En
Estados Unidos, la lucha de ciudadanos y ONG contra el fracking ha derivado en
prohibiciones y moratorias del uso de esa técnica de extracción de gas. Foto:
Facebook, Frack Action
Ithaca,
Nueva York, Estados Unidos, 1 de octubre (SinEmbargo).— Es una fresca noche de
inicios de septiembre y en el salón de un restaurante en la zona central de la
ciudad un inusual evento se lleva a cabo. Es excepcional porque ahí están
congregados varios de los actores clave en la lucha para conseguir que en el
estado de Nueva York se prohibiera la fractura hidráulica de gran volumen, el
llamado fracking.
Se
trata del segundo estado de Estados Unidos que consigue parar esta polémica
práctica de extracción de gas del subsuelo, que ha sido señalada por sus
impactos al ambiente y la salud humana. Quienes se oponen a esta técnica –que
consiste en extraer gas tras taladrar varios kilómetros en el subsuelo e
inyectar una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a gran presión para
extraer el hidrocarburo– afirman que es un proceso que contamina cuerpos de
agua, libera metano (uno de los gases que provocan efecto invernadero) y puede
incluso generar temblores.
Vermont
y Nueva York son los dos únicos estados en los que la técnica del fracking ha
sido prohibida, pero hay otros en los que se han promovido moratorias
(suspensiones temporales). Materializado en diciembre del año pasado, el caso
de Nueva York es hoy por hoy el paradigma para otros estados y municipalidades
donde grupos opositores a este método libran sus propias luchas antifracking.
Hasta
este salón en Ithaca, donde hay personajes como el académico de la Universidad
Cornell, Anthony Ingraffea, quien ha estudiado los impactos del fracking, han
llegado también integrantes de organizaciones civiles de varias partes del
mundo, con el fin de conocer más sobre la experiencia de la fractura hidráulica
en Estados Unidos e intentar aterrizarla en sus países, en los que la amenaza
del fracking es latente.
Toca
el turno de hablar a Renee Vogelsang, quien forma parte del equipo de Frack
Action, organización no gubernamental que trabaja promoviendo la prohibición
del fracking. Entusiasta al hablar, Vogelsang repasa las acciones que Frack
Action impulsó para llamar al interés ciudadano mientras muestra imágenes de
protestas antifracking; habla del apoyo de personajes clave como Yoko Ono en la
lucha antifracking; cuenta cómo la imagen del agua saliendo del grifo a la que
se le prende fuego, famosa a partir del documental Gasland, se volvió icónica del movimiento
antifracking; habla de cómo los manifestantes antifracking siguieron al
gobernador del estado, Andrew Cuomo, en varios eventos para hacerse visibles…
En suma, de cómo se organizó una campaña desde la sociedad civil organizada
para lograr la prohibición del fracking.
Manifestación
antifracking en la ciudad de Nueva York, en la que entregaron miles de firmas
al gobierno estatal apoyando la prohibición de la fractura hidráulica en el
estado. Foto: Facebook Frack Action
Quizá
para un país como México hablar de este tipo de acciones suene lejano, pero en
el vecino del norte la preocupación porque avance la práctica de fracking ha
impulsado la lucha. Se trata de una batalla con muchas caras, en las que lo
mismo hay quienes impulsan moratorias en los ámbitos locales argumentando el
riesgo que esta práctica implica a la
salud humana y al ambiente, que quienes han encontrado su método de lucha en
combatir legalmente las violaciones a usos de suelo que las compañías de
hidrocarburos llevan a cabo.
Sin
embargo, quienes impulsaron la prohibición en Nueva York saben que la batalla
no ha terminado, pues se trata de una prohibición que podría revertir el
siguiente gobernador, cuando el periodo de Cuomo termine.
Además,
pese a que la prohibición aplica para todo el territorio de Nueva York, no lo
es para el vecino estado de Pensylvania, donde el fracking es una práctica
extendida, por lo que hay riesgo de que una eventual contaminación de cuerpos
de agua en Pensylvania perjudique a los de Nueva York.
Pero
al menos por esta noche los promotores de la prohibición se concentran en lo
positivo y destacan los dos factores clave de la lucha antifracking, que
podrían servir para otros países: la presión social y la evidencia que ya
existe de sus impactos negativos.
De
lo primero, Vogelsangs ha dado cátedra frente a un interesado público. De la
evidencia, hablan Sandra Steingraber y Carmi Orenstein, de la Concerned Health
Professionals of New York, presentes también en la reunión en Ithaca. Adelantan
que en las siguientes semanas se publicará la más reciente edición de un
compendio de estudios sobre impactos del fracking en la salud. Es la tercera
vez que la organización hace el ejercicio de compendiar los trabajos de
investigación científicos y periodísticos sobre los impactos del fracking, de
la mano del grupo Physicians for Social Responsibility.
El
Compendio de hallazgos científicos, médicos y periodísticos que demuestran
riesgos y daños del fracking (extracción de petróleo y gas no convencional)
concluye varias cosas a partir de la evidencia encontrada. De ello dan cuenta
Orenstein y Steingraber.
Una
es que estudios revelan que hay riesgos inherentes al proceso de extracción de
gas, como fallas en los pozos, que pueden contaminar el aire con agentes
tóxicos o cancerígenos, o el proceso que ocurre en el subsuelo, que simplemente
no se puede controlar. Ante ello, la conclusión es que la regulación de esta
técnica no es suficiente para prevenir los daños.
Hay
evidencia también de que los cuerpos de agua se han contaminado por acciones de
perforación de pozos y extracción de gas. Algunos de esos casos los ha
documentado la propia Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA, por
su sigla en inglés), referentes a contaminación por fugas del fluido que se
inyecta y por el agua de desecho; las descargas de desechos que se hacen en
ríos y afluentes, y el paso no registrado de químicos, incluido el gas, en los
pozos de agua. Otras investigaciones encontraron en Texas 19 contaminantes
relacionados con el fracking en muestras de un acuífero cercano a un sitio de
perforación para extracción de gas; mientras que en Pensylvania un solvente
usado en el fluido para inyección fue encontrado en pozos de agua cercanos a un
sitio de operaciones de fracking.
Otro
hallazgo reportado es el del Departamento de Conservación Ambiental del Estado
de Nueva York, que determinó que la fractura hidráulica podía incrementar los
niveles de ozono en las zonas de estado donde sopla el viento.
Asimismo
hay evidencia de problemas de salud asociados a la práctica del fracking,
incluidos los laborales y de seguridad. El Instituto Nacional de Seguridad
Laboral y Salud, por ejemplo, señaló a los trabajadores de la industria de
extracción de hidrocarburos entre aquéllos en riesgo de padecer siliconas, una
enfermedad de los pulmones incurable causada por la exposición al polvo de
sílica, de la arena de sílice que se usa ampliamente en la fractura hidráulica.
También
se documentó que el metano es un gas de efecto invernadero mucho más potente de
lo que se pensaba. Otro de los factores que documenta el Compendio es que la
perforación y fractura puede traer de forma natural elementos radioactivos a la
superficie, poniendo en riesgo a pobladores y trabajadores, o que las personas
que viven cerca de estaciones compresoras de gas están en riesgo, pues
contaminan el aire 24 horas al día.
A
estos impactos se suman otros de carácter social, pues el arribo de actividades
de fracking a las comunidades ha traído consigo incrementos en la criminalidad,
como prostitución, violaciones, accidentes automovilísticos por consumo
excesivo de alcohol, abuso de drogas y violencia.
LA CLAVE Y EL EJEMPLO
En
2010, Josh Fox sacó a la luz un documental llamado Gasland, en el que aborda
los impactos que para entonces ya estaba dejando la práctica de la fractura
hidráulica en el noreste de Estados Unidos. Las escenas más recordadas, por lo
impactantes, eran las de las personas que mostraban cómo el agua que salía de
sus grifos era flamable. Le prendían fuego al agua.
En
la cena en Ithaca, Vogelsangs se refiere a esas escenas y cómo el impacto que
causaban entre las personas volvieron esa imagen del agua flamable como icónica
del movimiento antifracking. Una de las razones por las que se volvió famosa
esa imagen, explica Vogelsangs, es porque sintetiza el riesgo que el fracking
supone para algo que a la gente le importa, como es el agua.
Un
día después de esa reunión, Julia Welsh, también miembro de Frack Action, se
referirá nuevamente al asunto de cómo transmitir a las personas sobre los
riesgos que hay en la práctica del fracking. Lo que Welsh planteará es hablar
de aquello que a la gente le preocupe, como puede ser el agua o su salud. Ahí
está la clave.
La
preocupación sobre los efectos del fracking en la salud humana fue,
precisamente, el sustento de la prohibición de esa técnica en Nueva York. En
diciembre de 2014, el Departamento de Salud del estado de Nueva York publicó un
documento sobre los impactos a la salud del fracking, que sirvió de base para
su prohibición, anunciada por el Gobernador Andrew Cuomo el 17 de diciembre de
2014.
La
conclusión de ese documento fue que la evidencia acumulada para la revisión
demostraba que había “falta de certezas
significativas sobre los resultados adversos a la salud que pueden estar
asociados con altos volúmenes de fractura hidráulica, la probabilidad de la
ocurrencia de resultados adversos a la salud, y la eficacia de algunas de las
medidas de mitigación para reducir o prevenir impactos ambientales que pudieran
afectar negativamente la salud pública”.
El
documento proseguía: “Es claro de la literatura existente y la experiencia que
las actividades de fractura hidráulica de grandes volúmenes han resultado en
impactos ambientales que son potencialmente adversos a la salud pública”.
Y
con base en estos argumentos, la fractura hidráulica fue prohibida en el estado
de Nueva York “hasta que la ciencia ofrezca suficiente información para
determinar el nivel de riesgo a la salud pública derivado de las actividades de
fractura hidráulica de alto volumen y si los riesgos pueden ser adecuadamente
manejados”.
Cartel
con mensaje de agradecimiento al Gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, tras
haber decretado la prohibición del fracking en el estado, en diciembre pasado.
Imagen: Facebook Frack Action
El
caso del estado de Nueva York no ha sido el único, aunque sí el más reciente,
de un esfuerzo de prohibición. Otros estados y municipalidades también han
emprendido esfuerzos para prohibir el fracking. Muchos de ellos han ocurrido en
2014.
En
otros países también se han emprendido batallas para prohibir esta práctica.
Francia, por ejemplo, la prohibió desde 2011, mientras que Bulgaria hizo lo
mismo en 2012. Escocia impuso una moratoria al fracking, después de que un
panel de expertos concluyó que se necesitaba más evidencia sobre los riesgos
del procedimiento. Y en Rumania también se impuso una moratoria, pero ésta
terminó en 2012 y no fue prorrogada por el gobierno.
Gales
siguió el ejemplo en febrero pasado, cuando el gobierno declaró la moratoria
del fracking “hasta que sea probadamente segura”.
La
provincia de New Brunswick, en Canadá, declaró una moratoria similar el 26
de marzo pasado. El 29 de mayo, el
estado de Maryland aprobó una moratoria de dos años y medio, basado en las
preocupaciones por impactos en la salud.
El
10 de julio el gobierno alemán prohibió el fracking por 10 años en zonas donde
investigaciones muestren que se desconocen los impactos. En 2012 ya había
decidido detener temporalmente su implementación.
En
España, las comunidades autónomas de Cantabria y La Rioja prohibieron el
fracking, en 2012 y 2013, respectivamente. Valle de Mena, en Burgos, se declaró
como municipio libre de fracking.
En
Suiza se declaró una moratoria nacional, mientras que en Italia dos proyectos
de explotación de hidrocarburos fueron detenidos, uno por el gobierno y otro
por presión social.
En
Australia y Nueva Zelanda también hay comunidades que se han declarado libres
de esta tñecnica o han establecido moratorias o prohibiciones. En Canadá, la
provincia de Quebec, prohibió el fracking desde 2011.
En
Estados Unidos, además de Nueva York, Vermont ha prohibido el fracking en todo
su territorio, mientras que Nueva Jersey prohibió el depósito de residuos
procedentes de la extracción de hidrocarburos en su territorio, y otras
ciudades y estados han declarado moratorias.
¿Y MÉXICO?
Pero,
¿toda esta experiencia internacional sirve de algo para impulsar una lucha
antifracking en México?
Francisco
Cravioto, especialista de la organización Fundar, Centro de Análisis e
Investigación, y como tal miembro de la Alianza Mexicana Contra el Fracking,
dice que sí y que las experiencias de lucha en Estados Unidos, tanto como las
evidencias científicas que han mostrado los impactos negativos de esta
práctica, son tomadas como ejemplo por las organizaciones que conforman la
Alianza.
Sin
embargo, matiza que hay diferencias importantes a tener en cuenta entre los
marcos regulatorios de ambos países que impiden seguir las estrategias como si
fueran recetas. Una, fundamental, es que en Estados Unidos la normatividad es
más descentralizada que en México, que en el tema de la explotación de los
recursos naturales centraliza la potestad de los permisos en el Gobierno
federal.
Y
eso lo cambia todo, porque mientras en Estados Unidos las prohibiciones o
moratorias para la práctica del fracking se pueden lograr en los ámbitos
locales –ya sea en las municipalidades o en los estados– en México tendría que
existir una prohibición a nivel federal.
El
esfuerzo se ha hecho, recuerda Cravioto, pues en abril del año pasado se
impulsó una iniciativa de ley para prohibir la práctica del fracking. La
propuesta fue llevada por legisladores de los partidos de la Revolución
Democrática, del Trabajo, Nueva Alianza y el Movimiento Ciudadano.
La
nombrada Ley General para la Prohibición de la Fractura Hidráulica planteaba
prohibir la práctica de fracking en todo el territorio nacional, fomentar el
estudio y análisis de los impactos ambientales causados por la exploración y
explotación por fracking, y fortalecer la transición energética hacia fuentes
de energía renovables, que asegurasen la sostenibilidad energética social y
ambiental, y redujera las emisiones de gases de efecto invernadero y de otros
contaminantes.
SIN EMBARGO, LA INICIATIVA NO PROSPERÓ.
Otra
diferencia entre ambos países que incide en cómo se puede emprender una lucha
antifracking es cómo se entiende la propiedad de la tierra. En Estados Unidos
predomina el modelo de propiedad privada, de modo que cualquier persona que
compre un terreno se convierte en dueño del subsuelo, aunque también hay casos
en los que el gobierno es dueño del subsuelo pese a que el terreno es de un
particular. En México, por el contrario, el estado es dueño de los recursos del
subsuelo, pero al mismo tiempo la propiedad de la tierra no únicamente reconoce
el modelo privado, sino que éste coexiste con regímenes como la propiedad
ejidal y la comunal.
Estas
diferencias no son el único obstáculo para una batalla legal antifracking en
México. Los cambios legales que trajo consigo la llamada Reforma Energética
también impactan en los mecanismos de litigio, Dice que en lo jurídico hay
varias vías defensa, pero la reforma energética “hizo todo lo posible por
debilitar estos puntos”.
Cravioto
habla particularmente de la Ley de Hidrocarburos, que incorporó las figuras de
servidumbre y ocupación temporal, además de considerar la extracción como una
actividad prioritaria y de interés público. La misma ley también planteó que
los municipios tienen que facilitar y garantizar la entrega de todos los
permisos necesarios para la realización de actividades de explotación de
hidrocarburos.
Todos
estos preceptos, dice, son violatorios de las garantías protegidas
constitucionalmente, de modo que considera que hay posibilidades de litigarlas.
Cravioto
habla con insistencia de que, al menos por ahora, la lucha tiene que darse
mediante la difusión de información sobre los riesgos e impactos negativos que
el fracking conlleva, así como la generación de enlaces.
La
Alianza ha puesto el ejemplo de ello. Las 40 organizaciones que la integran son
activas difusoras de información, generadoras de foros, de documentos,
integradoras de redes.
Dice
que una lucha se ha dado en las grandes urbes, como el Distrito Federal,
Monterrey, Xalapa. El objetivo por ahora es concientizar a la población, dar
información que la gente conozca el tema, que se empiece a difundir. “En la
medida en que se genere una opinión pública en contra de esta técnica, se
genera una masa crítica que obliga a la clase política a reaccionar”.
La
otra batalla es la de informar a la población en los sitios donde se están
impulsando estos proyectos, explicando en qué consiste la técnica, cuáles son
sus beneficios y sus consecuencias negativas.
Sobre
la iniciativa de ley antifracking, dijo que aún no saben si es el momento
político, tendrían que analizar la nueva correlación de fuerzas para ver qué
legisladores podrían ser aliados. Reconoce que no existen en este momento las
mayorías políticas necesarias para impulsar el tema.
La
iniciativa planteada hace un año, sin embargo, pese a estas diferencias en los
marcos regulatorios emuló el principio fundamental que ha sustentado
prohibiciones como la de Nueva York: el de la precaución.
El
principio precautorio, explicaron los diputados que promovieron la iniciativa
en su exposición de motivos, no significa anticipar un daño futuro ni adopta
acciones para anularlo, sino que parte del argumento de que al no existir la
suficiente valoración real y científica de las consecuencias, positivas y negativas,
para restringir cualquier alteración al medio ambiente.
Es
decir, que mientras no exista la certeza de un beneficio o del no daño, se
valida la posibilidad de que pueda existir un daño si no se adoptan medidas de
precaución.
Cravioto
concluye que aunque la Reforma Energética intentó cerrar las posibilidades de
defensa, sí existen herramientas legales para proteger a las comunidades del
fracking. Pero por ahora, insiste, lo importante es informar a la gente. Y eso,
en Nueva York, México o cualquier otra parte del mundo, es la clave.
(SIN
EMBARGO.MX/ Mayela Sánchez /octubre 1, 2015 - 00:00h)
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