lunes, 24 de febrero de 2014

DE "EL CHAPO" A ZULEMA: "CUANDO YO ME VAYA...."

Zulema Hernández, una de las amantes de El Chapo. Foto: Especial
El nombre de Zulema Hernández salió a la luz pública gracias a la serie de entrevistas que Julio Scherer García hizo con presos célebres y que publicó en su libro Máxima Seguridad. Almoloya y Puente Grande, editado en 2001. Siete años después, el miércoles 17 de diciembre, el cadáver de la que fue amante del Chapo Guzmán apareció, encajuelado, en un municipio del Estado de México. Apenas una semana más tarde, otra mujer pasó a ser noticia por su relación con los capos de la droga: Laura Zúñiga Huízar, quien en septiembre pasado fue coronada reina de belleza de Sinaloa, fue detenida en Guadalajara junto con Orlando García, hermano de El Doctor, operador del cártel de Juárez. Reproducimos a continuación fragmentos del capítulo “Zulema”, del libro citado arriba. (SC) 

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Su madre, alcohólica, prostituta, le gritaba a Zulema, niña aún: “ni para puta sirves”.

A los trece años, la jovencita ponía candados y negaba a su madre el acceso a la casa.

“Llegaba a la madrugada con su parvada de cuervos, seguramente cogida, obscena. Yo me protegía y protegía a mi hermanito.”

–¡Abre, cabrona!

–¡Lárgate!

Se enfrentaban.

–Te voy a madrear.

–Te devuelvo los madrazos.

–Atrévete.

–Órale.

Para que aprendiera, la madre sacó a Zulema de la escuela y la entregó a Drogadictos Anónimos, obligada al internado por un mínimo de tres meses.

Permaneció interna el plazo completo. Una vez cumplido, se negó a salir a un hogar sin padres ni hermanos ni amores. David Cervantes, el jerarca, que así se denomina al principal del Centro en Villa de Cortés, la aceptó seis meses más.

–En ese tiempo supe de la droga y de las armas, cómo se cocina la cocaína y cómo se manejan las pistolas. Vi de cerca la prostitución, que aborrecí. Jamás sería puta. Nadie me creía virgen y como a una virgen me trataban y virgen era. El Centro me dejó cosas buenas como ésas, así como mi casa me dejó cosas malas, todas, salvo mi hermanito, que es también mi hijo, como mi Brandon.

–¿Por qué el nombre de Brandon?

–No sé.

–¿Cómo que no sabes?

–Sólo sé de siete letras juntas que me parecen hermosas.

De frente a la grabadora sigue Zulema, inevitables los soliloquios, los silencios:

–Yo era buena estudiante. Tengo mis calificaciones, mis diplomas. Fui becada el cuarto, el quinto y el sexto año de primaria en la escuela “Lucas Ortiz Benito”. Me nombraron sargento, la importante de la escolta que rinde honores a la bandera, la jefa. Mi aprovechamiento fue de 8.5 y mi entusiasmo era de 10. Mira, te enseño el folio –número 10253433, expedido el 8 de diciembre del 2000 por la delegación jalisciense del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos–. Guardo también, aquí la traigo, la constancia de Actividades Educativas del Centro de Readaptación Social Número 2. Me enorgullece. Reconoce mi esfuerzo en las tareas académicas, deportivas, artísticas y de consultas bibliográficas durante el año 2000.

–¿Y después, Zulema?

–Todo se fue a la mierda.

Zulema extravía el lenguaje cuando habla de su madre. El rencor la perfora. La última visita de doña Salomé a Puente Grande terminó de mala manera, Brandon entre dos mujeres que se lastimaban. Había llegado el niño con el ánimo de jugar a lo que fuera. Salió del penal entre lágrimas.

La señora se presentó encendida al encuentro con su hija. La revisión de sus prendas y de su cuerpo había ido más allá de lo debido y la avería de una de las puertas electrónicas la había demorado media hora.

–Llegó del peor humor. Es una cabrona –dice Zulema.

–Es tu madre.

–Hija de la chingada.

Yo no sé qué decir, Zulema sí:

–No miento y no quiero que me creas porque digo lo que digo, así nomás. Ve a verla. Te doy la dirección, allá por La Villa, cerca del Reclusorio Norte. Mi hijo la ve tomar y me dice que bebe jugo de uva echado a perder. El otro día llamé por teléfono, que me cuesta y está restringido a diez minutos dos veces por semana, y apenas si la oía, su radio a todo volumen. Bájale, bájale, le gritaba. No me hacía caso. Me comuniqué con Brandon. “¿Está tomada, hijo?”. 

“No”, me dijo, “es el jugo de uva descompuesto”.


Visité a la señora en la Unidad Arbolillo, Retorno Tenayuca 26 bis.

Conversamos:

–Nunca le dije “ni para puta sirves”. Así le decían algunos, yo no. Sí me cerraba la puerta de la casa, me dejaba afuera y a veces la madreaba, tenía que hacerlo. No la mandé a Drogadictos Anónimos. No sé de dónde saca eso.

Salomé Hernández fue pervertida sin que las primeras manos supieran de su cuerpo. Ella debía entretener el cuerpo ajeno y violentarlo. Batallaba sin saber qué era eso que hacía. Tiempo después fue violada. Menuda y bonita, ahí están las fotos en la vivienda humilde, aprendió a bailar y bailó muy bien. Los zapatos eran su prenda, antes que el vestido y aun la ropa interior. Bailaba tango como nadie y bailaba todo lo demás como muy pocos. Su vida se fue en las pistas, en la borrachera, en los amantes fortuitos y uno que otro duradero.

–Pero mire, señor Scherer, eso sí le digo: mi hija es cabrona y le gusta mentir.

***

–¿Viste a mi madre?

–Me diste la dirección, ¿no?

–¿Y…?

Le cuento, me cuenta. Un borbotón:

–Ella te habló de su violación psicológica y su violación física, pero nada te dijo de lo que pasó conmigo. No te dijo que se caía de borracha en las escaleras y no pudo subir a ayudarme. Tampoco te dijo que me ponía a servirle cubas a sus amigos. No te dijo cómo me golpeaba, cómo me rebotaban las pinches cucharas en la espalda, cómo me dejaba sangrando. No te dijo cómo me cortó el cabello para mandarme a la escuela, ni te dijo cómo me mandaba con los uniformes asquerosos, cómo me trataba de puta y me arrastraba de la entrada de la unidad hasta la casa, de las puras greñas y a patadas. No te dijo que me sacaba a las dos o tres de la mañana para dormirme con el pinche perro. No te dijo que, puerca hasta las manitas, me hacía tragar del plato del perro. Jamás va a decir algo de esto. Jamás y mil veces te lo va a negar, así un mundo le esté diciendo que esto fue así, tal día, tal fecha, tal hora. Ella te va a decir que no es cierto, que están locos, hijos de quién sabe qué, de su puta madre.

–¿Por qué la ves?

–Brandon vive con ella.

Zulema lleva a los párpados sus dedos de uñas bien cortadas. Llora, poquito.

–He pensado mucho que si mi madre llegara a faltar para mí, sería un descanso. Perdóname, pero es la verdad. Sería un descanso para mí, para mi hermano, para mi hijo, sería un descanso para todos. Porque es una mujer enferma, una mujer que está enferma. ¿No te dijo que vivía con “El Tostón”?

–¿Con quién?

– “El Tostón”, con el que yo me había balaceado, el que asaltó a su hermano, mi tío. ¿No te dijo que se lo llevó para revolcarse en su cama?

***

–Cuéntame del “Chapo”.

–Acabábamos de hacer el amor, me abrazó y me dijo: “Cuando yo me vaya vas a estar mejor; te voy a apoyar en todo. Ya le di instrucciones al abogado”. Inclusive tienes una carta en que así me lo dice. Me dijo también que si él necesitaba un abogado, en cualquier lado donde estuviera, lo iba a tener. Yo le dije que siempre se habían arreglado los problemas en los juzgados. Él me dijo que no, que no era esa exactamente la forma en que se iba a ir. No pregunté más.

“Después nos volvimos a ver y me dijo que ya se iba a hacer. Él me decía: ‘Tranquila, no va a pasar nada, todo está bien’.

“Me hizo muchas confidencias. Tú sabes que Ofelia lo conoce (Ofelia Fonseca, la hija de ‘Don Neto’), y nosotras hemos platicado. Ella me dice que yo tuve acceso a él. Yo creo que sí, que entre Joaquín y yo había mucha identificación, porque yo estaba en el mismo lugar que él estaba. O sea, aparte de ser mujer yo estaba viviendo la misma pena que él. Yo sé de este caminar de lado a lado en una celda. Yo sé de este esperar despierta, yo sé de este insomnio, yo sé de este fumarte, querer quemarte el sexo, quererte quemar las manos, la boca, fumarte el alma, fumarte el tiempo. Yo sé lo que estos rincones hablan, lo sé. Y él sabía que yo lo sabía. Muchas ocasiones llegaba de malas, muchas ocasiones no tuvimos ni relaciones, pero él quería sentirme cerca. Él me quería desnuda, sentirme con su cuerpo. No teníamos sexo, pero estábamos juntos. 

Y yo le entendía y sabía que tenía ganas de llorar. Sabía que estaba hasta la madre de esta cárcel, a pesar de que tuviera lo que tuviera.

“Sabía que si escapaba estaba expuesto a que lo mataran. Él sabe que en este negocio se está expuesto a perder a toda la familia. Y sabe a lo que se iba a enfrentar. No es tan fácil decir yo me voy a fregar y ya. Porque es toda la vida huyendo, es toda la vida escondiéndote, es toda la vida despierto. Yo sé que había muchas voces en su silencio.

“Me platicaba de su infancia, me decía que había sido muy pobre. Yo supe que las cartas que él me mandaba no las escribía, pero sí sabía que las autorizaba, que decía lo que quería decir con esas palabras. Él ordenaba a su amanuense: ‘Dile que la extraño mucho’, y ya el otro aventaba de su inspiración. Cuando me platicaba de su infancia, él quedaba como suspendido en la pared, como si fuera algo que quisiera olvidar y a la vez lo tuviera preso en cada momento de su vida.

“Es un pavor regresar a la pobreza. El mismo pavor que él sintió lo siento yo. Ése era un hilo de comprensión entre nosotros. Yo también fui pobre, padecí mucho y padezco hasta la fecha una madre insoportable. Él padeció el yugo de un padre, el abandono del padre, el que lo corriera de su casa y lo mandara a trabajar con el abuelo, a las tierras, de día y de noche. Él lo vivió y cómo lo superó, cómo tuvo que superarse, cómo tuvo que llegar a ser un hombre como el que es y todo el imperio que hizo.”

***

La misiva del 5 de agosto del 2000:

¡Hola cariño mío! Te hago llegar esta carta con mucho ánimo y bastante gusto, quizás no con las mejores noticias que yo te quisiera dar, respecto de poder vernos en éstos días o referente a tu traslado, pero sí lo hago mi amor para decirte todo lo que te amo y lo mucho que te extraño y cuánto desearía poder hablar y estar contigo para ser tan feliz como lo he sido esos cortos ratitos que he podido gozar y hacer completamente mía.

Corazón, por más que he buscado la forma de poder verte y que ya me habían prometido que sí se podría resultó que siempre no, tú sabes pues, que desde lo del comentario aquél y luego por detalles insignificantes de locutorios, los del Centro de Control han andado con la duda y te traen vigilancia especial aunque aparentemente en ocasiones no se nota. A mí me han traído con que ya mero y ahora sí para la próxima guardia podrás verla, y ya ves seguimos esperando. Pero mi amor espero y tengo fe que la semana entrante sí ya pueda ser de verdad. Pasando a otro tema cariño, sé que el abogado te tiene informada de que ha obstaculizado por el momento el traslado pero que sólo es cosa de un tiempecito, así que por favor sigue confiando y teniendo esperanzas. Aunque tarde unos días más el traslado lo que a mí realmente me importa más y muy a fondo es resolverte el asunto de la libertad y estoy seguro que será para fin de año. Preciosa este gobierno ya se va y se van a poder arreglar muchas cosas en asuntos no tan sencillos como el tuyo, pero que tampoco no es de lo más complicado. Todo es cosa de $ y como quiera en tratándose de eso yo por tu salida no voy a escatimar ni esfuerzos ni gastos.

Oye amor el favor que me pidieron para lo del arresto de Lulú yo lo hice porque tú me lo pediste así que ella te lo debe a ti mi amor.

Cariño en estos días mi único consuelo es pensar y pensar mucho en ti y en lo que un día espero sea mi vida a tu lado. JGL.

***

17 de agosto del 2000:

¡Hola amor! ¿Cómo estás? Yo aquí pensando en ti a cada momento. Hubiera querido que esta carta ya pudiera llevar la noticia del día en que nos podamos ver, pero desgraciadamente nada es seguro, aunque me prometen que ahora sí ya la semana entrante se va hacer, nosotros lo único que podemos hacer es esperar que ojalá y sea cierto, porque la verdad yo ya estoy muy desesperado, pero lo que me han dicho es que no disminuía la vigilancia sobre tu persona, pero me acaban de decir que al parecer a partir del fin de semana en adelante las cosas van a cambiar, por eso de inmediato me puse hacerte esta cartita, para comentarte ese detalle y además decirte cuánto te quiero y cuánto te amo mi Zulema preciosa y adorada. En la carta anterior te decía que pronto nos veríamos y te lo comentaba porque eso es lo que a mí me dicen, pero luego resulta que me avisan que todavía no y bueno hay que ser prudentes y no ir a cometer un error que entorpezca en que nos podamos ver aunque sea a escondidillas de vez en cuando, pues como dice el dicho cariño “más vale paso que dure y no trote que canse”. JGL.

***

28 de noviembre del 2000:

¡Hola corazón! …No sabes cómo he hecho la lucha por entrevistarme contigo pero te tienen demasiado vigilada, hasta llego a pensar que de alguna manera se enteraron o le hicieron saber al nuevo director y aunque en partes como que quiere jalar y en otras de plano nomás me trae a que más adelantito y de ahí no pasa.

Amor se acercan ya las fiestas navideñas y nada me haría más feliz que estar cerca de tu persona, de tu piel y de tus labios, pero todo es incierto y aunque no quito el dedo del renglón en verte no quiero prometerte ya que sería tal día porque luego me quedan mal.

Me despido enviándote todo mi más grande sentimiento que puede sentir el hombre por una mujer que ama. De pronto puede haber una excelente sorpresa. Te amo. JGL.

Texto publicado originalmente en el libro de Julio Scherer García Máxima seguridad. Almoloya y Puente Grande (Nuevo Siglo/Aguilar, 2001) y publicado también en la edición 1678 de la revista Proceso.

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