CIUDAD DE MÉXICO (apro).-
Jaime Urrutia Fucugauchi y Ligia Pérez Cruz, científicos del Instituto de Geofísica
(IG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dieron a conocer que
los resultados de la perforación del cráter Chicxulub, ubicado en la Península
de Yucatán, arrojaron evidencias sobre cómo se forman los anillos de picos y la
compleja dinámica de los impactos de los asteroides.
También se abrió una ventana
a los estudios del Sistema Solar, pues la mayor parte de las superficies
planetarias está marcada por cráteres de impacto, y un ejemplo cercano es la
Luna, apuntaron en un comunicado difundido por la UNAM.
Urrutia Fucugauchi y Pérez
Cruz señalaron que los primeros resultados de la Expedición 364 al centro del
cráter Chicxulub –en donde se encuentra buena parte del registro de la
evolución de la Tierra y de la vida– fueron dados a conocer hace unos días en
el artículo ‘The formation of peak rings in large impact craters’, en la
prestigiada revista Science.
Según el texto, el cráter se
formó hace 66 millones de años, luego del impacto de un asteroide que afectó
los sistemas de soporte de vida y causó la extinción del 75% de las especies,
incluidos los dinosaurios. Ese hecho dio paso a la diversificación de especies
y al surgimiento de los mamíferos, entre ellos los primates y los humanos. Por
ello, el efecto de esa colisión dejó una huella importante para la evolución de
la vida.
Urrutia, también miembro de
la Junta de Gobierno de la UNAM, explicó que el cráter Chicxulub se localiza en
la plataforma carbonatada de Yucatán, en el Golfo de México, y mide alrededor
de 200 kilómetros; está enterrado, cubierto por alrededor de un kilómetro de
rocas, y por ello se encuentra muy bien preservado.
Se trata de un conjunto de
anillos circulares, es decir, es un cráter multianillado, como los más grandes
que existen en el Sistema Solar, y en su parte central presenta una cadena de
montañas conocida como el anillo de picos, dijo.
Gracias a la expedición se
pudo esclarecer cómo es ese anillo. Debajo de la cadena de rocas se encontraron
otras, que estaban a más de 20 kilómetros de profundidad, y que fueron
levantadas por el impacto: eso formó la cadena de montañas. Para poderse
levantar hasta llegar casi a la superficie, las rocas debieron comportarse de
manera dúctil, permitiendo que fluyeran como una gelatina.
En estudios previos y en
otros sitios del cráter se habían encontrado fragmentos de unos cuantos
centímetros de rocas muy profundas. En esta ocasión los resultados fueron
contundentes: debajo del anillo de picos se hallaron más de 700 metros de ese
tipo de material granítico, de acuerdo con los científicos.
También se observaron partes
negras, correspondientes a la roca fundida por las altas temperaturas en el
impacto, de varios miles de grados centígrados, similares a las de la corona
solar. Ello se debió a que el meteorito se aproximó a la Tierra con una
velocidad de 30 kilómetros por segundo, y la energía liberada por la colisión
fue muy alta.
El cráter, el enorme agujero
de 25 kilómetros de profundidad, se formó en 10 o 15 segundos; en tanto, el
asteroide de tipo condrítico (como los restos más antiguos del Sistema Solar)
se volatizó. En ese proceso, las rocas fragmentadas quedaron en la parte
superior y debajo el material con comportamiento dúctil.
Estos resultados han
permitido hacer un modelo de simulación de cómo se formó el cráter completo, y
en particular el anillo de picos, añadieron.
Pérez Cruz explicó que la
perforación científica se hizo en un solo sitio, con base en la información
previa que señalaba que ese era el borde del anillo de picos. “Se quería
comprobar que estaba compuesto de rocas de basamento, muy profundas, de la
plataforma continental”.
Del grupo internacional de 32
científicos de 17 países, 12 estuvieron a bordo de la plataforma de
perforación, entre ellos la científica de la UNAM.
Detalló que se obtuvieron
núcleos de perforación de una profundidad de 500 metros y hasta mil 340 metros
de profundidad, con lo cual se traspasó el anillo de picos. Las siete toneladas
de muestras se trasladaron a Texas, en donde se realizó una tomografía
computarizada para caracterizarlas y ver los cambios de litología y el material
fundido durante el impacto, o los diferentes tipos de granitos que conforman el
basamento, por ejemplo.
Luego, los núcleos viajaron a
Bremen, Alemania, en donde se ubica el repositorio del International Ocean
Discovery Program; ahí se continuaron los estudios de laboratorio.
Los científicos explicaron
que dentro de los objetivos del proyecto también se encuentra el estudio de
cómo se recuperó la vida después del impacto; eso vendrá en una siguiente fase
de investigación.
(PROCESO/ LA REDACCIÓN /23 NOVIEMBRE,
2016)
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