Hay
muchos Méxicos en la actualidad. El del Presidente Enrique Peña Nieto, que es
el del futuro promisorio a lo que ha hecho su Gobierno, y el de la
insatisfacción con él y su Gobierno de siete de cada 10 mexicanos. Está el que
avanza económicamente, según el discurso oficial, aunque el crecimiento está
estancado. Y el de la violencia a la baja de acuerdo con las autoridades,
aunque los delitos vayan al alza. Es el México de las percepciones permeadas
por los discursos y los datos, que chocan con enorme frecuencia. Es también el
de la revolución de las redes sociales y la rebelión en las calles en busca de
la desestabilización.
La
semana pasada se vieron las frecuencias en las que se mueve este País, cuando
una marcha convocada en las redes sociales para exigir la renuncia de Peña
Nieto, tuvo una baja presencia en las calles, que provocó que en algunos medios
afines a sus beligerantes convocantes se preguntaran por qué no hay más gente
en las calles cuando están tan indignados con el Presidente. Sociólogos y
sicólogos no se ponen de acuerdo, menos aún los politólogos. Pero que no haya
conexión aún entre la realidad de las redes sociales con la de la calle no
significa que no exista una insatisfacción generalizada, que incluye a
segmentos de la sociedad que aún se mantienen apáticos y todavía no expresan
sus frustraciones individuales en acciones colectivas concretas.
Existe
una cruzada en las redes sociales contra Peña Nieto.
De
acuerdo con una investigación de José Ramírez publicada en la edición impresa
del portal ejecentral, activistas, académicos y periodistas encabezan un
movimiento para que renuncie el Presidente, que abrigan en el artículo 86
constitucional que dice que el cargo de Presidente “sólo es denunciable por
causa grave”. Esto tendría que ser calificado por el Congreso de la Unión ante
el que se debería presentar la renuncia. Pero sin definición alguna sobre qué
es una “causa grave” -el artículo 108 dice que las únicas acusaciones por las
que se puede acusar a un Presidente son “traición a la patria y delitos graves
del orden común”-, y un Congreso donde el PRI tiene mayoría, el movimiento
parece no tener futuro.
Sin
embargo, no hay que minimizar la iniciativa. Ramírez explicó que las redes
sociales comenzaron a tomar fuerza cuando los usuarios les encontraron una
función de diálogo y discusión como en las antiguas plazas públicas. Estas
nuevas herramientas pueden servir de termómetro de la conversación pública y ayudar
a organizar a la población en temas de interés común que los llevaran a
construir un puente de comunicación e interacción con sus gobernantes, que ha
generado un “activismo profesional”, constante en las redes sociales.
El
origen del movimiento #RenunciaYa, surgió de un tweet el 2 de septiembre de la
cuenta de @ElenaFortes, que recuerda Ramírez, dirigió el proyecto de
documentales Ambulante, junto con intelectuales y artistas como Gael García y
Diego Luna. Media hora después de aparecer en Twitter, lo retomó CENCOS, la
organización a la que está históricamente vinculado Emilio Álvarez Icaza, ex
secretario general de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y que
está integrando un expediente con juristas en Estados Unidos y Europa para
llevar a juicio a Peña Nieto a una corte internacional. A partir de ahí se
sumaron activistas, artistas y periodistas.
Entre
los más sobresalientes, el productor de narconovelas Epigmenio Ibarra, que
maneja Argos Comunicación, una exitosa empresa de la que es socio Carlos Payán,
director honorario de La Jornada y militante del PRD, que ha sido respaldada
financieramente por el magnate Carlos Slim. Entre quienes más promovieron la
convocatoria, figuraron la académica Denisse Dresser, quien coquetea con una
candidatura independiente a la Presidencia; Jorge Ramos, el principal conductor
de noticias de Univisión -los dos escriben en Reforma-, y Brozo –Víctor
Trujillo-, que trabaja en Televisa.
La
marcha sumó a unas cinco mil personas, por lo que no dudaron algunos medios en
calificarla de fracaso. Es reduccionista verla de esa manera. Primero, no se
debe ignorar que haya tantas personas sin miedo a que las vean, las
identifiquen, las vigilen y las investiguen, lo que habla de un hastío con el
Gobierno. Segundo, estuvo por encima de los cálculos -cuatro veces menos
estimaba el Gobierno de la Ciudad de México-. Tercero, es la primera en un
entorno donde las condiciones son propicias para que se incremente la molestia.
Todas
las encuestas de aprobación presidencial publicadas en el primer trimestre de
este año muestran la tendencia a la baja de Peña Nieto, con porcentajes de
rechazo que oscilan entre el 23 y el 29 por ciento. No han salido aún los
estudios que miden el impacto por la visita de Donald Trump a México, pero hay
un dato a consignar: durante las primeras cuatro horas de saberse que vendría,
hubo cerca de un millón de tweets, la mayoría negativos. Cuando se fugó Joaquín
“El Chapo” Guzmán, aunque el millón de mensajes en la red se dio en cuatro
días.
La
población a la que quieren sumar a su lucha contra Peña Nieto está muy
lastimada. Faltan dos años y medio más por delante de Gobierno, y probablemente
no avanzará mucho más el intento de su renuncia, pero tampoco parece que
recuperará el consenso para gobernar, ni la iniciativa, ni logre revertir su
caída simbólica, política y popular, como Presidente. Más tensión y
confrontación, parece, es lo que viene.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter:
@rivapa
(NOROESTE/Estrictamente
Personal/Raymundo Riva Palacio/20/09/2016 | 04:05 AM)
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