La
versión del escape de ‘El Chapo’ fue
catalogado como ‘de película’ en todo el mundo. Sin embargo una línea de
investigación de la PGR apunta a que ese plan es solo un distractor y que salió
del Altiplano de una forma menos elaborada
La
PGR estima que el centro de comando del Cefereso de Almoloya no estaba en
condiciones de perder de vista las actividades de “El Chapo”
Como
en su primer escape, las versiones de la segunda huida de Joaquín “El Chapo”
Guzmán no son pocas.
La
oficial, el túnel equipado con sistema de ventilación, iluminación y hasta con
rieles para que rodara una motocicleta.
La
otra, la que personal de la PGR ha logrado reconstruir a tan solo unas horas de
la segunda fuga del que vuelve a ser el delincuente más buscado de México.
Fuentes
cercanas a la investigación expusieron a Reporte índigo la posibilidad de que
“El Chapo” Guzmán haya salido disfrazado de visitante, con la complicidad del
personal de custodia de esa prisión.
Guzmán
no se fugó por un túnel, advierte esta teoría. Por normatividad, las cárceles
federales se construyen sobre una plancha de concreto de más de dos metros de
grosor, lo que hace imposible la construcción subterránea. La salida de “El
Chapo” de la cárcel del Altiplano tuvo que haber sido por el área de visitas.
“El Chapo” se fugó como un visitante más de esa cárcel federal.
La
construcción de un túnel que va del Cefereso I hasta la colonia Santa Juanita,
en Almoloya de Juárez, podría ser solo una distracción implementada por el
propio narcotraficante para despistar la investigación, la que ya apunta hacia
la complicidad del personal de custodia, el que mantuvo al reo fuera de su
celda en horarios anormales.
El
del disfraz, sería el método preferido por Joaquín Guzmán para burlar la
seguridad penitenciara. Ya lo hizo una vez, cuando se escapó en enero del 2001
de la cárcel federal de Puente Grande. En aquella ocasión, el narcotraficante
-con la complicidad de funcionarios federales al más alto nivel salió- vestido
de Policía Federal, según relataron en su momento algunos reos de la cárcel
federal de Jalisco.
De
acuerdo a la que apunta a ser la más importante línea de investigación, “El
Chapo” Guzmán pudo haber ingresado al área del personal de custodia -para de
allí mezclarse entre las visitas y salir como el familiar de algún reo-.
La
única forma en la que pudo haber accedido a esa zona sin romper el protocolo de
seguridad, sería a petición del interno para la realización de una llamada
telefónica ya programada o reclamando servicio médico.
La
teoría de la PGR estima que, desde el área del personal de custodia Guzmán
Loera pudo haber ingresado a uno de los túneles que comunican a la zona de
internos procesados con el área de acceso de visitas. En ese lugar -solo con la
complicidad de personal de custodia- “El Chapo” pudo haber cambiado su
vestimenta por ropa común y salir caminando por la puerta principal, como una
visita más que se retiraba.
LOS TIEMPOS NO CUADRAN
Los
tiempos establecidos en el parte oficial de la Comisión Nacional de Seguridad
(CNS) donde se informa de la fuga de Joaquín Guzmán, no empatan con los
manejados al interior de la cárcel federal para el movimiento de internos.
La
CNS informó que se perdió el contacto visual con “El Chapo” a las 20:52 horas,
pero de acuerdo al protocolo del Cefereso I, no puede haber internos fuera de
su celda después de las 18:00.
El
sábado, las actividades al interior del Cefereso del Altiplano concluyeron en
punto de las 18:00 horas. El calendario marcó dos horas de deportes. Como el
sábado las salidas al patio son optativas, “El Chapo” Guzmán pudo haber
decidido permanecer en su celda de donde fue trasladado al área de custodia.
De
acuerdo al protocolo, el sábado se autorizó que los internos se bañaran en dos
tandas: la primera a las 13:00 horas, y la segunda a las 18:00 horas. Ningún
preso tenía la autorización para estar en el área de regaderas después de las
19:00 horas. Mucho menos a las 20:52 cuando fue la última vez que la CNS dice
haber sabido de “El Chapo”.
Otra
inconsistencia entre los declarado por el Gobierno Federal y lo que pudo haber
sucedido al interior de la cárcel es la presencia de Guzmán sin vigilancia en
el área de regaderas. El protocolo al interior de los Ceferesos establece que
ningún reo se puede mover fuera de su estancia sin la supervisión del personal
de seguridad.
Guzmán,
en su condición de reo de alta peligrosidad, siempre era trasladado bajo la
vigilancia de cinco personas: dos custodios, un comandante de compañía, un
funcionario del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, así como un
representante de la dirección del órgano desconcentrado, prevención y
readaptación social de la Secretaría de Gobernación.
Para
todos los criminales de alta peligrosidad, el sistema penitenciario federal
establece medidas adicionales de vigilancia, como el pase doble de lista, observación
constante de movimientos a través del sistema de cámaras de seguridad,
grabación de conversaciones en visitas íntimas, familiares y de abogados, así
como registro puntual de las comunicaciones telefónicas o por correspondencia.
La
PGR estima que el centro de comando del Cefereso de Almoloya no estaba en
condiciones de perder de vista las actividades de “El Chapo”. Su último pase de
lista fue 20 minutos antes de las 18:00 horas, cuando frente a su celda, la
número 20, se presentaron tres funcionarios -uno del Cisen, otro de vigilancia
y custodia y un comandante de compañía- que dieron cuenta de la presencia
física del jefe del cártel del Pacifico.
Pese
al comunicado de la CNS, la PGR tiene elementos que dan cuenta de la presencia
de “El Chapo” en el interior su celda al filo de las 17:40 horas. Las únicas
razones por las que el narcotraficante pudo haber salido es el requerimiento
del servicio médico o la solicitud programada para realizar una llamada
telefónica familiar. Nunca para asistir al área de regaderas solo.
La
existencia de un túnel resulta inverosímil debido a que el protocolo de
seguridad de las cárceles federales obliga al personal de custodia a revisar
cada 15 minutos las áreas de uso común. Sumado a ello, ningún reo -menos los de
máxima peligrosidad- pueden permanecer solos en esos sitios.
ALMOLOYA, DE ‘CASI’ MÁXIMA SEGURIDAD
La
Cárcel Federa de Almoloya fue hasta el pasado sábado por la tarde una de las
más seguras de México. Ahora, al lado de la Cárcel Federal de Puente Grande, se
ha convertido en una de las prisiones federales que pierden el estatus de
cárceles de máxima seguridad. El culpable del hecho es el mismo hombre: Joaquín
Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo”.
Esta prisión, estigmatizada como una de las
más férreas de todo el país, a donde se enviaron a los reos más peligrosos de
México capturados en los últimos 20 años, es una de las obras más recodadas del
presidente Carlos Salinas de Gortari, cuando nació el sistema penitenciario
federal de Máxima Seguridad.
Fue
en noviembre de 1991 cuando la cárcel de Almoloya comenzó a recibir a los
primeros reos acusados de delitos graves. Inicialmente estaba proyectada para
albergar a 800 presos, pero la explosión delincuencial hizo que dentro esa
prisión se manifieste la sobrepoblación, llegando a tener a la fecha cerca de
mil 200 internos federales.
Hasta
el pasado sábado -por el estatus de máxima seguridad- la cárcel de Almoloya era
el destino de los reos que intentaban actos de insubordinación contra la
autoridad penitenciaria, tan así que era considerado un castigo ser enviado a
esa prisión luego de estar en otras cárceles federales, entre ellas la de
Puente Grande.
Con
su fuga, “El Chapo” Guzmán terminó con el mito de la cárcel inexpugnable y la
redujo al ridículo. Oficialmente hoy en la Secretaría de Gobernación, ya son
dos cárceles del complejo penitenciario federal que han perdido el nivel de
máxima seguridad, a causa del mismo hombre.
UN DOMINGO DIFERENTE
Ayer
no fue un domingo normal dentro de la cárcel federal de Almoloya. Tras la fuga
de “El Chapo” Guzmán, con la aplicación del código rojo que tendrá vigencia
durante las próximas 72 horas.
La
mayoría de los reos festejaron al interior de su celda la segunda fuga del
narcotraficante más poderoso de México. Supieron de la fuga solo por la
aplicación del código rojo, el que suspende toda actividad dentro de la cárcel,
incluyendo la de la alimentación, visitas familiares y de abogados.
Entre
los reos que supieron de la fuga de “El Chapo” desde el silencio de sus celdas
se encuentra Miguel Ángel Treviño Morales, “El Z-40”, exlíder de Los Zetas;
Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, exlíder de Caballeros Templarios; Óscar Omar Treviño Morales, “El Z-42”,
exlíder de Los Zetas y hermano de “El Z-40”, y Édgar Valdez Villarreal, “La
Barbie”, sicario del cártel de los hermanos Beltrán Leyva.
En
la cárcel federal de Almoloya, también está recluido Jesús Reyna García,
exgobernador de Michoacán, acusado de negociar con el cártel de Los Caballeros
Templarios; José Luis Abarca Velázquez, expresidente municipal de Iguala,
presunto responsable intelectual de la desaparición forzada de estudiantes de
Ayotzinapa, Guerrero; Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Padrino”, exlíder del
desaparecido Cártel de Guadalajara;
Teodoro García Simental, “El Teo”, el principal enemigo del cártel de
los Arellano Félix.
(REPORTE
INDIGO/ J. JESÚS LEMUS / Lunes 13 de julio de 2015)
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