El
mejor trabajo de un órgano electoral es cuando no se nota. El peor, cuando está
en el centro del escenario como el protagonista principal. Desde hace tiempo
esto es lo que ha pasado con los consejeros electorales, cuyo presidente es
Lorenzo Córdoba. Siempre están involucrados en asuntos contenciosos, con los
tribunales, con los partidos, con los candidatos, con los medios de
comunicación. El Consejo Electoral del INE tiene mucho de temerario y
arbitrario. Pero también, suele estar metido en problemas por sus propias
contradicciones. La última tiene que ver con la legalidad de la candidatura que
registraron de Nestora Salgado; la que viene, legalidad de la candidatura que
registraron de Napoleón Gómez Urrutia.
Los
consejeros electorales han estado atrapados toda la semana en sus propias
declaraciones. Al iniciar la semana no veían ningún error u omisión de su parte
al haber otorgado el registro de candidatura a Salgado, candidata plurinominal
de Morena al Senado, pese a tener doble nacionalidad. A la mitad de la semana
ya habían matizado su opinión, y consideraban que al no haber denuncia no
tendrían por qué intervenir en revisar su legalidad, cuando menos por ahora. Al
no ser un caso “público y notorio”, dijo el consejero Benito Nacif, tendrá que
haber una denuncia para investigarse, y esto, hasta después de las elecciones.
Los
consejeros están atrapados en lo que llaman actos de buena fe, y sus omisiones
legales. El artículo 32 constitucional establece que “la ley regulará el
ejercicio de los derechos que la legislación mexicana otorga a los mexicanos
que posean otra nacionalidad, y establecerá normas para evitar conflictos por
doble nacionalidad. El ejercicio de los cargos y funciones para los cuales, por
disposición de la presente Constitución, se requiera ser mexicano por
nacimiento, se reserva a quienes tengan esa calidad y no adquieran otra nacionalidad”.
Se puede restablecer ese derecho pleno, siempre y cuando, como señalan los
artículos 17 y 18 de la Ley de Nacionalidad, se presente la renuncia vía
certificado de nacionalidad a los mexicanos a los que otro Estado atribuye
diversa nacionalidad.
El
problema para los consejeros electorales es que fue tan abierto el tema de la
doble nacionalidad, tan público y notorio, que la propia Salgado afirmó hace
unos días que no renunciaría a ser estadounidense. Se burló de ellos o los
desafió. El Instituto Nacional Electoral ya admitió que cometió un error al
revisar la documentación de Salgado, y está abierta la posibilidad de que, en
caso de ganar, nunca se le otorgue la constancia de mayoría. Pero si sucede con
Salgado, tendrá que pasar también con Gómez Urrutia, candidato plurinominal de
Morena al Senado. Gómez Urrutia tiene la nacionalidad canadiense y sólo
presentó su certificado mexicano de nacionalidad. Los consejeros se lo
aceptaron y cometieron un error: lo que vale es el certificado del gobierno canadiense
que le retira la ciudadanía. Ese documento, no existe.
&nbssp;
El
Consejo Electoral del INE ha tenido una serie de actuaciones y tomado
decisiones que parecen encaminadas a agradar a Andrés Manuel López Obrador. El
caso de Salgado y Gómez Urrutia son dos ejemplos, pero los antecede la
organización de los debates presidenciales. Desde otoño pasado decidieron en
forma unilateral las plazas, las horas y, sobre todo, los temas de los debates.
De esa forma escogieron que el primero sería sobre corrupción y gobernabilidad.
En todas las encuestas de cada elección, el tema de mayor interés para los
electores es el económico, lo que, permite señalar que si en la mente de los
consejeros hubieran estado los ciudadanos, habrían seleccionado el que más
preocupa a la mayoría. Optaron por ir por el que provocó la ira contra el gobierno
y golpeado a su candidato presidencial. El PRI buscó que se cambiara el orden
temático, pero nunca se aceptó meterlo siquiera a discusión. Los consejeros
jugaron políticamente sin revelar el método por el cual seleccionaron los
temas. En la campaña de José Antonio Meade, consideraron que este orden lo
perjudicaba.
Las
actitudes de los consejeros electorales también han provocado actos de
autocensura en los medios, donde en varias organizaciones, ante la confusión
sobre sus criterios sobre qué es información, análisis o propaganda, han
limitado coberturas ante el riesgo que algún día en que amanezcan de mal humor,
decidan emprender una querella contra un medio. Las acotaciones auto impuestas
en los medios han llevado a los absurdos de las coberturas que se están
realizando, donde lo relevante no es lo importante de lo que sucede, sino que
todo esté absolutamente balanceado para darle gusto a los consejeros. La
justicia de puntos equidistantes no es justicia. Es el justo medio aristotélico
provee justicia, no la llevada a cabo por el INE.
La
democracia electoral pregonada por el INE ha costado trabajo que la apliquen en
los hechos. Por ejemplo, a finales de 2016, Córdoba afirmó que revisarían la
utilización de los recursos de los candidatos en los medios, pero no podían
plantear que los políticos no hablaran de política; en 2018, censuraron debates
en los medios durante la intercampaña. “Somos muy liberales en el tema de la
libertad de expresión”, ha dicho Córdoba, pero Ciro Murayama, uno de sus más
cercanos demostró el talante del grupo: porque no le gustaban los mensajes en
Twitter del propagandista de López Obrador, John Ackerman, bloqueó sus
comentarios. Ante la presión pública, rectificó. El episodio no es una mera
anécdota, sino habla mucho de lo que el INE de Córdoba ha sido a lo largo de
todo este tiempo: autoritario, déspota e hipócrita. Un árbitro, pues, realmente
chafa.
Nota:
En réplica a esta columna el miércoles donde se indicó que Manuel Mondragón y
Kalb se formó en la escuela policial de Alfonso Durazo, el doctor negó haber
trabajado con quien fue jefe de la policía en la Ciudad de México durante el
gobierno de José López Portillo.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter:
@rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 01/06/2018 | 04:05 AM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario