lunes, 6 de febrero de 2012

EL RECLUTADOR DE LOS MAZATLECOS





Entrevista exclusiva a José Iván Moreno Espinoza, alias el Iván, el New, o el 70, presunto líder de la banda de secuestradores Los Mazatlecos


Su tarea era conseguir sicarios para Los Mazatlecos

Redacción 
  
El jueves de la semana pasada, la Unidad Especializada Antisecuestros presentó a tres presuntos delincuentes a quienes se relaciona con Los Mazatlecos, célula que a su vez ha sido ligada por las propias autoridades a la organización de los hermanos Beltrán Leyva y a Los Zetas.


Uno de los presentados es José Iván Moreno Espinoza, el Iván, el New o el 70, acusado junto con Luis Enrique Cruz Moya y Ángel Manuel González Rodríguez, de haber cometido varios secuestros en el sur de la entidad, sobre todo entre diciembre de 2011 y enero de este año.

El sábado 14 de enero, en una casa de seguridad en Mazatlán, fueron detenidos cuatro mujeres y dos hombres que integraban, dijo la Procuraduría de Justicia, un grupo delincuencial que participó en varios secuestros. 



Dos de los detenidos fueron encontrados sin vida en el penal de Mazatlán —por sobredosis— cuatro días después y a unas horas de que un par de sicarios atacó una ferretería del gobernador, Mario López Valdez.

Dos semanas después fueron detenidos en Los Mochis estos tres integrantes de Los Mazatlecos, uno de ellos, el New, considerado líder de la banda.

En sus declaraciones los detenidos dijeron estar liderados por Samuel Lizárraga Ontiveros, el Tortillero y/o el 14, a quien la justicia federal señala como líder de una célula de la organización criminal de los hermanos Beltrán Leyva y Los Zetas.

Antes de ser presentado, Ríodoce entrevistó a Moreno Espinoza, un joven que quiso volar, pero sin alas. Y se estrelló.

I. Nace un reclutador de sicarios
En las instalaciones de la Policía Ministerial se encuentra esposado, dentro de una pequeña celda, un joven de apenas 21 años de edad y de nombre José Iván Moreno Espinoza. Pesa sobre sus hombros la acusación de haber cometido los crímenes más graves: secuestro, homicidio, delincuencia organizada...

—¿Cómo comenzaste en el “negocio”?
—Una amiga me ayudó a contactar a un “pesado” porque yo en ese entonces necesitaba escaparme de un capo de Mochis a quien yo había hecho enojar; la persona con la que me contactó ella es Samuel Lizárraga Ontiveros alías el Tortillero, también le dicen el 14 Maza o El señor del charco, porque dice ser dueño de Mazatlán. Es la misma persona. Cuando yo me entero de eso, pos voy y le digo que me haga un paro y me ayude a quitarme al otro capo de encima.

—¿A qué acuerdo llegaron?
—Me dijo que a cambio de su ayuda quería que yo le consiguiera tres personas para que trabajaran con él. Y yo le dije que sí, pos me iba a quitar aquella persona de encima, pos fierro, va, le dije. 



Y así fue como yo contraté a Patricio, que es El comandante M, el líder de los sicarios allá en Mazatlán, al Chumo Narizón, otro de los sicarios de ahí, y al C3, al Pedro, otro sicario de ahí; entonces así fue como me fui yo metiendo con ellos.

—¿Cómo los conseguiste?
—Ha de cuenta que había una bolita de cholos que andaban ahí, y les digo: “A ver, qué onda plebes, ¿cómo están?, ¿quién quiere chambear?”. ¿De qué?, me dice uno de los cholillos. Pos la neta plebes, la chamba que se les ofrece es de sicarios. Se les ofrece ocho mil pesos a la quincena, ¿Quién sabe disparar?, les pregunto. No, pos que nadie, me dicen. No, pos se les va a llevar a un campo de entrenamiento donde les van a enseñar de todo. Desde cómo armar y desarmar un rifle, cómo disparar, cómo reventar una casa, cómo pegarle a un detenido para que se te desmaye al primer golpe, todo. Cómo manejar el Barret 50, todas las armas. Muchos decían: yo sí; otros decían: yo no le entro. Se fueron cinco de Mochis a Mazatlán, de los cuales nomás llegaron dos porque tres llegando a Culiacán se arrepintieron, y pues yo les entregaba lo que es el boleto a Mazatlán y mil pesos de gastos a cada uno.

—¿Qué hacen con los desertores?
—A los que se bajaron en Culiacán les perdí la pista, pero de los que llegaron a Maza y ya estando una vez entrenando, se arrepintieron y agarraron el rifle y se fueron. Hasta que los agarraron. Primero los mataron y después los decapitaron y luego los enterraron. Es que es peor si desertas y robas. El dicho de los Beltrán Leyva es: “Si desertas, no robes, que si robas te mueres”. Y el de Los Zetas es: “No sobra el que llega ni falta el que se va”.

—¿Qué recibías a cambio por tu reclutamiento?
—Me regalaron un celular, me daban 3 mil pesos cada diez días y apoyos para la gasolina y el transporte de los reclutados. Y pos la neta yo tengo un morrito pues. Mi trabajo de pizzero y 800 semanales no me rendían. Me daban regalos, te hacen ver todo de manera muy bonita y te van enredando poco a poco.

—¿A cuántos jóvenes reclutaste?
—A unos quince.

—¿Cuántos sobreviven?
—Unos cinco. El resto están muertos o desaparecidos. Es que a veces los enviaban a pelear en Zacatecas… muchos murieron en el sur.

—¿En dónde los entrenan?
—Es que hay diferentes campos de entrenamiento, según lo que vayan a hacer. Tengo entendido de que si vas a ser un sicario, a un sicario lo entrenan en un ranchito del sur de Sinaloa, que está para el lado del Tecomate…

—Hay mujeres detenidas en Mazatlán, ¿qué rol jugaban en la organización?


—La Güerita, la Ladys Uni, era edecán de los Venados; ahí ella trabajaba en cada juego de beisbol, pero también se iba con la Chuyita ya sea a puntiar… puntiar es como lo que me pusieron a mí, ponerse en un lugar y decir: “Hey, ahí va el federal”. Igual. Por cada salida creo que les daban la feria a ella también para acompañar a la Chuyita, le daban una feria. Al momento de caer ella dice que es prostituta para barrerse, y luego dice que es inocente. Salió todo en la prensa. Ahí van y me dicen a mí. Por eso me enteré.

II. Esto no es un juego

—¿Cómo fue que terminaste operando en Mazatlán y dejaste Los Mochis?


—Mi jefe, el Tortillero, me habla un día y me dice: “¿Sabes qué?, ocupo que te vengas para acá (a Mazatlán) porque ocupo que me cuides un lugar”, y le dije: “No, pos que yo ya le dije jefe que yo no quiero ser sica, sicario pues, yo no tengo las agallas para matar a alguien”, así le dije. “Tú aquí no vas a hacer nada, te vas a poner en fulano lado y me vas a decir si llega Policía Federal, nomás”, me dijo el jefe. Y pos, es que está la onda de que el señor te pedía las cosas de buena manera y si tú le decías no, él se alteraba: “Hijo de tu puta madre, ¿qué te crees? ¡A la verga, esto no es un juego, te me vienes o voy por ti!, ¿o qué onda?”. Así que me fui a Maza.

—¿Qué trabajos hacías en Mazatlán?
—Era puntero, me quedaba en la estación Unidos de Sinaloa sentado como esperando a alguien mientras fumaba unos cigarros y avisaba si veía pasar a una patrulla de la Policía Federal.

—¿Además de hacer vigilancia, participaste en los secuestros que realizaron tus compañeros?
—Nomás reclutar a la gente, yo nunca anduve con ellos arriba de la camioneta queriendo matar gente. Yo solo le daba a puntear (hacer labores de vigilancia), reclutar a la gente, pero como dice la gente, “tanto peca el que mata a la vaca como el que le agarra la pata”. Ya no hay excusa, pos yo me metí. Como dice mi mamá, por holgazán… que quiere ganar dinero fácil, señor. Pero pos, una vez adentro, ya que te das cuenta de las consecuencias de tus actos.

—¿Tú mamá sabía a qué te dedicabas?
—Mi mamá sabía que iba y venía a Mazatlán, mas nunca se imaginaba de esto; mi mamá era contadora y hacía publicidad; mi padrastro tiene también 28 años trabajando en un periódico muy conocido. Nunca se imaginaron en qué andaba metido.

—Dices que solo eras puntero y reclutador, pero las autoridades te señalan como el líder de la banda Los Mazatlecos.


—¿Usted cree que yo voy a ser el capo? Fíjese como ando con estas ropas chafas, ropa que no es de marca, todo es imitación, a mí me decían que era el líder porque fui el único… el único pendejo que miraron, que les decía: “¿Quieren chambear?”, y me ubicaban como líder, pero pos un líder tiene escoltas, armas, traen muchas cosas, lo saben los de Gobierno, ¿entonces?

—Sin embargo, ¿sabías de los secuestros que llevaban a cabo tus compañeros?
—Sí señor, sí sabía. Eso es ley pos cuando los levantan, uno de ahí se entera cuando los levantan; al momento en que los levantan ya uno no sabe dónde paran. Yo conocí el punto número 13. Que es una brecha en la que ellos se esconden porque tenía que llevarles comida.

—¿Cómo es la vida de los sicarios ahí en Mazatlán?
-—Nos pagan el hotel, a veces no, y nos dan armas, casas de seguridad, a veces al monte, y les llevaba comida porque se andaban muriendo de hambre, a veces nos dan carros cuando hace falta, o los mandan al sur a pelar, y les dan armas, andan armados.

—¿A pesar de la presencia de la Policía y el Ejército andan armados?
—Pues si usted ve a un bato con una camisa que diga Señor Frogs Mazatlán, con chorcito y así como turista. Nunca ven que traes fajada una escuadra, una Colt.

III. El hundimiento, el ataque contra la ferretería Malova

—Hay indicios, de acuerdo con las autoridades, de que tu banda posiblemente participó en el atentado contra la tienda de Malova, ¿tú estuviste ahí cuando atacaron la ferretería de Malova?


—No señor, yo estaba en Mochis, huí a Mochis cuando agarraron a dos de mis amigos, después supe que murieron, los mataron mejor dicho, ahí en el penal. Entré en pánico.

—¿Qué sabes sobre ese asunto?
—Dos sicarios en moto se bajaron y se aventaron ese jale.

—Pero, ¿por qué asesinar inocentes?
—La tirada era quemar la tienda, no era matar a los empleados. El problema es que se le cayó la capucha al sicario, entonces los empleados le vieron la cara. El sicario, al ver que le vieron la cara se sintió como acobardado y opta pos por dispararles.

IV. La verdadera vida alterada

Ahora estás detenido y puedes durar muchísimos años en la cárcel. ¿Imaginaste terminar así a tus 21 años?
—¿Usted cree que no estoy arrepentido jefe? Mi mamá me dijo que qué crueldad, es que mi mamá es cristiana, y toda mi familia son cristianos. Yo me arrepiento. Pienso en mi hijo, lo quiero ver crecer. Tiene un año tres meses, la neta, uno está plebe y nomás piensa, en su bien sin saber las consecuencias como ahorita. En las consecuencias de los actos que vienen después, porque yo era un muchacho que estudiaba, tenía la prepa terminada, estaba trabajando bien, me agarraba 800 pesos a la semana, no me rendía, por eso, vaya, no es pretexto, la cagué…

Pero si no te detiene la policía hubieras estado igual, ¿no?
—Yo me iba a ir de ahí, y me iba a ir de Mochis. Yo tenía maletas listas en Mochis, tenía papeles listos, recogía encargos con otro camarada para irnos a trabajar juntos a Hermosillo. Pero me agarró la Ministerial…

—¿Crees que es muy duro el precio por entrar al “negocio”?
—Demasiado señor, demasiado. Es poco lo que te dan pa’lo que vas a pagar. Y señor, neta que aunque me aventaron cien años, que no me fueran a matar dentro del penal. Es que ya ve… aunque se porte uno bien, salen con suicidios; yo quiero ver a mi hijo crecer, es todo lo que pido.

Entran los elementos de seguridad.

—Te vamos a volver a poner la venda —dicen los ministeriales a Iván.
—¿Ya me van a llevar?

—Sí.

Le ponen una venda en los ojos.

 

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