En
una sesión celebrada a hurtadillas, el anterior cabildo del puerto de
Ensenada aprobó un cambio de uso de suelo en el Valle de Guadalupe que
significará en los hechos el arrasamiento de la industria vinícola
nacional. Ejidatarios y productores de la región, donde se
produce 90% del vino mexicano, denuncian que al autorizar la
urbanización de todo este valle bajacaliforniano la autoridad municipal
pone en riesgo a toda esa agroindustria, junto con la poca agua del
subsuelo. Por lo pronto, y gracias al tráfico de influencias, en la zona
la fue sembrado un enorme campo de golf, y están por plantarse
ostentosas mansiones y centros comerciales…
VALLE DE GUADALUPE, B.C. (Proceso).-
El vinicultor Hugo D’Acosta señala el enorme campo de pasto impecable.
Su verdor contrasta con el color terroso de los viñedos circundantes, y
exclama indignado:
“¡Este campo de golf es ilegal!… ¡Se está
construyendo totalmente fuera de la ley!… Aquí el agua y la tierra son
para uso agrícola. El campo de golf y los conjuntos residenciales que
planean construir alrededor acabarán con la poca agua del Valle de
Guadalupe.”
D’Acosta observa a los trabajadores que, afanosos, dan
los últimos toques a la alfombra de pasto adornada con palmeras
tropicales traídas de quién sabe dónde. Colocan los greens y las trampas de arena para los golfistas. Un complejo sistema de riego lleva el agua al empastado.
“En
poco tiempo nos dejarán sin agua para cultivar nuestros viñedos. Y el
valle se urbanizará aceleradamente. Esto es un crimen.”
D’Acosta
es el presidente de la Asociación de Vitivinicultores de Baja
California, cuyos agremiados tienen sus viñedos en Valle de Guadalupe,
también conocido como Valle de Calafia. Es una vasta planicie de clima
mediterráneo que produce noventa por ceinto del vino mexicano.
Hoy
toda esta producción vinícola se ve amenazada por la inmobiliaria Grupo
Lagza, que compró mil hectáreas agrícolas en el centro de Calafia,
donde ya empieza a levantar el complejo habitacional llamado Rancho
Olivares. Contará con el campo de golf, 4 mil 500 residencias de
superlujo, hoteles y restaurantes destinados sobre todo a estadunidenses
pudientes que vendrán a descansar a esta región cercana a la frontera.
Pese
a que el uso de suelo en Calafia siempre fue “agrícola”, Grupo Lagza
contó con el apoyo de la alcaldía priista de Ensenada, la cabecera
municipal, para cambiarlo a “habitacional”. A la norma correspondiente,
aprobada por el cabildo, sólo le falta ser publicada en el Periódico Oficial bajacaliforniano para entrar en vigor. Impedirlo es la lucha de los vinicultores.
Hugo
D’Acosta comenta: “Toda la península de Baja California padece una
fuerte presión inmobiliaria de acaparamiento de terrenos de playa.
Ahora, para desgracia nuestra, los especuladores pusieron la vista en el
Valle de Guadalupe. Con la complicidad del gobierno municipal intentan
apoderarse de estos terrenos, donde siempre hemos cultivado viñedos y
olivares”.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1938, ya en circulación)
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