viernes, 13 de enero de 2012

EL CRIMEN DE ZAFIRO EN ENSENADA


La PGJE ha dejado más preguntas que respuestas en el homicidio de la estudiante del bachillerato CBTIS 41, luego del hallazgo de sus restos, reportado al C4 el sábado 31 de diciembre, cerca del panteón del poblado de Maneadero.

Ricardo Meza Godoy
La información a cuentagotas proporcionada por la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), ha dejado más preguntas que respuestas en torno al caso de Zafiro Sánchez Cabrera, joven de 15 años de edad, estudiante de primer semestre de Electrónica en el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (CBTIS) 41, localizada sin vida en las inmediaciones del panteón del poblado de Maneadero el 31 de diciembre de 2011.

Luego del hallazgo, reportado al C4 ese sábado a las 9:28 horas, a la dependencia estatal le tomó más de tres días confirmar públicamente la identidad de la menor, cuyo cuerpo se encontraba en estado de descomposición, con las piernas dobladas hacia la espalda, atada de pies y cuello.

Según la subprocuradora de Zona Ensenada de la PGJE, Lidia Gallegos Aguilar, Zafiro murió debido a asfixia por estrangulamiento, aunque se negó a proporcionar el dato del tiempo estimado de muerte, bajo el argumento de que forma parte de la investigación para dar con el paradero de los implicados; ya hay sospechosos.

Pese a portar la misma ropa (uniforme de su escuela con el logotipo estampado, falda color gris, suéter negro, camiseta tipo polo color blanco, calcetas blancas, short de licra color azul) y reunir la misma filiación y características con las de la joven desaparecida, la Procuraduría no confirmaba la identidad.

La publicación de esos datos el domingo 1 de enero en medios impresos y electrónicos, aunado a la relación entre la vestimenta de Zafiro y el cuerpo localizado en Maneadero, tuvieron impacto en la familia de la adolescente, que hasta ese momento desconocían si se trataba de la menor.

La madre de Zafiro, María Eugenia Cabrera Mejía, comentó a ZETA el lunes 2 de enero a las 11:00 de la mañana, que las autoridades aún no le confirmaban si el cuerpo de la mujer descubierto en el poblado al sur de Ensenada, fuese el de su hija, y se encontraba muy consternada por la información que comenzaba a filtrarse.

Ese mismo día, alrededor de las 14:25 horas, la subprocuradora Gallegos Aguilar aseguró que no podía verificar la identidad hasta que se concluyeran las pruebas de ADN que le fueron tomadas a familiares de Zafiro, incluyendo a María Eugenia Cabrera; ésa sería la prueba definitiva.

Sin embargo, referiría después la propia subprocuradora, lo que logró determinar la identidad de la menor fue el cotejo de las huellas dactilares tomadas de una tarjeta del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas, proporcionada el domingo 1 de enero por el padre de Zafiro, Fidel Sánchez López, elemento de la Secretaría de Marina Armada de México en Ensenada.

Sánchez había acudido ante las autoridades para identificar el cuerpo, localizado en Maneadero, y confirmó que la ropa coincidía con la de su hija.

Finalmente, la familia de Zafiro fue notificada de la identidad el lunes 2 de enero, mientras que el martes 3, el padre de la joven solicitó la liberación del cuerpo, entregado ese día en el transcurso de la tarde por las autoridades y velado durante la noche.

La confirmación de la identidad de Zafiro a la comunidad en general se dio hasta el mediodía del miércoles 4 de enero, al tiempo que la Subprocuraduría daba los pormenores a las 13:00 horas y Zafiro estaba por recibir sepultura.

Activa y aficionada al Animé
Lidia del Carmen Ramírez Tejeda, directora del CBTIS 41, escuela donde estudiaba Zafiro, lamentó los hechos.

“Zafiro Sánchez era una muchacha identificable dentro del plantel debido a su estatura”, dijo. 1.70 metros y su peculiar cabello, con pequeños rayitos y mechones color rosa. Estudiaba el primer semestre de Electrónica.

Su comportamiento era como el de la mayoría de los estudiantes de preparatoria, era una chica activa y participativa que formaba parte de un club de Animé, que se reúne los sábados en la escuela. No era retraída ni mostraba algún comportamiento que requiriera llamadas de atención. Tampoco tenía antecedentes de mala conducta.

La maestra recordó que la madre de Zafiro había acudido días después de la desaparición de su hija al plantel, a preguntar entre sus compañeros si tenían información sobre su paradero.

El suceso no tiene precedentes en el CBTIS 41, lo más cercano fue el caso de un estudiante que un día no volvió a su casa luego de acudir a la escuela por quedarse con compañeros, la madre acudió al plantel y el menor apareció horas después. Pero nada como esto.

La seguridad en la escuela, afirmó la directora, ha sido siempre tema de interés. Refirió que existen diversas medidas, como el apoyo de oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública en las horas de entradas y salidas, mantenimiento permanente a las luminarias de los alrededores de la escuela por Obras Públicas Municipales, juntas con los padres de familia para abordar temas relacionados con el control de las salidas de los jóvenes (que salgan sólo al terminar su horario de clases) y la necesidad de portar en todo momento el uniforme, operativos mochila y cursos para padres realizados por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).

Luego de la construcción de una plaza comercial cercana, donde se ubican cines, tiendas y restaurantes, la escuela se ve más propensa a las “pinteadas” de los jóvenes a esos sitios, situación que se aborda dentro de las juntas escolares, de acuerdo con la explicación de la directora, quien aseguró que tomarán medidas más estrictas para cuidar a los estudiantes, al menos hasta donde les compete.

El día de la desaparición de Zafiro, la escuela se encontraba en periodo de exámenes finales, con entrega de calificaciones y horarios quebrados. Las entradas y salidas de los estudiantes en esos periodos no tienen horarios fijos.

Durante la rueda de prensa convocada por la PGJE, el miércoles 4 de enero al mediodía, la subprocuradora mencionó que pese a darse por concluida la orden de localización de la menor luego de que el padre de Zafiro reclamara el cuerpo, se mantiene una averiguación previa por el delito de homicidio calificado, “la cual tiene bastantes datos para la investigación, esos datos desafortunadamente por el momento me los tengo que reservar por la propia investigación, para no correr riesgo con el esclarecimiento de este hecho”, dijo Gallegos.

“Sí tengo datos exactamente en la fecha probable de la muerte, tengo otros datos de después de la fecha de la desaparición. Sin embargo, son datos que me tengo que reservar, por el momento no es oportuno informarles detalles de cómo va la investigación, porque pues, tenemos un homicidio calificado, un presunto responsable, pues (que) le tuvo que privar de la vida; y yo al momento de estar haciendo comentarios de cómo va la investigación, el dato precisamente que me acaba de preguntar (tiempo de muerte) es muy importante para nosotros y me lo voy a reservar”, aseveró Lidia Gallegos.

Hasta el momento la PGJE asegura no contar con más denuncias de menores extraviados. Preguntas sobre líneas de investigación, sobre sospechosos o algún riesgo de otros jóvenes estudiantes, información sobre los movimientos de Zafiro luego de su desaparición y/o cualquier dato adicional del caso, no serán dados a conocer, ya que “se está investigando”, concluyó la autoridad.

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