miércoles, 25 de enero de 2017

LA TRIBU YAQUI, HISTORIA DE UN PUEBLO DIVIDIDO POR UN GASEODUCTO


La instalación de una mega obra ha provocado la fragmentación de la etnia yaqui de Sonora, ante la presión de intereses económicos y políticos.

Divide y vencerás. Una vieja máxima de la política que pareciera explicar el conflicto violento que se detonó al interior de la tribu Yaqui y ha dejado ya un muerto, a raíz de la instalación de un gaseoducto operado por trasnacionales con la anuencia del gobierno.

Las tensiones comenzaron cuando la empresa Gaseoducto Aguaprieta, una filial de las empresas Ienova y Sempra Energy, ganó una licitación para construir el Gaseoducto Sonora, proyecto que pretende transportar gas natural desde Arizona hasta el norte de Sinaloa, atravesando 90 kilómetros del territorio perteneciente a la tribu Yaqui en el estado de Sonora.

Para que la empresa pudiera construir la obra, se requiere un permiso especial que debe ser concedido de manera unánime por los ocho pueblos que conforman la tribu Yaqui (Cócorit, Bácum, Tórim, Pótam, Vícam, Huiribis, Rahum y Belén), según sus usos y costumbres, tal como quedó asentado en un decreto firmado por el entonces presidente Lázaro Cárdenas en 1940.

Pero a pesar de que la construcción del gaseoducto lleva un 90% de avance, la tribu Yaqui no ha expedido ningún permiso, debido a que los habitantes de Bácum, uno de los ocho pueblos que conforman el territorio yaqui, han rechazado la instalación del proyecto ante lo que consideran condiciones abusivas por parte de la empresa encargada de la obra y los peligros que encierra un gaseoducto que no traerá mayores beneficios para los pobladores de la comunidad. Una postura que ha generado tensiones con los siete pueblos restantes, cuyas autoridades se han expresado a favor del gaseoducto.


Sin importar la falta del permiso, la empresa continuó con los trabajos hasta un juez de distrito ordenó cancelar la obra en el territorio de Bácum hasta que no existiera un acuerdo unánime entre los pueblos de la tribu Yaqui.

Y es en este contexto que el pasado viernes se produjo un enfrentamiento entre yaquis que dejó un muerto, 13 automóviles incendiados y varios heridos en el pueblo de Loma de Bácum, luego de que habitantes del lugar llevaron a un notario público para documentar los trabajos que se siguen realizando en sus tierras pese a contar con una orden judicial a su favor. Una situación que provocó un enfrentamiento con yaquis provenientes de Lomas de Guamúchil, quienes trataban de presionar a la comunidad de Bácum para que finalmente accedieran a la instalación del gaseoducto.

Pero eso es sólo una parte de la historia, ya que las autoridades de Bácum señalan que la empresa ha repartido dinero a otros integrantes de la comunidad yaqui para presionar y obtener el permiso necesario para continuar con la millonaria obra de 500 millones de dólares, la cual en 2012 fue calificada por el actual Comisionado Para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México del gobierno federal, Jaime Martínez Veloz, como "un limpio y 'legal' fraude de cuello blanco".

"Lo que pasa es que hay un grupo que está de acuerdo en que se haga el gaseoducto y en el pueblo de Loma de Bácum es un rotundo no por la situación que ha habido ahí, unos acuerdos que nunca se han cumplido, aparte que ese gaseoducto no se ha dado a conocer bien, no han cumplido con el reglamento de la consulta. Es por eso que este pueblo no lo acepta y la riña comenzó por eso. Unos ya recibieron un ingreso por ese proyecto y los pueblos de Loma de Bácum ha estado manteniéndose de que no se cruce por su territorio", dice Martín Valencia Cruz, secretario de las autoridades de Loma de Bácum.

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En entrevista con el HuffPost México, Valencia asegura que el gobierno de Sonora ha resultado omiso a la hora de defender los derechos de la comunidad y castigar a la empresa que sigue realizando obras con apoyo de gente de otros pueblos del territorio yaqui que fueron contratados para apoyar los trabajos de la empresa de manera ilegal.

"Ese permiso, según el decreto de Cárdenas, tienen que hacerlo ocho autorizaciones, si no, no pasa legalmente. Pero esto no le ha importado ni a la empresa, ni al gobierno ni a nadie", agrega.

De acuerdo con testimonios de otros comuneros de Loma de Bácum, algunos representantes del Gaseoducto Aguaprieta se acercaron a las autoridades de los ocho pueblos yaquis para ofrecerles dinero a cambio de que dieran su permiso para la instlación de la obra.

"En 2014 se iban a hacer una serie de reuniones, y en una de esas reuniones, desarrollada en el pueblo de Belén, donde se levanta un acta a mano, la empresa ofreció 60 millones de pesos que, dividido entre ocho pueblos tocaba de a 7 millones y medio, aunque no hubieran firmado o acordado nada, y eso es lo que andaban ofreciendo", señala Guadalupe Flores Maldonado, quien considera que a raíz del conflicto, la comunidad yaqui ha quedado dividida.

Nos afecta a nuestro territorio. Ahorita, las afectaciones en la parte humana es el rompimiento del tejido social que ha tenido aquí. Lo único que está dejando es familias divididas, hermano contra hermano, pariente contra pariente".
Guadalupe Flores Maldonado, comunero de Loma de Bácum

Y mientras tanto, otros liderazgos de la tribu Yaqui se han dividido entre apoyar o no al proyecto, tal como ocurre con Mario Luna, de la comunidad de Vícam, y Tomás Rojo, dos de los líderes más vivibles de la tribu yaqui contra el proyecto del Acueducto Independencia, que pretendía despojar de agua a los yaquis para abastecer a la ciudad de Hermosillo impulsado por el gobierno del panista Guillermo Padrés, hoy prófugo de la justicia.

"Era un asunto interno que ha desestabilizado a la tribu Yaqui, son siete pueblos que por un lado se sostienen en la posición política y por otro lado en oposición a la obra hay solo un pueblo, nosotros veíamos con agrado el proceso de unidad de los ocho pueblos, pero lamento está violencia que se ha creado con la única finalidad de agraviar la tranquilidad de los ocho pueblos con potencial político y social", aseguró por su parte Tomás Rojo, quien ha expresado públicamente su apoyo a la construcción del gaseoducto.

Y mientras el conflicto ha dividido a la tribu Yaqui, el gobierno de Sonora, encabezado por Claudia Pavlovich, ha tenido algunos acercamientos para tratar de mediar el conflicto, a pesar de los señalamientos de que las autoridades estatales han realizado maniobras para presionar a los comuneros de Bácum a otorgar el sí al gaseoducto a cambio de programas sociales, según reconoció el secretario de gobierno sonorsense, Miguel Pompa Corella en entrevista con el diario El Imparcial.

Pero el conflicto del gaseoducto no es el primero que enfrenta la tribu Yaqui ante un modelo económico que ha erosionado la cohesión de la etnia, tal como asegura Alejandro Valenzuela, sociólogo por la Universidad de Sonora e investigador de posgrado por la UNAM, quien sostiene que el modelo neoliberal y medidas como la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte han tenido impactos profundos en una comunidad que se había mantenido en guerra constante desde hace cinco siglos por la defensa de su territorio.

"La entrada del TLCAN fue uno de los elementos que con más fuerza debilita las estructuras tradicionales de la tribu, una comunidad que se dedicaba a trabajar la tierra, y el tratado impacta negativamente al campo: deja de haber apoyos, una serie de elementos que mantenían paupérrimamente con vida al campesinado mexicano y eso le pasa a la comunidad yaqui", asegura el académico.

"Esto trae impactos catastróficos para las estructuras tradicionales de la etnia. Al no poder generar su propia forma de vida, unos se rentan como jornaleros en sus propias tierras y otros se van a la industria maquiladora en Guaymas y Ciudad Obregón, principalmente, lo cual trae una destrucción de los lazos impresionante. Esa debilitación de las representaciones culturales posibilita la entrada paulatina, en el transcurso de 20 años por lo menos, de priistas y panistas poderosos que empiezan a meter sus manos porque saben que es una comunidad que les puede ser funcional y ven a futuro", explica Valenzuela.

Es por ello que ante los niveles de pobreza e inseguridad que se viven en aquella región, las comunidades resultan particularmente vulnerables ante los intereses de los partidos políticos mediante el uso discrecional de programas sociales y los megaproyectos de infraestructura promovidos por grandes empresas trasnacionales que cuentan con el respaldo del gobierno. Algo que explica la manera en que las estructuras de gobierno de los yaquis se hayan duplicado y generado tensiones ante intereses políticos, tal como ocurre con las guardias duales que existen en pueblos como Vícam y Pótam, los cuales se encuentran divididos por disputas políticas.

"Cuando priistas y panistas sonorenses empiezan a darse cuenta que pueden usufructuar socialmente a la tribu, empiezan a a meter sus manos, a comprar conciencias y generar guardias tradicionales duales, funcionales a sus intereses. Si yo PAN en el gobierno quiero meter un proyecto como el Acueducto Independencia, y la guardia tradicional de Vícam no está de acuerdo, sencillo: incentivo la creación de una guardia tradicional dual que esté de acuerdo con el proyecto que estoy impulsando", concluye.

Una situación que, lejos de resolverse, ha provocado una fragmentación cada vez mayor de un pueblo ancestral como la tribu Yaqui.


(DOSSIER POLÍTICO/ TOMADO DE: MANUEL HERNÁNDEZ BORBOLLA / THE HUFFINGTON POST/ 2017-01-24)

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