lunes, 6 de febrero de 2012

GUASAVE, OTRA PLAZA EN DISPUTA


http://www.riodoce.com.mx/images/stories/Local/loscostosdelaplaza415.jpgGuasave.- “Uta madre, los sicarios”, dijo en voz baja aquel escuálido joven a su esposa cuando ambos aguardaban a la entrada del Hospital General de esta ciudad a que una de sus familiares sanara.


Ambos se habían sobresaltado porque a unos metros de ellos un convoy de tahoes blancas y de Suburban grises entraba a toda velocidad a la explanada de concreto del nosocomio. Sujetos armados, civiles de rostro adusto se habían apeado de las unidades y se colocaban en puntos estratégicos. Las patrullas que les habrían paso se habían echo las desentendidas cuando las lujosas unidades se aparcaron a manera de tener una salida de escape.

Él enconchó la espalda, ahuecó sus brazos y protegió a la pequeña masa de carne, sangre de su sangre, como un escudo de hierro. Intentó saltar y echarse a correr, pero la altura de casi un metro de la rampa del hospital y el lodazal del jardín lo petrificó. Dejó pasar los segundos, casi sin respirar. Aguantó. Soportaría el embate de lo que viniera, se dijo…

A unos metros de ellos, una joven ama de casa y madre, tomó a su hija en brazos. Casi la arrancó del suelo y al mismo tiempo preguntó: ¿Qué pasa? ¿Quiénes son?...

Ellos no lo sabían, pero en esas camionetotas viajaba Sofía Carlón, esposa del gobernador, Mario López Valdez; el secretario de Salud, Ernesto Echeverría Aispuro; Felicia Knaul, investigadora de Salud Pública en la Universidad de Harvard; el alcalde Ramón Barajas López y sus guaruras personales.

Cuando lo supieron, las dos mujeres y el joven esposo aflojaron los cuerpos y respiraron. La tensión de los días anteriores vividos había hecho crisis en ese momento, en esas dos familias celulares.

“Las balaceras oiga, nos tienen así: muertos de miedo, asustados de todo y por todo. Aquí no se puede vivir ya. No sabes de quién cuidarte, de ellos, o de los otros”, explican las mujeres. Apenas el lunes, tres días antes, tres soldados fueron asesinados en el centro, a la vista de muchos.

—¿Quiénes son ellos y quienes son los otros?
—Ellos son ellos, y los otros son los otros. ¿Usted me entiende, no?...

El mismo miedo que los guasavenses sufren en esta zona marginal de la ciudad, se vive también en el centro.

Hablar de los delincuentes es tabú; referirse a la Policía, veto. Comentar las escaramuzas entre ambos bandos está prohibido por el miedo.

Un veterano taquero, con 25 años de experiencia y cuya caseta recibió al menos siete balazos de grueso calibre, afirmó que nadie quiere hablar de nada. “Lo mejor es callar, mi amigo, porque no se sabe en qué va a terminar todo esto”.

—¿Pesa en ustedes ser cuna de una célula del crimen organizado?
—Un chingo, mi amigo, pesa un chingo. Y disculpe, pero ahí mejor dejamos las cosas. Y le aclaro, no me pida el nombre, porque no tengo, y tampoco tengo memoria.

Como el taquero, muchos aquí no quieren hablar. Dicen ignorar las cosas, no saber nada, estar desinformados. Quienes rompen el silencio quieren anonimato y nada de detalles. Hablan con medias palabras. Evitan las miradas furtivas y las paredes, por aquello de los “halcones” y porque los muros oyen.

Antecedente. Dicen que la tranquilidad de Guasave se quebró en el 2008, cuando en pleno centro de la ciudad fue asesinado el Brujo. Al año siguiente, en el 2009, dos ministeriales fueron prácticamente cazados por un comando que llegó hasta la propia comandancia, los sacó y mató en la calle. Al año siguiente, la sangre corrió a raudales y la guadaña de la muerte puso su retén en la carretera Internacional. Ahí, los blancos fueron las policías estatales. Hoy, los objetivos son los militares.

Los hechos. Por las muertes que han marcado las venas ciudadanas de Guasave, no hay procesados, mucho menos sentenciados. Los asesinatos han quedado impunes y solo se les persigue a salivazos de los gobernantes en turno. De ese tamaño es la orfandad de justicia y la impunidad de los homicidas, que aumentan con la cortina de humo y confusiones que cada dependencia, desde el despacho del gobernador, hasta la PGR, tienden para ocultar los hechos que están, aunque sea un susurro, en boca de todos los guasavenses.

Quedito, aquí se comenta que el lunes las balaceras comenzaron en la tarde. Muchos vieron las corretizas de camionetas militares sobre particulares. Los testimonios dicen que la estampida de delincuentes comenzó en el taste de la alameda del río Sinaloa, que diferentes camionetas, algunas con doble soporte para el rifle Barret o para las ametralladoras, salieron con rumbos diferentes. Varias quedaron atoradas en la circulación de la colonia Makarenko o en la 18 de Marzo. Por eso, el convoy militar se desmembró y quedaron expuestos.

En la esquina del bulevar 16 de Septiembre y Constitución, una de las escuadras militares fue impactada por una camioneta blindada que fue utilizada como torpedo. Un breve combate a balazos y mueren tres militares: Neftalí Zacarías Santos, cabo al mando del grupo, y los soldados Jesús Antonio Robles Galaviz y Pedro Javier Valenzuela. Un cuarto militar resulta baleado. Sobrevive.

Por los atacantes se desconocen las bajas y la identidad del grupo, pero en la unidad blindada abandonada se decomisa armamento de guerra.

Tras los hechos, la mitad de una de las tres compañías de la Policía Preventiva es detenida. Incluyendo al director, Leocadio Cabrera Delgadillo, 35 policías son enviados a la PGR, en Culiacán, por ser omisos en su función de apoyo, ya que según el general, Moisés Melo García, no acudieron al llamado que los militares emitieron. Tres días después, la dependencia ejercita acción penal contra diez mandos que se encontraban en el perímetro de las escaramuzas, y 25 son liberados porque no estaban ni cerca de la zona del conflicto.

Ninguna autoridad responde sobre la identidad de los atacantes y se oculta todo rastro de la célula. Nadie responde, todos callan. Pero en los ríos de gente sobresale un apodo, un grupo, que ha estado en Guasave desde siempre: es la gente del Chapo Isidro, de Fausto Isidro Meza López, de Los Beltranes, La Mochomera. Es el mismo cabecilla que ya aparece en algunas averiguaciones previas por delaciones de sus exsubordinados ya detenidos y quienes lo responsabilizan de la matanza de civiles y policías, tanto aquí como en Los Mochis.

El alcalde. En entrevista, Ramón Barajas López, alcalde local, afirma no tener indicios del grupo que se asentó en su demarcación y que sería el responsable del ataque a los militares.

—¿Qué grupo atacó a los militares?
—Lo desconozco. Yo soy ejecutivo, no soy investigador. Le toca, yo creo, a la PGR, porque es un asunto federal. Nos ha llegado, nos ha lastimado, primero porque hubo muertos, nos toca el alto riesgo del municipio, otra vez. Será la propia PGR como la Secretaría de la Defensa Nacional la que definan qué pasó de fondo.

El presidente municipal rechaza que exista trasfondo político en el desmembramiento de su Policía: “Absolutamente, no hay trasfondo político. Hay una gran relación institucional y de amistad con los tres niveles de Gobierno, principalmente con el gobernador. Fue un asunto que desafortunadamente le toca a Guasave hoy enfrentar. Sé que en la coordinación que tenemos los tres niveles de Gobierno saldremos adelante de la desafortunada acción que le tocó a Guasave enfrentar hace unos días.

—¿Qué pasó en Guasave?
—Fue un asunto muy grave, le toca a Guasave, hoy. Fuimos al lugar. Hemos estado informando del proceso jurídico legal de los agentes de la Policía que fueron llevados a comparecer.

—¿Han solicitado algún blindaje a la ciudad?
—Se ha reconstruido todo en la llegada de un director interino, hay una logística. Estamos preparados para una situación de emergencia, creo que tenemos el número de policías y tránsitos para seguir brindando la seguridad a los guasavenses, que es lo que interesa.

—¿Qué ambiente palpa en los guasavenses?
—Mucha unidad, solidaridad con el presidente, con el Ayuntamiento. Fue un asunto que trastocó la tranquilidad, hay que reconocerlo. Lo mejor que tiene Guasave es su gente, por eso seguiré de pie, de frente, con la mayor fortaleza. Todos estamos mirando hacia delante.

Dos días después de los hechos, la Policía Ministerial del Estado tomó las riendas de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, al nombrar como nuevo director al agente Iván Palazuelos Félix.

El nombramiento lo recibió de parte del Secretario del Ayuntamiento, Miguel Ángel Robles Santillanes, ante la presencia del Director de la Policía Ministerial del Estado, Jesús Antonio Aguilar Iñiguez, quien negó que esta corporación vaya tomar el control de la DSPM.

Discordia. Para Ricardo Beltrán Verduzco, edil presidente de la Comisión de Gobernación del cuerpo de regidores locales y vicepresidente de la Confederación Nacional de Colegios y Asociaciones de Abogados de México (Concaam), tal y como lo comenta la gente de a pie, “la percepción ciudadana es cual vulnerable estamos. Sobre todo porque la agresión fue hacia una institución que históricamente representa lo máximo en fuerza. Hay miedo, temor, angustia y pánico”.

Asegura que la situación de desventura en las calles aumenta porque “la autoridad lejos de dar una solución tiende una cortina de humo. Después del hecho trágico de la muerte de militares, prácticamente lo desvanecen y crean otro con la detención de la Policía Preventiva. Un hecho de sangre fue ensombrecido, le quitaron la fuerza con otro. Cuando la autoridad debió haber entrado de lleno a la investigación, con inteligencia, se van por una aprehensión, procesan, enjuician y sentencian a otra institución”.

Esto, afirma, es desesperanzador porque demuestra que las instituciones no están coordinadas, porque se cortan cartucho entre sí, hay desconfianza mutua, enfrentamientos.

Beltrán Verduzco ponderó que con los saldos actuales, en el día a día, la población va perdiendo, porque se han cambiado las rutinas: la gente no sale de noche, el empresario cierra más temprano, el agricultor ya no va al campo, en lo hogares se padece la zozobra de los robos y del abuso de autoridad, aun cuando en el discurso oficial se presuman estadísticas a la baja, que al final resultan una mentira.


El día que todos anticipaban llegó… “era cuestión de tiempo”

Guasave: ciudad del miedo

Desde que el líder de Los Mazatlecos, Geovanny Lizárraga, fue detenido en Los Mochis y confirmara que el Chapo Isidro tenía cooptada a la Policía, los guasavenses sabían que de un momento a otro los días de calma aparente habrían de terminar. Era cuestión de tiempo, repetían y repiten… y el tiempo hizo su trabajo: con el enfrentamiento en pleno centro de la ciudad, el asesinato de tres militares y el desmantelamiento de la Municipal, Guasave se convirtió en la antesala del infierno. Ríodoce recogió el sentir de ciudadanos temerosos que, atrincherados en el terror por haber quedado en el fuego cruzado, esperan días peores…

Paúl Mercado

La persecución de sicarios en Guasave, la tarde-noche del lunes 30 de enero, dejó una estela de espanto que aún no se puede disipar, no al menos en quienes tuvieron la mala suerte de presenciarla, incluso escucharla a distancia o peor aún, sufrirla en “permanencia involuntaria”, como si les hubieran vendido a fuerzas un boleto de primera fila para ver una película de balazos.

Quienes compartieron sus historias con Ríodoce, algunos accedieron a cambio del anonimato y otros aceptaron el uso de uno de sus nombres, pero sin apellidos. “Aunque ‘todo mundo’ fue testigo —fue la expresión constante—, es mejor que no pongas mi nombre”. La pregunta fue elemental: ¿dónde estabas cuando la balacera? Y las respuestas se convirtieron en una historia de miedo colectivo.

“Todo empezó aquí, en la (colonia) 18 de Marzo, ahí por la Escuela (Primaria) Nicaragua… Yo estaba en mi casa… Los balazos se escucharon muy cerca de la Nicaragua… ahí empezó todo”, reveló Bernardino, maestro universitario.

—¿Te tocó ver algo? ¿O solo escuchaste la balacera?
—No, nada más escuché disparos, patrullas y después ambulancias. Estuvo feo.

Era el filo de las 19.00 horas. Los primeros balazos, cual Santiago en una carrera de caballos, marcó el arranque no solo de una espectacular, sino de una trágica persecución que a su paso fue provocando reacciones. Algunos informaron por Internet a través de las redes sociales, otros con sus celulares, pero el hecho le dio rápidamente vigencia al dicho local de que “en Guasave, todo se sabe”.

Alma está embarazada y justo acababa de salir de la casa de su madre cuando le sonó el celular y era precisamente ella, quien preocupada le advertía de “una balacera muy fea que se escuchó muy cerca”.

Pero para entonces Alma no solo estaba enterada, sino prácticamente paralizada por el miedo: “A eso de las 6.30 de la tarde venía de la casa de mi mamá, tomando la ruta menos transitada. Pasé por la (calle) Colón y luego por la Revolución. A la altura de la panificadora Hernández, al querer entrar al bulevar Central por la Corregidora, justo al momento de hacer el alto para ver si venían carros, comencé a escuchar las detonaciones. Al mismo tiempo miré que una niña corría y gritaba. Se metió a una casa… Al volver la vista al bulevar pasó una camioneta a toda velocidad con el copiloto con medio cuerpo de fuera disparando a los soldados que venían detrás de ellos, respondiendo igual: a balazos. Lo único que pude hacer después de un instante de quedar ‘congelada’, fue agacharme en el mismo carro y después de escuchar los disparos un poco más lejos, me salí del camino igual que otros carros que estaban detrás de mí esperando el turno para entrar al bulevar. Fue horrible ver que en el semáforo del bulevar estaba lleno de carros y camionetas abriéndose paso desesperadamente entre ellos… Ya no pude seguir manejando. Iba agarrando el celular cuando mi mamá me estaba llamando porque la balacera se escuchó hasta su casa y pues, se preocupó porque yo acababa de salir de ahí. Me dijo que no me moviera de donde estaba y llegó con unos vecinos que estuvieron conmigo hasta que se me pasó un poco el susto. La gente no sabía ni qué ondas y de repente pasaron patrullas municipales, pero como 15 minutos después. Me tuvieron que traer a mi casa porque no dejaba de temblar. Tratamos de agarrar la ruta más lejana y por toda la ciudad se escucharon sirenas de patrullas y detonaciones… parecía zona de guerra, y eso que no me tocó lo del Seguro, que dicen que ahí estuvo peor”.

Para entonces, de las redes sociales Twitter era ya el espacio donde casi en tiempo real se daba a conocer la noticia: “Reportan balacera en Guasave, Sinaloa, en el sector del IMSS. Tomen precauciones”. O simplemente twitteaban: “Balacera en Guasave”. Luego aparecían los detalles: “Oficial, balacera en el IMSS de Guasave, militares vs sicarios”. Y también se asomó la indignación: “Es una burla a la sociedad decir que la delincuencia ha bajado”. Así, cada minuto un nuevo twitt con un nuevo dato: “3 militares perdieron la vida”, “2 soldados más heridos”. Y el miedo se asomaba: “Miiiieerda, balacera en Guasave y mañana agarro carretera para esos rumbos”.

19.20 horas. El muro de Facebook no se quedó atrás: “No me había tocado nunca escuchar una balacera tan cercana en mi ciudad. Por favor, cuiden a su familia, no salgan si no hay necesidad”.

El post tuvo respuesta casi inmediata: “Me tocó ver la balacera: iba a cruzar el bulevar Central frente a la Cruz Roja y me detuve ya que se me cayó un arete y me agaché a buscarlo. Cuando ya me dispongo a cruzar, escucho la ráfaga de balazos. Les juro que no hallaba a dónde correr… (Fue) un momento lleno de angustia y me di vuelta y me refugié en donde arreglan zapatos. También dos señoras con sus hijos pequeños y con sus caritas de susto, al igual los que corrimos a protegernos”.

María tiene una boutique pero ese lunes ya estaba en su casa cuando ocurrió la balacera. Su madre le comentó que pensó se trataba de cuetones. Fue una de sus amigas que vive cerca de la Clínica 32 del Seguro Social quien le contó que sí le había tocado ver el desmadre: “Dice que se asustó mucho”.

—¿Qué vio?
—Vio las camionetas a todo lo que da y los balazos después… es que ella vive a una cuadra del Seguro.

Por el mismo rumbo también vive doña Juanita, tía de Enrique, una mujer sexagenaria. Ella pasaba por ahí justo cuando se desató la balacera que terminó con la vida de dos soldados sobre el bulevar 16 de Septiembre y dejó uno más herido, pero que después falleció en Urgencias cuando recibía atención médica.

—¿Qué te dijo sobre lo que vio?
—Muy poco. Está muy asustada. Es por la edad. De hecho no contesta el teléfono y no ha salido de su casa desde entonces.

—¿Y de lo poco que dijo?
—Dice que unas gentes la metieron al Seguro, que la jalaron, prácticamente la salvaron de alguna bala perdida porque ella se quedó pasmada… A sus 65 años de edad y en medio de tanta maldad, dice que aún hay gente buena, refiriéndose a los que la protegieron.

Enrique por su parte estaba en su trabajo, a cuatro cuadras del Seguro. Escuchó las ráfagas. Fueron tres, pero muy intensas: “Solo recuerdo que me espanté. No sabes qué hacer, eso no te da tiempo de reaccionar. Después de 20 minutos nos enteramos de lo que pasó… Ahora ‘todo mundo’ está más espantado porque se cree que esto de la muerte de soldados va a poner las cosas más feas”.

Por su parte Luis dijo que cuando ocurrió la balacera estaba en la Escuela de Derecho, lejos de la escena del crimen, pero asegura que su compadre José, quien estaba esperando afuera del Seguro a que su esposa saliera de trabajar y a su hija que estudia en la Asegurada, tuvo butaca preferente en primera fila:

—¿Qué te dijo?
—Dice que ahí todo empezó en el Bancomer que está en la esquina de Constitución y bulevar 16 de Septiembre, que los sicarios emboscaron una camioneta de militares, se le echaron encima con una camioneta blindada. Luego siguió la balacera por el bulevar. Mi compadre quedó impactado, inmóvil… y después se acordó de su esposa y de su hija y entró en desesperación.

Leonardo, pequeño empresario, cuenta que estaba en su establecimiento a la hora de los balazos y que poco a poco fue enterándose de lo que pasaba: “Se hizo un desmadre”, precisa.

—¿Alguien cercano a ti vio algo?
—Dice una enfermera amiga mía que los militares estaban llorando por sus compañeros caídos y que decían con impotencia que se iban a vengar.

—¿Qué más dijo?
—Que llegaron gritando para que atendieran a sus compañeros heridos… y que uno falleció ahí en Urgencias.

Las historias recogidas por Ríodoce de guasavenses que de algún modo fueron testigos del enfrentamiento entre sicarios y soldados, coinciden en que el grupo delictivo que ahora tiene sobre sus espaldas la furia del Ejército es el que comanda el Chapo Isidro. “Esto se veía venir… era cuestión de tiempo”, es la aseveración constante de la gente consultada.

Fuentes cercanas a la Presidencia Municipal confirman que el alcalde Ramón Barajas López estaba en una reunión en Guasavito, población conurbada a la cabecera municipal de Guasave. Incluso el regidor Ricardo Beltrán Verduzco lo corroboró, pues dijo, él también estaba en ese lugar. Al enterarse de los hechos, el alcalde fue trasladado a su casa, desde donde dio seguimiento a los trágicos acontecimientos. Ahí se enteró de la detención de su director de Policía, Leocadio Cabrera Delgado. La expresión del presidente era de preocupación. Había Desconcierto.

Sobre la detención del jefe policiaco, testigos aseguran que los ánimos se calentaron ya que al parecer Juan Carrasco Ruiz, jefe de la Policía en Ahome, habría provocado a Cabrera Delgado reclamándole que sus hombres no llegaron a tiempo para atender el llamado de apoyo, y diciéndole: “Andas valiendo madres”. Acto seguido ambos cortaron cartucho y se apuntaron con sus pistolas.

A todo ello se sumó el regaño que el general Moisés Melo García, comandante de la Tercera Región Militar, le asestó al alcalde Ramón Barajas frente a los representantes de los medios de comunicación, donde acusó la omisión de los policías municipales en los hechos, lo que fue visto como un acto de prepotencia que solo buscó exhibir al presidente.

“Vemos que hay una violación contundente a la autonomía municipal; ahí queremos señalar y dejarlo bien claro (…) porque llegan los militares como si fueran los paladines o los dueños de la justicia y de la ley, cuando ellos son simples auxiliares y deben ser los primeros que respeten el estado de derecho. No es posible que el general Melo regañe a diestra y siniestra, creyéndose el Supremo y que puede pisotear a otro poder. Eso no lo vamos a permitir en Guasave, ni en el estado”, reclamó el regidor Beltrán Verduzco.

Dos días después, el gobernador Mario López Valdez habló sobre el asunto en La Primavera, Angostura, y reiteró lo que ha venido declarando desde inicio de año: que hoy sí se le tiene respeto a las policías, que esos son casos aislados y que los delincuentes no tienen tomadas las calles ni están dando órdenes a la autoridad.

Eso a pesar de que el hecho violento de la tarde-noche del pasado lunes 30 de enero dejó en claro todo lo contrario y que Guasave se ha convertido en un lugar donde habita el miedo… Más lo que se asoma.


Homicidio por negligencia, el nuevo delito inventado por la PGR

Omisión o pretexto

Elier Lizárraga

Los agentes municipales de Guasave detenidos por la PGR y que se encuentran bajo investigación por posible omisión en el cumplimiento del deber, podrían ser encarcelados por homicidio, lesiones y portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército si el juez determina que no realizaron sus funciones el día en que tres militares fueron asesinado en pleno centro de la ciudad de Guasave.

Los policías fueron acusados por la Secretaría de la Defensa Nacional por este supuesto delito luego de que, durante el enfrentamiento registrado en la Clínica 32 del IMSS, los militares hicieran un llamado de auxilio y la Policía Municipal y estos no llegaran a tiempo para ayudarles.

Desafortunadamente para ellos, las acusaciones están sustentadas legalmente y podrían ser acusados, según José Manuel Cervantes León, abogado de varios de los detenidos, quien indicó que, aunque existía la confianza de que pudieran salir libres, los delitos de los que podría acusárseles están contemplados en la ley.

Los señalamientos fueron hechos por la Sedena, luego de que se diera un enfrentamiento en el municipio de Guasave entre elementos del Ejército y sicarios, en el que resultaron muertos tres soldados y varios heridos de ambos grupos. Los municipales llegaron al lugar, pero hasta que ya habían terminado los disparos.

—¿Qué le indicaron ellos, por qué llegaron tarde al lugar de los hechos?
—No necesariamente están diciendo que llegaron tarde, ellos llegaron porque era su obligación. Aquí habría que convencer a quienes están procurando justicia y a quienes la van a impartir que ellos cumplieron con sus funciones en los términos establecidos.

—¿Pudieran tener procedencia las acusaciones del Ministerio Público Federal?
—Claro que sí, hay que entender que el representante de la sociedad es el Ministerio Público. Hay que ver que se trata de la muerte de tres personas. Lo que queremos es que se procure justicia, porque sería injusto también que se condenara a gente inocente.

—En sus declaraciones, ¿dónde dicen ellos que estaban cuando fueron los hechos?
—Estaban relativamente cerca, cumpliendo con sus deberes de cuidar a la ciudadanía. Al resultar un evento de esta naturaleza, ellos acuden al lugar indicado.

—¿Está sustentada la acusación de la Sedena?
—Esa situación la determinarán el Ministerio Público o el juez en su momento. Es sustentable porque la ley le confiere facultades al Ministerio Público Federal, la persecución e investigación de los delitos, y está haciendo su trabajo.

Los 35 agentes llegaron a las instalaciones de la delegación de la PGR en Culiacán alrededor de las 16:00 horas del martes, iniciando las indagatorias una hora más tarde. El representante legal de los policías indicó que el proceso duró aproximadamente hasta las 04:00 de la mañana del siguiente día, tiempo en el que los elementos policiales fueron cuestionados sobre el sitio donde se encontraban, y qué labores estaban realizando. Alrededor del mediodía fueron liberados 19 de ellos, quienes fueron recibidos por sus esposas y familiares luego de permanecer frente a la PGR casi dos horas a la espera.

En presencia de los medios de comunicación, el general Moisés Melo García le reclamó al alcalde Ramón Barajas López porque los elementos municipales no acudieron a la escena del atentado contra los militares, y refutó las versiones filtradas en las cuales se afirmaba que se había emitido una contraorden para que la Policía no acudiera al lugar de los hechos en apoyo al Ejército. Esta versión fue sostenida en parte por los agentes liberados, quienes dijeron que acudieron a la escena del crimen, pero ya había terminado la balacera. La tarde del jueves fueron liberados seis agentes más y los diez restantes fueron consignados ante un juez de distrito en Los Mochis, donde serán procesados por la autoridad federal.

Agresión azul
Aunque los policías aseguraron recibir un buen trato por parte de la PGR, contaron una historia muy diferente sobre la Policía Ministerial del Estado, pues acusaron directamente a los agentes de esa corporación de haberles propinado palizas en repetidas ocasiones a los detenidos sin justificación ni explicación alguna.

“A como iban llegando algunos los iban agarrando. Golpearon a varios compañeros, e incluso al director y al director operativo”, manifestaron policías que mantienen su nombre en el anonimato por temor a represalias. Al cuestionarlo sobre el proceder de los ministeriales, el municipal dijo que “los jefes ya saben cómo corre el agua y se hacen tontos”.

Esta versión fue confirmada por Marcelo Cabrera, hermano de Leocadio Cabrera Delgado, director de la Policía Municipal de Guasave, quien dijo que también fue agredido.

Asimismo descartó las versiones de los militares, quienes acusaron a la dependencia policial a la cual está adscrito, de no atender el llamado de auxilio. Aseveró que todos los agentes que estaban disponibles cuando se dio el enfrentamiento acudieron al lugar mencionado, pero al llegar el conflicto había terminado, arrastrando a tres de los elementos castrenses a la muerte.

“No es cierto. Se manejó por radio para que fuéramos a apoyar, pues se escucharon varias balaceras. Algunos acudieron a un lugar, otros a otro. Acudimos todos. Cuando se dio el enfrentamiento yo estaba con el presidente municipal y recibí indicaciones para no dejar que los vehículos se acercaran al lugar”, subrayó.

Cabrera Delgado indicó que, aunque se tiene el equipo necesario para enfrentar a los criminales, muchas veces las circunstancias de desventaja ante las que se encuentran debido a que la delincuencia organizada tiene más y mejores recursos amedrentan a los agentes en el cumplimiento de su deber.

La otra queja fue la injusticia cometida en su contra al ser retenidos de forma ilegal, según su consideración. Sin embargo, quienes accedieron a los cuestionamientos de los medios de comunicación, la mayoría manifestó que el trato en la PGR fue bueno, no fueron golpeados y los interrogatorios se centraron únicamente en los hechos por los cuales los habían trasladado de Guasave a Culiacán.

Los primeros 19 policías liberados estuvieron más de 36 horas sin tener contacto con sus familias o abogados defensores que les dieran información sobre cómo se estaba realizando el procedimiento legal. El primer contacto lo tuvieron hasta la mañana del miércoles, cuando llegó José Manuel Cervantes León, acompañado de sus familiares, y fue este quien les explicó que iban a ser liberados. Después, el jueves por la noche, liberaron a seis más.

Por otro lado, Nuria González, visitadora general de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, indicó que familiares de los detenidos presentaron una queja ante este organismo por la forma de proceder del Ministerio Público Federal, la cual consideraron ilegal porque los policías “fueron trasladados ilegalmente”.


Un dilema en el Juzgado
Luis Fernando Nájera / Los Mochis

Este lunes 6 de febrero el Juzgado Quinto de Distrito de Los Mochis podría resolver la situación jurídica de los diez policías preventivos de Guasave, consignados por los delitos de homicidio y lesiones en la modalidad de comisión por omisión, además de ilícitos cometidos contra funcionarios públicos, abuso de autoridad y ejercicio indebido del servicio público en agravio de fuerzas castrenses.

El viernes 3 de febrero, el juez Francisco Ramos Silva ordenó a sus secretarios tomar la declaración preparatoria de los diez policías en los locutorios de Centro de Ejecución de las Consecuencias Jurídicas del Delito, con sede en el poblado Felipe Ángeles, con el argumento de que era inseguro trasladar a tal número de acusados a Los Mochis.

Así, Leocadio Cabrera Delgado, director de la Policía Municipal y nueve subordinados más rindieron su declaración preparatoria, luego de que el magistrado calificase de legal la detención.

En el plazo de 72 horas, los acusados tendrán tiempo para aportar las pruebas con las que acrediten su inocencia.

De acuerdo con el informe oficial de la Procuraduría General de la República, a través del agente del Ministerio Público de la Federación se acreditó que durante el enfrentamiento, los elementos castrenses solicitaron apoyo a la Policía Municipal y que esta no atendió el llamado.

Ante estos hechos la Secretaría de la Defensa Nacional presentó a 35 agentes municipales ante el representante social de la Federación, quien después de realizadas las diligencias pertinentes consignó a diez agentes municipales, entre los que se encuentran el director y el director operativo de esa corporación, pues estando en el perímetro urbano de la ciudad, en ningún momento prestaron auxilio o ayuda a los elementos militares, a pesar de que el Centro de Control, Comando y Comunicaciones (C-4) les notificó.

Además que posterior al ataque no se realizó ningún operativo de búsqueda de las personas relacionadas con estos hechos.

De los 25 policías municipales restantes, a 19 se dejó en libertad el día 1 de febrero y los otros seis el día jueves 2 de febrero, estos con las reservas de ley debido a que durante los hechos se encontraban en diversas comisiones, sindicaturas y fuera del perímetro urbano, lo cual les imposibilitaba brindar apoyo oportuno durante el enfrentamiento.


Recuento de bajas militares

La Sedena dio a conocer que han muerto diez militares de 2008 a la fecha, cuando se instauró el Operativo Conjunto Culiacán-Navolato-Guamúchil, entre accidentes y ejecuciones en diferentes enfrentamientos.

Esto durante el informe de las autoridades militares luego de casi cuatro años de implementar esta estrategia por primera vez, el 13 de mayo de 2008, en los operativos que abarcan los estados de Sinaloa y Durango.

Entre las muertes más destacadas se encuentran el derivado en el incidente de Santiago de los Caballeros, registrado el 27 de marzo de 2008 en el municipio de Badiraguato, donde murieron seis personas, entre ellos dos militares.

El 14 de septiembre de 2009, un jefe militar fue levantado en el centro comercial Wal Mart, ubicado en la Isla Musala, por un grupo armado cuando salía de realizar sus compras. Fue identificado como Eusebio Hernández Pérez y era teniente en la Novena Zona Militar. Esto ocurrió horas después de que un elemento de la Policía Ministerial fuera también levantado en la colonia Fovissste Diamante.

Más tarde, otro soldado fue ejecutado el 1 de diciembre del mismo año, cuando un elemento militar llegó a las instalaciones de la Novena Zona Militar aparentemente ebrio y le disparó a tres de sus compañeros, de los cuales uno murió en la clínica del Issste.

El 3 de junio de 2011, un soldado de apenas 20 años de edad fue asesinado durante una ronda de patrullaje en San Ignacio, cuando fue ubicado un sospechoso y los elementos castrenses intentaron detenerlo. Este, al no permitir el arresto, disparó contra Efraín Sauceda, quien murió en una clínica de Mazatlán.

Durante la noche del 21 de septiembre de 2010, fue asesinado un soldado mientras se encontraba en el hotel La Estancia 2. La Policía Ministerial del Estado identificó a la víctima con el nombre de José Pilar Almeida Vinagre, de 23 años, originario de Tabasco. Los empleados del hotel escucharon detonaciones y posteriormente se confirmó el asesinato.

Asimismo se reportaron dos accidentes en los que elementos militares se ahogaron. El primero, de nombre Jesús González, de 42 años de edad, se ahogó en el río San Lorenzo el 27 de junio.

El pasado 2 de enero se ahogó Federico Molina Román, quien entrara al mismo río del caso anterior, acompañado de una pareja. De acuerdo con los datos proporcionados, el militar ingresó al caudal y minutos más tarde ya no salió. Elementos castrenses se lo llevaron en una ambulancia.

El hecho más reciente es el del pasado lunes 30 de enero, en la Clínica 32 del IMSS ubicada en Guasave, cuando murieron tres elementos castrenses durante un enfrentamiento con un grupo armado.

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