Ciento
siete mil homicidios dolosos en lo que va del sexenio, hablan muy mal de la
estrategia de seguridad del Presidente Enrique Peña Nieto. En Chihuahua,
Guanajuato, Guerrero y Tamaulipas, los reportes de balaceras y asesinatos son
cotidianos. Hay zonas en el país donde nuevamente, como hace 15 años, no se
pueden visitar, y viajar por carreteras por las noches se ha vuelto muy
peligroso en varias regiones del país. El incremento de ataques a empresas,
asaltos físicos, secuestros y extorsiones, tienen muy ansiosos y preocupados a
los empresarios, que ya vieron afectados sus negocios por el alza galopante de
la violencia, subrayan el colapso de su política. Mal cierre tiene el
Presidente en el tema que más lastima a la sociedad, gran lastre que añade
carga al final de su sexenio.
Las
cúpulas empresariales le están exigiendo que no deje el problema de la
seguridad al próximo gobierno, y que apure las reformas que se tienen que hacer
para frenar la violencia al alza que no pueden esperar. Los empresarios pecan
de ingenuidad en su desesperación para que el gobierno federal haga algo. ¿Por
qué tendría que hacerlo? El Presidente le compró de cabo a rabo la estrategia
de seguridad a su ex Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y
está convencido de que la violencia desatada está asociada con dos factores:
que los gobiernos estatales y municipales no han hecho su trabajo, y que su
repunte se dio con los cambios de gobiernos locales en los dos últimos años.
Bajo esta racional, el problema no está en la Federación, sino en el ámbito
estatal.
La
falta de autocrítica no ayuda al diagnóstico correcto. ¿Qué hizo Peña Nieto de
saque de su administración?
*Fusionó
a la Secretaría de Seguridad Pública a la Secretaría de Gobernación,
revirtiendo dos años de construcción de un nuevo andamiaje institucional, al
reinstalar el viejo concepto de la policía política montado en la seguridad
pública. Al frente de ella colocaron a Manuel Mondragón, quien se formó en la
escuela de Arturo Durazo, el jefe de la policía durante el gobierno de José
López Portillo, uno de los momentos más oscuros en la seguridad pública.
*Desmanteló
Plataforma México, con lo cual se dañaron años de trabajo sistemático de
inteligencia criminal, porque estimaban que no sería para nada. La tecnología
utilizada en los sistemas de inteligencia criminal fueron compartidos para
hacer inteligencia política.
*Permitió
que se despidieran a los mandos de la Policía Cibernética porque sus salarios
eran altos. Una de las consecuencias más claras se vio recientemente al no
poder actuar con celeridad para evitar los ataques a los bancos.
*Su
estrategia de prevención nunca funcionó. Jamás le dieron presupuesto y
terminaron quitándole todos los recursos para lo que iba a ser, habían dicho al
arrancar el gobierno, la pieza toral de la política de seguridad pública. Todo
se quedó en un ejercicio de propaganda.
*Se
dejó de combatir durante ocho meses al crimen organizado, ante el supuesto de
que era el combate frontal lo que generaba la violencia en las calles, que
permitió que los cárteles se fortalecieran. Esa omisión por ignorancia permitió
que la violencia comenzara su repunte a los nivelles de descontrol e
ingobernabilidad que se viven ahora.
*Se
armaron grupos de autodefensa, en realidad paramilitares, varios de ellos
vinculados con el crimen organizado, cuyas secuelas se ven todavía en Guerrero
y Michoacán. Apoyarlos con armas y protección, les dio legitimidad y profundizó
el problema de la inseguridad y el crimen organizado.
*Se
pospuso dos años el examen de control de confianza para policías municipales,
con lo cual su vinculación con criminales se intensificó. En este espacio ya se
ha señalado que de haber existido, muchos de los municipales que participaron
en el crimen contra los 43 normalistas de Ayotzinapa, no habrían cometido ese
delito porque jamás habrían pasado esos controles.
¿Qué
hizo Peña Nieto posteriormente?
*Regresó
a la política de combate al crimen organizado del ex Presidente Felipe Calderón
pero con la misma deficiencia: no atacó integralmente el fenómeno. Las causas
sociales y económicas que son aceleradoras del fenómeno, permanecieron sin ser
transformadas. Y al igual que la administración previa, se echó la culpa de sus
deficiencias a los gobiernos locales.
*No
pudo, o no quiso, sacar un nuevo modelo de policía, pero presionó para que se
aprobara la Ley de Seguridad Interior, con lo cual se podrá tener a las Fuerzas
Armadas permanentemente realizando tareas de seguridad pública.
*El
trabajo con los gobiernos estatales de ir fortaleciendo a las policías locales
y gradualmente ir retirando al Ejército de las calles, se quedó en discursos.
El encargado de planear la estrategia con los gobernadores, Osorio Chong, nunca
lo hizo; el Presidente tampoco le pidió cuentas.
*Pese
a los fracasos visibles como la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán, que
evidenció el colapso de los sistemas y protocolos del Sistema Penitenciario
Federal, nadie de los responsables principales de que existieran las
condiciones para el escape, fue procesado.
*Nunca
se pidieron cuentas a los responsables de la seguridad pública del por qué si
el presupuesto se incrementó casi cuatro veces en los primeros cinco años del
gobierno, la fuerza policial nunca se incrementó. ¿En dónde quedó ese dinero?
No se sabe, porque la información de su destino está reservada.
Con
tantas pifias, omisiones, negligencias o encubrimientos que se han dado en el
gobierno peñista en materia de seguridad, ¿cómo esperan las cúpulas
empresariales que el Presidente rectifique el rumbo? Es esperar demasiado de
Peña Nieto que, en esta materia, como en otras que serán analizadas
próximamente, ya cerró la cortina.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter:
@rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE
PERSONAL/RAYMUNDO RIVA PALACIO/30/05/2018 | 04:03 AM)
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