La madrugada del jueves pasado, un grupo de elementos de la Armada de
México ingresó a la privada residencial Las Moras, ubicada en las
inmediaciones del Congreso del Estado. Decenas de Marinos arribaron al
lugar a eso de las cuatro de la mañana, forzaron la pluma de control y
se desplegaron por el único circuito vial que hay. Solo dos de las casas
fueron cateadas. Una se encuentra sola, sin muebles y sin moradores y
en la otra vive un matrimonio joven. Fue más el susto de los inquilinos,
que escucharon el estruendo de los golpes a las puertas como si dos
autos hubieran chocado.
No es la primera vez que viviendas de ese fraccionamiento son
cateadas. Hace tres años elementos de la Policía Federal ingresaron
luego de que fue detenido en el hotel Tres Ríos el narcotraficante
michoacano Manuel Fernández Valencia, el Animal, a quien se le sigue en los Estados Unidos un proceso por tráfico de drogas.
La penetración de narcotraficantes y sicarios en los fraccionamientos
privados no es exclusiva de Las Moras. Estas privadas se inventaron
buscando seguridad y la gente terminó encerrada junto al enemigo. El
primer residencial amurallado fue Los Álamos, creado por la familia
Coppel con pretensiones de seguridad frente a la violencia, pero también
ofreciendo un paraíso aislado de la “chusma”. La privada tuvo éxito
hasta que la seguridad detrás de esas murallas fue buscada también por
los narcotraficantes a través de prestanombres, algunos conocidísimos
hombres de empresa que lo mismo han terminado exiliados que muertos a
tiros en medio del estupor de los adinerados, quienes terminan agachando
la cabeza ante una realidad que solo se comenta en los hipócritas
corrillos de sus clubes.
Uno de los casos más conocidos de la penetración del crimen en esas
“privadas” fue el de Jesús Guadalupe Vizcarra Calderón, quien había
fincado desde joven una relación “gremial” con Ismael Zambada García, el
Mayo y hasta se le atribuye un compadrazgo derivado de que el capo le bautizó a su primogénito.
Lo cierto es que el dinero de Vizcarra no tenía el mismo “perfume”
que el de los Coppel y su ingreso a Los Álamos le fue negado una y otra
vez, hasta que el excandidato a gobernador se coló a los círculos más
altos del sector ganadero y terminó por ser un personaje con el que
pocos quisieron estar mal. Jesús Vizcarra terminó con una finca en Los
Álamos pero no solo eso, sino que, además, integró a los Coppel —de
forma honorífica— al consejo de administración de su empresa ganadera.
Pero el afán exclusivista de los Coppel no terminaría en Los Álamos
y, aprovechando las modificaciones salinistas al artículo 27, fueron a
buscar suerte en tierras ejidales ubicadas al sur de la ciudad, lo cual
terminó, en medio de pleitos en los tribunales agrarios, despojos,
argucias legales y hasta crímenes de líderes ejidales, en lo que ahora
se conoce como La Primavera, un complejo residencial lo más parecido a
una ciudad satélite que pretendió su propio sistema de vida y comercial,
restaurantes, colegios y, sobre todo, seguridad. Por lo menos eso se
pretendió vender. Ah, y exclusividad. Antes de ingresar al “selecto”
club de condóminos, había que demostrar que se tenía una forma de vida
“bien”.
Pero no pasó mucho tiempo para que ocurriera lo mismo que en los
Álamos. Primero llegaron toda clase de políticos arribistas,
empresarios, líderes sindicales enriquecidos con el sudor de obreros y
maestros… luego arribaron los narcos. Por todos lados, de mil formas. En
2009, por ejemplo, en las instalaciones de la Casa del Lago de ese
complejo, fueron impartidos cursos para policías privados, escoltas de
empresarios, ganaderos y agricultores. Entre los alumnos se integraron
ocho elementos activos del grupo delictivo conocido como Los Ántrax, entre ellos su líder, José Rodrigo Aréchiga Gamboa, el Chino Ántrax, ahora preso en Holanda. Se registraron como policías y se graduaron en técnicas de defensa personal israelíes.
Le gustó el lugar al muchacho, porque sus incursiones al complejo de
los Coppel fueron continuas, a través de amigos o con eventos
organizados por él y para ellos. En diciembre de 2012, por ejemplo, en
La Primavera fue organizada la posada de Los Ántrax. Ahí estuvieron todos los amigos del Chino,
hombres y mujeres con los grupos musicales de siempre, entre güisquis y
champán, sin que nadie los molestara. Seguridad había, para eso y para
más.
Bola y cadena
EN TODOS ESTOS AÑOS pocos operativos de las Fuerzas Armadas se han
realizado en complejos de este nivel. En Los Álamos ha incursionado el
Ejército en una o dos ocasiones y nunca se sabe a ciencia cierta a quién
buscan o qué. Entonces tampoco sabemos si hay túneles que desemboquen
en el dique o en el Canal Rosales, lo cual sería una extravagancia
imperdonable para un burgués.
Sentido contrario
TENÍA QUE SER LA ARMADA DE MÉXICO la punta de lanza de esta embestida
contra el narcotráfico que se está dando en Culiacán, donde los
gatilleros de la mafia andan tan sueltos que hasta habían inventado el
deporte de matar recolectores de botes e indigentes, solo por el gusto
desquiciado de jalar el gatillo. Qué paradoja, que ahora que llega la
Marina, no se ha disparado un solo tiro de ninguno de los dos lados. Y
la pregunta sigue siendo. ¿Qué ha estado haciendo entonces el Ejército
Mexicano todos estos años?
Humo negro
Y EN ESTAS CONDICIONES lo más probable es que el general Moisés Melo
García prefiera seguir descansando a pesar de que ya se había anunciado
por el gobernador, con la emoción al borde del llanto, que se integraría
al gabinete. Plop.
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