Sabinas, Coah.- Eran las doce y media del mediodía y una familia despedía en el panteón entre llanto y dolor a un muchacho de quince años, que fue privado de la vida a navajazos en una riña en la que participó. Algunos de ellos llegaron desde otras ciudades para despedir a Cornelio Torres, que fue ultimado el pasado martes por la madrugada y entre ellos estaban algunos hermanos del occiso que tenían cuentas pendientes con la ley de Sabinas.
Respetuosas las autoridades de no interferir en el velorio y posterior
sepelio del cuerpo de Cornelio, permitieron que estos fugitivos de la
ley acompañaron a sus demás familiares en darle el último adiós a su ser
querido, pero no podrían seguir huyendo de la justicia y por eso
montaron un operativo especial afuera del panteón Santiago Apóstol para
detenerlos y presentarlos ante el juez penal por los delitos de robo que
tenía pendientes por responder.
Parecía que sólo se trataba de una remisión más sin muchos problemas para los agentes de la Policía Estatal Investigadora, sin embargo, la unión familiar de los Valle provocó que los oficiales entraran en problemas para detener a Cristian Paola, César Daniel Valdez y por supuesto a Antonio Valle Torres.
Entre empujones y gritos los Valle trataron de impedir que arrestaran a sus parientes, pero la fuerza policial parecía en ese momento controlar la situación y calmar a los rijosos.
Cristian Paola Valle y su esposo César Daniel Valdez fueron detenidos sin problemas y se les trasladó de inmediato a la comandancia de la Policía Investigadora. Pero en el caso de Antonio Valle fue muy distinto y es que el individuo saltó de la patrulla en movimiento aún y con las esposas sobre sus manos y comenzó a correr por las calles de la colonia Centenario, en su afán de perderse de las autoridades.
El colmo para los investigadores fue que no revisaron bien a Antonio Valle, y éste sacó de entre su ropa un arma de fuego de calibre corto que usó para disparar a los investigadores que lo seguían, desatando así una balacera y persecución que se prolongó por tres colonias en un espacio de más de
tres horas.
Antonio Valle saltó a los patios de varias viviendas en la colonia Centenario y así continuó hasta llegar a las vías del ferrocarril que dividen la colonia Sarabia de la Centenario. Por esa zona Antonio siguió en su huida y no le importó introducirse a las viviendas con el fin de perder a los policías.
Pasaban los minutos y no se tenían avistamientos de Valle Torres, por lo que la Procuraduría de Justicia y la Policía Preventiva comenzaron a revisar casa por casa, hasta dar con su paradero.
En esas revisiones y como se sentía acorralado, Valle Torres aparecía y continuaba corriendo pese a que sólo traía un tenis, porque el otro lo perdió en su huida en la colonia Centenario.
Fue en la calle Simón Bolívar esquina con Chapultepec de la colonia Jorge B. Cuéllar, en donde los agentes estatales investigadores se toparon de frente con
Antonio Valle.
“Detente. Detente o disparo”. gritaba el comandante de la Policía Investigadora, Ricardo Hernández Elizalde. Seguido al grito, se silenció todo y Antonio Valle comenzó a caminar despacio sin dejar de mirar al comandante y lo hacía como si fuera a entregarse, ya que era apuntado con las armas de fuego.
Segundos después se escucharon las primeras detonaciones de las pistolas de los agentes, ya que Antonio comenzó a correr rumbo a una calle Privada Chapultepec y se desató otro enfrentamiento, que no tuvo buenos resultados para capturar al prófugo de la justicia.
Su escape final fue a espaldas de la Procuraduría de Justicia, ya que la maleza y lo cercano del arroyo la Águililla era el escondite perfecto para evadir a las autoridades.
A pesar de que las unidades policiacas lo persiguieron hasta ese lugar y sitiaron de inmediato la cuadra, no les fue posible ubicar al prófugo de la justicia. Para este entonces ya eran las tres de la tarde y se decidió terminar con el operativo ya que fue muy estresante para las familias que viven en la zona ver tanto despliegue policiaco sólo para la captura de un sólo hombre.
Parecía que sólo se trataba de una remisión más sin muchos problemas para los agentes de la Policía Estatal Investigadora, sin embargo, la unión familiar de los Valle provocó que los oficiales entraran en problemas para detener a Cristian Paola, César Daniel Valdez y por supuesto a Antonio Valle Torres.
Entre empujones y gritos los Valle trataron de impedir que arrestaran a sus parientes, pero la fuerza policial parecía en ese momento controlar la situación y calmar a los rijosos.
Cristian Paola Valle y su esposo César Daniel Valdez fueron detenidos sin problemas y se les trasladó de inmediato a la comandancia de la Policía Investigadora. Pero en el caso de Antonio Valle fue muy distinto y es que el individuo saltó de la patrulla en movimiento aún y con las esposas sobre sus manos y comenzó a correr por las calles de la colonia Centenario, en su afán de perderse de las autoridades.
El colmo para los investigadores fue que no revisaron bien a Antonio Valle, y éste sacó de entre su ropa un arma de fuego de calibre corto que usó para disparar a los investigadores que lo seguían, desatando así una balacera y persecución que se prolongó por tres colonias en un espacio de más de
tres horas.
Antonio Valle saltó a los patios de varias viviendas en la colonia Centenario y así continuó hasta llegar a las vías del ferrocarril que dividen la colonia Sarabia de la Centenario. Por esa zona Antonio siguió en su huida y no le importó introducirse a las viviendas con el fin de perder a los policías.
Pasaban los minutos y no se tenían avistamientos de Valle Torres, por lo que la Procuraduría de Justicia y la Policía Preventiva comenzaron a revisar casa por casa, hasta dar con su paradero.
En esas revisiones y como se sentía acorralado, Valle Torres aparecía y continuaba corriendo pese a que sólo traía un tenis, porque el otro lo perdió en su huida en la colonia Centenario.
Fue en la calle Simón Bolívar esquina con Chapultepec de la colonia Jorge B. Cuéllar, en donde los agentes estatales investigadores se toparon de frente con
Antonio Valle.
“Detente. Detente o disparo”. gritaba el comandante de la Policía Investigadora, Ricardo Hernández Elizalde. Seguido al grito, se silenció todo y Antonio Valle comenzó a caminar despacio sin dejar de mirar al comandante y lo hacía como si fuera a entregarse, ya que era apuntado con las armas de fuego.
Segundos después se escucharon las primeras detonaciones de las pistolas de los agentes, ya que Antonio comenzó a correr rumbo a una calle Privada Chapultepec y se desató otro enfrentamiento, que no tuvo buenos resultados para capturar al prófugo de la justicia.
Su escape final fue a espaldas de la Procuraduría de Justicia, ya que la maleza y lo cercano del arroyo la Águililla era el escondite perfecto para evadir a las autoridades.
A pesar de que las unidades policiacas lo persiguieron hasta ese lugar y sitiaron de inmediato la cuadra, no les fue posible ubicar al prófugo de la justicia. Para este entonces ya eran las tres de la tarde y se decidió terminar con el operativo ya que fue muy estresante para las familias que viven en la zona ver tanto despliegue policiaco sólo para la captura de un sólo hombre.
(ZOCALO/ Sinhué Samaniego /19/09/2013 - 04:00 AM)
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