El
hecho que la PGR se vio obligada a hacer público que investigaba al Gobernador
de Veracruz, Javier Duarte, por enriquecimiento ilícito, peculado e
incumplimiento con su deber, marcó el destino del político de carrera meteórica
que apostó por Enrique Peña Nieto como candidato presidencial desde que lo
destapó en una reunión de jerarcas del PRI a finales de 2011. No hay nada malo
de lo que me puedan acusar, porque no he hecho nada malo, decía Duarte en
enero, cuando ya había entrado en la pendiente de su caída. El Gobernador
escuchaba poco y a pocos, confiado en el blindaje presidencial por los
servicios financieros hechos durante la campaña. Los tiempos cambiaron porque
para el Presidente y quienes respaldaban por compromiso a Duarte, también se
modificaron.
Duarte
es otro daño colateral de la visita de Donald Trump a México, que al sumarse al
desastroso resultado electoral en la contienda por la Gubernatura en junio, ha
hecho muy costoso seguirlo apoyando. Peña Nieto tuvo que deshacerse del
Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, por el desgaste que le ocasionó el
haber sido el autor intelectual y arquitecto de la controvertida visita que de
acuerdo con varias mediciones, le produjo más negativos al Presidente entre el
electorado que el escándalo de la casa blanca. La salida de Videgaray es el
preámbulo del colapso de Duarte, pues aunque tenía problemas con el Secretario
de Hacienda por el hoyo financiero en Veracruz, sabían que en el fondo, era la
operación política arrastrada desde la campaña, no solamente una mala gestión
en el estado, la causante del descalabro.
La
imagen de Duarte no ayudó al polémico Gobernador, el peor evaluado de todos en
el País entre sus gobernados. La inseguridad, la confrontación política con
diversos sectores y las imputaciones de corrupción, lo arrastraron al
descrédito. La campaña electoral fue un desastre. Duarte no pudo imponer a
Alberto Silva, ex Alcalde, ex líder del PRI estatal y dos veces director de
Comunicación Social del Gobierno, y desde el Centro impusieron al Senador
Héctor Yunes, con quien se enfrentó por un asunto de dinero. El candidato del
PRI siempre se quejó en las reuniones de campaña que no había cumplido con los
acuerdos con el partido, mientras que la queja de Duarte era que los cerca de
mil millones de pesos que recibió en apoyos -no está claro de dónde salían los
recursos-, los malgastó o no llegaron a las estructuras.
Pero
la historia de Duarte, en su totalidad, no es la que se conoce. La pública es
lo que sucedió: la aplastante victoria del enemigo histórico de Duarte, Miguel
Ángel Yunes, quien procedió de inmediato a presentar denuncias de corrupción en
la PGR. La no pública es en que la operación política en Veracruz contra el
Senador Yunes participó la Secretaría de Gobernación, cuyo titular, Miguel
Ángel Osorio Chong, presionó a Duarte para que no se enfrentara al panista
Yunes, ni buscara descarrilar su candidatura. ¿Contra quién jugaba Osorio
Chong? Contra Duarte, de acuerdo con sus cercanos, y a quien, pese a lo molesto
con su gestión, respaldaba Videgaray.
La
relación con Videgaray, que venía desde el Congreso, se profundizó en la
campaña presidencial, cuando a través de Duarte se canalizaron recursos desde
la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, de la que el futuro
Secretario de Hacienda era presidente. Duarte ha dicho en su entorno que
distribuyó dos mil 500 millones de pesos durante la campaña presidencial, por
lo cual consideraba que estaba blindado con Peña Nieto. Tenía razón, cuando
menos hasta este verano, como lo probó el Presidente cuando le negó al líder
del PRI, Manlio Fabio Beltrones, proceder en su contra para eliminarlo como
lastre y buscar mantener la Gubernatura en las elecciones de junio, y manejar
con discreción las investigaciones de la PGR en su contra, derivadas de las
acusaciones del panista Yunes.
Las
denuncias del Gobernador electo de Veracruz llevó a la PGR a declarar a seis ex
secretarios de Finanzas de Duarte, algunos de los cuales aportaron información
contra el Gobernador. No obstante, esa investigación se mantuvo en secreto
hasta que una de las líneas que se abrieron, la revisión del catastro de
Veracruz para determinar cuántas propiedades estaban asociadas a Duarte, se
filtró a la prensa. La pérdida de credibilidad del Presidente tras la visita de
Trump lo obligó a realizar acciones extraordinarias para enfrentar una
situación extraordinaria. La renuncia de Videgaray fue la primera demostración
de cómo cambiaron las cosas, y el abrir públicamente la investigación contra
Duarte es la segunda.
Duarte
se convirtió desde ese momento en un político muerto. Sin protección, el
Gobernador va camino a un proceso legal que lo puede llevar a la cárcel. Duarte
insistió este jueves que la investigación no lo hace culpable en automático, ni
necesariamente se procederá en su contra. No se sabe qué pasará, pero su
familia inmediata, como su esposa y suegro, están siendo investigados, así como
su entorno más cercano. La protección llegó a su fin, por la disyuntiva para el
Presidente de que es Duarte o él mismo. Peña Nieto empieza a controlar la
gangrena que le subía aceleradamente por el cuerpo, con la lógica que los de
abajo siempre serán desechables.
El
Gobernador tiene que ser amputado del cuerpo político del Presidente, como lo
fue el Secretario de Hacienda. El anuncio de la PGR de este miércoles es el
mensaje claro para Duarte. Adiós Gobernador, tiene que empezar a preparar su
gran defensa.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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@rivapa
(NOROESTE/
ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 23/09/2016 | 12:00 AM)
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