Del
28 de junio al 6 de julio se realizó el Taller de Ciencia para Jóvenes, con 39
estudiantes de entre 15 y 19 años, en su mayoría mujeres, provenientes de
diversos estados de la República. “Los que vienen son realmente muchachos muy
especiales, todos con una gran iniciativa”, explica Luis Alberto Aguilar,
físico del Instituto de Astronomía y organizador del curso
Ensenada
es la ciudad mexicana que concentra la mayor cantidad de científicos entre su
población. Pero las cifras nacionales indican que solo 2 de cada 10 estudiantes
optan por una carrera científica y, en encuestas, el 78 por ciento de los
jóvenes responde abiertamente no tener interés por la ciencia.
Esto
es la consecuencia de un gobierno y una Iniciativa Privada que poco invierten
en la ciencia. Mientras Japón y otras naciones apoyan la investigación
científica con hasta el 2 o 3% de su Producto Interno Bruto, México apenas
destina el 0.40% del PIB.
De
cuatro investigadores de estas instituciones albergadas en Ensenada, nació la
iniciativa del Taller de Ciencia para Jóvenes, que desde hace 15 años reúne a
estudiantes de bachillerato de todo el país para que aprendan y convivan
durante una semana con los científicos. “Para que vean que la ciencia es para
todos, no necesitas ser genio ni loco”, explica Carlos Román, investigador del
Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y
uno de los organizadores del proyecto.
“Desgraciadamente
mucha gente piensa que la ciencia es ‘algo’ que aparece en Discovery Channel y
que hace alguien que tiene una piel extranjera… Pero también hacemos ciencia en
México, y esa ciencia se preocupa por problemas de relevancia nacional”, apunta
por su parte Luis Alberto Aguilar, físico del Instituto de Astronomía y también organizador.
Cada
año responden a la convocatoria alrededor de 400 jóvenes, pero por cuestiones
de presupuesto y el interés de brindarles una atención más personalizada,
solamente se seleccionan a 40 de ellos para que, durante una semana y con todos
los gastos pagados, tomen talleres y prácticas de laboratorio en las
instalaciones del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de
Ensenada (CICESE) y UNAM, así como una visita al Observatorio Astronómico en la
Sierra de San Pedro Mártir.
Entre
los principales requisitos que se les pide, está un breve ensayo donde el
aspirante expliqué qué es y qué espera de la ciencia en nuestro país. “Los que
vienen son realmente muchachos muy especiales, todos con una gran iniciativa,
han arrancado clubes de ajedrez, de astronomía, clubes de matemáticas en sus
preparatorias, han participado en olimpiadas a nivel estatal e inclusive nacional”,
refiere el investigador Aguilar.
Del
28 de junio al 6 de julio, el Taller de Ciencia para Jóvenes 2015 albergó a 39
estudiantes de entre 15 y 19 años -el 73% de ellos, mujeres-, de entidades como
Veracruz, Colima, Guerrero, Puebla, Nayarit, Sinaloa, Morelos, Yucatán,
Querétaro, Michoacán, Nuevo León, Guanajuato, Estado de México, Baja California
y Baja California Sur. Durante cuatro días, los talleristas tomaron clases por
la mañana en materias como Física, Química, Matemáticas y Biología. Por las tardes
se les impartieron talleres muy prácticos donde pudieron escoger entre 12
diferentes ramas de la ciencia.
Los
tres días restantes, los jóvenes fueron a un campamento a la Sierra de San
Pedro Mártir, donde participaron en los trabajos que desarrolla el
Observatorio, y a la playa de Eréndira, donde aprendieron sobre ecología,
oceanografía y geología de esta zona; todo de forma muy práctica. “Preguntan de
todo, les gusta saber cómo se hicieron las observaciones, qué investigaciones
se llevan aquí, quién hace los programas de las computadoras”, refiere el
astrónomo Carlos Román.
Los
investigadores involucrados en este proyecto lo hacen de forma voluntaria,
además, no se limitan a ser los maestros de los becarios, sino también a
atenderlos, cocinarles, comer con ellos, trasladarlos: “Como son muchachos
excepcionales, también buscamos maestros excepcionales, los mejores, no solo
porque son excelentes en su campo, sino que además tienen un gran gusto por dar
clases y motivar a los muchachos”.
Pese
a que no hay los recursos económicos ni humanos para darle seguimiento puntual
a los frutos que el Taller de Ciencia para Jóvenes ha dado a lo largo de 15
años respecto a la cantidad de estudiantes que se decidieron por la ciencia
después de participar en este programa, varios de los actualmente beneficiados
manifestaron a ZETA que después de este curso se decidieron o confirmaron su
vocación por la ciencia.
Los
maestros del taller también refieren de forma anecdótica casos como los de una
chica ya aceptada para estudiar Medicina en la Universidad de Querétaro que
optó por “estudiar una cosa que se llama Oceanología, allá en un lugar perdido
en el norte de la República”, y quien ahora estudia un posgrado en San Diego; u
otra adolescente que llegó al taller y terminó con doctorado en Suiza y ahora
cursa un posdoctorado en Londres.
“Si
quieres sacar a este país de la crisis en corto plazo, no hay vuelta de hoja,
tienes que apostarle a la educación. La verdadera riqueza de un país no es su
petróleo, su plata o litorales; es su población, pero una población educada,
pensante. La base de una democracia no son los votos”, expone Luis Alberto
Aguilar.
“El interés de los jóvenes por la ciencia es
altísimo, lo que necesitamos es que nuestro sistema educativo mejore la
enseñanza de la ciencia desde los niveles básicos, nuestros maestros son los
que podrían recibir una mejor preparación, deberíamos añadir un taller de
ciencias para profesores…”, propone por su parte el astrónomo Román.
En
contraparte, valora el hecho que en México se invierte mucho para la
investigación científica y que en ese sentido es una profesión bien pagada: “No
es frustrante estudiar ciencia”.
(SEMANARIO
ZETA/ REPORTAJEZ/ Juan Carlos Domínguez / 13 de Julio del 2015 a las 12:00:59)
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