Raymundo
Riva Palacio
Nadie
quiere decir en voz alta lo que para algunos es un escándalo palaciego: la
confrontación entre dos secretarios de Estado, Luis Videgaray, de Hacienda, y
Pedro Joaquín Coldwell, de Energía, con el director de Pemex, Emilio Lozoya.
Los temas son variados: mala gestión en Pemex y corrupción. Hay incluso una
investigación sobre funcionarios de la empresa por presuntas ilegalidades, como
comisiones multimillonarias por entrar a la licitación petrolera, o pagos para
conseguir citas con Lozoya. La tensión se ha venido acumulando desde hace
varios meses, y se escuchan reclamos y molestias con el director de Pemex.
Desde
hace tiempo Lozoya enfrenta problemas con Videgaray, quien lo acercó al equipo
de campaña de Peña Nieto en 2012. Funcionarios dijeron que Videgaray se quejaba
por el desorden en Pemex que había causado, por ejemplo, la caída en la
producción. La explicación en la empresa es que bajó porque Hacienda le quitó
recursos a Pemex para producir. Las confrontaciones entre los dos por ese
diálogo de sordos no disminuyeron y se reflejaron en reuniones de Gabinete.
Esto, sin embargo, era sólo parte de los problemas.
Uno
mayor es el de la corrupción. Varios inversionistas mexicanos y extranjeros se
han quejado en los últimos meses de abusos por parte de mandos en Pemex.
Funcionarios federales dijeron que el secretario de Energía investigó denuncias
de que uno de los colaboradores más cercanos a Lozoya le pidió 7 millones de
pesos a un empresario petrolero mexicano para conseguirle una cita con el
director de Pemex. Otro caso se dio el año pasado, cuando representantes de una
empresa petrolera texana estuvieron en Pemex para preguntar detalles sobre la
Ronda Uno de la reforma energética. Les pidieron 20 millones de dólares,
dijeron personas que hablaron con los inversionistas. Los petroleros se negaron
y dejaron de interesarse en los campos que se pondrían a subasta meses después.
La
investigación en la Secretaría de Energía conduce a la oficina del coordinador
ejecutivo de la Dirección General, Froylán Gracia, que es muy cercano a Lozoya.
Sin embargo, dijo un funcionario de Pemex, la oficina de Gracia no está en
posición para manejar la agenda de Lozoya, y su área de competencia escapa de
la posibilidad de influir en la agenda. Las acusaciones de corrupción en Pemex
son diversas y han ido aflorando por goteo.
Uno
de los casos más publicitados fue hace pocas semanas, cuando después de que se
publicaran fotografías del director de Procura y Abastecimiento, Arturo
Henríquez Autrey, en una casa de playa del propietario de Oceanografía, Amado
Yáñez Osuna, en 2013, renunció. Hernández Autrey dijo que fue una reunión de
amigos –antes que existiera incluso Procura–, y que en ningún momento hubo
intención de proteger al empresario petrolero, que a principio de ese año había
sido acusado por Lozoya de un quebranto a Pemex por 5 mil millones de dólares.
La
fotografía fue entregada a la prensa por Martín Díaz, quien era el segundo
socio importante de Oceanografía y que escapó a Miami para evitar un proceso
judicial en México. La salida de Hernández Autrey no detuvo las cosas. La PGR
recibió información de que Yáñez Osuna llegó a pagar en cheque varios millones
de pesos a funcionarios de Pemex para que repartieran entre sus superiores. No
se sabe si se comprobó la veracidad de esos documentos o si fueron incorporados
al expediente.
Oceanografía
parece ser uno de los mejores ejemplos de lo que sucede en Pemex. Según la
información que entregó Yáñez Osuna al entonces procurador general Jesús
Murillo Karam, antes de que Pemex denunciara a Oceanografía, un alto
funcionario de Pemex que dijo ir en nombre de Lozoya, le dijo que para evitar
la acusación, tendría que asociarse con un banquero mexiquense.
Yáñez
Osuna aceptó el trato para salvar a su empresa, pero que cuando le llevaron el
documento de la cesión de acciones, descubrió que no sería un paquete
minoritario, sino que le entregaría la compañía. Personas con conocimiento de
esa reunión dijeron que la amenaza a Yáñez Osuna era que o vendía, o iría a la
cárcel. No vendió y la PGR, por petición de Pemex, inició un proceso judicial
en su contra. Actualmente el empresario se encuentra preso.
Oceanografía
no es la única empresa en la que se ha visto involucrado el director de Pemex.
Recientemente se difundió un audio en el cual hablaba con el director de OHL
para México, José Andrés de Oteyza, para ayudarle a resolver negocios
pendientes con la CFE. Aunque en ese audio no hay indicios de corrupción, el
conflicto de interés era claro. Hasta agosto de 2012, cuando se incorporó a la
campaña presidencial, Lozoya había sido miembro del Consejo de Administración
de esa empresa.
Un
funcionario de Pemex desestimó las acusaciones que imputan a Lozoya y a una
parte de su círculo íntimo. “Se han lastimado muchos intereses”, agregó. “Sólo el
año pasado, los ‘coyotes’ dejaron de ganar unos 29 mil millones de pesos”. A
las sospechas de corrupción se le suman los conflictos con Videgaray y Joaquín
Coldwell, que arrojan luz a la confrontación con Lozoya, y las imputaciones que
le hacen. El tema tiene claramente dos caras, donde se mezclan asuntos éticos y
legales con diferencias políticas. ¿Qué sucederá? Lo determinarán las
investigaciones. Por lo pronto, Lozoya mantiene, en lo político, el apoyo
presidencial.
(ZOCALO/
COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL” DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 01 DE OCTUBRE 2015)
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