miércoles, 14 de marzo de 2012

LA REVOLUCION MEXICANA EN SONORA: LOS CONFLICTOS DE LOS REVOLUCIONARIOS EN SONORA, UNA EXPLICACIÓN CLASISTA


Daniel Barrientos/Investigador sonorense

Introducción
El conflicto que se presento entre las fuerzas políticas y militares que en Sonora participaron en la revolución de 1910 a 1917 y que estuvieron representadas por los grupos encabezados por Maytorena, por el bando convencionalistas, y por Obregón y Calles del lado de los constitucionalistas, tuvo su origen en las profundas contradicciones que existían entre estos grupos locales, que se fueron desarrollando por el impulso de los cambios provocados por el desarrollo del capitalismo en la región como parte de un proceso nacional, durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.

El primero de estos grupos es un sector de la vieja elite colonial y su origen como grupo opositor al porfirismo se encuentra en las contradicciones que se generaron por su desplazamiento de su posición de hegemonía en el poder local por el régimen de Díaz, al apoyar a un grupo que se identifico con su política y que seria el beneficiario directo del desarrollo modernizador porfirista de finales de siglo XIX.

Este grupo va a estar presente en el movimiento maderista al cual se suman otros sectores emergentes más jóvenes, como el de una nueva pequeña burguesía regional que no encontraba espacios políticos en el régimen para crecer y se incorporan a la oposición maderista, aunque algunos personajes lo hacen un poco más tarde, en la lucha contra la rebelión orozquista en donde empezaran a destacar Obregón y Calles.

Son esta amalgama de grupos que constituirían los ejércitos revolucionarios sonorenses y que después del derrocamiento del régimen de Huerta se dividirían en convencionalistas y constitucionalistas, dando lugar a una encarnizada lucha por el poder regional dentro del marco de la disputa nacional donde las principales figuras serían Villa y Carranza. En este particular proceso es importante definir si lo que determino el proceso fueron las contradicciones locales o las nacionales. Según la opinión de Francisco R. Almada “El año de 1914 se paso en tratar de sortear dificultades y problemas regionales que tuvieron repercusión nacional, los que terminaron por dividir a la revolución mexicana en constitucionalistas y convencionalistas, hasta que los segundos fueron vencidos a fines de 1915”[1]

El establecimiento del régimen porfirista.
La historia de México desde la segunda mitad del siglo XIX se ha desarrollado a partir de la relación entre nación y regiones, entre el poder central y poderes regionales. La construcción de un poder central fuerte, capaz de ordenar la vida económica y política del país a partir de políticas nacionales a la cual los diferentes poderes regionales debieran supeditarse será el objetivo que moverá los esfuerzos del régimen de Juárez y que culminara Díaz en el transcurso de su segundo periodo como presidente de la república.

Según la opinión de Cosio Villegas que considera que Juárez realiza la revolución política y Díaz la revolución económica, propone que el primero dejo establecido el marco jurídico que le permitiría a Díaz construir un fuerte gobierno central. Don Benito realizo las reformas legales necesarias que permitirían crear una verdadera república liberal en tanto que Díaz implementaría una política que le permitiría tener un control político sobre todas las regiones e implementar la aplicación de las reformas liberales Juristas.

“Con el triunfo de la causa de la Reforma en 1867, se abrió paso a un desarrollo bastante dinámico de la economía del país. En lo político, la derrota de la intervención francesa y la restauración de la república liberal, consolidaron a un gobierno acreedor al respecto de las potencias extranjeras, precisamente hacia los años en que el imperialismo europeo, el que poco después seguiría el norteamericano, se disponía a absorber las zonas no desarrolladas de la tierra, convirtiéndolas en colonias o protectorados suyos. Internamente quedaba por fin consagrada la constitución de 1857, con la sanción de los derechos del hombre y del ciudadano, la ausencia de fueros y privilegios, y los principios del gobierno federal, representativo y democrático, por todo lo cual habían luchado los liberales mexicanos desde que se consumo la independencia. Venían a establecerse marcos jurídicos apropiados para la formación de capitales, para la circulación de la riqueza y, en una palabra, para el funcionamiento de la economía capitalista en ascenso”[2].

El régimen de Díaz comenzó por imponer como gobernadores en los estados a generales leales que pudieran garantizarle un control de los grupos regionales, el general Treviño, jefe de la revolución de Tuxtepec recibe tierras en Coahuila y es nombrado gobernador de Nuevo León, en tanto que Evaristo Madero, también tuxtepecano, se convierte en gobernador de Coahuila.

“Las fuerzas de algunas elites regionales resistieron y el nuevo presidente tuvo que luchar contra ellos desde Sonora hasta Yucatán. El gobierno ganó, pero brindo amnistías que rivalizaban con las ventajas políticas otorgadas a sus antiguos aliados entre las elites provincianas. Mediante esas cooptaciones consiguió amplia base de apoyo.”[3]Establecimiento del régimen tuxtepecano en Sonora.

En Abril de 1875 se realizaron en el estado las elecciones para gobernador, en la cual contendieron el coronel José J. Pesqueira, apoyado por el grupo que detentaba el poder, y el general Jesús García Morales, que representaba los intereses de un grupo encabezado por el general Francisco Serna, coroneles Luis E. y Lorenzo Torres, licenciados Carlos R. Ortiz, y Ramón Corral, quienes eran opositores políticos al general Ignacio Pesquiera y partidarios de general Porfirio Díaz.

El grupo de Pesqueira logra controlar la mayoría en el congreso local y esta declara electo al coronel Pesqueira. Los opositores se adelantan a la toma de posesión y se sublevan en Agosto, iniciando una guerra civil. Ante el conflicto el entonces presidente Sebastián Lerdo de Tajada envía como jefe de las armas en el estado al general Vicente Mariscal, quien respaldado por el presidente emite un decreto el 14 de marzo declarando el estado de sitio y asumiendo el cargo de gobernador y comandante regional militar. Los sublevados aceptan a Mariscal y son incorporados como fuerzas auxiliares de la federación en tanto Pesqueira, aunque protesta en contra del decreto del estado de sitio, termina por ceder ante las circunstancias.

Con la caída de Lerdo de Tejada se inicia una nueva disputa por el poder de la república, entre el general Porfirio Díaz y el Lic. José María Iglesias. Díaz había ocupado la capital y asumió el poder ejecutivo, en tanto que Iglesias en su calidad de presidente de la Suprema Corte de Justicia se proclamaba presidente interino por ministerio de ley, en Salamanca, siendo reconocido en Sonora por el gobernador Mariscal. En tanto que José J. Pesqueira se levantaba en armas en apoyo a Iglesias proclamando que el estado reasumía su soberanía y él reanudaba su papel como jefe del poder ejecutivo, comenzando nuevamente la lucha armada en el estado.

Con la derrota de Iglesias, Mariscal y Pesqueira se declaran tuxtepecanos buscando el apoyo de Díaz, siendo Mariscal quien lo consigue y se consolida en el poder, mientras que Pesqueira procedió a licenciar sus tropas. Díaz como parte de su política, ordena a Mariscal, seguir una línea de conciliación con los enemigos derrotados.
En abril de 1877 se celebran elecciones locales de donde salen electos: como gobernador el general Mariscal y el general Serna como vicegobernador, quienes toman posesión el 4 de julio.

“El grupo político opositor del coronel Pesquiera, encabezado por los coroneles Torres, Don Ramón Corral, Lic. Carlos R. Ortíz, Rafael Izabal, y otros de afiliación porfirista, que se apoyaron en la popularidad del general Serna, había prestado todo su apoyo a Mariscal para que llegara al gobierno por razones de conveniencia política; pero en octubre de 1878 provocaron el rompimiento con el titular del poder ejecutivo, después de asegurar la mayoría en la legislatura local. El gobernador fue acusado de violaciones a la Constitución local y de haberse echado en brazos del grupo pesqueirista y lo declararon, culpable, llamando al vicegobernador al ejercicio del poder ejecutivo.” [4]

Díaz le solicita la renuncia al general Mariscal pero no acepta, y de nueva cuenta se desencadena la lucha armada, la cual termina con la llegada del general José Guillermo Carbó con una brigada de tropas federales, con lo que Mariscal renuncia al cargo el 21 de marzo de 1879. Durante el gobierno de Serna se realizaron nuevas elecciones que llevaron a la gobernatura al general Luis E. Torres y para vicegobernador José Tiburcio Otero (bienio 1879-1881), a partir de entonces Don Luis, se mantendría en el poder casi un tercio de siglo y aunque en Sonora fue el único estado donde no se modifico la constitución durante 32 años (1879-1911) para permitir la reelección indefinida, el continuismo personal quedó asegurado por el general y su grupo político. En 1882 se aumenta a cuatro años el periodo del gobernador y fue en el periodo de 1883-1887 en el segundo periodo como gobernador se consolida el triángulo político Luis E. Torres- Ramón Corral- Rafael Izabal con el apoyo de Porfirio Díaz.

Para 1910 este grupo era el único beneficiado en la región de la transformación de la zona fronteriza, formaban una clase de nuevos caudillos que se habían desarrollado por Díaz, tanto en Sonora como en Chihuahua.

“Esta nueva clase era una amalgama de dinastías “de sangre azul” con otras advenedizas. Algunas de las más antiguas que habían sido eliminadas durante el proceso de transformación efectuado por Díaz, pudieron regresar a su antigua posición. Entre ellas la más prominente era el clan de los Terrazas, que hizo las pases con Díaz en 1903: Luis Terrazas fue vuelto a nombrar gobernador de Chihuahua, cargo en que lo sucedió su yerno, Enrique Creel y más tarde, su hijo, Alberto Terrazas. Otros miembros de la nueva clase de caudillos fueron reclutados por Díaz entre las capas inferiores de la vieja estructura gobernante, en el curso de la reorganización política de la región. Entre ellos, los más prominentes eran Luis y Lorenzo Torres, militares que habían encabezado la fracción adicta a Díaz en Sonora durante la victoriosa revuelta de 1876; éstos habían expulsado a Ignacio Pesqueira, quien había dominado al estado durante muchos años”[5]

Estos grupos llegaron a tener un fuerte dominio sobre la vida económica de la región, pues además de sus fuentes tradicionales de ingresos aprovecharon otras nuevas, abiertas por la corriente de inversiones extranjeras: intermediarios de las compañías extranjeras en México, la venta y explotación de tierras publicas que se encarecieron con la llegada del ferrocarril y el control del sistema de créditos en los estados.

Después de 1990 su importancia económica se igualo con la política, Díaz les dio a estos caudillos un control casi ilimitado en sus estados y a muchos los coloco en importantes cargos de la administración federal. En contra de estos grupos oligárquicos se aglutinarían grupos muy diversos de oposición que confluirían todos en el desarrollo de la revolución maderista.

El único de estos nuevos caudillos que llego a crecer tanto que Díaz lo considero un peligro seria fue el general Bernardo Reyes, quien logro tener una presencia nacional, cuando ocupo el Ministerio de Guerra, y llego a tener simpatizantes en Sonora.

Caracterización clasista de la oposición porfirista: El maytorenismo una oposición añeja.
José María Maytorena, heredero de una vieja dinastía terrateniente que había sido desplazada con la derrota de Ignacio Pesqueira, del poder por el grupo de Torres-Corral, era gente de mucha ascendencia en la región, se le acusaba de ser un protector de yaquis, motivo por el cual en una ocasión fue encarcelado al oponerse a la orden de deportación de los miembros de la tribu. Su actividad política de oposición al régimen porfirista empieza de manera temprana, heredo de su padre el ejercicio de una postura política independiente, quien participo en 1887 y 1899 como candidato de oposición a la gubernatura del estado.

Nuestro personaje forma parte de la segunda reserva del ejército creada por Reyes cuando estuvo en el ministerio de guerra 1900-1902, la misma que fue licenciada por Díaz, y Reyes tuvo que renunciar a la secretaria. En 1909 estos reservistas formaron la columna veterana del reyismo la cual se quedo sin dirigente al renunciar Reyes a la candidatura y salir en comisión a Europa. Esto beneficio a Madero quien vio crecer él número de sus partidarios.

Maytorena es el personaje más representativo del proceso regional de ese sector de hacendados revolucionarios que en el norte se incorporan a la revolución, al apoyar a los movimientos políticos contrarios al régimen, lo que los lleva a establecer alianzas con clases medias y bajas. Dándole a la revolución en el norte de México esa característica de diversidad de clases. Además en el norte existía una cierta tradición de colaboración de clases, surgida de la guerra contra los apaches y sé continuo en la revolución, esto permitió la unidad entre sí y combinar sus recursos con los de un grupo de hacendados.

La pequeña burguesía emergente.
“La generación de sonorenses que suscribió el movimiento antirreleccionista provenía generalmente de la pequeña burguesía. A un cuando los administradores de molinos harineros y de tenerías y los ingenieros que realizaban los deslindes y diseñaban los sistemas de irrigación no poseyeran los medios de producción, si recibían los beneficios de las empresas capitalistas en ascenso. En algunos casos los vínculos de parentesco les ligaban con los propietarios del agro sonorense. Ejemplos de sobresalientes de lo anterior son Plutarco Elías Calles, quien administro la hacienda de Santa Rosa, propiedad de los Elías en el municipio de Fronteras y Alvaro Obregón Salido, quien trabajo sus primeros empleos en la hacienda Tres Hermanos, la prospera finca de sus tíos maternos en el valle del Yaqui.”[6]

En primer lugar al parecer a la autora Cyntia Radding, se le olvida que la ubicación clasista parte de la posición del sujeto ante los medios de producción, si es propietario o no de ellos y no tiene nada que ver en esto el parentesco que se pueda tener con los patrones o dueños de la unidad productiva. En estos casos tanto Plutarco como Alvaro eran empleados administrativos que recibían un salario por su trabajo y en este entonces no se les puede considerar como pequeños burgueses, posteriormente ellos llegaran hacer unos grandes y poderosos burgueses productos de una revolución triunfante. Pero si estuvieron presentes sectores pequeños burgueses compuestos por rancheros, agricultores y ganaderos en pequeños, pequeños industriales, etc.

En Sonora, como en todo el país, existía un sector social medio descontento, que estaba formado por estos pequeños burgueses, así como profesionistas independientes y sectores de trabajadores que gozaban de los mejores salarios, al verse excluidos de los beneficios del poder político y de recoger solo migajas del auge económico, pero esto se presenta de una manera más significativa en el norte del país, donde estas sectores medios habían crecido más rápidamente y donde habían sufrido más perdidas: la crisis de 1907 pegó mas duro aquí que en el resto del país, debido a la mayor integración con la economía americana y por otra parte con el fortalecimiento del poder central se perdieron las libertades políticas y la cierta autonomía municipal y regional que se tenían.

El proceso de ruptura.
Durante la fase maderista de la revolución en Sonora sobresalieron un grupo de dirigentes que pertenecían fundamentalmente a tres sectores: Algunos como Maytorena, Hill y Pesqueira, pertenecían a los viejos sectores de la elite regional que había sido desplazada por Díaz y que hoy regresaba a la arena de la lucha política. De la Huerta, Obregón, Calles y Cabral, representaban el empuje de los que ya se pensaban como modernos capitalistas y un tercer sector que comprendía a los maestros y lideres obreros, como Baca Calderon, Monzón, Bracamontes, Dieguez y Gutierrez Lara.

En esta primera etapa es el primer grupo quien asume el control del proceso a la caída de Díaz. En las primeras elecciones Maytorena es electo gobernador y es a el a quien le toca enfrentar a la rebelión orozquista, en donde sobresalen Obregón y Calles en las operaciones militares. Durante esta etapa se puede considerar que el grupo revolucionario sonorense se mantiene con un cierto grado de unidad y de cohesión, tratando de enfrentar las intentonas desmovilizadoras del régimen de Madero.

En la fase de la lucha constitucionalista, se da una insurrección dividida. Las rivalidades de personalidades y de jurisdicción de Maytorena y de Carranza eran las semillas de futuras escisiones políticas de los grupos que se disputaban el poder en la región y a nivel nacional.

¿Por qué aceptaron los sonorenses la jefatura de Carranza del movimiento constitucionalista, formalizada en la convención de Monclova?
Los sonorenses tenían todo para enarbolar por si solos la lucha contra Huerta, tenían la justificación legal que les daba contar con un gobierno legalmente constituido y tenían también un ejército que era superior en organización y nivel de combate. Solo la intensa rivalidad entre los grupos explica este hecho, había conflictos del grupo guaymense con el de la frontera, había conflicto entre los militares, de tal manera que prefirieron reconocer aun dirigente de fuera que darle la hegemonía a unos de los grupos que disputaba el poder local.

Estas disputas y escisiones se van a presentar a lo largo de todo el proceso revolucionario, ¿Estas eran producto de meras luchas por el poder o existían diferencias de programas y de contenidos clasistas en sus luchas?

Las diferentes escisiones en el movimiento revolucionario se presentan de manera simultanea tanto a nivel local como nacional, de tal manera que cuando se da la ruptura en 1914 después de la caída de Huerta, la lucha entre convencionalistas y constitucionalistas fue escenificada por Villa y Zapata por un lado y Obregón y Carranza por el otro, en tanto que en Sonora Maytorena se proclama convencionalista y Calles constitucionalista. En este momento las diferencias de programa eran: En la convención de Aguascalientes, dominada por los Zapatistas y Villistas representaba el proyecto de la revolución campesina, popular, centrado en la reforma agraria y la restitución de las tierras a las comunidades; En tanto que la proyecto constitucionalista plantaba la reconstrucción del Estado y la realización de reformas sociales que mejoraran el nivel de vida de la población, pero sin tocar el régimen de propiedad.

Durante el constituyente de 1917 se volvieron a presentar dos proyectos: uno conservador y otro reformista. El primero promovido por Carranza y el segundo llamado radical impulsado por Obregón, De la Huerta y Calles.

Los proyectos de clase que encerraban las distintas disputas entre los grupos sonorenses se pueden resumir en dos por sus contenidos de clase: El de la oligarquía, representado por Madero, Carranza y Maytorena. Se habían rebelado por la perdida de su postura de privilegio durante el régimen de Díaz, pero nunca fueron contra estos privilegios, simplemente querían recuperarlos; El de la pequeña burguesía que buscaba abrirse paso para acceder a los beneficios del desarrollo capitalista, usando como estrategia la búsqueda de alianzas con grupos y sectores de pequeños campesinos y rancheros empobrecidos y de trabajadores, con la idea de construir un nuevo consenso social. Esto no quieres decir que los primeros no contaran también con la colaboración de sectores populares, uno de ellos por su importancia fue la tribu Yaqui, que su alianza con el maytorenismo siempre fue un factor a considerar.

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