martes, 2 de febrero de 2016

JORGE MORALES: EL RATÓN QUE FUE, QUE SIEMPRE HA SIDO

Entre todos los amigos de Padrés, Jorge Morales era un extraño, un advenedizo, un priista, un tipo al que, llegado el momento, no habría que tocarse el corazón para dejarlo solo.

Y así pasó.

Jorge Morales Borbón durmió en la cárcel anoche. Y  ahí se va a quedar por lo menos tres días. Pero se puede pasar muchos años.

Por eso, exceptuando a la diputada Célida López y a dos o tres cuentas troll en redes sociales, nadie ha sacado la cara por él.

La vida da vueltas.

En el Cereso, donde una habitación alejada de la población penitenciaria se cotizaba, hasta donde tengo el registro, entre los 5 mil y los 30 mil pesos mensuales.

Una habitación pequeña, de dos por dos metros, pero aislada de miradas indiscretas. Lejos de la sobrepoblación de reos, que suelen ser muy poco proclives a la política.

Digamos que entre ayer y hoy, una habitación en el Cereso para Jorge Morales le cueste 50 mil pesos mensuales.

Eso es una baba de perico para quienes manejan millones de pesos en sus cuentas bancarias, producto de actividades ilícitas.

Me pregunto si su esposa estará dispuesta a hacer zancadillas desnuda, como las hacen todas las mujeres que visitan a sus internos, para comprobar que no traen  droga en la vagina. Eso es la cárcel.


III


Jorge Morales, el más pendejo del grupo, el que nadie imaginaba que iba a llegar tan lejos, lo consiguió. Llegó más allá de lo que cualquiera imaginaría en aquellos años de la universidad.

Aquél muchacho apocado ya realizó su sueño. Está en la cárcel, no como artista que trasciende, sino como la rata triste que fue, que siempre ha sido.

Allí se quedará al menos tres días, si es que el juez que sigue la causa considera que hay elementos para dictar el auto de libertad.

Si no, dictará el auto de formal prisión. Y entonces se quedará en la cárcel durante un tiempo que puede ir de los 15 a los 60 años, dependiendo de los derroteros del juicio que se le sigue por extorsión, enriquecimiento ilícito y fraude.

Así de feo el panorama para el que fuera secretario de Comunicación Social del gobierno de Guillermo Padrés. El guapo que siempre quiso ser, que nunca ha sido.

IV

De la mano con Javier Alcaraz Ortega, titular de Imagen Institucional, eran la dupla encargada de legitimar mediáticamente (al menos) al gobernador que hoy anda tramitando amparos para conocer los detalles de los juicios penales y administrativos que se le siguen, y que podrían mandarlo a la estadística de ex gobernadores encarcelados.

Junto a Javier Alcaraz (alguno de cuyos hijos anda festinando en Twitter que Morales Borbón duerma en la cárcel) fueron los encargados de destruir la imagen del que pudo ser una opción de gobierno, como alternancia al PRI.

Jorge Morales ya está en la cárcel y Javier Alcaraz presume que a él no lo alcanzará la ley.

De la mano de Javier Alcaraz Ortega, Jorge Morales se subió al mareador ladrillo del poder, y desde su condición de medianos comunicadores y publicistas; de comunes jornaleros de la comunicación y el marketing se encontraron de pronto con que habían ganado la gubernatura de Sonora. Y con ello el paraíso.

De aquel Javier Alcaraz que llegaba a la Mesa del Samborn’s a solicitar que le dispararan el café porque no traía un peso en la bolsa, salió un viajero internacional amante del buceo, los autos deportivos, el ciclismo con gel aerodinámico en el culo y el yogurth con frutas exóticas que su anterior vida de clasemediero le habían impedido conocer.

De aquel Jorge Morales a quien sus compañeros de generación en la universidad conocían como “El Cara de Feto”, medroso y apocado, surgió un Juan Camaney que ‘masca-chicle-pega-duro-tiene-viejas-de-a-montón’.

V

Y todo estaba muy bien. Hasta que ayer, agentes de la Policía Estatal Investigadora cumplimentaron una orden de aprehensión contra Jorge Morales y lo subieron a una patrulla, lo trasladaron a los juzgados y lo hicieron aparecer así en algunas fotos con sus ojos sin luz y su calva deslumbrante; con su ropa deportiva incapaz contener las lonjas que evidencian al holgazán que fue, que siempre ha sido. Con la cara dura entre el coraje y la desventura.

Con las esposas de acero rodeando sus muñecas, con su paso de buey viejo rumbo al matadero, subiendo las escalinatas de acceso al penal, mientras Carlos Navarro Sugich, el procurador de Justicia del gobierno padrecista, voltea con un rostro al que se le olvidó la sonrisa otras veces ensayada frente a las cámaras, para guiarlo rumbo a la sala de indiciados.

Carlos Navarro es su abogado defensor. Es el abogado defensor de casi todos los funcionarios del padrecismo que hoy están entre la espada de la justicia y la pared del juicio popular, que suele ser peor que eso para los miembros de un partido.

El ex procurador sí es panista. Ha ocupado cargos en el partido y de elección. Tiene, además, algunos expedientes que ‘congeló’ mientras fue procurador, pero se sabe que es partícipe de negocios inmobiliarios bastante chuecos, que no salieron a la luz durante el padrecismo. Pero ahora…

VI

A Jorge Morales se le acusa de capar la cochi. En lenguaje sonorense, eso significa condicionar, como funcionario público, a una ‘mochada’ el pago de compromisos por contratos con el gobierno. Las denuncias no vienen de instituciones, sino de particulares.

Pero el asunto es más grave. También enfrenta denuncias por enriquecimiento ilícito y por fraude.

Con eso es con lo que tiene que lidiar Carlos Navarro Sugich, antes de que la lumbre le llegue a sus propios aparejos. Porque las denuncias en su contra se mantuvieron congeladas mientras fue procurador, pero de aquí en adelante su destino es impredecible.

VII

Justo el día del recolector de basura, Primero de febrero, Jorge Morales Borbón fue detenido por la policía y encerrado en la cárcel.

Hice la referencia en mi cuenta de Twitter y un lector me reclamó: “Qué pasó, no ofenda a los tirabichis. Ellos recolectan basura, no mierda”, escribió el tuitero @JavierEnrikez

De ese tamaño la reacción en redes sociales a propósito de la detención del primer secretario del gabinete padrecista, apresado por el delito de extorsión (sin derecho a fianza) y con procesos abiertos por enriquecimiento ilícito y fraude, que deberá enfrentar en prisión.

En las redes sociales el juicio contra el ex funcionario fue implacable y no era para menos.

Jorge Morales Borbón, desde el súbito empoderamiento que da el proverbial ladrillo sexenal fue parte importante de las campañas más negras no sólo contra adversarios partidistas, sino contra ciudadanos y periodistas a quienes hizo objeto de investigaciones sobre su vida privada, montando a partir de hechos ciertos o inventados auténticas campañas de difamación y escarnio público.

Todo con el poder que da el generoso afluente de dinero público, que desde la secretaría de Comunicación y la de Imagen Institucional que comandaba otro pájaro de cuentas como Javier Alcaraz Ortega, fue usado no para promover la obra de gobierno de Guillermo Padrés, sino para intentar por un lado, construir el blindaje a sus trapacerías, y por otro, aniquilar a cualquiera que osara disentir, mediante prácticas de hostigamiento que rayaban en el terror medieval.

Así las cosas, es natural que muy pocos medios de comunicación y/o periodistas, salieran a defender al reo. Por el contrario, en las redacciones hubo fiestas trabajosamente vestidas de tendencia a la objetividad. No me alegro, pero se hizo justicia, era una frase recurrente entre los colegas.

VIII

 Ya entrada la noche, en un portal creado y financiado por Jorge Morales Borbón, y en el cual emplea a algunos subalternos que le hacían el trabajo sucio durante su gestión  (Luis Enrique Montejano, Danilo Luna, Saúl Colorado, Hiram Rascón, entre otros), difundió un video en el que aparece el propio Morales adelantando lo que le habría de suceder.

Se queja de persecución política y culpa a la gobernadora Claudia Pavlovich de “cualquier cosa fuera de lo normal” que le pudiera suceder.

Lo cierto es que con ello, deslinda a la gobernadora pues lo que le sucedió, es decir, que lo hayan encarcelado, no es nada fuera de lo normal para alguien que como él, debe responder por sus actos como funcionario público.


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(DOSSIER POLÍTICO/ Arturo Soto Munguía / 2016-02-02)

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