miércoles, 2 de noviembre de 2011

TESTIMONIO DEL SECUESTRADO POR "EL BOLAS"

Pensó que moriría, pero lo rescató el Ejército
 
El hombre que fue liberado de su cautiverio cuando fue aprendido Luis Alberto Salazar Vega, explicó que había sido plagiado por hombres armados cuando vendía un carro acompañado de su hijo de cuatro años de edad el cual fue dejado en el automóvil. Fue obligado a subir a un auto mientras era golpeado y amenazado.

“Me dijeron que les dijera la verdad, que cooperara con ellos porque si no me iba a ir muy mal. Me dijeron un montón de palabras y yo les dije ‘jefe, tiene la persona equivocada’”, sostuvo el hombre recién liberado, aún nervioso y vestido con uniforme militar, pasamontañas y gafas de sol para encubrir su identidad.

Explicó que en el camino fue trasladado a otro carro, con el cual se mantenía comunicación a través de radios y con claves policiales, hasta que llegó a un inmueble donde permaneció resguardado en todo momento por una persona.

Agregó que sus captores cubrían turnos de mañana y de noche, y que a la menor provocación lo pateaban, golpeaban e insultaban.

“Dure ocho días me daban de desayunar un taco de tortilla de maíz con huevo con wini o frijoles y mi botella de agua de tomar, que a los dos días parece ser que se les acabó el agua de beber y me dieron agua de la llave, que sabía muy mala”, expuso la víctima.

Así pasó ocho largas noches en las cuales calcula que cuando mucho durmió cuatro horas, encadenado a una cama de metal, con los ojos vendados y pensando siempre que iba a morir.

“De repente entraron y dieron un balazo muy fuerte, fuerte, que a mí me asustó y dije ¡hasta aquí llegué! Me encomendé rápidamente a Dios y le pedí que me cuidara a mis hijos, que me cuidara a mis hijos, que yo ya había vivido pero que los dejara vivir a ellos”.

La víctima escuchó ruidos y balazos, comenzó a temblar y lo único que pudo hacer es levantar el brazo que no tenía amarrado por si alguien entraba a matarlo viera que estaba encadenado y se apiadara de él.

Momentos después un hombre entró a la habitación donde estaba recluido y le dijo “tranquilo, estás liberado por el Ejército Mexicano”.

Al principio no lo podía creer, aseguró, y creyó que eran pistoleros de un grupo rival que se lo iban a robar para cobrar su recompensa, pero comenzó a escuchar a otros soldados a lo lejos y cuando levantaron la venda de sus ojos pudo verlos, armados y vestidos con uniformes castrenses igual que como los ve en la televisión.

A pesar de su débil estado físico y psicológico el hombre relató a los periodistas que sus captores lo habían amenazado de muerte a él y su familia si denunciaban el plagio a las autoridades.

“Ahora por lo que mis propios ojos han mirado y mi familia ha visto, yo les digo a todos los que tengan a su gente secuestrada que no se callen, que tengan valor como lo tuvo mi familia y que denuncien al instante, rápido, porque ellos saben cómo moverse y supieron exactamente dónde yo estaba”.

Poco a poco fue recuperando la calma tras su liberación, sin embargo su voz se quebró y su cuerpo se desplomó sobre la mesa frente a él al concluir su testimonio.

“El siguiente paso mío, retirarme de una ciudad que me vio crecer, que construí aquí mi patrimonio para mis hijos, y ahora a estas personas que no son ni de Tijuana, que decían mucho que eran de Culiacán, tenemos que irnos, irnos por nuestra seguridad.

Gracias a Dios tenemos adónde irnos, es lo que más les pido, que no se queden callados”, finalizó.

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