Distrito Federal–
Desde hace 10 años inició la descomposición en Michoacán. Con la expulsión de
grupos como “Los Zetas” y el cobijo de autoridades, es como “Los Caballeros Templarios”
tejieron su dominio en Tierra Caliente donde prácticas tan básicas como ir a la
escuela o a misa se han visto restringidas o forzadas a cambiar.
Para el sacerdote de
Apatzingán, Gregorio López, la violencia que se registra en la zona es muy “grave
e indignante” al vivir cientos de familias en una constante sicosis y temor,
por el modo de operar de los criminales.
La realidad de este
municipio y de toda la zona de Tierra Caliente no es ajena para él, se ha visto
obligado a vestir un chaleco antibalas durante la homilía y a aceptar ser
cuidado por guardaespaldas, ante las amenazas que el crimen organizado ha hecho
en su contra, al decidir enfrentar a los delincuentes.
“Aquí ya sé cómo
masca la iguana, cómo corre el agua, sabemos cómo está todo. Tenemos la fuente
de la gente. Sabemos cuántos muertos y secuestros hay. Cuántos ranchos han
robado, qué ministerios públicos, notarios y policías están con ellos. Sabemos
la corrupción que hay en la Presidencia Municipal”, dice el sacerdote.
Y agrega: “Le digo a
Enrique Peña que le beso los pies el día que tenga en la cárcel a Nazario
Moreno, a Enrique Plancarte Solís y a Servando Gómez Martínez. No agarren al
‘Chiclano’ —en relación a Joaquín Negrete— él es el mil de ‘Los Templarios’.
Agarren al 1, al 2 y al 3, y le beso los pies”.
Ante el panorama de
inseguridad, 321 escuelas han cerrado y 3 mil 984 docentes de preescolar,
primaria, secundaria, media superior y superior no han podido regresar a sus
áreas de trabajo. La problemática se presenta en Parácuaro, Múgica, Coahuayana,
Apatzingán, Lobmardía y Tancítaro.
Sofía Mireles,
maestra de 40 alumnos de la escuela primaria Adolfo López Mateos en Apatzingán,
Michoacán, dice que “miedo es la palabra”. Ella es parte de los 3 mil 984
docentes en suspensión de labores derivada de la inseguridad.
“El lunes por la
mañana estábamos en la escuela, en clases y de pronto fuimos informados que los
niños debían irse a sus casas de inmediato y desalojar; parece que los malosos
pasaron avisando que despejáramos el área porque habría balacera, y la voz
comenzó a correrse a todas las escuelas de la región”.., dice José Refugio
Rivera Salgado, también profesor en Apatzingán y en Morelia, Michoacán.
“... Y es que los
padres de mis alumnos, que tienen aproximadamente seis años llegan
constantemente al plantel para sacar a sus hijos, porque escuchan rumores de
que habrá una balacera... y a nosotros pues no nos queda otra más que dejarlos
salir... agrega la profesora Sofía, casi al unísono.
A sus 46 años, el
padre Gregorio López comenta que los testimonios de las personas que se han
acercado a él lo han llevado a identificar y conocer la forma en que operan
estos grupos.
“Una vez que ‘La
Familia’, ahora ‘Caballeros Templarios’, se posicionó en el mercado de las
drogas de Michoacán, comenzó una estrategia basada en seis ejes: social,
político, intelectual, económico, laboral y en el ámbito de la aplicación de la
justicia”, explica.
Esta estructura,
refiere el padre, permitió que la organización tuviera la capacidad de acceder
a circuitos sociales exclusivos para comenzar a inyectar dinero en comercios y
empresas, todo ello bajo el respaldo de sicarios e integrantes criminales que trabajaban
de la mano con las autoridades.
“Tienen la capacidad
de decidir quién puede trabajar en el gobierno o hasta quién puede cortar
limón. Ellos controlan todo, las autoridades no lo quieren aceptar”, dice el
padre.
El sacerdote
reconoce que la lucha que decidió emprender en Apatzingán en cualquier momento
lo puede llevar a la muerte.
El padre Gregorio
dijo que el gobierno está en su derecho de proteger a las personas; sin
embargo, lanzó un emplazamiento a las fuerzas federales para que restablezcan la
seguridad o de lo contrario, llamará a los habitantes a luchar por su bienestar
y seguridad.
“Respeto a las
autoridades, pero por favor no hagan de esto un show mediático, trabajen y
detengan a los criminales. En 2010 llegaron muchos y montaron un espectáculo,
pero no cambió nada. Espero que esta vez sea diferente y cambien las cosas en
beneficio de los habitantes”.
Las escuelas no se
libran de la situación al menos 48 mil 730 alumnos de Michoacán en seis
localidades han dejado de asistir a la escuela desde el pasado 13 de enero,
“hasta que existan las condiciones que no pongan en riesgo a los estudiantes,
ello tras los hechos violentos registrados en días recientes en la región”,
declaró Felipe Sandoval Delgado, director general de Unidades Regionales de la
Secretaría de Educación del estado.
“Tengo una alumna
que emigró de Apatzingán hacia Uruapan porque su padre, que es policía, estaba
amenazado. La niña estaba muy nerviosa en clases”, comenta la profesora de 47
años.
José, el mayor de la
familia Rivera Mireles, asiste al Colegio de Bachilleres en Apatzingán, y anda
preocupado... “porque tenía un examen extraordinario de matemáticas que debía
presentar a más tardar el martes y la escuela aún permanece cerrada...”.
Narra la manera como
sus actividades cotidianas han cambiado por la inseguridad de la región y las
disputas entre grupos criminales y policías comunitarios.
“Saliendo de la
escuela como a las 5 de la tarde íbamos a jugar a una cancha de futbol rápido,
a dos cuadras de mi casa, lo dejamos de hacer desde que empezaron a quemar los
OXXO de aquí; y ya no nos hemos puesto de acuerdo para salir a jugar; salíamos
10 a jugar por lo menos tres veces a la semana. Antes también iba a una privada
que estaba a una cuadra de mi casa, a platicar con mis amigos, pero eso tampoco
lo hacemos ya...”.
“Lo más
impresionante fue cuando quemaron la farmacia. Nosotros fuimos a comer tacos,
lo que me pareció raro fue que a cada rato pasaban policías, por la mañana supe
que la farmacia de la esquina de los tacos, justo ahí donde estábamos, la
habían quemado y sentí que el peligro ya estaba muy cerca de nosotros”.
El sábado 12 de
enero José y su familia planeaban ir hacia Nueva Italia, lugar que habitan sus
abuelos, “cuando estábamos por llegar vimos una enorme fila de carros y en el
puente no había paso, vimos tres carros quemados y cortaron la carretera. Nos
tocó esperarnos hasta que unos camioneros hicieron a un lado los carros
quemados, llegó la policía de caminos, puso tierra para que pudiéramos pasar
con los coches, y así fue como pudimos avanzar... yo me preguntaba por qué y
cómo fue que se quemaron esos carros”.
Para el joven de 16
años, la solución al conflicto es complicada, “pues por un lado está el pueblo
que está en contra de Los Caballeros Templarios, que tenían comprado al pueblo,
y los autodefensas.
“Todo cambió cuando
empezaron a cobrar cuotas a los negocios, en la carnicería cobraban por ejemplo
un peso más por cada corte de carne.
“Una solución es que
el gobierno interviniera rotundamente... hay que agarrar a todos los jefes de
las plazas de algunos municipios de Michoacán”, comenta el joven que planea ser
médico cuando sea mayor.
Guadalupe y Sofía,
alumnas de sexto y tercer grados de primaria de la escuela Adolfo López Mateos,
tampoco han salido de casa desde el lunes 13: “Ni a la tiendita siquiera”.
(EL DIARIO,
EDICION JUAREZ/ Cristina Pérez- Stadelmann/ El Universal | 2014-01-16 | 23:37)
No hay comentarios:
Publicar un comentario