En medio de los
charcos de sangre en el patio de la vivienda marcada con el número 4610, sobre
la carretera Juárez-Porvenir, destaca el trofeo de tres columnas que ganó el
equipo “Los Cardenales” en el torneo de beisbol.
“El trofeo maldito,
nomás eso quedó", dice dolida la hermana de Luis Alonso Frayre Alarcón, de
15 años, uno de los tres adolescentes masacrados en el poblado de Loma Blanca,
que forma parte del Municipio de Juárez.
La joven sonrió con
pesar cuando recuerda la trayectoria del equipo formado por familiares y amigos
de esta comunidad rural.
“Nunca ganaban,
nunca, les ponían unas arrastradas en cada juego, hasta ayer que ganaron el
torneo, mire nada más en qué terminó todo”, dice Angélica Frayre, quien muestra
la foto en vida de su hermano menor.
“No entendemos qué
pasó, por qué ocurrió esto, era una niña, unos estudiantes, gente de bien en el
pueblo”, lamenta. “No hubo amenazas, yo no fui al partido y no creo que
tuvieran amenazas, mi tío era muy tranquilo”, agrega.
Comenta que el
domingo ‘Los Cardenales’ jugaron dos partidos. El primero lo ganaron por
default; el segundo lo ganaron 19 a 3, motivo suficiente para festejar el
triunfo por todo lo alto.
El torneo se realizó
en la colonia El Granjero. Los jugadores llegaron en sus autos y le dieron
varias vueltas al pueblo mostrando orgullosos y felices el enorme trofeo. En el
primer año que tenía Julio César manejando al equipo, ésta era la primera vez
que resultaban triunfadores.
Luis Alonso llegó
directo con su abuelo para darle la noticia.
“Mi nieto llegó y me
dijo bien contento ‘ganamos abuelito’ y yo le respondí ‘pero el camino a casa’,
porque siempre perdían y me contestó ‘no abuelito, ahora sí ganamos el
campeonato’”, llora el patriarca de una familia de comerciantes y que en
cuestión de segundos perdió a dos seres queridos.
El menor se metió a
su casa y estaba haciendo la tarea. Cuando el abuelo se iba a acostar, decidió
salir para acompañar a su tío.
“No tenía ni 10
minutos cuando se oyeron los disparos”, recuerda el abuelo llorando.
Luis Alonso cayó sin
vida. Junto a él quedó su amigo Ricardo Vega Pérez y metros más adelante su tío Julio César
Alarcón Carrillo, dueño del equipo y propietario de una tienda Modelorama que
estaba en la propiedad.
La familia está
desconcertada. Ignoran el motivo de la masacre que enlutó a todo el pueblo y al
Valle de Juárez.
Ayer por la mañana,
en la escuela CECyTECH 7, los alumnos de tercero y quinto semestre lloraron
desolados tras enterarse por sus maestros de la tragedia.
Las butacas que
ocuparon lucen vacías en los salones y sus compañeras no logran controlar el
llanto.
Luis Alonso había
obtenido una beca escolar y coordinaba al grupo de confirmación de jóvenes en
apoyo a la iglesia del pueblo. Ricardo ayudaba a su familia y también era buen
deportista.
Cristina Pérez,
directora del plantel, afirma que la noticia les causó un fuerte impacto. “Me
queda muy claro que la agresión no era ni contra los estudiantes y menos contra
la institución, sólo son jovencitos que estuvieron en el lugar equivocado, en
el momento equivocado”, sostiene.
Pérez solicitó apoyo
a la Fiscalía General del Estado para que los menores reciban atención
sicológica. Hoy a primera hora llegan los especialistas.
El domingo iba a ser
un buen día para los vecinos de San Isidro. Había fiesta en el pueblo, que se
intenta sobreponer a las afectaciones provocadas por la lluvia. Aunque muchos
pasaron momentos de angustia cuando sus casas se inundaron, lo peor había
pasado.
El domingo los
pobladores organizaron una kermés para recaudar fondos pro construcción de la
iglesia, destruida años atrás por un grupo criminal.
“Estaban los
jueguitos mecánicos, hubo venta de alimentos, todo estaba muy bien. Los de Loma
Blanca habían ganado el partido de beisbol y salieron a festejar y al venir aquí
vino otro grupo de personas y disparó”, relata el comisariado ejidal, un doctor
que asumió el cuidado del pueblo tras la ejecución de su antecesor Calixto
Pérez Mena.
Su investigación
inicial refiere que fueron dos agresores “encapuchados” los que perpetraron la
masacre.
La situación, dice
el funcionario, es grave, particularmente por la falta de apoyo oficial que
tiene en el patrullaje del poblado.
Se le cuestiona si
tiene miedo.
“Con esto que pasó
la gente ya no va a venir al carril Valle de Juárez donde corren caballos y se
hacen apuestas. El pueblo pierde la luz y la esperanza, matar niños, jovencitos
de la prepa, cualquier persona, es muy lamentable que esté pasando esto”, dijo
el comisariado.
Hoy inician los
servicios fúnebres de las víctimas, es factible que la Fiscalía General del
Estado asuma el costo.
El comisariado y las
familias han expuesto su temor a que se registren represalias durante los funerales o la sepultura de los cuerpos, por
lo que instan a las autoridades a mantener la presencia policiaca.
(Luz del
Carmen Sosa/El Diario)
(EL DIARIO,
EDICION JUAREZ/ Luz del Carmen Sosa /2013-09-23 | 23:35)
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