miércoles, 26 de octubre de 2011

ANALISIS: CALDERON, LOS NARCOS Y LA TUMBA DEL PAN

A R T U R O S A N T A M A R í A G ó M E Z
Las declaraciones del Presidente Felipe Calderón al New York Times sobre los acuerdos que ha tenido y que puede volver a establecer el PRI con los narcotraficantes, la respuesta de los priistas a esa afirmación y la propuesta de Vicente Fox de que se pacte con los narcos han causado un enorme revuelo en los medios políticos y periodísticos nacionales.

Los comentarios y análisis ya abundan; dentro de ellos han sido publicados en Noroeste los de Jorge Castañeda el pasado jueves.

Siempre bien informado y polémico, el ex Secretario de Relaciones Exteriores de Vicente Fox, nos recuerda que la negociación política con los enemigos y "malos" siempre ha existido en todos los tiempos y en cualquier sociedad, lo cual es muy cierto.

Sin embargo, sorprende que insista en una tesis y propuesta que ya ha presentado al lado de Héctor Aguilar Camín, otro influyente intelectual mexicano en los círculos empresariales y políticos neoliberales, y que ahora el ex Canciller refuerza con la información que le dio un jefe policial colombiano: sólo el 15 por ciento de los recursos contra la delincuencia en su país se dirigieron a combatir el narcotráfico y el restante 85 por ciento contra otros delitos que afectaban más directamente a los habitantes del país andino.

Castañeda propone lo mismo para México. La propuesta podría ser estratégicamente correcta si en nuestro territorio imperara la misma situación; pero resulta que, por lo menos en los últimos cuatro o cinco años, si no todos sí varios de los cárteles de la droga han extendido profusamente sus acciones a otros ámbitos delictivos.

Es decir, en Sinaloa, Baja California, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León, Nayarit, Jalisco, Veracruz, por lo menos, varios de los cárteles más poderosos, además de traficar drogas, han permitido que sus integrantes roben automóviles y negocios, secuestren, extorsionen, chantajeen, controlen el mercado de productos piratas, etc.

En México, no existe una clara diferencia entre la delincuencia de menor escala y la organizada. En la actualidad, los mismos que roban un carro o extorsionan a un comerciante muchas veces son miembros de un cártel.

Por si fuera poco, es evidente que diferentes grupos de maleantes se cobijan en el poderío de los narcotraficantes para cometer impunemente sus ilícitos.

No es que deliberadamente los narcos los protejan, sino que la atmósfera de violencia y casi total impunidad que aquéllos han creado les ha permitido a los delincuentes menores actuar a sus anchas, muchas veces fingiendo ser narcos.

 Pero, además, es probable que muchos consumidores de drogas, que se ven obligados a delinquir para obtener drogas y así agenciarse dinero que les permita comprar drogas, lo hacen con la protección del estrato más bajo de las organizaciones que venden droga en los mercados locales.

Es decir, en el México contemporáneo, o al menos en gran parte de él, incluyendo a Sinaloa, no están claras las fronteras entre el narcotráfico y otro tipo de delitos.

Por esta razón, la estrategia que sugiere Jorge Castañeda, semejante a la colombiana, no es viable, pero tampoco es nada fácil proponer otra.

El embrollo es enorme y creciente. Romper la asociación del narco con otras actividades delictivas costará mucho tiempo, mucha inteligencia, enormes esfuerzos, pero sobre todo una cultura política, sino diferentes de la cual por lo menos distanciada.

Regresando al tema de la negociación con los narcotraficantes, que sugiere Vicente Fox y rechaza vehementemente, al menos en apariencia, Felipe Calderón, según análisis que realizan investigadores, expertos en narcotráfico, como Edgardo Buscaglia, o la periodista Anabel Hernández, en realidad el Presidente ya recorrió esa ruta porque pactó con el cártel del Chapo Guzmán una especie de inmunidad.

Si esto es cierto, no tan solo revelaría la doble moral o, si se quiere, la doble política del Presidente Felipe Calderón, sino su total fracaso porque, a juzgar por los actos de violencia y la comercialización de estupefacientes, al margen del creciente poderío del cártel de Sinaloa, las organizaciones de narcotraficantes han sido golpeadas pero en ningún caso destruidas.

Como es evidente, el tema del narcotráfico es ya un tema de la agenda política de las próximas elecciones presidenciales.

Si Felipe Calderón lo relegó en su campaña de 2006, aunque posteriormente lo haya convertido en el principal en sus acciones de gobierno, para el candidato o candidata del PAN, cualquiera que sea en 2012, sería irresponsable no abordarlo de manera central.

 El problema para el PAN es que, por más que quiera Felipe Calderón achacarle al PRI el crecimiento de los cárteles del narco, el grueso de la población sólo ve que las cosas empeoraron durante el sexenio del blanquiazul.

 Quizá ni el PRI ni el PRD hubiesen podido hacer las cosas mucho mejor que Calderón, pero lo más probable es que ninguno de los dos hubiese escogido la Guerra contra el Narco como la principal estrategia de gobierno.

Este fue el principal error de Calderón Hinojosa y su partido lo está pagando con un brutal desgaste en el ejercicio del poder y su muy segura salida de Los Pinos.

 Haber colocado la guerra contra el narco como la prioridad de su sexenio fue el mayor error de Calderón y la tumba del PAN para 2012.

Calderón le está entregando Los Pinos en bandeja de plata al PRI, pero ahora quiere revertir su error acusándolo de negociar con los narcos cuando su partido no está exento de tales procedimientos.

Mientras tanto, lo único claro es que Felipe Calderón ha debilitado profundamente al PAN y, para colmo, lo debilitará aun más si impone a Ernesto Cordero como candidato a la Presidencia y con él a candidatos a diputados y senadores ya muy desgastados e incondicionales de Los Pinos.

 Y dentro de las peores cosas que hereda Felipe Calderón al próximo gobierno, está el grave enredijo que se ha creado entre el narcotráfico y otras actividades delictivas en las que no habían incursionados los cárteles.

El próximo gobierno recibirá una bomba de tiempo.

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