La
aprehensión más esperada de los últimos 13 años es menos importante de
lo que se cree, aseguran dos de los investigadores sobre el narcotráfico
más reputados del continente. Con el Cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán
creó una organización tan horizontal que su supervivencia ni siquiera
depende de la violencia que despliegue o del líder que la encabece. Este
fenómeno es parte de una dinámica global que el gobierno mexicano no ha
analizado: se están diversificando la naturaleza de los cárteles y el
tipo de actores que participan en el sistema criminal.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La delincuencia organizada en México es una maquinaria tan desarrollada que la caída de un jefe como Joaquín El Chapo
Guzmán sólo tiene un impacto modesto en su operación. Aun cuando la
captura del líder más mediático del Cártel de Sinaloa puede traer
episodios de violencia, lo que se espera son nuevas alianzas –empezando
por las políticas– para garantizar el funcionamiento de sus lucrativos
mercados ilegales.
La organización delictiva en activo más antigua
de México, el Cártel de Sinaloa, logró descentralizar su operación,
incrementar sus redes de resguardo gubernamental y extender su
influencia a actores económicos e internacionales para crear una de las
mafias más poderosas del mundo.
Después de tres décadas de
existencia tiene una estructura horizontal que le otorga niveles de
resistencia altísimos, aseguran los investigadores colombianos Luis
Jorge Garay Salamanca y Eduardo Salcedo-Albarrán, quienes acaban de
publicar el libro Narcotráfico, corrupción y Estados. Cómo las redes ilícitas han reconfigurado las instituciones en Colombia, Guatemala y México.
A
partir de expedientes judiciales, los autores identifican en su libro
algunas de las estructuras de protección política y los vínculos
económicos que han permitido la operación de las bandas en los tres
países. Ya en otras obras habían realizado análisis similares con el
caso de la frontera de México con Estados Unidos, la Cosa Nostra
siciliana y las agrupaciones delictivas de Europa del Este.
Entrevistados
en México cinco días después de la recaptura de Guzmán Loera,
relativizan el alcance de la detención por parte de la Marina y la DEA,
el pasado 22 de febrero en Mazatlán, Sinaloa.
“Estaba mediatizado
como el gran concentrador del poder en la organización. Puede haber duda
de que eso fuera así en las últimas épocas, porque el de Sinaloa ya no
es un cártel sino una estructura de redes que trabaja simultáneamente en
al menos una decena de mercados ilegales”, explica Garay.
Añade:
Siempre es bienvenida la aprehensión de un líder o patrón de una
organización criminal trasnacional. Sin embargo las nuevas estructuras
se conforman no sólo por agentes del delito sino primordialmente por
actores que actúan entre la legalidad y la delincuencia.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1948, ya en circulación)
/ 1 de marzo de 2014)
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