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La
muerte de un bebé de ocho meses y de un trabajador por una bala perdida, fueron
parte del saldo por el atentado contra el ex fiscal general de Jalisco, Luis
Carlos Nájera, y reacciones posteriores de la delincuencia. Otras 16 personas,
tres de ellas policías y el resto ajeno a los hechos, resultaron lesionados. El
CJNG está detrás de la autoría de la agresión
Miedo,
consternación y rabia son los sentimientos que persisten en Guadalajara después
que el atentado contra un funcionario público desencadenara en tragedia para
varias familias ajenas al hecho, entre ellas la de Carlos Alexis, quien perdió
a su bebé Tadeo, de ocho meses de nacido, y tiene grave a su esposa Elizabeth,
ambos quemados en un autobús urbano en uno de los narcobloqueos perpetrado por
criminales, en supuesta reacción por la detención de algunos de sus líderes.
A
varios días de las balaceras que aterrorizaron a la Capital de Jalisco el 21 de
mayo, la psicosis se advierte en los espacios públicos, centros laborales y en
los hogares, pues parecía suficiente violencia que los homicidios se hubiesen
incrementado durante el primer cuatrimestre del año, el lamentable caso de los
tres estudiantes de cine privados de la libertad y disueltos en ácido, y el
deshonroso segundo lugar nacional que la entidad registra en desaparición de
personas.
El
ataque contra el secretario del Trabajo, Luis Carlos Nájera Gutiérrez de
Velasco, ex fiscal general en Jalisco, tuvo resultados funestos. Mientras que
uno de sus escoltas se debate entre la vida y la muerte, un detenido
identificado como Antonio “N” y un joven de nombre Javier, que salía de su
trabajo en una fábrica de componentes, perdieron la vida por heridas de
proyectil de arma de fuego. En total hubo 16 personas lesionadas.
Hasta
el cierre de esta edición, se contabilizaron siete personas detenidas por su
relación con la balacera contra Nájera y el aseguramiento de inmuebles,
vehículos y armas de fuego; sin embargo,
no se tiene la identidad de los cuatro sujetos que en Zapopan
incendiaron el autobús donde viajaban Elizabeth y el pequeño Tadeo. Al
respecto, el fiscal general Raúl Sánchez Jiménez aseguró que se cuenta con
registros de cámaras de seguridad y espera pronto reconocer a los delincuentes.
LOS HECHOS
Todo
comenzó la tarde del lunes 21 de mayo, cuando el ex fiscal Luis Carlos Nájera
acudió a un restaurante de comida japonesa ubicado sobre Avenida Chapultepec,
esquina con Calle Morelos, en la Zona Rosa de Guadalajara. El hoy secretario
del Trabajo se reunió con un líder sindical, según declaró el funcionario.
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Transcurridos
unos 45 minutos en el lugar, el hombre con 30 años de carrera policial advirtió
la presencia de dos sujetos “miembros de la delincuencia organizada” y ordenó a
su jefe de escoltas preparar la camioneta blindada frente a la puerta para
proteger su salida. Al momento que egresaba del sitio, se desató una balacera
que impactó las ventanas de cristal del local comercial y el vehículo oficial.
Los
guardaespaldas de Nájera, pertenecientes a la Fuerza Única de Jalisco,
protegieron a su superior, a quien pudieron ingresar a la camioneta, mientras
ellos se batían a tiros con los agresores. El viejo policía, maestro en
Derecho, aguantó la feroz embestida que impactaba la carrocería de la unidad,
hasta que pudo incorporarse, ponerse en el lugar del piloto y emprendió la
marcha del cruce.
Según
testimonio del secretario de Estado, al avanzar en el vehículo blindado observó
que arribaba una camioneta con más sicarios, pero la oportuna presencia de una
patrulla de la Policía Estatal que pasaba por el lugar impidió que le
persiguieran y así salió de la zona hasta que la camioneta se averió y, a bordo
de un taxi, se dirigió a Palacio de Gobierno, con su mano izquierda lesionada
de un balazo.
Esta
versión fue relatada por la víctima en rueda de prensa nocturna encabezada por
el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval Díaz. El recuento no parecía tan
grave como lo fue minutos más tarde. Se hablaba de siete personas lesionadas,
cuatro civiles y los tres escoltas de Nájera, uno de ellos muy grave. Los
causantes fueron identificados como miembros de “un grupo de élite” del Cártel
Jalisco Nueva Generación (CJNG). Para entonces había seis detenidos, uno de
ellos herido de bala.
Entre
las cuatro civiles heridas estaban dos niñas, Blanca, de 14 años, y Dulce, de
16, hermanas que vendían golosinas afuera del restaurante escenario de la
tracatera. Las menores, cuyos padres venden dulces en Avenida Chapultepec desde
hace diez años, recibieron balazos en piernas y pies, pero según experticias
médicas, se encuentran estables y fuera de peligro.
El
gobernador declaró que desde el inicio de su gestión se estaba dando batalla y
contención al grupo criminal “más poderoso del país” que predomina en Jalisco y
en otros veinte estados. Y aseguró, no se dejaría a las víctimas de estos
hechos en el abandono, para lo cual giró instrucciones de brindar atención
médica a las y los lesionados en un hospital particular, igual que a los
policías.
MUERTE DE TADEO, UNA “BOLA DE NIEVE”
Lo
que parecía un saldo corto para una balacera que dejó más de cien casquillos de
armas de alto poder en la escena del atentado y otros tantos en el punto final
de la persecución de los autores sobre la prolongación de Avenida López Mateos
en Zapopan (salida a Colima), se agravó tras la rueda de prensa, que hasta ese
momento reportaba dos vehículos incendiados en la ciudad, sin víctimas que
lamentar.
Cerca
de las diez de la noche, en el cruce de las avenidas Mariano Otero y Las
Torres, en la colonia El Briseño en Zapopan, cuatro sujetos interceptaron un
autobús de la línea TUR y arrojaron en su interior una bomba incendiaria para
escapar enseguida. El chofer de la unidad se pudo nervioso y no pudo abrir de
inmediato la puerta para que el pasaje descendiera. Elizabeth, de 26 años, con
su bebé Tadeo, sufrió graves quemaduras.
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A
la mañana siguiente se conoció de la defunción de uno de los detenidos. Primero
se dijo que Antonio “N”, hospitalizado por una lesión de bala, había muerto por
un infarto; después se conocería que su herida en el abdomen era grave y esa
fue la causa del deceso. También se conoció la muerte de un joven trabajador
que recibió una bala perdida cuando caminaba sobre un puente peatonal. Su
nombre era Javier.
Más
tarde se informó de la noticia que conmocionaría a los tapatíos. El pequeño
Tadeo perdió la vida, al no resistir las quemaduras de tercer grado en el 99
por ciento de su cuerpecito. La mamá, que aún no despierta del coma, se
mantiene grave con el 90 por cierto de superficie corporal quemada, reveló el
director del Sistema de Atención Médica de Urgencias (SAMU), Yanik Nordin. De
esa forma, el saldo se incrementó a tres muertos directos e indirectos del
atentado. También se sabría que el total de lesionados era de 16 y no de siete.
El
anuncio del sentido fallecimiento de Tadeo, que tenía prevista su fiesta de
bautizo para mañana sábado 26 de mayo, impactó a jóvenes y familias enteras que
la noche del martes 22 realizaron una velada en el Monumento de los Niños Héroes,
recientemente bautizada por colectivos de la sociedad civil como “Glorieta de
las y los Desparecidos”.
LAS INVESTIGACIONES
El
mismo martes, el secretario general de Gobierno de Jalisco, Roberto López Lara,
confirmó que los autores del atentado contra el secretario del Trabajo
pertenecían al CJNG, al que reiteró como la organización criminal más poderosa
de México. Producto de las indagatorias, indicó que además de los seis
detenidos (uno de ellos muerto), se aseguraron siete armas de fuego largas,
cinco armas cortas, cinco granadas, cinco chalecos tácticos, cuatro vehículos,
una residencia y 160 cartuchos de diferentes calibres.
En
esa misma fecha, la Policía Estatal intervino en una fastuosa residencia del
fraccionamiento Bugambilias, en Zapopan, donde supuestamente rescataron a
cuatro personas privadas de su libertad. Después se aclaró que se trataba de
presuntos delincuentes. Dos pertenecientes al CJNG, que tenían secuestrados a
dos sujetos militantes de una de las células contrarias. Los primeros estaban
involucrados en el atentado contra Nájera y la cifra de detenidos por el hecho
ascendió a siete. También fueron aseguradas armas de fuego.
Por
su parte, el ex fiscal Luis Carlos Nájera Gutiérrez de Velasco concedió una
entrevista a un medio de comunicación nacional, ante el que reiteró que el
ataque en su contra pudo deberse a una venganza contra su carrera policial de
tres décadas. Declaró que efectivamente reconoció a uno de dos sujetos que
ingresaron al restaurante como miembro del crimen organizado.
Nájera
indicó que realiza con normalidad su función en el servicio público y no piensa
renunciar al cargo, pese a la agresión en su contra. Las autoridades estatales
reforzaron la dependencia con más elementos policiales para la vigilancia y revisión
de los visitantes.
El
actual fiscal general, Raúl Sánchez Jiménez, confirmó que los hombres atrapados
en la residencia de Bugambilias están vinculados al atentado: “De acuerdo con
las primeras investigaciones, se determinó que los sujetos detenidos pertenecen
a un grupo de élite que de acuerdo con sus declaraciones, se dedica a limpiar
la plaza y privar de la vida a integrantes de células criminales contrarias. El
día de los hechos se les dio la orden que era privar de la vida al secretario
del Trabajo y Previsión Social”.
LOS ANTECEDENTES
El
año 2015 fue terrible para el entonces fiscal general Luis Carlos Nájera. Los
hechos delictivos y los enfrentamientos de la Policía Estatal con el CJNG
tuvieron serias consecuencias, sobre todo después que los uniformados abatieron
el 23 de marzo de ese año, en Zacoalco de Torres, al presunto narcotraficante
Heriberto Acevedo Cárdenas “El Gringo”, líder regional del grupo criminal.
En
represalia, el 30 de marzo el CJNG intentó matar al comisionado de Seguridad
Pública Estatal, Francisco Alejandro Solorio Aréchiga, brazo derecho y amigo
personal de Nájera, durante una celada que le tendieron por el rumbo del Bosque
del Centinela, en Zapopan, cuando el funcionario, que resultó ileso, se dirigía
hacia su casa a descansar. Hubo varios detenidos y armamento asegurado.
El
6 de abril de 2015, la furia de los narcotraficantes hizo presa a elementos de
la Fuerza Única de Jalisco que regresaban de Puerto Vallarta por la carretera
Las Palmas-San Sebastián del Oeste, a bordo de cinco patrullas. En una curva,
sicarios ubicados en lo alto de un cerro dispararon armas de grueso calibre y
granadas de fragmentación en contra de los uniformados, con saldo de 15
policías muertos y cinco lesionados graves.
La
crisis de seguridad se desbordó con el atentado del primero de mayo de ese año
en contra de elementos del Ejército y la Policía Federal que habían iniciado la
Operación Jalisco para detener a Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, líder
del CJNG, que al parecer se ocultaba entre los municipios de Casimiro Castillo
y Villa Purificación. Los sicarios derribaron un helicóptero militar provocando
la muerte de nueve soldados y federales. El 6 de julio siguiente, Luis Carlos
Nájera renunció como fiscal.
El
sábado 20 de enero de 2018, el Comandante de la Policía Estatal, Rogelio
Andrade Sánchez, quien colaboró con Nájera en diversas dependencias, fue
atacado a balazos mientras desayunaba en un restaurante de Tlaquepaque. El
funcionario sobrevivió, aunque estuvo grave durante varias semanas. Sus
agresores también fueron identificados como miembros del Cártel Jalisco.
El
hoy secretario del Trabajo estuvo fuera del país durante un tiempo y hace
apenas tres meses se reincorporó con dicho cargo al gabinete de Aristóteles
Sandoval, en sus últimos meses de gestión.
(SEMANARIO ZETA/ EDICIÓN IMPRESA / LUIS
CARLOS SÁINZ/ LUNES, 28 MAYO, 2018 01:00 PM)
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