El domingo 29 se realizará la elección
extraordinaria de Tixtla, después que la de junio se anulara por la quema de
varias casillas en protesta por la falta de justicia para los desaparecidos de
Ayotzinapa. En un contexto de guerra entre bandas delictivas y cuando la
población reclama la protección de las Fuerzas Armadas, policías estatales y
federales realizaron un operativo que terminó en salvaje golpiza contra otros
normalistas… De nuevo, la violencia atizada desde el Estado.
CHILPANCINGO, Gro.
(Proceso).- La crisis político-social y la ola de violencia continúan en el
estado, a unos días de la elección extraordinaria en la presidencia municipal
de Tixtla, que se realizará el próximo domingo 29.
A la conmoción y las reacciones
generadas durante más de un año por el ataque y la desaparición forzada de los
43 normalistas de Ayotzinapa, se sumó esta semana la brutal golpiza con que
culminó un operativo de agentes federales y estatales para frustrar el
secuestro de una pipa cargada de combustible.
Todo ello ocurre en el
contexto de la interminable confrontación de las bandas delictivas que se
disputan las zonas de producción y trasiego de narcóticos en la Sierra de
Guerrero, que provoca el desplazamiento masivo de personas y la formación de
grupos de autodefensa, ante la indiferencia y, peor, los presuntos nexos de las
autoridades y las Fuerzas Armadas con el narco.
La situación tocó fondo el
jueves 12, cuando más de mil personas de los municipios Leonardo Bravo y
General Heliodoro Castillo retuvieron a unos 200 soldados, después de que éstos
desarmaran y arrestaran a guardias comunitarios que se enfrentaban con una
célula criminal liderada por los hermanos Ángel y Efraín Villalobos Arellano en
el poblado de El Naranjo, en el municipio de Castillo.
Los pobladores denunciaron
públicamente que los soldados, adscritos a la 35 Zona Militar con sede en
Chilpancingo, se abocaron a neutralizar a los guardias comunitarios de la Unión
de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) en vez de capturar a
los delincuentes.
Alrededor de un millar de
personas, la mayoría hombres armados de los poblados de Yextla, Izotepec,
Jaleaca, Los Morros, Filo de Caballos y el Ranchito, interceptaron a los
militares en Carrizal de Bravo, municipio de Leonardo Bravo (Chichihualco).
Los comisarios de al menos 20
comunidades de la región de la Sierra informaron en un comunicado que, tras
horas de tensión, los pobladores liberaron a los 60 comunitarios retenidos y
recuperaron las armas que les habían decomisado los elementos del Ejército.
No obstante, los serranos
enfurecieron cuando se enteraron de que, tras la detención de la autodefensa en
El Naranjo, la banda de los Villalobos asesinó a 15 policías comunitarios de
Ojo de Agua, pueblo considerado la guarida de esa banda, que días antes fue
expulsada por la fuerza de Polixtepec, en General Heliodoro Castillo.
La gente acusó al Ejército de
actuar en contubernio con la organización delictiva y retuvo a los militares
porque se negaron a regresar a Ojo de Agua para verificar la información.
Los soldados fueron liberados
la mañana del viernes 13, cuando infantes de Marina arribaron a la Sierra y
realizaron un operativo en la zona de influencia de los Villalobos. Sin
embargo, los marinos no confirmaron la ejecución masiva de comunitarios y sólo
encontraron rastros de la batalla, entre ellos cuatro camionetas incendiadas.
En las inmediaciones de Ojo
de Agua se localizó a tres policías comunitarios que se ocultaron en los cerros
y fueron reportados como desaparecidos.
(Fragmento del reportaje que se publica
en la revista Proceso 2037, ya en circulación)
(PROCESO/ EZEQUIEL FLORES CONTRERAS/ 14
DE NOVIEMBRE DE 2015)
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