viernes, 25 de octubre de 2013

‘AL VER A MIS COMPAÑEROS SIN PIEL, CON LOS HUESOS SALIDOS, ME SENTÍ IMPOTENTE’




“Como parte del grupo de brigadistas de la maquiladora siempre creí estar entrenada para las emergencias. Pero al ver a los compañeros quemados, unos sin piel, con la carne deshecha, otros con huesos salidos y todo tan de prisa, me sentí impotente”, dice Ana Luisa.

Ella está ilesa pues se encontraba en el comedor de la planta y al interrumpirse el suministro de luz, junto con sus compañeros, salió del edificio.

Ana Luisa, como pide ser reconocida por miedo a quedarse desempleada, asegura que la sorpresa fue grande cuando a gritos alguien dijo que la explosión era en el módulo ocho: el área más nueva y segura de la fábrica.

Las llamas tenían la misma altura que los muros, cuenta Ana Luisa mientras se lleva las manos a su rostro moreno enmarcado por unas órbitas pequeñas y enrojecidas.

Nos dijeron que había muchos heridos allá pa’l módulo ocho, y fuimos a ver en qué podíamos ayudar. Estaban saliendo todos como podían, algunos quemados, heridos, nunca había visto a una persona con quemaduras de esa magnitud y caminando”, expresa antes de un respiro para impedir que fluyan las lágrimas.

Sin protección, varios obreros entraron al área que se estaba quemando. En el marco de una puerta, Ana Luisa recibió a dos de los quemados. “No tenían piel, la carne se veía desecha. Ayudé a médicos, que venían de otras maquilas, a atenderlos Después empezó a llegar la polecía (sic) y los bomberos”.

Hace diez años a Ana Luisa le tocó vivir otro incendio en esa misma factoría, por eso los trabajadores han sido entrenados para evacuar y dar primeros auxilios.

“Cuando hacemos los simulacros la gente grita y ahora no, todo fue en silencio y pasó en el área que cuenta con más cosas nuevas. Nunca, nunca pensamos que ahí podía pasar algo ahí, de verdad nunca”, expresa como tratando de convencerse a sí misma.

Sentada en un sillón desgastado y acomodado a la pared de su humilde casa, Ana Luisa se siente impotente y confundida porque continúa pensando que se pudo hacer más por los atrapados.

“Pudimos hacer muchas, muchas cosas. Nos dicen están capacitados. Pero todo estaba quemándose, todo estaba prendido, había mucho humo más que ayudar podíamos estorbar y ponernos en riesgo adentro había lumbre no podíamos ayudar más se metió mucha gente a sacar heridos”, dice.

La cosa tampoco salió bien a los bomberos.

una de las dos máquinas extinguidoras se descompuso, los bomberos apagaron el incendio sólo con el agua de la otra unidad y a puro corazón, afirma el responsable de rescatar el cadáver del obrero perecido en el siniestro de Blueberry.

“Es una zona de guerra, y nunca he estado en una pero si las he visto en Youtube. Ahí hay puros escombros, saqué el cuerpo totalmente quemado de entre los cascajos, no le quedó piel, el rostro era irreconocible”, dice mientras observa a un grupo de niños a quienes les permitió jugar con su uniforme de combate aunque inicialmente lo había acomodado en la banqueta para que se secara.

La noche había caído, pero el ese bombero y otros 15 seguían de pie. Pasadas las 11, continuaba la búsqueda de restos humanos, las autoridades consiguieron una planta de luz y con ello la esperanza de los elementos renació.

Algunos familiares de los desaparecidos seguían esperando noticias. La madre de Miguel Ángel de la Torre continuaba junto al cordón amarillo, deseosa de saber algo sobre su hijo quien laboraba en el área donde se registro la explosión.

(Blanca Carmona/El Diario)
(El Diario/ redacción/  2013-10-25 | 00:16)

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