martes, 1 de noviembre de 2011

DISCURSO DE LOPEZ OBRADOR EN ESTADOS UNIDOS

En la conferencia dictada por el precandidato presidencial, Andrés Manuel  López Obrador,  en el Instituto Woodrow Wilson de Estados Unidos, destacan conceptos interesantes que tienen vigencia , pues se ubican justo en el contexto en que se ha desenvuelto la política exterior de ese país, particularmente respecto a México.  

Son reclamos respetuosos, pero más que nada planteamientos dignos de tomarse  en cuenta por los gobernantes norteamericanos y en cuyos términos los mexicanos, independientemente de si están de acuerdo o no con lo que piensa el político tabasqueño, no deberán regatearle su solidaridad activa.

En el epílogo, para rematar su tesis en busca de que en los gobernantes de ese país renaciera la voluntad de cambiar sus políticas con México,  el político mexicano  invocó el discurso del  presidente Wilson, pronunciado al término de la primera guerra mundial en el que éste postuló el principio de justicia para todos los pueblos y nacionalidades.

Recordó la alocución, que dicho gobernante había expresado ante el mundo que la premisa incontrovertible, norma de conducta además, es que todas las naciones “tienen derecho a vivir en igualdad de condiciones, de libertad y seguridad, con los demás estados, sean pequeños o grandes, débiles o fuertes”

Vivir en igualdad, pero sobre todo don respeto irrestricto a la forma de ser de cada nación, en condiciones de libertad y seguridad, son los elementos que precisamente no ha existido, en los hechos y no en el discurso, entre nuestro país y su vecino, con quien para fortuna,  o para desgracia, se comparte una extensa frontera.

Todos sabemos, la amarga experiencia que la historia confirma, que los Estados Unidos, país que se jacta como paradigma del mundo libre, de la democracia, que por ello la actitud de sus gobernantes fuera distinta, apegada a las elementales normas de la convivencia respetuosa particularmente con quien tiene una vecindad geográfica, no asumen ese papel.

A México siempre lo han visto como el “patio trasero”, como ven a todos los países allende al río Bravo. Rara vez han considerado a esta parte de América como sus iguales, así como soñara aquel célebre presidente. Lo que ven son sus recursos naturales, y su política se determina en función a cómo explotarlos para provecho de sus grandes trusts financieros.

Y los gringos no solo fijan su atención en la explotación de petróleo y minerales, desde el lejano 1901, sino en la fuerza de su trabajo humano. Ahí están los centenas de miles de nacionales mexicanos que se han ido, de los cuales muchos se han quedado y que con sus manos han movido productivamente la industria y la agricultura de su país.


Pero a cambio de qué, de someterlos a una vida de discriminación. De no respetar su status migratorio. De no convertir la solidaridad que afirman que le brindan a México. No enviando armas para dizque combatir la inseguridad, sino apoyo para el desarrollo, como exigió López Obrador.           

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