En un año, el mega laboratorio
encontrado por el Ejército en La Rumorosa, pudo haber fabricado hasta 73
toneladas de metanfetaminas, lo que se traduce en ventas por hasta 481 millones
de dólares en Estados Unidos. Con equipo industrial de primera y miles de
litros de precursores químicos, se trata de una de las principales inversiones
del Cártel de Sinaloa para dominar el mercado de las drogas sintéticas en
Estados Unidos, cuya demanda sigue en auge
El laboratorio de
metanfetaminas más grande que se ha localizado en Baja California, pertenecía
al Cártel de Sinaloa. No se encontraba dentro de la mancha urbana, sino en
medio de árboles y pinos, en el ejido José María Pino Suarez, cerca de los
poblados de La Rumorosa y El Hongo en Tecate.
Según cálculos de la
Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), este laboratorio instalado en la
intemperie, pudo producir hasta 73 toneladas de metanfetaminas durante el año
que operó. Esto representa seis toneladas al mes.
En términos financieros, estas
73 toneladas de cristal pudieron venderse en Estados Unidos hasta por 481
millones de dólares, considerando el costo de tres mil dólares por libra que
alcanza la mejor calidad de metanfetaminas en el mercado negro de California.
Corporaciones de seguridad
identifican la zona donde fue localizado el laboratorio, como parte del
territorio que en Tecate controla el Cártel de Sinaloa y que se concentra
principalmente en La Rumorosa y se extiende por Ensenada hasta Ojos Negros y
Vizcaíno.
El dominio del Cártel de
Sinaloa incluye tanto tareas de trasiego de drogas hacia Estados Unidos, como
la producción de enervantes.
El reporte oficial del
Ejército indica que elementos militares, específicamente la unidad
perteneciente al 67 Batallón de Infantería de San Quintín a partir del
operativo “El Pinalito”, dieron con el laboratorio al realizar operativos
terrestres en el área. Ciertamente, semanas atrás, paseantes de la zona boscosa
de Baja California, habrían alertado al Ejército de la presencia de hombres
extraños en el área alrededor de donde encontrarían el laboratorio clandestino.
En un inicio, el operativo
militar se concentró en reconocimientos desde unidades aéreas, pero la zona
boscosa ocultaba las instalaciones, por lo que optaron por recorrer el área a pie.
Fue así como dieron con el
laboratorio con capacidad para producir hasta 200 kilogramos diarios de la
droga sintética conocida como cristal y con más de seis mil litros en
precursores químicos y varios kilogramos de otras sustancias químicas.
Algunos de los elementos
militares que participaron en el operativo inicial, narran que los gases
generados por la combinación de químicos provocaron, no solo provocaron un
fuerte olor en los alrededores, sino que incluso les llegó a causar irritación
en la piel y los ojos, sin necesidad de contacto.
Por otra parte, a 26
kilómetros de la frontera con Estados Unidos, precisamente a la altura de
Jacume, una de las principales zonas para el tráfico de personas y narcóticos
entre Baja California y California, la ubicación del laboratorio resultaba
estratégica para el trasiego hacia ese país.
El coronel José Manuel
Nolasco Fonseca, comandante del 67 Batallón de Infantería, explicó que la
instalación de un laboratorio tan cercano a Estados Unidos representa no solo
un ahorro en los costos y tiempos de traslado de la droga para la organización
criminal, sino que además disminuye el riesgo de que los enervantes sean
incautados.
EQUIPO CON VALOR DE MÁS DE TRES MILLONES DE PESOS
Desde el kilómetro 83 de la
carretera federal libre Tijuana-Mexicali, en la entrada al “Bosque del Cóndor”,
las unidades militares avanzaron 15 kilómetros sobre el camino principal que
lleva hasta ranchos y campos turísticos.
A unos 100 metros de este
camino de terracería, se instaló el laboratorio dividido en tres secciones,
cubiertas por lonas a manera de techo, pero sin paredes, solo árboles y
arbustos escondían el lugar.
En la primera área se
encontraban diez calderas metálicas, cada una con capacidad de 500 litros, en
donde iniciaba el proceso de fabricación.
Las sustancias químicas, como
carbonato de sodio (en el lugar se encontraron 25 costales) e hidróxido de
sodio (en el lugar se encontraron seis costales), una vez evaporadas, viajaban
por tubos y se mezclaban con una sustancia líquida contenida en una piscina de
plástico.
La sustancia líquida viajaba
a su vez, a través de mangueras hasta dos contenedores metálicos de tamaño
industrial con medición de presión y dos tubos verticales con dirección hacia
arriba que emitían gases.
Otros de los químicos
utilizados en esta primera etapa de elaboración es la acetona, sustancia que se
encontró en un tambo lleno de 200 litros, así como el alcohol etílico
distribuido en cuatro tambos metálicos de 200 litros cada uno.
Las áreas estaban conectadas
a su vez por mangueras de plástico, transparentes o negras, que conducían las
sustancias hacia otros dispositivos en la segunda etapa que contenía varios
tambos con otras sustancias que se mezclaban para irle dando forma al producto
final.
En la tercera parte se
encontraban 15 tinas, cada una con capacidad de 500 litros. Todas contenían una
pasta rojiza con destellos verdes que era el cristal en su penúltima etapa,
antes del secado, que le permitiría terminar de solidificarse.
Al aire libre, cada tina
tardaría una noche en secarse, pero adicional a esto, en el laboratorio se
encontraron dos centrifugadoras industriales que aceleraban el proceso a unos
cuantos minutos, ya que la rotación a gran velocidad de los aparatos en forma
mecánica, separaba la humedad del producto hasta dejarlo listo.
Para ello, las máquinas
requerían de energía eléctrica que les era suministrada a partir de
generadores.
Además de esta droga a punto
de terminar, militares localizaron diez tinas, cada una de 400 kilogramos con
cristal ya fabricado y en espera solo de ser trasladado.
Parte del material adicional,
fueron cuatro filtros metálicos con capacidad de 80 litros, seis condensadores
metálicos con mangueras de dos metros cada uno, 28 tambos metálicos de 200
litros cada uno con removedor y dos galones metálicos con la leyenda “cola”,
así como múltiples tanques de gas.
Tan solo de la droga ya
concluida e incautada en el aseguramiento, las pérdidas se estiman entre los
301 y 475 millones de pesos, según el valor actual de la droga en California.
No obstante, su costo en el
mercado negro aumenta conforme sube al norte de Estados Unidos.
Mientras que el equipo
industrial, sin considerar los precursores químicos, tiene un valor de más de
tres millones 600 mil pesos.
LA INVESTIGACIÓN
No cualquiera puede adquirir
el material e inmobiliario necesario para fabricar esta droga sintética.
La compra de precursores
químicos como el hidróxido de sodio requieren de un registro que es llevado por
la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Les es permitido solo a empresas dadas de alta en el Servicio de Administración
Tributaria (SAT) y que cuentan con una razón social previamente autorizada. Lo
mismo ocurre con el equipo industrial.
Por ello, en las
investigaciones que conduce la Procuraduría General de la República (PGR),
deberá revisar el padrón de la Cofepris para identificar cuál fue la razón
social que adquirió el material localizado.
Así lo explicó el coronel
Nolasco Fonseca, quien indicó que le corresponderá al Ministerio Público
Federal, seguir la investigación requerida para encontrar cuál fue la empresa que
colaboró con el narco en la adquisición de este equipo.
Mientras que respecto a los
propietarios del terreno usado para la siembra y la fabricación de drogas
sintéticas, el área pertenece a tierras ejidales, por lo que en su
investigación, la PGR deberá también citar a los ejidatarios para deslindar
responsabilidades.
TRES TONELADAS DE MARIHUANA SEMBRADAS, EL PILÓN
En todo operativo militar de
este tipo, los elementos deben revisar los alrededores para constatar que en el
perímetro no se encuentre peligro. Fue así como, a menos de 300 metros de donde
se localizaba el laboratorio, inmiscuidos entre la zona más boscosa, se
localizaron dos plantíos de marihuana.
El primero con una extensión
de siete mil 500 metros cuadrados con plantas de hasta 1.70 metros de altura y
el segundo con una extensión de 12 mil metros cuadrados y una altura de 1.20
metros.
ENTRE ÁRBOLES Y RAMAS, EL LABORATORIO
En total, eran cerca de 90
mil plantas con menos de 20 días para estar listas. Esto se traduce a casi tres
toneladas de marihuana con valor de casi 10 millones de pesos en Estados
Unidos.
Los cálculos del Ejército
indican que esta zona de producción de droga inició hace dos años al sembrar
los plantíos y de ahí se le añadió la zona del laboratorio.
El primer plantío estaba
delimitado por una cerca de alambre de púas y contaba con una pila de agua
construida con piedras y con una lona encima para no ser detectada desde las
alturas.
Del pozo, colocado en una
zona con más altura que los plantíos, salían mangueras gruesas, cada una con
una botella de plástico perforada con varios hoyos, que trasladaban el agua
hasta las plantas.
Ya que las plantas estaban
casi listas para ser deshojadas y recortadas, algunas de estas mangueras habían
sido deshabilitadas por los propios encargados del sembradío. Después de que se
escogen solo las plantas hembra, precisamente de donde sale el cáñamo o fruto,
mejor conocido como colas, estos trozos son acumulados y trasladados a otras
instalaciones en donde, con ayuda de un compresor mecánico, se comprimen y se
les da una forma rectangular para envolverlos en cita canela y transportar la
marihuana en bloques o paquetes.
El Ejército detectó también
que las semillas de las plantas pudieron haber sido manipuladas genéticamente,
puesto que en un lapso de tres meses alcanzaron la madurez que en otro tipo de
cannabis llega hasta los seis meses.
Las 90 mil plantas fueron
arrancadas de raíz y sobre una cama de palos, incineradas en su totalidad, en
un operativo militar.
LOS CAMPAMENTOS Y LAS TAREAS DE HALCONEO
Si bien, en el área de
laboratorio había un espacio dedicado a la cocina de alimentos y con casas de
campaña, era en el segundo plantío donde se encontraba el campamento principal
con una cocina que incluía un fogón improvisado de un tambo metálico y una mesa
colocada entre ramas de árboles.
Elementos militares calculan
que cada semana, las diez personas que habitaban ahí y se encargaban tanto de
la fabricación de la droga como del mantenimiento de los plantíos, recibían alimentos
para cocinar, así como agua y cervezas.
Esto, debido a la frescura de
algunos artículos como huevos y tortillas. De igual forma, contaban incluso con
una prensa para hacer tortillas.
A diferencia de otros
plantíos, en este campamento, la basura estaba contenida en bolsas negras que
seguramente eran llevadas por las mismas personas que les dejaban los
alimentos, para así evitar ser detectados por personas que transitaran en la
zona.
Como forma de comunicación,
utilizaban radios de frecuencia, de los cuales solo quedaron los cargadores en
algunas de las mesas.
Después de esta cocina mejor
equipada, al subir una cuesta de unos 200 metros se encontraba un campamento
más. Seis colchones colocados en el suelo y rodeados por lonas para simular una
casa de campaña conformaban el área de descanso de los halcones.
La división de tareas era tan
precisa que una persona se quedaba de guardia fuera del campamento y con una
vista directa hacia la carretera y los caminos principales. Esto lo dedujeron
militares al encontrar una almohada y una cobija debajo de un árbol en esta
área.
PROFESIONALES, QUIENES MANEJABAN EL EQUIPO
En el mismo punto había
artículos de higiene personal, como pasta y cepillo de dientes. De igual forma,
había marcas dejadas con latas y otros objetos en diversos puntos en la zona
más alta para vigilar los alrededores.
En parte gracias a la
logística que el personal mantenía, sospechan los militares, es que pudieron
operar durante tanto tiempo sin ser descubiertos.
De igual forma es que debido
a este campamento en las alturas, pudieron huir al ver el ingreso de unidades
militares, ya que no se reportaron detenciones.
¿CÓMO SE DESMANTELA UN LABORATORIO DE ESTE TIPO?
Luego de que la PGR realiza
el aseguramiento de los precursores químicos y la droga, así como la toma de
muestras para su investigación, la dependencia federal contrata los servicios
de una empresa especializada en manejo de residuos tóxicos.
Esta compañía, la cual recibe
seguridad por parte del Ejército Mexicano durante el retiro de las sustancias y
equipo, se encarga tanto del traslado como del almacenamiento o en su caso,
desecho de los residuos del laboratorio de drogas.
Para ello, por ejemplo,
utiliza camiones con plataformas para poder llevarse los aparatos de tamaño
industrial.
DEJAN IR AL HIJO DEL “SEÑOR DE LOS CIELOS”
El estigma de ser el hijo de
un connotado narcotraficante, como el extinto Amado Carrillo Fuentes “El Señor
de los Cielos”, y haber estado preso varios años, no termina para Vicente
Carrillo Leyva “El Ingeniero”, quien tras ser interceptado en un puesto de
revisión en la Ciudad de México e identificarse con una licencia de conducir
federal falsa, no fue impedimento para que pudiera continuar su camino.
El hecho se convirtió en todo
un escándalo al interior de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, pues
los policías preventivos involucrados ahora son investigados por desobedecer la
orden de retener al personaje y ponerlo a disposición del Ministerio Público
por el uso de documento oficial apócrifo. Incluso, algunos mandos presentaron
su renuncia y se desconoce su paradero.
El asunto se conoció una
semana después de que el 23 de agosto, policías comisionados en un puesto de
revisión en Avenida Presidente Masaryk y Mariano Escobedo, interceptaron una
camioneta negra con vidrios polarizados para su inspección. En la unidad
viajaban dos hombres, uno de ellos fue identificado como Vicente Carrillo
Leyva, a pesar de que se identificó con una licencia de conducir expedida por
la Secretaría de Comunicaciones y Transportes a nombre de Andrés Favela Vega.
Los uniformados dieron aviso
a sus superiores de la anomalía y cuando recibieron la orden de que no dejaran
ir a Carrillo Leyva para que un fiscal conociera del asunto, ya era demasiado
tarde, pues habían permitido que el heredero de Amado siguiera su camino. La
Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México inició una carpeta de
investigación contra cuatro policías y dos de sus mandos.
Alan de la Peña y Wilfrido
Márquez, director y subdirector de la Coordinación de Unidades de Apoyo Técnico
del Estado Mayor Policial de la SSP, presentaron su renuncia y ahora son
buscados para conocer su versión de los hechos.
Vicente Carrillo Fuentes
estuvo preso en el penal de máxima seguridad de Puente Grande por delitos
derivados de su apellido. Primero fue detenido en 2009 por portar una
credencial de elector falsa y después fue juzgado por el delito de lavado de
dinero por tener en sus cuentas dinero de su difunto padre y por disfrutar de
los bienes que éste le dejó, los que por cierto no estaban sujetos a algún
aseguramiento ministerial.
En su momento, “El Ingeniero”
declaró que usó el nombre falso de Alejandro Peralta Álvarez, ya que tras la
muerte de su padre en 1997, tuvo que cambiar su vida y dejar de estudiar
“porque fui perseguido y acosado por las corporaciones policíacas y nunca pude
seguir estudiando”.
“También me obligaron a
cambiar de nombre para poder llevar una vida lo más normal posible, ya que al
presentarme con mi verdadero nombre, se me negaba la entrada a instituciones de
estudios y de trabajo, obligándome así a cambiar mi identidad para poder
trabajar y sostener mi persona y mi familia”, dijo la ocasión anterior Carrillo
Leyva.
(SEMANARIO ZETA/ EDICIÓN IMPRESA / INÉS GARCÍA RAMOS/
LUNES, 3 SEPTIEMBRE, 2018 01:00 PM)
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