de las autoridades, cuestión que también ha abonado a que México compre
alimentos que podría producir aquí, como el maíz, el arroz, frijol y… azúcar.
La
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) fue la que determinó poner en
venta los ingenios que estaban bajo la custodia del gobierno mexicano, hasta
2015, cuando la Secretaría de la Función Pública (SFP) emitió un Acuerdo de
Desincorporación para que el SAE iniciara las licitaciones de las fábricas que
producían el 22 por ciento del azúcar del país.
Para
conocer el inicio de los ingenios es necesario retomar a los cronistas de la
conquista. Ellos cuentan cómo Hernán Cortés trajo la caña a la Nueva España en
1526 y del azúcar clara y del piloncillo, que era más barato. En ese entonces y
conforme fue evolucionando la industria que inició trabajando con agua y
animales y luego a las prensas de madera, esa industria fue clave en el
desarrollo del país.
EL CAMINO A LA PRIVATIZACIÓN
El
TLCAN devastó al campo y a su gente: ANEC; el Gobierno le cedió todo a los
monopolios, critica
Vicente
Fox decretó en 2001 la expropiación de 27 ingenios azucareros “por causas de
utilidad pública”. Los compró por 15 mil 473 millones de pesos, con cargo al
erario.
De
acuerdo con la periodista Elizabeth Velasco del diario La Jornada, esta compra
se realizó mediante complicados esquemas financieros, gracias a los cuales se
crearon fideicomisos y empresas que administraran los recursos. Se dijo que los
ingenios estaban endeudados, pero gracias a esos movimientos, se benefició a
industriales por 13 mil 508 millones de pesos, cuatro años después, cuando se
los devolvió a sus dueños, “con superávit millonario”, luego de la intervención
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
La
investigación consignó que durante el proceso de compra se detectaron diversas
irregularidades, las cuales sugieren que “más que expropiación, el asunto de
los ingenios fue un saneamiento con cargo a las finanzas públicas”. De acuerdo
con la Auditoría Superior de la Federación (ASF), el costo final de la
expropiación fue de 21 mil 320 millones de pesos.
De
esos 27, el Gobierno se quedó con los nueve que este año terminó por entregar.
Para Francisco Gil Díaz, Secretario de Hacienda con Fox, los ingenios eran un
hoyo negro del sector azucarero. Esa idea fue la que comenzó a prevalecer y se
vio reflejada en la producción.
De
2001 a 2002 se obtuvieron 4 mil 872 millones de toneladas de azúcar y años
después, de 2011 a 2012, 5 mil 043 millones. El avance fue mínimo a pesar de
que en la era foxista, México ocupaba el sétimo lugar como productor y
exportador de azúcar con 195 mil hectáreas de caña.
Veracruz
es el principal productor de azúcar del país; ahí había 20 ingenios de los 60
establecidos en el país.
De
acuerdo con el investigador Francis Metries Benquet, luego de la crisis de
1988, el Estado comenzó con la venta de los ingenios, al convertirse en uno de
los sectores más subsidiados y con un elevado déficit fiscal.
“Los
ingenios se vendieron a precios de ganga, y en condiciones inmejorables (pago
al contado del 20 por ciento de enganche, plazo de diez años más un año de
ganancia, pago con bonos azucareros: anualidades indexadas sobre el precio del
azúcar –si éste bajaba, el gobierno cobraba menos–, pagos en producto). Así, el
ingenio San Cristóbal, Veracruz, el mayor del país, fue vendido sólo en 50
millones de pesos en 1990. Pero la deuda total de los compradores de ingenios
estatales alcanzaba en 1991 casi mil 400 millones de pesos y en 1992, los
nuevos dueños estaban lejos de saldarla (cuando mucho algunos habían cubierto
el 50 por ciento)”, escribió en el artículo “Globalización, crisis azucarera y
luchas cañeras en los años noventa”, para la revista Sociológica.
Ahí
mismo cuenta que el Estado les financió a los compradores que terminaron por
endeudarse más con créditos que obtuvieron para reparación y modernización de
los ingenios, pero ese dinero, presuntamente, se gastó en otros negocios, como
la hotelería.
Otro
factor que influyó fue la peculiar forma de privatización, ya que no se
priorizó en los antiguos dueños, sino a consorcios refresqueros: Escorpión fue
ligado a Pepsi Cola, el Grupo AGA o GAM que es subsidiaria de Coca Cola.
También
se vendieron a ex gobernadores de Veracruz, como Acosta Lagunes, quien tiene el
Grupo Zafra, y Dante Delgado. Otros empresarios como Santos de Hoyos, quien era
dueño de Gamesa y se hizo de seis ingenios. Hasta Nestlé tuvo participaciones.
Los peores ingenios se los quedaron los productores.
Esos
seis ingenios pasaron a manos de privados de manera rápida ante la insolvencia
financiera.
Se
liquidaron a 20 mil trabajadores y se impuso un contrato colectivo que suprimió
50 cláusulas de prestaciones como de vivienda y educación. Mientras, en la
siembra y recolecta de caña, los campesinos reciben un salario de 100 pesos por
día laborado, en un trabajo que sólo dura seis meses.
“Los
precios se comenzaron a rezagar en 1995, en el primer año del TLCAN. La
inflación desatada y las exportaciones estaban casi por competo enfocadas al
mercado internacional a precios muy bajos. En ese año el gobierno liberó los
previos del azúcar y provocó un alza del 8 por ciento al consumo, pero con
excedentes. En 2000 la producción fue de 4 millones 980 toneladas y el consumo
no rebasaría los 4 millones 480 toneladas en ese mismo año”, puede leerse en el
análisis de Mestries Benquet.
Ya
en 2012, los precios del azúcar tuvieron una reducción de 30 por ciento. Hacia
2013, se comenzaron a exigir al gobierno más subsidios, expropiación de los
ingenios que más deuda registraban o impuestos a otros productos como la fructuosa.
Pero no sucedió.
De
acuerdo con Mestries, las principales causas de la crisis se derivaron de la
saturación y desorganización del mercado nacional por la importación masiva de
fructuosa, las dificultades para vender los excedentes, el sobreendeudamiento y
las cargas financieras de los ingenios, un “Fobazúcar”, que no permitiera la
“crisis de inestabilidad social que traería el cierre de tantos ingenios”.
El
investigador de la UAM, refiere en su texto que en lo que respecta a la
industria azucarera, ésta evidenció la falta de una visión estratégica por
parte del Estado con respecto al futuro de su agroindustria más antigua, “el
predominio del enfoque libre-cambista de la Secretaría de Comercio y Fomento
Industrial y de las medidas emergentes de rescate y protección a la industria”.
Las
políticas implementadas fortalecieron una tendencia que obligaba a ser al
productor más eficiente, ya que de lo que producía dependía lo que se le
pagaba. Se privatizaron y algunos comenzaron a modernizarse, lo que generó
brechas de ganancias y crearon diferencias sociales dentro de una misma
comunidad. Todo esto dio pie a un incremento en los índices de migración.
“La
estrategia de supervivencia más concurrida ahora es la migración al norte, a la
frontera, para laborar en las maquiladoras o en Estados Unidos”, expuso
Mestries, quien documentó que la migración en las regiones cañeras de Veracruz
tuvo un crecimiento explosivo, afectando de entrada a los asalariados,
cortadores de caña y obreros azucareros despedidos.
Cabe
señalar que al momento no se tiene registro de alguna posible pérdida de
empleos luego de la venta de los últimos nueve ingenios, pero la estrategia
actual sí parece una vieja táctica conocida.
(SIN
EMBARGO.MX/ DANIELA BARRAGÁN /DICIEMBRE 27, 2016 - 10:00 PM)
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