Una de las mayores incógnitas
en la toma de decisiones del Presidente Enrique Peña Nieto es por qué designó a
Luis Enrique Miranda Secretario de Desarrollo Social. Unos tres meses después
de su designación, en septiembre del año pasado, un periodista le preguntó al
Presidente si podría explicar lo que describió como un “extraño nombramiento”.
Peña Nieto casi no lo dejó terminar la pregunta para responder: “¿Por qué no
les gusta Miranda?”. Entonces lo defendió elogiando su trabajo como
subsecretario de Gobernación, donde él fue quien llevó la negociación política
con la Coordinadora Magisterial. Los contuvo, afirmó el Presidente y sin darles
nada de dinero como se dijo en su momento.
Una lectura distinta a la del
Presidente es que la disidencia magisterial se ubicaba en cuatro estados del
País, y después de la intervención de Miranda creció 600 por ciento y tiene
representación en casi toda la Nación. Otra es que si bien pudo no haber una
transacción de dinero en efectivo, se le dieron miles de plazas que no estaban
contempladas en el presupuesto, que fue una entrega indirecta de recursos. Las
justificaciones, en todo caso, no respondían la pregunta. Tampoco disipaban las
dudas sobre por qué había llevado a su incondicional y compadre desde el año
pasado, a una Secretaría como Desarrollo Social que requiere más de técnicos
financieros que de políticos, aunque sea una dependencia políticamente muy
redituable por ser la más generosa de todos.
La charla con el Presidente
tenía un contexto. Pocas semanas antes, a finales de noviembre, Miranda
compareció ante las comisiones unidas de Desarrollo Social y Fomento
Cooperativo y Economía Social de la Cámara de Diputados, donde la legisladora
Araceli Damián, lo cuestionó fuertemente. “Se tiene que poner a estudiar porque
no tiene claros los conceptos”, le dijo. “Lo que llama pobreza alimentaria no
es pobreza alimentaria”. Miranda no argumentó. La insultó. “Sí, me falta
estudiar”, reviró, “desgraciadamente no estudié siquiatría para entenderla a
usted, pero eso es otra cosa”. La forma como se expresó de Damián, doctora en
Planeación por la Universidad de Londres, profesora e investigadora de El
Colegio de México y dos universidades inglesas, provocó peticiones al
Presidente para que lo cesara.
En aquella charla decembrina
con periodistas, el Presidente se mostró muy cómodo con él, sin intención
alguna de moverlo. Al contrario. Lo responsabilizó de ser el operador de la
campaña de Alfredo del Mazo para Gobernador en Ixtapan de la Sal, donde juegan
golf de manera regular el Presidente y el Secretario los fines de semana, y en el sur del estado, donde la influencia
perredista desapareció sin explicación alguna, mientras que el voto campesino
se volcó sobre el candidato priista. Los resultados electorales deben haber
ayudado la ira de Peña Nieto porque cuando se presentó a votar Miranda se
percató que tenía una credencial de elector vieja y no pudo hacerlo, y
gradualmente los regaños de ese día no escalaron a más.
Miranda no ha dejado de
causar problemas al Presidente, y cada vez que habla no sólo se exhibe él mismo
en cuanto a su ignorancia antológica sobre el sector, o sobre su incapacidad de
comprensión y comunicación, sino que hacen resurgir las dudas y el asombro por
el inexplicable nombramiento del Secretario. El jueves pasado se subió a
YouTube un video intitulado “Luis Miranda explica cómo acabar con la pobreza”
que tiene una duración de un minuto con 25 segundos, que recoge una reciente
comparecencia. Esos 85 segundos no tienen desperdicio. Así lo dijo,
textualmente:
“Lo que se está trabajando es
que esos puntos verdes vayan saliendo del círculo rojo entren al recuadro,
recuadro no círculo, perdón, recuadro rojo, entren al rectángulo naranja y
salgan al.. ... rectángulo blanco y eventualmente puedan entrar al rectángulo
verde finalmente.
“En la Ciudad de México, en
el año hace 26 años, vivían aproximadamente 7.3... eh... era la expectativa de
vida. En Chiapas era sesenta y sie... era se... era seis menos, o sea seis años
menos de los 73, vivían 66 por ciento. Como hemos ido avanzando ahora. Ahora,
el estado de Chiapas ha aumentado a 73.1 el grado de vida como lo tenía el
Distrito Federal hace 26 años, y el Distrito Federal ha avanzado en su
expectativa de vida junto con Nuevo León y algunos otros estados en
prácticamente 3.2, 3.2, este años de vida más”.
Los autores de la pesca y edición
de las palabras de Miranda lo exhiben gráficamente. Si uno coloca las cifras
dichas por Miranda en una suma aritmética, se puede reír tanto como quienes lo
hicieron y lo captaron su ignorancia: 7.3 menos 6 es igual a 66 por ciento.
¿Cómo hizo Miranda para mezclar porcentajes con unidades y mezclar todo con
años? Los asesores del Secretario buscaron ayudarlo con figuras geométricas que
le permitieran explicar una proyección de disminución de la pobreza. Pero no
entiende nada. Describir de una infografía sencilla fue demasiado para su
intelecto en la materia.
Lo que natura no da,
Salamanca no presta. Miranda no nació con cualidades que le permitan ser un
Secretario de Desarrollo Social, ni tampoco ha demostrado ser capaz de adquirir
conocimiento en el tema. Es una burla tenerlo como responsable de esa
secretaría, pero sobre todo una ofensa para los mexicanos. El Presidente Peña
Nieto no debería soslayar el daño permanente que le hace Miranda, y dejar de
estimularlo. Mucho ayudaría retomar los planes de destituirlo y enviarlo a la
congeladora. Hace mucho tiempo que no es un activo para el Presidente, y sí un
lastre que le acumula peso negativo todo el tiempo.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/
21/08/2017 | 04:08 AM)
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