martes, 4 de febrero de 2014

LOS HUIPAS ( V PARTE )



A lo largo de las décadas de los cuarentas y los cincuentas, la psicosis moral, religiosa y ética inundó el ambiente de díceres, comentarios e informaciones, llenos de morbosidad perversa, matizadas por las negras sombras de Satanás, que por todos los entornos la gente parecía observar, como un preludio del incierto porvenir que les esperaba; por ello, a la entrada de los cincuentas, 

en la Loma del Etchoropo se aceleró la construcción del templo y las comunidades indígenas ofrecieron todo tipo de promesas: fariseos, matachines, velaciones y peregrinaciones a Etchojoa para invocar al Espíritu Santo, el divino poder para que los limpiara de las penas que el pecado les podía causar, corrían las consejas.

Esto es, en tanto las autoridades municipales y del Estado, endurecían acciones y profundizaban las investigaciones, a fin de esclarecer los horrendos hechos que habían puesto en entredicho el poder político del Estado y los caciques regionales, en cuyo propósito, determinante fueron las valientes pesquisas del entonces comisario de la excolonia Moroncárit, don Tomás Ruiz, que conocedor del dialecto mayo, costumbres y tradiciones de los indios, fue de gran utilidad para la cordada – entonces la policía rural -,que resguardaba a las comunidades, para esclarecer los cruentos crímenes, detalles que se observarían en las autopsias practicadas por los médicos forenses, ahí en las mismas casas de adobe donde vivían y tenían enterradas a las víctimas, como lo describe a detalle, el autor de esta crónica histórica, el licenciado José Luis Laguna, a continuación.

La vida secreta de los Huipas

(Quinta Parte) (Opinión de los médicos legistas)

José Luis Laguna Duarte
El 13 de abril de 1950 las autoridades ordenaron designar como peritos médicos legistas a los ciudadanos doctores Víctor Manuel Romo Ruiz y Juan José Vázquez Romo, con el objeto de que se practicara la autopsia de ley a quien en vida se llamó Vicente Buitimea y determinar así las causas de su muerte y que fue el último que asesinaron los Huipas. En este entonces el presidente municipal era Antonio Toledo y J. Muñoz Fernández, secretario; el comandante de la Policía Municipal era Eligio (Lico) Matus Navarro, (quien posteriormente fue asesinado a balazos en una cantina céntrica de la ciudad); Francisco Palomares Puente, jefe de la Policía Judicial supernumeraria, el cabo de Policía urbana era Emilio Morales y Vicente Ruíz Borbón, comisario de policía de Moroncárit y captor de los Huipas.

Los resultados fueron los siguientes: Persona masculina de edad de 25 años, 1.70 metros de estatura, compleción robusta, moreno, pelo negro y lacio, etc… .Presentó varias contusiones en el cráneo. 

El miembro viril cortado junto con una gran zona de piel, pues el corte inicia abajo del ombligo dirigiéndose lateralmente hacia abajo por ambos lados hasta las espinas iliacas, y luego hacia abajo sobre las caras anteriores e internas de los muslos, y llega dicho corte hasta la margen del ano, donde se reúne un corte con otro. 

Al llegar al pene, este fue succionado, llevándose en el corte los testículos y pene, todo en un bloque, y fueron puestos de manera extendida, sobre una tapadera circular de jaba de chícharo, claveteada y bien fijados los órganos sexuales disecados. 

Al pene le introdujeron en su interior un palo de forma cilíndrica como de veinte centímetros de largo, de tal forma que Al ser colocado y fijado en la tapadera de la canasta chicharera, daba el aspecto de que estaba en erección, constituyendo una completa disección y confección. 

Se concluyó la autopsia estableciendo que Vicente Buitimea primero fue brutalmente golpeado y muerto sin ninguna defensa, mutilado de los órganos sexuales. Murió debido a las contusiones en el cráneo y de la mutilación.

Después de la práctica de la autopsia, se ordenó una investigación minuciosa en la casa habitación de Eusebio Yocupicio considerado el más asesino y depravado del grupo, y debido a que Vicente Ruiz Borbón como autoridad de toda esa porción del Municipio, comentó a las autoridades que era necesaria una investigación más profunda en el pueblo del Bacapaco y en las casa de este individuo, ya que tenía quejas de otras familias por la desaparición de un muchacho de solo 14 años y otro llamado Lorenzo Valenzuela Bamayoa, visionando que era muy probable que hayan corrido con la misma suerte que Vicente Buitimea. 

Así es como se descubrieron todos los hechos aquí narrados y esas fotos que hemos publicado son originales de esos momentos, en las cuales se observaron los tumultos de pobladores que querían enterarse de todos los detalles de este asunto que trascendió a través del tiempo.

Al inspeccionarse la casita de adobe de Eusebio se encontraron todos los objetos utilizados para asesinar a sus víctimas y las navajas con los que hicieron los cortes en los proceso de castración y disección de las partes sexuales de esos pobres indígenas victimados. Encontraron también desde luego los cadáveres de los asesinados y sus pertenencias. 

En las paredes encontraron sus partes sexuales disecadas fijadas como si fueran trofeos, así como también las bolsas de cuero humano disecado conteniendo todavía sus vellos púbicos, lo cual dejó estupefactos a las autoridades, significando esto la verdadera locura, la depravación y la inmoralidad en la que cayeron estos personajes, quienes fueron inmediatamente apresados y sometidos a un verdadero interrogatorio hasta que se estableció toda la verdad y fueron consignados por Pascual López Quijada juez local de Primera Instancia a la “Pena de Muerte” sin ninguna consideración, decisión que fue confirmada por el Supremo Tribunal de Justicia del Estado.

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Los cuatro indígenas mayos denominados los Huipas fueron trasladados a la antigua Penitenciaria de Hermosillo para entregarlos al ejército para su ejecución. 

Las ejecuciones por pena de muerte obviamente seguían un orden, y los Huipas ya tenían su fecha marcada, para de esa forma pagar con su muerte los daños cometidos en su región. 

Los Huipas corrieron con suerte, pues la última ejecución en el paredón fue el 18 de junio de 1957 de un señor llamado Juan Zamarripa por violación de una niña y del señor Francisco Ruiz Corrales, quien había estrangulado a una niña llamada Margarita, de solo siete años de edad, y que había sido tirada en lo que hoy es el Hollyday Inn y el Hotel Valle Grande en la ciudad de Hermosillo, sujetos consignados por el Juez Roberto Reynoso Dávila. 
 
Después de esta ejecución seguían los Huipas, y las familias dolidas por lo que hicieron esperaban con ansias esta ejecución, incluso todos los pobladores del sur de Sonora también esperaban se hiciera justicia. 

Pero cuál sería la sorpresa, pues el Gobierno Federal promueve la cancelación de la pena de muerte en el país, y de esa forma se cambia la Constitución y los Huipas se salvan de la pena de muerte, y en cambio fueron consignados a 30 años de prisión. 

Las autoridades consideraron a Eusebio y a Basilio como los más depravados y fueron a dar los sótanos de la penitenciaria, donde murieron afectados, ciegos y violados por otros presos de su misma calaña.

 Leonardo y Adelaido cumplieron las tres cuartas partes de su condena y fueron trasladados al CERESO de Huatabampo, donde pronto obtuvieron su libertad por compulsión de pena y porque mostraron una actitud siempre tendiente a reintegrarse a la sociedad libres ya del problema que los llevó a la cárcel. Fueron liberados cargando una edad ya de los casi sesenta años, abatidos por el encierro y los estragos de la cárcel. 

Duraron libres algunos años, casi una década, se portaron más o menos bien, pues seguían practicando la magia negra y viviendo en sus lugares de origen. Dicen que murieron casi el mismo día, demostrando con ello, que el destino siempre los mantuvo unidos hasta la muerte.

(El próximo número será el último, donde retomaremos cosas interesantes que para dar un cierre magistral de nuestra investigación).

(DIARIO DEL YAQUI/ Bernardino Galaviz/ Lunes, 03 Febrero 2014 21:51)

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