Hoy, a dos años del derrame de tóxicos
en el Río Sonora, los que se considera como la peor tragedia ambiental de la
minería en México, la población sonorense está mas incomunicada porque Grupo
México desvió el camino ejidal– antes más corto y en mejor estado– para
construir su presa de jales alargando media hora más el tránsito para llegar a
Cananea. El nuevo camino, dicen los pobladores, es más peligroso.
Bacanuchi, Sonora, 6 de
agosto (SinEmbargo).- Hace dos años, cuando la mina Buenavista del Cobre
derramó 40 mil metros cúbicos de tóxicos y metales pesados a su río, la
comunidad de Bacanuchi, en Sonora, estaba casi incomunicada, sin señal de
celular, con el único teléfono público descompuesto y con el camino de
terracería para acceder a ella accidentado y casi imposible de sortear por las
lluvias de verano.
Por eso la noticia del que
fue catalogado como la peor tragedia ambiental de la minería en México, tardó
hasta dos días en expandirse por los siete municipios afectados del Río Sonora
y muchos de los pobladores bebieron y se bañaron con agua contaminada.
Luego de conocerse la
tragedia, Grupo México y el Gobierno federal constituyeron el Fideicomiso del
Río Sonora y con él llegaron las promesas. Prometieron 28 plantas
potabilizadoras, una Unidad de Vigilancia Epidemiológica Ambiental (UVEAS), un
plan de reactivación agropecuaria, remediación ambiental y la atención a la
salud hasta 2029.
Para llegar a Bacanuchi se
hicieron hasta tres horas y media para recorrer 43 kilómetros desde Arizpe por
un camino desecho. Los pobladores no han visto la remediación del río
contaminado, sólo hay una potaliblizadora que funciona a medias y los
habitantes están más empobrecidos. Por si fuera poco, Grupo México construyó
una nueva presa de jales a escasos 15 kilómetros con Manifestaciones de Impacto
Ambiental realizadas sin consultar a la comunidad, afirman.
De hecho los pobladores se
ampararon en contra del nuevo represo, debido a que a la comunidad que se
consultó fue a Bacoachi, una población ubicada a unos 40 kilómetros de
distancia del represo.
Hoy, a dos años del derrame,
la población está mas incomunicada porque Grupo México desvió el camino ejidal–
antes más corto y en mejor estado– para construir su presa de jales alargando
media hora más el tránsito para llegar a Cananea.
El nuevo camino, dicen los
pobladores, es más accidentado y peligroso.
“Yo creo que al ingeniero le
pagaron más por cada kilómetro lleno de curvas y de derrumbes de piedra”, dice
Eva Ramírez, pobladora de Bacanuchi.
Eva agrega que las piedras de
los derrumbes que obstaculizan el tránsito, pesan entre 20 y 30 kilos cada una.
Ofelio Vázquez Rivera,
presidente del Comisariado Ejidal de Bacanuchi, afirma que la población se
siente burlada: “nos prometieron 28 plantas y nada más tenemos una y del
salario que ganan los muchachos que la operan, pagan el diesel”.
Jorge Bustamente López,
operador de la planta construida sobre una loma y que se inauguró el 4 de
febrero de este año con un costo cercano a los 50 millones de pesos, afirma que
la planta opera a un 40 por ciento, debido a que no cuenta con electricidad y
funciona a diesel. Ahora la empresa que lo contrató le debe 750 pesos de
combustible.
Alfredo Yánez, un poblador de
Bacanuchi afirma que la planta no sirve de nada. Los habitantes le temen a la
contaminación y prefieren comprar agua purificada.
“No hay ningún interés en
mejorar. Han prometido que van hacer cosas y la gente sigue igual: batallando
con el agua. Yo compro 10 galones a la semana para mi señora y para mí, pero
hay familias que gastan más”, dice.
Don Francisco Vázquez, tiene
70 años y de está enfermo del corazón. Debe ir a Cananea a revisión médica
constantemente, pero el camino resulta a veces un obstáculo difícil de sortear.
Para él el problema entre
Buenavista del Cobre es claro: la compañía quiere el oro y la plata que hay en
sus cerros y sus 150 habitantes, salen sobrando.
“La compañía lo que quiere es
el pueblo. Quiere el ejido, por eso nos están cercando, nos quitan el camino y
nos ponen ese represo con contaminantes aquí cerquita.
El represo está a unos 15
kilómetros de Bacanuchi.
La tarde cayó en Bacanuchi.
Después de transitar durante siete horas desde Hermosillo, la caravana de
miembros de los Comité de Cuenca del Río Sonora arribó a la comunidad, luego de
dispersarse por problemas con los vehículos durante el trayecto.
Para llegar de Arizpe a
Bacanuchi hubo llantas ponchadas, vehículos descompuestos y más de tres horas
para recorrer sólo 43 kilómetros. Distancia que en una carretera se recorre en
20-30 minutos.
Al llegar a la comunidad unas
300 personas se reunieron en la plaza principal y realizaron un acto de
resistencia contra Grupo México. Antes agradecieron a los pobladores de Ures,
Baviácora, Banámichi, Huépac, Aconchi, San Felipe de Jesús y Arizpe trasladarse
a la comunidad a pesar del difícil acceso.
Durante el mitin firmaron un
Acuerdo para la Regulación de las Actividades mineras en territorios ejidales
de la cuenca del río Sonora-Bacanuchi.
El documento fue firmado por
los presidentes del ejido Bacanuchi, El Sauz, San Rafael y Puerta del Sol. Ahí
se comprometen a fortalecer sus ejidos por medio de la capacitación,
asociación, asesoramiento y a través de la Ley Agraria.
Francisco Ramón Miranda, del
Comité de Cuenca de Aconchi, afirma que con el fallo del tribunal de Arizona,
Estados Unidos, que ordena a la empresa matriz de Grupo México a entregar
información sobre el derrame de la mina Buenavista del Cobre en 13
clasificaciones distintas, es una esperanza para enfrentar al “monstruo”.
“Que se agarre Grupo México
porque en Estados Unidos sí se cumple la ley. La empresa desde niños nos han
dicho que es un monstruo, pero a nosotros por más monstruo que sea, nos van a
salir muchos tentáculos”, dice Francisco.
Y agrega: “Queremos agua
limpia, pozos nuevos”.
Rosa María Vázquez recuerda
cómo cambió la vida de la pequeña comunidad tras el derrame del 6 de agosto.
“Soy nacida en el pueblo, he
vivido 47 años aquí con una vida honesta, de trabajo, una vida que nos han
cambiado un 6 de agosto de 2014: nuestras aguas que eran limpias, cristalinas,
habían cambiado su color, por un color marrón, espeso que todo lo quemaba a su
paso”, dice.
Días después, recuerda,
muchas personas sin identificarse llegaron al pueblo: tomaron muestras de sus
pozos, del río y se fueron sin dar explicaciones.
“Así estuvieron varios días
hasta que dijeron que la mina Buenavista del Cobre había contaminado el río.
Luego llegó Grupo México y nos dijo: ‘¿Cuántos garrafones de agua quieres?’ y
nos dio cinco, luego 10, 15, 20, 50. El tiempo transcurrió y el agua se fue
acabando. Daban dos garrafones por casa, luego uno, hasta que los quitaron,
pero nuestros pozos seguían contaminados. Nos dijeron que Bacanuchi tendría la
primera planta potabilizadora y ahí está, opera a un 40 por ciento y no tiene
ni energía eléctrica”, dice.
Karen Peña, una ama de casa
de Bacanuchi recuerda que ella y sus hijos se enfermaron de la piel. El agua de
los pozos les quemaba. Fue por la contaminación del río, afirma.
Casi al finalizar el mitin,
Esperanza García de Baviácora, reclamó al Presidente Enrique Peña Nieto, su
falta de interés en visitar la zona afectada por el derrame de Grupo México.
“Nunca ha venido desde que
ocurrió el derrame. En todo este tiempo, no se aparado por aquí”.
(SIN EMBARGO.MX/ SHAILA ROSAGEL /AGOSTO
6, 2016 - 9:01 PM)
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