Ya está ante la vista del Dios…
No fue fosa
común, exclaman dos hombres que al final no presentaron identificación, al fin
y al cabo eso carece de la menor importancia cuando un centenar de bondadosos
guaymenses, periodistas, funcionarios públicos municipales, representantes de
la Comisión Estatal de Derechos Humanos, ciudadanos de bien y vecinos del
sector, elevan a Dios la plegaria universal del Padre Nuestro…
Guaymas, Sonora
(DP).- “José ve el rostro del Señor” exclamó el sacerdote que ofició la Homilía
por el descanso, al fin, del alma de José Sánchez Carrasco, el mexicano, el
hombre de la tierra, el hijo, el hermano, el amigo, el compañero, el ser humano
que antes de perder la vida aquí se ganó el corazón de miles gracias a la labor
del amigo Gilberto Bermúdez.
No fue fosa común,
exclaman dos hombres que al final no presentaron identificación, al fin y al
cabo eso carece de la menor importancia cuando un centenar de bondadosos
guaymenses, periodistas, funcionarios públicos municipales, representantes de
la Comisión Estatal de Derechos Humanos, ciudadanos de bien y vecinos del
sector, elevan a Dios la plegaria universal del Padre Nuestro.
El reloj, el aparato
físico del tiempo que no perdona condición humana registraba las 2 de la tarde
cuando los grupos de hombres y mujeres de a poco se congregaban en el
camposanto donde fue depositado el cuerpo del hombre de la tierra que recorrió
al menos 8 países del orbe gracias a la denuncia de una pareja como Oralia y
Gilberto que determinados ejercieron a plenitud el ejercicio periodístico, si
no, para qué sirve escribir si no es para la gente, la raza, la sociedad.
Uno a uno, parejas,
compañeros, vecinos, reporteros, camarógrafos, directores de medios,
representantes de iglesias, curiosos y en general organismos de la sociedad
civil organizada se acercaban no a la fosa común, se hacían presente ante el
cuerpo de quien en algún momento tuvo un corazón que latía al máximo en los
jornales de Sonora y sólo Dios sabe, de qué tantos estados de mi Patria.
No fue momentos de
pensar en insensibilidad de los servicios de salud pública en Sonora, ni mucho
menos en la abismal debacle económica por la que atraviesa este generoso Estado
que nos vio nacer, no… era tiempo de reflexión, de calma, de paz, de
fraternidad, de solidaridad, era tiempo de recordar y asimilar que la
fragilidad de la vida, de lo finito del ser humano, de la bondad de Dios, de lo
poco que somos los seres humanos sin ternura.
José unió por
primera vez a más de 100 almas que desconocemos la fertilidad de la tierra, de
la siembra, del labrado, del cuidado de los frutos que la Divinidad y la
Naturaleza nos brinda para subsistir y que los grandes agrotitanes aprovechan
para engordar sus anchas carteras crediticias con cargo al erario público y que
hoy llevan a mi México al peor abismo económico del que se tenga memoria.
José ya no es sólo
un cuerpo congelado por más de 80 días en las frías gavetas de una funeraria, menos
del doloroso olvido de una sociedad que de a poco nos hacemos más insensibles,
carentes de calor suficiente siquiera para mantener estable nuestros cuerpos,
nuestros corazones.
Durante la cristiana
sepultura hubo rostros, miradas, suspiros, llantos, sonrisas… miradas de
esperanza que contagiaron a quien con agua bendita rociaba la lápida del ser
humano que movió la estructura social, política, religiosa y académica de
Sonora, quizá no a quienes disponen discrecionalmente del recursos públicos en
una Entidad que soporta cualquier despojo
y saqueo.
En el lugar, Antonio
Gutiérrez, secretario ejecutivo de la Comisión Estatal de Derechos Humanos
expresa la afirmación del ombudsman sonorense, Raúl Ramírez Ramírez:
“El caso de José
Sánchez Carrasco no está cerrado”, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
continúa con las investigaciones y en breve habrá de resolver sobre el trato
indigno y la violación de los Derechos Humanos que en vida le fueron vulnerados
al mexicano que por años labró la tierra para enriquecer a unos cuantos y
alimentar a quienes aún continuamos por este sendero.
El jueves, en el
Heroico Puerto de Guaymas no terminó la historia de José, el de Chihuahua,
comenzó otra donde se escribirá un espacio para conmemorar a un hombre que nos
enseñó que es preferible morir de pie que vivir hincado, que mejor es morir con
dignidad que vivir bajo el yugo de la intolerancia, la falta de fe y en espera
de una atención médica supedita a los presupuestos gubernamentales lacerados
por el desfalco y la corrupción de nuestros Gobiernos.
José Sánchez
Carrasco, hoy ya ve el rostro del Señor.
Descanse en paz.
(DOSSIER POLITICO/
Alejandro Matty Ortega / 2014-01-17)
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