Líderes comunitarios argumentan que durante mucho tiempo debieron soportar abusos.
Parácuaro.- Escucharon la orden y su rostro se transformó. “Señores, prepárense porque la cacería de caballeros templarios
está por comenzar; agarren sus armas, pónganse los chalecos blindados y
suban a las trocas porque vamos por ellos”, gritó un líder del grupo de
autodefensa en Páracuaro.
“Durante muchos años abusaron de todos
nosotros, por eso cada que tomamos un municipio nuevo los queremos
aniquilar”, afirmó un grupo de guardias civiles.
El grupo de autodefensa, encabezado por Simón, El Americano,
ingresó a Páracuaro el pasado 4 de enero; desde entonces se
atrincheraron en la cabecera municipal, pero después de cinco días
salieron para realizar lo que llaman “cacería de templarios”.
La
persecución siempre la realizan durante el día y con al menos 100
hombres fuertemente armados en un convoy de 20 camionetas blindadas.
“Vamos a la comunidad de Orapondrio, ahí está la casa de El Tucán, uno de los jefes de plaza del crimen organizado en Páracuaro”, anticipó Daniel, uno de los integrantes más jóvenes de las autodefensas.
Adelante del convoy siempre van los vehículos llamados Rinos, que son camionetas de redilas modificadas con una cabina blindada.
“Los
compañeros que viajan en los Rinos no van solos; ellos saben que detrás
de ellos vamos mucha gente de confianza para la guerra”, dijo uno de
los comandantes.
A las 13:00 horas comenzó el operativo. Las
camionetas circulaban a no más de 80 kilómetros por hora para vigilar
que ningún francotirador les disparara.
“En estos poblados aún hay templarios,
por eso es muy peligroso circular por aquí, en cualquier momento nos
pueden emboscar”, narró Daniel, mientras observaba detenidamente las
calles.
El grupo llegó a Barrio Seco, donde se detuvo porque
observó tres camionetas con hombres armados escapando en la montaña. Y
comenzó la persecución.
Alguien utilizó la frecuencia de radio con la que se comunican los comunitarios. “Hay que partirle su madre si son templarios”, se escuchó.
Las camionetas llegaron al poblado de Ordeñitas, inmediatamente los conductores disminuyeron la velocidad y los autodefensas,
con chalecos antibalas, abrieron las puertas de los vehículos y sacaron
sus armas. Los vehículos se detuvieron y todos bajaron apuntando a una
casa de color verde.
“Ahí habitan los sicarios, aquí se reunían
ellos y probablemente se estén escondiendo en este lugar”, describió
Daniel, mientras apuntaba con su AK-47. Los comunitarios ingresaron a la
edificación, pero no había nadie en el lugar.
El operativo continuó y el convoy viajó a la comunidad de Ordeñitas para detener al que señalaron como jefe de plaza de los templarios en Antúnez.
En
media hora, los más de 100 hombres armados llegaron a la cabaña del
presunto líder. Abrieron las puertas, supervisaron la casa. “Se nos fue El Tucán”, lamentaron.
La llamada cacería de templarios terminó al caer la noche. El saldo fue de dos casas aseguradas y la detención de un ex informante de los templarios, quien fue interrogado.
(MILENIO/ Marco Antonio Coronel /
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