Daniel
Barrientos/Investigador
sonorense
Introducción
El
conflicto que se presento entre las fuerzas políticas y militares que en Sonora
participaron en la revolución de 1910 a 1917 y que estuvieron representadas por
los grupos encabezados por Maytorena, por el bando convencionalistas, y por
Obregón y Calles del lado de los constitucionalistas, tuvo su origen en las
profundas contradicciones que existían entre estos grupos locales, que se fueron
desarrollando por el impulso de los cambios provocados por el desarrollo del
capitalismo en la región como parte de un proceso nacional, durante la segunda
mitad del siglo XIX y principios del XX.
El primero de estos grupos es un
sector de la vieja elite colonial y su origen como grupo opositor al porfirismo
se encuentra en las contradicciones que se generaron por su desplazamiento de su
posición de hegemonía en el poder local por el régimen de Díaz, al apoyar a un
grupo que se identifico con su política y que seria el beneficiario directo del
desarrollo modernizador porfirista de finales de siglo XIX.
Este grupo va a
estar presente en el movimiento maderista al cual se suman otros sectores
emergentes más jóvenes, como el de una nueva pequeña burguesía regional que no
encontraba espacios políticos en el régimen para crecer y se incorporan a la
oposición maderista, aunque algunos personajes lo hacen un poco más tarde, en la
lucha contra la rebelión orozquista en donde empezaran a destacar Obregón y
Calles.
Son esta amalgama de grupos que constituirían los ejércitos
revolucionarios sonorenses y que después del derrocamiento del régimen de Huerta
se dividirían en convencionalistas y constitucionalistas, dando lugar a una
encarnizada lucha por el poder regional dentro del marco de la disputa nacional
donde las principales figuras serían Villa y Carranza. En este particular
proceso es importante definir si lo que determino el proceso fueron las
contradicciones locales o las nacionales. Según la opinión de Francisco R.
Almada “El año de 1914 se paso en tratar de sortear dificultades y problemas
regionales que tuvieron repercusión nacional, los que terminaron por dividir a
la revolución mexicana en constitucionalistas y convencionalistas, hasta que los
segundos fueron vencidos a fines de 1915”[1]
El establecimiento
del régimen porfirista.
La historia de México desde la segunda mitad
del siglo XIX se ha desarrollado a partir de la relación entre nación y
regiones, entre el poder central y poderes regionales. La construcción de un
poder central fuerte, capaz de ordenar la vida económica y política del país a
partir de políticas nacionales a la cual los diferentes poderes regionales
debieran supeditarse será el objetivo que moverá los esfuerzos del régimen de
Juárez y que culminara Díaz en el transcurso de su segundo periodo como
presidente de la república.
Según la opinión de Cosio Villegas que
considera que Juárez realiza la revolución política y Díaz la revolución
económica, propone que el primero dejo establecido el marco jurídico que le
permitiría a Díaz construir un fuerte gobierno central. Don Benito realizo las
reformas legales necesarias que permitirían crear una verdadera república
liberal en tanto que Díaz implementaría una política que le permitiría tener un
control político sobre todas las regiones e implementar la aplicación de las
reformas liberales Juristas.
“Con el triunfo de la causa de la Reforma en
1867, se abrió paso a un desarrollo bastante dinámico de la economía del país.
En lo político, la derrota de la intervención francesa y la restauración de la
república liberal, consolidaron a un gobierno acreedor al respecto de las
potencias extranjeras, precisamente hacia los años en que el imperialismo
europeo, el que poco después seguiría el norteamericano, se disponía a absorber
las zonas no desarrolladas de la tierra, convirtiéndolas en colonias o
protectorados suyos. Internamente quedaba por fin consagrada la constitución de
1857, con la sanción de los derechos del hombre y del ciudadano, la ausencia de
fueros y privilegios, y los principios del gobierno federal, representativo y
democrático, por todo lo cual habían luchado los liberales mexicanos desde que
se consumo la independencia. Venían a establecerse marcos jurídicos apropiados
para la formación de capitales, para la circulación de la riqueza y, en una
palabra, para el funcionamiento de la economía capitalista en
ascenso”[2].
El régimen de Díaz comenzó por imponer como gobernadores en
los estados a generales leales que pudieran garantizarle un control de los
grupos regionales, el general Treviño, jefe de la revolución de Tuxtepec recibe
tierras en Coahuila y es nombrado gobernador de Nuevo León, en tanto que
Evaristo Madero, también tuxtepecano, se convierte en gobernador de
Coahuila.
“Las fuerzas de algunas elites regionales resistieron y el
nuevo presidente tuvo que luchar contra ellos desde Sonora hasta Yucatán. El
gobierno ganó, pero brindo amnistías que rivalizaban con las ventajas políticas
otorgadas a sus antiguos aliados entre las elites provincianas. Mediante esas
cooptaciones consiguió amplia base de apoyo.”[3]Establecimiento del régimen
tuxtepecano en Sonora.
En Abril de 1875 se realizaron en el estado las
elecciones para gobernador, en la cual contendieron el coronel José J.
Pesqueira, apoyado por el grupo que detentaba el poder, y el general Jesús
García Morales, que representaba los intereses de un grupo encabezado por el
general Francisco Serna, coroneles Luis E. y Lorenzo Torres, licenciados Carlos
R. Ortiz, y Ramón Corral, quienes eran opositores políticos al general Ignacio
Pesquiera y partidarios de general Porfirio Díaz.
El grupo de Pesqueira
logra controlar la mayoría en el congreso local y esta declara electo al coronel
Pesqueira. Los opositores se adelantan a la toma de posesión y se sublevan en
Agosto, iniciando una guerra civil. Ante el conflicto el entonces presidente
Sebastián Lerdo de Tajada envía como jefe de las armas en el estado al general
Vicente Mariscal, quien respaldado por el presidente emite un decreto el 14 de
marzo declarando el estado de sitio y asumiendo el cargo de gobernador y
comandante regional militar. Los sublevados aceptan a Mariscal y son
incorporados como fuerzas auxiliares de la federación en tanto Pesqueira, aunque
protesta en contra del decreto del estado de sitio, termina por ceder ante las
circunstancias.
Con la caída de Lerdo de Tejada se inicia una nueva
disputa por el poder de la república, entre el general Porfirio Díaz y el Lic.
José María Iglesias. Díaz había ocupado la capital y asumió el poder ejecutivo,
en tanto que Iglesias en su calidad de presidente de la Suprema Corte de
Justicia se proclamaba presidente interino por ministerio de ley, en Salamanca,
siendo reconocido en Sonora por el gobernador Mariscal. En tanto que José J.
Pesqueira se levantaba en armas en apoyo a Iglesias proclamando que el estado
reasumía su soberanía y él reanudaba su papel como jefe del poder ejecutivo,
comenzando nuevamente la lucha armada en el estado.
Con la derrota de
Iglesias, Mariscal y Pesqueira se declaran tuxtepecanos buscando el apoyo de
Díaz, siendo Mariscal quien lo consigue y se consolida en el poder, mientras que
Pesqueira procedió a licenciar sus tropas. Díaz como parte de su política,
ordena a Mariscal, seguir una línea de conciliación con los enemigos
derrotados.
En abril de 1877 se celebran elecciones locales de donde salen
electos: como gobernador el general Mariscal y el general Serna como
vicegobernador, quienes toman posesión el 4 de julio.
“El grupo político
opositor del coronel Pesquiera, encabezado por los coroneles Torres, Don Ramón
Corral, Lic. Carlos R. Ortíz, Rafael Izabal, y otros de afiliación porfirista,
que se apoyaron en la popularidad del general Serna, había prestado todo su
apoyo a Mariscal para que llegara al gobierno por razones de conveniencia
política; pero en octubre de 1878 provocaron el rompimiento con el titular del
poder ejecutivo, después de asegurar la mayoría en la legislatura local. El
gobernador fue acusado de violaciones a la Constitución local y de haberse
echado en brazos del grupo pesqueirista y lo declararon, culpable, llamando al
vicegobernador al ejercicio del poder ejecutivo.” [4]
Díaz le solicita la
renuncia al general Mariscal pero no acepta, y de nueva cuenta se desencadena la
lucha armada, la cual termina con la llegada del general José Guillermo Carbó
con una brigada de tropas federales, con lo que Mariscal renuncia al cargo el 21
de marzo de 1879. Durante el gobierno de Serna se realizaron nuevas elecciones
que llevaron a la gobernatura al general Luis E. Torres y para vicegobernador
José Tiburcio Otero (bienio 1879-1881), a partir de entonces Don Luis, se
mantendría en el poder casi un tercio de siglo y aunque en Sonora fue el único
estado donde no se modifico la constitución durante 32 años (1879-1911) para
permitir la reelección indefinida, el continuismo personal quedó asegurado por
el general y su grupo político. En 1882 se aumenta a cuatro años el periodo del
gobernador y fue en el periodo de 1883-1887 en el segundo periodo como
gobernador se consolida el triángulo político Luis E. Torres- Ramón Corral-
Rafael Izabal con el apoyo de Porfirio Díaz.
Para 1910 este grupo era el
único beneficiado en la región de la transformación de la zona fronteriza,
formaban una clase de nuevos caudillos que se habían desarrollado por Díaz,
tanto en Sonora como en Chihuahua.
“Esta nueva clase era una amalgama de
dinastías “de sangre azul” con otras advenedizas. Algunas de las más antiguas
que habían sido eliminadas durante el proceso de transformación efectuado por
Díaz, pudieron regresar a su antigua posición. Entre ellas la más prominente era
el clan de los Terrazas, que hizo las pases con Díaz en 1903: Luis Terrazas fue
vuelto a nombrar gobernador de Chihuahua, cargo en que lo sucedió su yerno,
Enrique Creel y más tarde, su hijo, Alberto Terrazas. Otros miembros de la nueva
clase de caudillos fueron reclutados por Díaz entre las capas inferiores de la
vieja estructura gobernante, en el curso de la reorganización política de la
región. Entre ellos, los más prominentes eran Luis y Lorenzo Torres, militares
que habían encabezado la fracción adicta a Díaz en Sonora durante la victoriosa
revuelta de 1876; éstos habían expulsado a Ignacio Pesqueira, quien había
dominado al estado durante muchos años”[5]
Estos grupos llegaron a tener
un fuerte dominio sobre la vida económica de la región, pues además de sus
fuentes tradicionales de ingresos aprovecharon otras nuevas, abiertas por la
corriente de inversiones extranjeras: intermediarios de las compañías
extranjeras en México, la venta y explotación de tierras publicas que se
encarecieron con la llegada del ferrocarril y el control del sistema de créditos
en los estados.
Después de 1990 su importancia económica se igualo con la
política, Díaz les dio a estos caudillos un control casi ilimitado en sus
estados y a muchos los coloco en importantes cargos de la administración
federal. En contra de estos grupos oligárquicos se aglutinarían grupos muy
diversos de oposición que confluirían todos en el desarrollo de la revolución
maderista.
El único de estos nuevos caudillos que llego a crecer tanto
que Díaz lo considero un peligro seria fue el general Bernardo Reyes, quien
logro tener una presencia nacional, cuando ocupo el Ministerio de Guerra, y
llego a tener simpatizantes en Sonora.
Caracterización clasista
de la oposición porfirista: El maytorenismo una oposición
añeja.
José María Maytorena, heredero de una vieja dinastía
terrateniente que había sido desplazada con la derrota de Ignacio Pesqueira, del
poder por el grupo de Torres-Corral, era gente de mucha ascendencia en la
región, se le acusaba de ser un protector de yaquis, motivo por el cual en una
ocasión fue encarcelado al oponerse a la orden de deportación de los miembros de
la tribu. Su actividad política de oposición al régimen porfirista empieza de
manera temprana, heredo de su padre el ejercicio de una postura política
independiente, quien participo en 1887 y 1899 como candidato de oposición a la
gubernatura del estado.
Nuestro personaje forma parte de la segunda
reserva del ejército creada por Reyes cuando estuvo en el ministerio de guerra
1900-1902, la misma que fue licenciada por Díaz, y Reyes tuvo que renunciar a la
secretaria. En 1909 estos reservistas formaron la columna veterana del reyismo
la cual se quedo sin dirigente al renunciar Reyes a la candidatura y salir en
comisión a Europa. Esto beneficio a Madero quien vio crecer él número de sus
partidarios.
Maytorena es el personaje más representativo del proceso
regional de ese sector de hacendados revolucionarios que en el norte se
incorporan a la revolución, al apoyar a los movimientos políticos contrarios al
régimen, lo que los lleva a establecer alianzas con clases medias y bajas.
Dándole a la revolución en el norte de México esa característica de diversidad
de clases. Además en el norte existía una cierta tradición de colaboración de
clases, surgida de la guerra contra los apaches y sé continuo en la revolución,
esto permitió la unidad entre sí y combinar sus recursos con los de un grupo de
hacendados.
La pequeña burguesía emergente.
“La
generación de sonorenses que suscribió el movimiento antirreleccionista provenía
generalmente de la pequeña burguesía. A un cuando los administradores de molinos
harineros y de tenerías y los ingenieros que realizaban los deslindes y
diseñaban los sistemas de irrigación no poseyeran los medios de producción, si
recibían los beneficios de las empresas capitalistas en ascenso. En algunos
casos los vínculos de parentesco les ligaban con los propietarios del agro
sonorense. Ejemplos de sobresalientes de lo anterior son Plutarco Elías Calles,
quien administro la hacienda de Santa Rosa, propiedad de los Elías en el
municipio de Fronteras y Alvaro Obregón Salido, quien trabajo sus primeros
empleos en la hacienda Tres Hermanos, la prospera finca de sus tíos maternos en
el valle del Yaqui.”[6]
En primer lugar al parecer a la autora Cyntia
Radding, se le olvida que la ubicación clasista parte de la posición del sujeto
ante los medios de producción, si es propietario o no de ellos y no tiene nada
que ver en esto el parentesco que se pueda tener con los patrones o dueños de la
unidad productiva. En estos casos tanto Plutarco como Alvaro eran empleados
administrativos que recibían un salario por su trabajo y en este entonces no se
les puede considerar como pequeños burgueses, posteriormente ellos llegaran
hacer unos grandes y poderosos burgueses productos de una revolución triunfante.
Pero si estuvieron presentes sectores pequeños burgueses compuestos por
rancheros, agricultores y ganaderos en pequeños, pequeños industriales,
etc.
En Sonora, como en todo el país, existía un sector social medio
descontento, que estaba formado por estos pequeños burgueses, así como
profesionistas independientes y sectores de trabajadores que gozaban de los
mejores salarios, al verse excluidos de los beneficios del poder político y de
recoger solo migajas del auge económico, pero esto se presenta de una manera más
significativa en el norte del país, donde estas sectores medios habían crecido
más rápidamente y donde habían sufrido más perdidas: la crisis de 1907 pegó mas
duro aquí que en el resto del país, debido a la mayor integración con la
economía americana y por otra parte con el fortalecimiento del poder central se
perdieron las libertades políticas y la cierta autonomía municipal y regional
que se tenían.
El proceso de ruptura.
Durante la fase
maderista de la revolución en Sonora sobresalieron un grupo de dirigentes que
pertenecían fundamentalmente a tres sectores: Algunos como Maytorena, Hill y
Pesqueira, pertenecían a los viejos sectores de la elite regional que había sido
desplazada por Díaz y que hoy regresaba a la arena de la lucha política. De la
Huerta, Obregón, Calles y Cabral, representaban el empuje de los que ya se
pensaban como modernos capitalistas y un tercer sector que comprendía a los
maestros y lideres obreros, como Baca Calderon, Monzón, Bracamontes, Dieguez y
Gutierrez Lara.
En esta primera etapa es el primer grupo quien asume el
control del proceso a la caída de Díaz. En las primeras elecciones Maytorena es
electo gobernador y es a el a quien le toca enfrentar a la rebelión orozquista,
en donde sobresalen Obregón y Calles en las operaciones militares. Durante esta
etapa se puede considerar que el grupo revolucionario sonorense se mantiene con
un cierto grado de unidad y de cohesión, tratando de enfrentar las intentonas
desmovilizadoras del régimen de Madero.
En la fase de la lucha
constitucionalista, se da una insurrección dividida. Las rivalidades de
personalidades y de jurisdicción de Maytorena y de Carranza eran las semillas de
futuras escisiones políticas de los grupos que se disputaban el poder en la
región y a nivel nacional.
¿Por qué aceptaron los sonorenses la
jefatura de Carranza del movimiento constitucionalista, formalizada en la
convención de Monclova?
Los sonorenses tenían todo para enarbolar
por si solos la lucha contra Huerta, tenían la justificación legal que les daba
contar con un gobierno legalmente constituido y tenían también un ejército que
era superior en organización y nivel de combate. Solo la intensa rivalidad entre
los grupos explica este hecho, había conflictos del grupo guaymense con el de la
frontera, había conflicto entre los militares, de tal manera que prefirieron
reconocer aun dirigente de fuera que darle la hegemonía a unos de los grupos que
disputaba el poder local.
Estas disputas y escisiones se van a presentar
a lo largo de todo el proceso revolucionario, ¿Estas eran producto de meras
luchas por el poder o existían diferencias de programas y de contenidos
clasistas en sus luchas?
Las diferentes escisiones en el movimiento
revolucionario se presentan de manera simultanea tanto a nivel local como
nacional, de tal manera que cuando se da la ruptura en 1914 después de la caída
de Huerta, la lucha entre convencionalistas y constitucionalistas fue
escenificada por Villa y Zapata por un lado y Obregón y Carranza por el otro, en
tanto que en Sonora Maytorena se proclama convencionalista y Calles
constitucionalista. En este momento las diferencias de programa eran: En la
convención de Aguascalientes, dominada por los Zapatistas y Villistas
representaba el proyecto de la revolución campesina, popular, centrado en la
reforma agraria y la restitución de las tierras a las comunidades; En tanto que
la proyecto constitucionalista plantaba la reconstrucción del Estado y la
realización de reformas sociales que mejoraran el nivel de vida de la población,
pero sin tocar el régimen de propiedad.
Durante el constituyente de 1917
se volvieron a presentar dos proyectos: uno conservador y otro reformista. El
primero promovido por Carranza y el segundo llamado radical impulsado por
Obregón, De la Huerta y Calles.
Los proyectos de clase que encerraban las
distintas disputas entre los grupos sonorenses se pueden resumir en dos por sus
contenidos de clase: El de la oligarquía, representado por Madero, Carranza y
Maytorena. Se habían rebelado por la perdida de su postura de privilegio durante
el régimen de Díaz, pero nunca fueron contra estos privilegios, simplemente
querían recuperarlos; El de la pequeña burguesía que buscaba abrirse paso para
acceder a los beneficios del desarrollo capitalista, usando como estrategia la
búsqueda de alianzas con grupos y sectores de pequeños campesinos y rancheros
empobrecidos y de trabajadores, con la idea de construir un nuevo consenso
social. Esto no quieres decir que los primeros no contaran también con la
colaboración de sectores populares, uno de ellos por su importancia fue la tribu
Yaqui, que su alianza con el maytorenismo siempre fue un factor a
considerar.
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