Los vástagos de Carlos Otal Namur y el Teniente Adrián Hernández Pérez,
salieron a divertirse el fin de semana y terminaron frente a un juez, aunque en
diferentes circunstancias.
Por la madrugada del sábado 21 de enero, pasadas las tres de la mañana en
Zona del Río, el hijo del primero salía de un antro, y mientras conducía, otros
jóvenes en una camioneta azul lo chocaron, su auto se impactó contra un árbol y,
a. descender, le robaron 500 dólares, además de un reloj marca Diesel y
se fueron.
Aseguró que lo amenazaron con “levantarlo”, por eso llamó al
número de emergencia 060 y denunció que intentaban secuestrarlo.
La Policía persiguió y capturó inmediatamente a los asaltantes (Andrés Taylor
Arias y Gerardo Morales Román), quienes negaron el secuestro; situación
corroborada por los agentes que, evidenciaron, no hubo elementos que acreditaran
la intención de privarlo de la libertad.
El joven Otal está familiarizado con los procedimientos de atención al
delito, primero porque fue agente de la corporación municipal tijuanense, y
después, porque el 15 de diciembre de 2007, residentes de la delegación Playas
denunciaron presencia de gente armada.
Elementos de la Policía Federal
Preventiva atendieron y encontraron a dos mujeres y dos hombres en posesión de
autos robados y armas; uno de los detenidos fue este hijo del ex director, quien
se identificó como policía y aseguró que portaba su arma de cargo.
Ignoraron las declaraciones del cómplice que declaró le había llevado los
carros a Otal y, por instrucciones del entonces delegado de la Procuraduría
General de la República (PGR) en Tijuana, Alfredo Almazán Becerril, fue dejado
en libertad y sin antecedentes delictivos.
La historia del casi treintón Adrián Hernández Cabañas, hijo del militar
recién renunciado en octubre de 2011, fue más ordinaria.
Alrededor de la
medianoche del domingo 22 de enero lo detuvieron porque iba a exceso de
velocidad sobre el Bulevar Insurgentes, al revisarlo registraron el estado
etílico y que su auto traía placas sobrepuestas.
Al darse cuenta que seria
remitido ante un juez, pidió la “cortesía” de dejarlo ir y decidió amenazar.
Usó el nombre de su tío “Hernández”, jefe de Tránsito, y su papá, Adrián
Hernández Pérez, hasta dijo que si lo detenían, haría que despidieran a los
policías.
De acuerdo a versiones al interior de la corporación municipal, ésta sería la
cuarta vez que Hernández Cabañas es detenido manejando en estado de embriaguez
por Tijuana, aunque la primera en ser consignado, porque mientras su padre fue
director, ordenó sus consecutivas liberaciones.
En cuanto a las amenazas hechas por el “tío” y policía motorizado Víctor
Hernández, advirtiendo que los agentes implicados pagarían haber cumplido con su
trabajo, porque su hermano el teniente volvería a ser director, autoridades
municipales informaron que efectivamente, Adrián Hernández ha buscado su
reinstalación, pero la misma seguirá siendo negada por instrucciones del alcalde
Carlos Bustamante, por lo menos por lo que dure el XX Ayuntamiento.
(Rosario Mosso)
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