MÉXICO, D.F. (Proceso).- El
sábado 21 de mayo de 2011, el general de división Jorge Juárez Loera,
quien apenas unos días atrás se había retirado del Ejército, emprendió
camino a su casa de Ciudad Satélite. Iba en su auto Mini Cooper color plata. Sin que se percatara, un Jetta blanco lo seguía desde que salió del fraccionamiento Jardines de Santa Mónica, en el Estado de México.
Los dos ocupantes del vehículo Volkswagen lo alcanzaron sobre el
bulevar Manuel Ávila Camacho, a la altura de Plaza Satélite. Fingieron
un percance al pegarle por detrás. El general se orilló en la
incorporación a Circuito del Parque, ya cerca de su casa. Bajó a
reclamarles y los hombres del Jetta se disculparon. Le dijeron que revisara qué le había pasado al coche. Ellos pagarían los daños.
El tercero al mando del Ejército durante un tramo del sexenio pasado, que enfrentó a Los Zetas en su bastión de Coahuila, se dirigió a la parte trasera del Mini Cooper
para ver si abría la cajuela. Cuando se agachaba, uno de los hombres le
disparó en la nuca. El general murió en el acto. La bala siguió su
trayectoria, y atravesó hasta el asiento del conductor.
Arturo Ramírez Lora y Erick Édgar Hernández Ascencio habían cumplido
su parte. Les pagaron 20 mil pesos. Desconocían que sus contratantes,
Antonio Martínez Torrijos e Isaías Aarón García Estrada, un cobrador de
cuentas en la zona de Nicolás Romero, se habían quedado con medio millón
de pesos, 250 mil cada uno, según las acusaciones.
El plan de la ejecución había salido del propio entorno del Ejército.
Los cuatro habían sido contactados por Luz del Carmen Solares de la
Rosa, hija de un exmilitar contratista de la Secretaría de la Defensa
Nacional (Sedena), en cuyas empresas está asociado con otros generales
retirados.
Según la acusación, fue ella quien pagó para asesinar al divisionario
en medio de una disputa por una millonaria comisión, resultado de un
contrato de uniformes deportivos con la Sedena. A todos los
involucrados, incluida Solares de la Rosa, los detuvieron en el curso de
un año.
De los cinco implicados, los dos autores materiales siguen en la
cárcel, pero sólo Hernández Ascencio ha sido sentenciado a 29 años de
prisión. A Ramírez Lora, apenas el pasado 12 de febrero, la Primera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación le negó un amparo con el
que pretendía no ser vinculado al proceso.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 1947, ya en circulación)
/ 23 de febrero de 2014)
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