Guasave.- “Uta madre, los sicarios”, dijo en voz baja
aquel escuálido joven a su esposa cuando ambos aguardaban a la entrada del
Hospital General de esta ciudad a que una de sus familiares sanara.
Ambos se habían sobresaltado porque a unos metros de ellos un convoy de
tahoes blancas y de Suburban grises entraba a toda velocidad a la explanada de
concreto del nosocomio. Sujetos armados, civiles de rostro adusto se habían
apeado de las unidades y se colocaban en puntos estratégicos. Las patrullas que
les habrían paso se habían echo las desentendidas cuando las lujosas unidades se
aparcaron a manera de tener una salida de escape.
Él enconchó la espalda,
ahuecó sus brazos y protegió a la pequeña masa de carne, sangre de su sangre,
como un escudo de hierro. Intentó saltar y echarse a correr, pero la altura de
casi un metro de la rampa del hospital y el lodazal del jardín lo petrificó.
Dejó pasar los segundos, casi sin respirar. Aguantó. Soportaría el embate de lo
que viniera, se dijo…
A unos metros de ellos, una joven ama de casa y
madre, tomó a su hija en brazos. Casi la arrancó del suelo y al mismo tiempo
preguntó: ¿Qué pasa? ¿Quiénes son?...
Ellos no lo sabían, pero en esas
camionetotas viajaba Sofía Carlón, esposa del gobernador, Mario López Valdez; el
secretario de Salud, Ernesto Echeverría Aispuro; Felicia Knaul, investigadora de
Salud Pública en la Universidad de Harvard; el alcalde Ramón Barajas López y sus
guaruras personales.
Cuando lo supieron, las dos mujeres y el joven
esposo aflojaron los cuerpos y respiraron. La tensión de los días anteriores
vividos había hecho crisis en ese momento, en esas dos familias
celulares.
“Las balaceras oiga, nos tienen así: muertos de miedo,
asustados de todo y por todo. Aquí no se puede vivir ya. No sabes de quién
cuidarte, de ellos, o de los otros”, explican las mujeres. Apenas el lunes, tres
días antes, tres soldados fueron asesinados en el centro, a la vista de
muchos.
—¿Quiénes son ellos y quienes son los otros? —Ellos son ellos,
y los otros son los otros. ¿Usted me entiende, no?...
El mismo miedo que
los guasavenses sufren en esta zona marginal de la ciudad, se vive también en el
centro.
Hablar de los delincuentes es tabú; referirse a la Policía, veto.
Comentar las escaramuzas entre ambos bandos está prohibido por el
miedo.
Un veterano taquero, con 25 años de experiencia y cuya caseta
recibió al menos siete balazos de grueso calibre, afirmó que nadie quiere hablar
de nada. “Lo mejor es callar, mi amigo, porque no se sabe en qué va a terminar
todo esto”.
—¿Pesa en ustedes ser cuna de una célula del crimen
organizado? —Un chingo, mi amigo, pesa un chingo. Y disculpe, pero ahí mejor
dejamos las cosas. Y le aclaro, no me pida el nombre, porque no tengo, y tampoco
tengo memoria.
Como el taquero, muchos aquí no quieren hablar. Dicen
ignorar las cosas, no saber nada, estar desinformados. Quienes rompen el
silencio quieren anonimato y nada de detalles. Hablan con medias palabras.
Evitan las miradas furtivas y las paredes, por aquello de los “halcones” y
porque los muros oyen.
Antecedente. Dicen que la tranquilidad de Guasave
se quebró en el 2008, cuando en pleno centro de la ciudad fue asesinado el
Brujo. Al año siguiente, en el 2009, dos ministeriales fueron prácticamente
cazados por un comando que llegó hasta la propia comandancia, los sacó y mató en
la calle. Al año siguiente, la sangre corrió a raudales y la guadaña de la
muerte puso su retén en la carretera Internacional. Ahí, los blancos fueron las
policías estatales. Hoy, los objetivos son los militares.
Los hechos. Por
las muertes que han marcado las venas ciudadanas de Guasave, no hay procesados,
mucho menos sentenciados. Los asesinatos han quedado impunes y solo se les
persigue a salivazos de los gobernantes en turno. De ese tamaño es la orfandad
de justicia y la impunidad de los homicidas, que aumentan con la cortina de humo
y confusiones que cada dependencia, desde el despacho del gobernador, hasta la
PGR, tienden para ocultar los hechos que están, aunque sea un susurro, en boca
de todos los guasavenses.
Quedito, aquí se comenta que el lunes las
balaceras comenzaron en la tarde. Muchos vieron las corretizas de camionetas
militares sobre particulares. Los testimonios dicen que la estampida de
delincuentes comenzó en el taste de la alameda del río Sinaloa, que diferentes
camionetas, algunas con doble soporte para el rifle Barret o para las
ametralladoras, salieron con rumbos diferentes. Varias quedaron atoradas en la
circulación de la colonia Makarenko o en la 18 de Marzo. Por eso, el convoy
militar se desmembró y quedaron expuestos.
En la esquina del bulevar 16
de Septiembre y Constitución, una de las escuadras militares fue impactada por
una camioneta blindada que fue utilizada como torpedo. Un breve combate a
balazos y mueren tres militares: Neftalí Zacarías Santos, cabo al mando del
grupo, y los soldados Jesús Antonio Robles Galaviz y Pedro Javier Valenzuela. Un
cuarto militar resulta baleado. Sobrevive.
Por los atacantes se
desconocen las bajas y la identidad del grupo, pero en la unidad blindada
abandonada se decomisa armamento de guerra.
Tras los hechos, la mitad de
una de las tres compañías de la Policía Preventiva es detenida. Incluyendo al
director, Leocadio Cabrera Delgadillo, 35 policías son enviados a la PGR, en
Culiacán, por ser omisos en su función de apoyo, ya que según el general, Moisés
Melo García, no acudieron al llamado que los militares emitieron. Tres días
después, la dependencia ejercita acción penal contra diez mandos que se
encontraban en el perímetro de las escaramuzas, y 25 son liberados porque no
estaban ni cerca de la zona del conflicto.
Ninguna autoridad responde
sobre la identidad de los atacantes y se oculta todo rastro de la célula. Nadie
responde, todos callan. Pero en los ríos de gente sobresale un apodo, un grupo,
que ha estado en Guasave desde siempre: es la gente del Chapo Isidro, de Fausto
Isidro Meza López, de Los Beltranes, La Mochomera. Es el mismo cabecilla que ya
aparece en algunas averiguaciones previas por delaciones de sus exsubordinados
ya detenidos y quienes lo responsabilizan de la matanza de civiles y policías,
tanto aquí como en Los Mochis.
El alcalde. En entrevista, Ramón Barajas
López, alcalde local, afirma no tener indicios del grupo que se asentó en su
demarcación y que sería el responsable del ataque a los militares.
—¿Qué
grupo atacó a los militares? —Lo desconozco. Yo soy ejecutivo, no soy
investigador. Le toca, yo creo, a la PGR, porque es un asunto federal. Nos ha
llegado, nos ha lastimado, primero porque hubo muertos, nos toca el alto riesgo
del municipio, otra vez. Será la propia PGR como la Secretaría de la Defensa
Nacional la que definan qué pasó de fondo.
El presidente municipal
rechaza que exista trasfondo político en el desmembramiento de su Policía:
“Absolutamente, no hay trasfondo político. Hay una gran relación institucional y
de amistad con los tres niveles de Gobierno, principalmente con el gobernador.
Fue un asunto que desafortunadamente le toca a Guasave hoy enfrentar. Sé que en
la coordinación que tenemos los tres niveles de Gobierno saldremos adelante de
la desafortunada acción que le tocó a Guasave enfrentar hace unos
días.
—¿Qué pasó en Guasave? —Fue un asunto muy grave, le toca a
Guasave, hoy. Fuimos al lugar. Hemos estado informando del proceso jurídico
legal de los agentes de la Policía que fueron llevados a
comparecer.
—¿Han solicitado algún blindaje a la ciudad? —Se ha
reconstruido todo en la llegada de un director interino, hay una logística.
Estamos preparados para una situación de emergencia, creo que tenemos el número
de policías y tránsitos para seguir brindando la seguridad a los guasavenses,
que es lo que interesa.
—¿Qué ambiente palpa en los
guasavenses? —Mucha unidad, solidaridad con el presidente, con el
Ayuntamiento. Fue un asunto que trastocó la tranquilidad, hay que reconocerlo.
Lo mejor que tiene Guasave es su gente, por eso seguiré de pie, de frente, con
la mayor fortaleza. Todos estamos mirando hacia delante.
Dos días después
de los hechos, la Policía Ministerial del Estado tomó las riendas de la
Dirección de Seguridad Pública Municipal, al nombrar como nuevo director al
agente Iván Palazuelos Félix.
El nombramiento lo recibió de parte del
Secretario del Ayuntamiento, Miguel Ángel Robles Santillanes, ante la presencia
del Director de la Policía Ministerial del Estado, Jesús Antonio Aguilar
Iñiguez, quien negó que esta corporación vaya tomar el control de la
DSPM.
Discordia. Para Ricardo Beltrán Verduzco, edil presidente de la
Comisión de Gobernación del cuerpo de regidores locales y vicepresidente de la
Confederación Nacional de Colegios y Asociaciones de Abogados de México
(Concaam), tal y como lo comenta la gente de a pie, “la percepción ciudadana es
cual vulnerable estamos. Sobre todo porque la agresión fue hacia una institución
que históricamente representa lo máximo en fuerza. Hay miedo, temor, angustia y
pánico”.
Asegura que la situación de desventura en las calles aumenta
porque “la autoridad lejos de dar una solución tiende una cortina de humo.
Después del hecho trágico de la muerte de militares, prácticamente lo desvanecen
y crean otro con la detención de la Policía Preventiva. Un hecho de sangre fue
ensombrecido, le quitaron la fuerza con otro. Cuando la autoridad debió haber
entrado de lleno a la investigación, con inteligencia, se van por una
aprehensión, procesan, enjuician y sentencian a otra institución”.
Esto,
afirma, es desesperanzador porque demuestra que las instituciones no están
coordinadas, porque se cortan cartucho entre sí, hay desconfianza mutua,
enfrentamientos.
Beltrán Verduzco ponderó que con los saldos actuales, en
el día a día, la población va perdiendo, porque se han cambiado las rutinas: la
gente no sale de noche, el empresario cierra más temprano, el agricultor ya no
va al campo, en lo hogares se padece la zozobra de los robos y del abuso de
autoridad, aun cuando en el discurso oficial se presuman estadísticas a la baja,
que al final resultan una mentira.
El día que todos
anticipaban llegó… “era cuestión de
tiempo”
Guasave: ciudad del
miedo
Desde que el líder de Los Mazatlecos, Geovanny Lizárraga,
fue detenido en Los Mochis y confirmara que el Chapo Isidro tenía cooptada a la
Policía, los guasavenses sabían que de un momento a otro los días de calma
aparente habrían de terminar. Era cuestión de tiempo, repetían y repiten… y el
tiempo hizo su trabajo: con el enfrentamiento en pleno centro de la ciudad, el
asesinato de tres militares y el desmantelamiento de la Municipal, Guasave se
convirtió en la antesala del infierno. Ríodoce recogió el sentir de ciudadanos
temerosos que, atrincherados en el terror por haber quedado en el fuego cruzado,
esperan días peores…
Paúl Mercado
La persecución de sicarios en
Guasave, la tarde-noche del lunes 30 de enero, dejó una estela de espanto que
aún no se puede disipar, no al menos en quienes tuvieron la mala suerte de
presenciarla, incluso escucharla a distancia o peor aún, sufrirla en
“permanencia involuntaria”, como si les hubieran vendido a fuerzas un boleto de
primera fila para ver una película de balazos.
Quienes compartieron sus
historias con Ríodoce, algunos accedieron a cambio del anonimato y otros
aceptaron el uso de uno de sus nombres, pero sin apellidos. “Aunque ‘todo mundo’
fue testigo —fue la expresión constante—, es mejor que no pongas mi nombre”. La
pregunta fue elemental: ¿dónde estabas cuando la balacera? Y las respuestas se
convirtieron en una historia de miedo colectivo.
“Todo empezó aquí, en la
(colonia) 18 de Marzo, ahí por la Escuela (Primaria) Nicaragua… Yo estaba en mi
casa… Los balazos se escucharon muy cerca de la Nicaragua… ahí empezó todo”,
reveló Bernardino, maestro universitario.
—¿Te tocó ver algo? ¿O solo
escuchaste la balacera? —No, nada más escuché disparos, patrullas y después
ambulancias. Estuvo feo.
Era el filo de las 19.00 horas. Los primeros
balazos, cual Santiago en una carrera de caballos, marcó el arranque no solo de
una espectacular, sino de una trágica persecución que a su paso fue provocando
reacciones. Algunos informaron por Internet a través de las redes sociales,
otros con sus celulares, pero el hecho le dio rápidamente vigencia al dicho
local de que “en Guasave, todo se sabe”.
Alma está embarazada y justo
acababa de salir de la casa de su madre cuando le sonó el celular y era
precisamente ella, quien preocupada le advertía de “una balacera muy fea que se
escuchó muy cerca”.
Pero para entonces Alma no solo estaba enterada, sino
prácticamente paralizada por el miedo: “A eso de las 6.30 de la tarde venía de
la casa de mi mamá, tomando la ruta menos transitada. Pasé por la (calle) Colón
y luego por la Revolución. A la altura de la panificadora Hernández, al querer
entrar al bulevar Central por la Corregidora, justo al momento de hacer el alto
para ver si venían carros, comencé a escuchar las detonaciones. Al mismo tiempo
miré que una niña corría y gritaba. Se metió a una casa… Al volver la vista al
bulevar pasó una camioneta a toda velocidad con el copiloto con medio cuerpo de
fuera disparando a los soldados que venían detrás de ellos, respondiendo igual:
a balazos. Lo único que pude hacer después de un instante de quedar ‘congelada’,
fue agacharme en el mismo carro y después de escuchar los disparos un poco más
lejos, me salí del camino igual que otros carros que estaban detrás de mí
esperando el turno para entrar al bulevar. Fue horrible ver que en el semáforo
del bulevar estaba lleno de carros y camionetas abriéndose paso desesperadamente
entre ellos… Ya no pude seguir manejando. Iba agarrando el celular cuando mi
mamá me estaba llamando porque la balacera se escuchó hasta su casa y pues, se
preocupó porque yo acababa de salir de ahí. Me dijo que no me moviera de donde
estaba y llegó con unos vecinos que estuvieron conmigo hasta que se me pasó un
poco el susto. La gente no sabía ni qué ondas y de repente pasaron patrullas
municipales, pero como 15 minutos después. Me tuvieron que traer a mi casa
porque no dejaba de temblar. Tratamos de agarrar la ruta más lejana y por toda
la ciudad se escucharon sirenas de patrullas y detonaciones… parecía zona de
guerra, y eso que no me tocó lo del Seguro, que dicen que ahí estuvo
peor”.
Para entonces, de las redes sociales Twitter era ya el espacio
donde casi en tiempo real se daba a conocer la noticia: “Reportan balacera en
Guasave, Sinaloa, en el sector del IMSS. Tomen precauciones”. O simplemente
twitteaban: “Balacera en Guasave”. Luego aparecían los detalles: “Oficial,
balacera en el IMSS de Guasave, militares vs sicarios”. Y también se asomó la
indignación: “Es una burla a la sociedad decir que la delincuencia ha bajado”.
Así, cada minuto un nuevo twitt con un nuevo dato: “3 militares perdieron la
vida”, “2 soldados más heridos”. Y el miedo se asomaba: “Miiiieerda, balacera en
Guasave y mañana agarro carretera para esos rumbos”.
19.20 horas. El muro
de Facebook no se quedó atrás: “No me había tocado nunca escuchar una balacera
tan cercana en mi ciudad. Por favor, cuiden a su familia, no salgan si no hay
necesidad”.
El post tuvo respuesta casi inmediata: “Me tocó ver la
balacera: iba a cruzar el bulevar Central frente a la Cruz Roja y me detuve ya
que se me cayó un arete y me agaché a buscarlo. Cuando ya me dispongo a cruzar,
escucho la ráfaga de balazos. Les juro que no hallaba a dónde correr… (Fue) un
momento lleno de angustia y me di vuelta y me refugié en donde arreglan zapatos.
También dos señoras con sus hijos pequeños y con sus caritas de susto, al igual
los que corrimos a protegernos”.
María tiene una boutique pero ese lunes
ya estaba en su casa cuando ocurrió la balacera. Su madre le comentó que pensó
se trataba de cuetones. Fue una de sus amigas que vive cerca de la Clínica 32
del Seguro Social quien le contó que sí le había tocado ver el desmadre: “Dice
que se asustó mucho”.
—¿Qué vio? —Vio las camionetas a todo lo que da
y los balazos después… es que ella vive a una cuadra del Seguro.
Por el
mismo rumbo también vive doña Juanita, tía de Enrique, una mujer sexagenaria.
Ella pasaba por ahí justo cuando se desató la balacera que terminó con la vida
de dos soldados sobre el bulevar 16 de Septiembre y dejó uno más herido, pero
que después falleció en Urgencias cuando recibía atención médica.
—¿Qué
te dijo sobre lo que vio? —Muy poco. Está muy asustada. Es por la edad. De
hecho no contesta el teléfono y no ha salido de su casa desde
entonces.
—¿Y de lo poco que dijo? —Dice que unas gentes la metieron
al Seguro, que la jalaron, prácticamente la salvaron de alguna bala perdida
porque ella se quedó pasmada… A sus 65 años de edad y en medio de tanta maldad,
dice que aún hay gente buena, refiriéndose a los que la
protegieron.
Enrique por su parte estaba en su trabajo, a cuatro cuadras
del Seguro. Escuchó las ráfagas. Fueron tres, pero muy intensas: “Solo recuerdo
que me espanté. No sabes qué hacer, eso no te da tiempo de reaccionar. Después
de 20 minutos nos enteramos de lo que pasó… Ahora ‘todo mundo’ está más
espantado porque se cree que esto de la muerte de soldados va a poner las cosas
más feas”.
Por su parte Luis dijo que cuando ocurrió la balacera estaba
en la Escuela de Derecho, lejos de la escena del crimen, pero asegura que su
compadre José, quien estaba esperando afuera del Seguro a que su esposa saliera
de trabajar y a su hija que estudia en la Asegurada, tuvo butaca preferente en
primera fila:
—¿Qué te dijo? —Dice que ahí todo empezó en el Bancomer
que está en la esquina de Constitución y bulevar 16 de Septiembre, que los
sicarios emboscaron una camioneta de militares, se le echaron encima con una
camioneta blindada. Luego siguió la balacera por el bulevar. Mi compadre quedó
impactado, inmóvil… y después se acordó de su esposa y de su hija y entró en
desesperación.
Leonardo, pequeño empresario, cuenta que estaba en su
establecimiento a la hora de los balazos y que poco a poco fue enterándose de lo
que pasaba: “Se hizo un desmadre”, precisa.
—¿Alguien cercano a ti vio
algo? —Dice una enfermera amiga mía que los militares estaban llorando por
sus compañeros caídos y que decían con impotencia que se iban a
vengar.
—¿Qué más dijo? —Que llegaron gritando para que atendieran a
sus compañeros heridos… y que uno falleció ahí en Urgencias.
Las
historias recogidas por Ríodoce de guasavenses que de algún modo fueron testigos
del enfrentamiento entre sicarios y soldados, coinciden en que el grupo
delictivo que ahora tiene sobre sus espaldas la furia del Ejército es el que
comanda el Chapo Isidro. “Esto se veía venir… era cuestión de tiempo”, es la
aseveración constante de la gente consultada.
Fuentes cercanas a la
Presidencia Municipal confirman que el alcalde Ramón Barajas López estaba en una
reunión en Guasavito, población conurbada a la cabecera municipal de Guasave.
Incluso el regidor Ricardo Beltrán Verduzco lo corroboró, pues dijo, él también
estaba en ese lugar. Al enterarse de los hechos, el alcalde fue trasladado a su
casa, desde donde dio seguimiento a los trágicos acontecimientos. Ahí se enteró
de la detención de su director de Policía, Leocadio Cabrera Delgado. La
expresión del presidente era de preocupación. Había Desconcierto.
Sobre
la detención del jefe policiaco, testigos aseguran que los ánimos se calentaron
ya que al parecer Juan Carrasco Ruiz, jefe de la Policía en Ahome, habría
provocado a Cabrera Delgado reclamándole que sus hombres no llegaron a tiempo
para atender el llamado de apoyo, y diciéndole: “Andas valiendo madres”. Acto
seguido ambos cortaron cartucho y se apuntaron con sus pistolas.
A todo
ello se sumó el regaño que el general Moisés Melo García, comandante de la
Tercera Región Militar, le asestó al alcalde Ramón Barajas frente a los
representantes de los medios de comunicación, donde acusó la omisión de los
policías municipales en los hechos, lo que fue visto como un acto de prepotencia
que solo buscó exhibir al presidente.
“Vemos que hay una violación
contundente a la autonomía municipal; ahí queremos señalar y dejarlo bien claro
(…) porque llegan los militares como si fueran los paladines o los dueños de la
justicia y de la ley, cuando ellos son simples auxiliares y deben ser los
primeros que respeten el estado de derecho. No es posible que el general Melo
regañe a diestra y siniestra, creyéndose el Supremo y que puede pisotear a otro
poder. Eso no lo vamos a permitir en Guasave, ni en el estado”, reclamó el
regidor Beltrán Verduzco.
Dos días después, el gobernador Mario López
Valdez habló sobre el asunto en La Primavera, Angostura, y reiteró lo que ha
venido declarando desde inicio de año: que hoy sí se le tiene respeto a las
policías, que esos son casos aislados y que los delincuentes no tienen tomadas
las calles ni están dando órdenes a la autoridad.
Eso a pesar de que el
hecho violento de la tarde-noche del pasado lunes 30 de enero dejó en claro todo
lo contrario y que Guasave se ha convertido en un lugar donde habita el miedo…
Más lo que se asoma.
Homicidio por negligencia, el nuevo
delito inventado por la PGR
Omisión o
pretexto
Elier Lizárraga
Los agentes municipales de
Guasave detenidos por la PGR y que se encuentran bajo investigación por posible
omisión en el cumplimiento del deber, podrían ser encarcelados por homicidio,
lesiones y portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército si el juez
determina que no realizaron sus funciones el día en que tres militares fueron
asesinado en pleno centro de la ciudad de Guasave.
Los policías fueron
acusados por la Secretaría de la Defensa Nacional por este supuesto delito luego
de que, durante el enfrentamiento registrado en la Clínica 32 del IMSS, los
militares hicieran un llamado de auxilio y la Policía Municipal y estos no
llegaran a tiempo para ayudarles.
Desafortunadamente para ellos, las
acusaciones están sustentadas legalmente y podrían ser acusados, según José
Manuel Cervantes León, abogado de varios de los detenidos, quien indicó que,
aunque existía la confianza de que pudieran salir libres, los delitos de los que
podría acusárseles están contemplados en la ley.
Los señalamientos fueron
hechos por la Sedena, luego de que se diera un enfrentamiento en el municipio de
Guasave entre elementos del Ejército y sicarios, en el que resultaron muertos
tres soldados y varios heridos de ambos grupos. Los municipales llegaron al
lugar, pero hasta que ya habían terminado los disparos.
—¿Qué le
indicaron ellos, por qué llegaron tarde al lugar de los hechos? —No
necesariamente están diciendo que llegaron tarde, ellos llegaron porque era su
obligación. Aquí habría que convencer a quienes están procurando justicia y a
quienes la van a impartir que ellos cumplieron con sus funciones en los términos
establecidos.
—¿Pudieran tener procedencia las acusaciones del Ministerio
Público Federal? —Claro que sí, hay que entender que el representante de la
sociedad es el Ministerio Público. Hay que ver que se trata de la muerte de tres
personas. Lo que queremos es que se procure justicia, porque sería injusto
también que se condenara a gente inocente.
—En sus declaraciones, ¿dónde
dicen ellos que estaban cuando fueron los hechos? —Estaban relativamente
cerca, cumpliendo con sus deberes de cuidar a la ciudadanía. Al resultar un
evento de esta naturaleza, ellos acuden al lugar indicado.
—¿Está
sustentada la acusación de la Sedena? —Esa situación la determinarán el
Ministerio Público o el juez en su momento. Es sustentable porque la ley le
confiere facultades al Ministerio Público Federal, la persecución e
investigación de los delitos, y está haciendo su trabajo.
Los 35 agentes
llegaron a las instalaciones de la delegación de la PGR en Culiacán alrededor de
las 16:00 horas del martes, iniciando las indagatorias una hora más tarde. El
representante legal de los policías indicó que el proceso duró aproximadamente
hasta las 04:00 de la mañana del siguiente día, tiempo en el que los elementos
policiales fueron cuestionados sobre el sitio donde se encontraban, y qué
labores estaban realizando. Alrededor del mediodía fueron liberados 19 de ellos,
quienes fueron recibidos por sus esposas y familiares luego de permanecer frente
a la PGR casi dos horas a la espera.
En presencia de los medios de
comunicación, el general Moisés Melo García le reclamó al alcalde Ramón Barajas
López porque los elementos municipales no acudieron a la escena del atentado
contra los militares, y refutó las versiones filtradas en las cuales se afirmaba
que se había emitido una contraorden para que la Policía no acudiera al lugar de
los hechos en apoyo al Ejército. Esta versión fue sostenida en parte por los
agentes liberados, quienes dijeron que acudieron a la escena del crimen, pero ya
había terminado la balacera. La tarde del jueves fueron liberados seis agentes
más y los diez restantes fueron consignados ante un juez de distrito en Los
Mochis, donde serán procesados por la autoridad federal.
Agresión
azul Aunque los policías aseguraron recibir un buen trato por
parte de la PGR, contaron una historia muy diferente sobre la Policía
Ministerial del Estado, pues acusaron directamente a los agentes de esa
corporación de haberles propinado palizas en repetidas ocasiones a los detenidos
sin justificación ni explicación alguna.
“A como iban llegando algunos
los iban agarrando. Golpearon a varios compañeros, e incluso al director y al
director operativo”, manifestaron policías que mantienen su nombre en el
anonimato por temor a represalias. Al cuestionarlo sobre el proceder de los
ministeriales, el municipal dijo que “los jefes ya saben cómo corre el agua y se
hacen tontos”.
Esta versión fue confirmada por Marcelo Cabrera, hermano
de Leocadio Cabrera Delgado, director de la Policía Municipal de Guasave, quien
dijo que también fue agredido.
Asimismo descartó las versiones de los
militares, quienes acusaron a la dependencia policial a la cual está adscrito,
de no atender el llamado de auxilio. Aseveró que todos los agentes que estaban
disponibles cuando se dio el enfrentamiento acudieron al lugar mencionado, pero
al llegar el conflicto había terminado, arrastrando a tres de los elementos
castrenses a la muerte.
“No es cierto. Se manejó por radio para que
fuéramos a apoyar, pues se escucharon varias balaceras. Algunos acudieron a un
lugar, otros a otro. Acudimos todos. Cuando se dio el enfrentamiento yo estaba
con el presidente municipal y recibí indicaciones para no dejar que los
vehículos se acercaran al lugar”, subrayó.
Cabrera Delgado indicó que,
aunque se tiene el equipo necesario para enfrentar a los criminales, muchas
veces las circunstancias de desventaja ante las que se encuentran debido a que
la delincuencia organizada tiene más y mejores recursos amedrentan a los agentes
en el cumplimiento de su deber.
La otra queja fue la injusticia cometida
en su contra al ser retenidos de forma ilegal, según su consideración. Sin
embargo, quienes accedieron a los cuestionamientos de los medios de
comunicación, la mayoría manifestó que el trato en la PGR fue bueno, no fueron
golpeados y los interrogatorios se centraron únicamente en los hechos por los
cuales los habían trasladado de Guasave a Culiacán.
Los primeros 19
policías liberados estuvieron más de 36 horas sin tener contacto con sus
familias o abogados defensores que les dieran información sobre cómo se estaba
realizando el procedimiento legal. El primer contacto lo tuvieron hasta la
mañana del miércoles, cuando llegó José Manuel Cervantes León, acompañado de sus
familiares, y fue este quien les explicó que iban a ser liberados. Después, el
jueves por la noche, liberaron a seis más.
Por otro lado, Nuria González,
visitadora general de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, indicó que
familiares de los detenidos presentaron una queja ante este organismo por la
forma de proceder del Ministerio Público Federal, la cual consideraron ilegal
porque los policías “fueron trasladados ilegalmente”.
Un
dilema en el Juzgado Luis Fernando Nájera / Los
Mochis
Este lunes 6 de febrero el Juzgado Quinto de Distrito de Los
Mochis podría resolver la situación jurídica de los diez policías preventivos de
Guasave, consignados por los delitos de homicidio y lesiones en la modalidad de
comisión por omisión, además de ilícitos cometidos contra funcionarios públicos,
abuso de autoridad y ejercicio indebido del servicio público en agravio de
fuerzas castrenses.
El viernes 3 de febrero, el juez Francisco Ramos
Silva ordenó a sus secretarios tomar la declaración preparatoria de los diez
policías en los locutorios de Centro de Ejecución de las Consecuencias Jurídicas
del Delito, con sede en el poblado Felipe Ángeles, con el argumento de que era
inseguro trasladar a tal número de acusados a Los Mochis.
Así, Leocadio
Cabrera Delgado, director de la Policía Municipal y nueve subordinados más
rindieron su declaración preparatoria, luego de que el magistrado calificase de
legal la detención.
En el plazo de 72 horas, los acusados tendrán tiempo
para aportar las pruebas con las que acrediten su inocencia.
De acuerdo
con el informe oficial de la Procuraduría General de la República, a través del
agente del Ministerio Público de la Federación se acreditó que durante el
enfrentamiento, los elementos castrenses solicitaron apoyo a la Policía
Municipal y que esta no atendió el llamado.
Ante estos hechos la
Secretaría de la Defensa Nacional presentó a 35 agentes municipales ante el
representante social de la Federación, quien después de realizadas las
diligencias pertinentes consignó a diez agentes municipales, entre los que se
encuentran el director y el director operativo de esa corporación, pues estando
en el perímetro urbano de la ciudad, en ningún momento prestaron auxilio o ayuda
a los elementos militares, a pesar de que el Centro de Control, Comando y
Comunicaciones (C-4) les notificó.
Además que posterior al ataque no se
realizó ningún operativo de búsqueda de las personas relacionadas con estos
hechos.
De los 25 policías municipales restantes, a 19 se dejó en
libertad el día 1 de febrero y los otros seis el día jueves 2 de febrero, estos
con las reservas de ley debido a que durante los hechos se encontraban en
diversas comisiones, sindicaturas y fuera del perímetro urbano, lo cual les
imposibilitaba brindar apoyo oportuno durante el
enfrentamiento.
Recuento de bajas
militares
La Sedena dio a conocer que han muerto diez militares
de 2008 a la fecha, cuando se instauró el Operativo Conjunto
Culiacán-Navolato-Guamúchil, entre accidentes y ejecuciones en diferentes
enfrentamientos.
Esto durante el informe de las autoridades militares
luego de casi cuatro años de implementar esta estrategia por primera vez, el 13
de mayo de 2008, en los operativos que abarcan los estados de Sinaloa y
Durango.
Entre las muertes más destacadas se encuentran el derivado en el
incidente de Santiago de los Caballeros, registrado el 27 de marzo de 2008 en el
municipio de Badiraguato, donde murieron seis personas, entre ellos dos
militares.
El 14 de septiembre de 2009, un jefe militar fue levantado en
el centro comercial Wal Mart, ubicado en la Isla Musala, por un grupo armado
cuando salía de realizar sus compras. Fue identificado como Eusebio Hernández
Pérez y era teniente en la Novena Zona Militar. Esto ocurrió horas después de
que un elemento de la Policía Ministerial fuera también levantado en la colonia
Fovissste Diamante.
Más tarde, otro soldado fue ejecutado el 1 de
diciembre del mismo año, cuando un elemento militar llegó a las instalaciones de
la Novena Zona Militar aparentemente ebrio y le disparó a tres de sus
compañeros, de los cuales uno murió en la clínica del Issste.
El 3 de
junio de 2011, un soldado de apenas 20 años de edad fue asesinado durante una
ronda de patrullaje en San Ignacio, cuando fue ubicado un sospechoso y los
elementos castrenses intentaron detenerlo. Este, al no permitir el arresto,
disparó contra Efraín Sauceda, quien murió en una clínica de
Mazatlán.
Durante la noche del 21 de septiembre de 2010, fue asesinado un
soldado mientras se encontraba en el hotel La Estancia 2. La Policía Ministerial
del Estado identificó a la víctima con el nombre de José Pilar Almeida Vinagre,
de 23 años, originario de Tabasco. Los empleados del hotel escucharon
detonaciones y posteriormente se confirmó el asesinato.
Asimismo se
reportaron dos accidentes en los que elementos militares se ahogaron. El
primero, de nombre Jesús González, de 42 años de edad, se ahogó en el río San
Lorenzo el 27 de junio.
El pasado 2 de enero se ahogó Federico Molina
Román, quien entrara al mismo río del caso anterior, acompañado de una pareja.
De acuerdo con los datos proporcionados, el militar ingresó al caudal y minutos
más tarde ya no salió. Elementos castrenses se lo llevaron en una
ambulancia.
El hecho más reciente es el del pasado lunes 30 de enero, en
la Clínica 32 del IMSS ubicada en Guasave, cuando murieron tres elementos
castrenses durante un enfrentamiento con un grupo armado. |
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